¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 2 de febrero de 2021

OTRA ACTITUD HUMANA MÁS PELIGROSA


El que no está conmigo está contra mí, 
y el que no recoge conmigo, desparrama"
(Mateo 12,30)

En un anterior artículo Hijo prodigo y buen samaritanoreflexionábamos sobre las principales actitudes humanas que encontramos en ambas parábolas y reflejos de la vida espiritual del hombre, frente a la actitud misericordiosa y comprensiva de Dios. 

Sin embargo, existe otra actitud humana que se mantiene oculta, en "penumbra", "a la sombra". Hablamos de la tibieza, actitud contagiosa, asintomática y muy peligrosa para la vida espiritual de un cristiano.

La tibieza es la actitud de las personas "grises" y mediocres, de las que escriben con "medias tintas", de las que "están pero no están", de las que no se comprometen, de las que dicen "sí, pero...". 

Es la postura de los que se forjan una "fe a la medida"cómoda y distante. Es la disposición de los que pretenden seguir de lejos a Cristo, "sin mucha exigencia", "sin demasiada notoriedad""sin excesiva implicación". 

Es la pose de los "pasivos", de los que se mantienen "al margen", de los que se tienen por "buenos", de los que "no hacen mal a nadie"...ni "bien". Es la posición de los que mantienen un "silencio cómplice" con el mundo, de los que "no recogen", de los que "desparraman", de los que pecan por "omisión".

Son esos tres misteriosos "mirones" que aparecen en el cuadro de Rembrandt sobre la párabola del hijo pródigo. Los tres se encuentran alrededor del abrazo luminoso del Padre al hijo menor, alineados con la figura del hijo mayor de la derecha, pero que se mantienen a distancia y en segundo plano.
Por un lado, nos encontramos con dos figuras aparentemente femeninas, la del fondo superior izquierdo, alejada e indiferente a lo que acontece, y la del centro, más cercana y asomada por curiosidad. Ambas muestran desconfianza y lejanía.

Por otro, una figura masculina, la sentada, ausente y con la mirada perdida en una especie de profunda "ensoñación". Muestra ensimismamiento e introspección.
Las tres figuran miran al Padre y al hijo con los "ojos del mundo". Cada una desde su visión individual: una, desde la distancia de la "no responsabilidad" y la indiferencia; otra, desde la oscuridad de la inseguridad y la desconfianza; y otra, desde la abstracción de la ilusión y el sentimentalismo. 

Las tres están dentro de la Iglesia, viven en la casa del Padre (seguramente por conveniencia), pero no es su morada. No forman parte del cuerpo de Cristo, porque tampoco quieren integrarse plenamente en la familia de Dios. Están en el "cuadro", pero no parecen pertenecer a él. Permanecen alejados de la luz principal del abrazo misericordioso del Padre. 

Su situación en ese plano secundario y sombrío define su falta de compromiso, su desinterés por entrar en "escena", su desgana por participar activamente en la resurrección del hijo y su negligencia por comprender el perdón del Padre. 

Sus prioridades no son ni Dios ni el prójimo, y aunque tengan una cierta intriga o curiosidad, andan tan enredados y absortos en "sus cosas" y en sus "pensamientos" que no terminan de implicarse ni de intervenir.

Se sirven de los beneficios de la Casa del Padre cuando les interesa, pero no los viven con alegría ni los disfrutan con generosidad. Su modo de vida rutinario y a distancia les gusta y no quieren cambiarlo. 

Conocen a Dios Padre y al hijo pero no quieren ser parte de sus vidas. Rechazan la seguridad de la forma de vida que les ofrece la "Casa" porque prefieren su presunta seguridad o su supuesta comodidad. Prefieren seguir siendo espectadores en lugar de participantes, actores secundarios en lugar de protagonistas. 

Los tibios quieren "servirse" pero sin "servir", tener "fiesta" pero sin "molestia", estar "presentes" pero , a la vez, "ausentes". 

Sin duda, una actitud peligrosa...porque quien no recoge con Cristo, desparrama; quien no está con Dios, está contra Él.

JHR