Pendenciero es una persona que evidencia una propensión a las peleas y los enfrentamientos. Alguien que no está abierto al diálogo y al intercambio de opiniones. Significa literalmente "un boxeador verbal".
Un cristiano no puede ser una persona que reaccione con violencia física o verbal. No debe resolver los conflictos peleando ni debe ser propenso a la ira, “pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios.” (Santiago 1,20). La ira nace de nuestros corazones egoístas, pecaminosos y orgullosos (Proverbios 12,16).
Los cristianos debemos ser pacificadores (Proverbios 15,1, 18) porque lo importante no es tener la razón, sino expresarla con palabras suaves, con una respuesta amable. Cuando se tiene la razón no hay por qué gritar, no hay por qué ofender, no hay por qué alzar la voz, no hay por qué usar reproches o palabras altisonantes.
Al pendenciero, todo le enfada, todo le molesta, se enoja rápida y exageradamente por cosas insignificantes (Proverbios 29,11), salta a la mínima y se cree en posesión de la verdad siempre.
Pero el pueblo de Dios debe reaccionar a las situaciones con calma y con delicadeza (2 Timoteo 2,24-25).
El apóstol Pablo nos dice que un cristiano debe ser irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso (1 Timoteo 3,2-3).
Al pendenciero, todo le enfada, todo le molesta, se enoja rápida y exageradamente por cosas insignificantes (Proverbios 29,11), salta a la mínima y se cree en posesión de la verdad siempre.
Pero el pueblo de Dios debe reaccionar a las situaciones con calma y con delicadeza (2 Timoteo 2,24-25).
El apóstol Pablo nos dice que un cristiano debe ser irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso (1 Timoteo 3,2-3).
En lugar de ser agresivo o iracundo, debe ser amable, considerado, cordial, tolerante y clemente, que perdona fácilmente los fracasos y errores. No debe ser exigente, quisquilloso o susceptible (Pro. 19,11, 12,16).
Sin embargo, los pendencieros son muy comunes en muchas parroquias. Nadie les puede decir nada, nadie los puede confrontar, nadie los puede tocar porque se ofenden rápidamente, causan estragos y crean disensión.
Existen diez características que nos pueden ayudar a reconocer a un pendenciero antes de que haga demasiado daño:
1. No se reconoce a sí mismo como pendenciero. Por el contrario, se ve a sí mismo como héroe necesario, enviado para salvar a la iglesia.
2. Se molesta por casi todo y trata de convencer a las personas para que sean sus aliados en su causa. Por lo general, ansía tener un "enemigo" en la parroquia, porque no es feliz si no está luchando, si no acomete una batalla.
3. Tiene una agenda personal egoísta. Determina lo que "su" iglesia debe ser y asimilar. Cualquier persona, servicio o método que es contrario a cómo percibe su iglesia ideal, es blanco de sus ataques.
4. Trata de formar alianzas de poder con los miembros débiles de la iglesia. Los miembros de la parroquia más débiles sucumben a sus fuerte personalidad. Suele maniobrar para conseguir una posición de liderazgo dentro de la parroquia.
5. Posee personalidad intensa y emocional. Utiliza la intensidad de su personalidad para salirse con la suya.
6. Impone "lo que debe hacer o decir la gente." Recoge fragmentos de información y da forma a sus propias conclusiones.
7. Encuentra sus mayores oportunidades en las parroquias con muchas expectativas y actividades. Trata de obtener sus propias necesidades y preferencias.
8. Intimida a los miembros de la iglesia, hasta el punto de que la gente prefiere tenerlo como amigo en lugar de como enemigo. Casi nadie se atreve a enfrentarse a él. Reprueba a obispos, a sacerdotes y a cualquier miembro de la parroquia que no "comulgue" con sus ideas.
9. Un pendenciero siempre tiene una siguiente misión. Crea caos y causa estragos. Puede tomarse un breve descanso en su labor de intimidación pero siempre mantiene un comportamiento manipulador.
10. A menudo se mueve a otras parroquias después de haber hecho su daño. Ya sea porque se ve obligado o simplemente porque se aburre, se traslada a otras iglesias con la misma misión de la intimidación.