"Dios le exaltó sobremanera
y le otorgó un nombre que está sobre cualquier otro nombre,
para que al nombre de Jesús
doblen su rodilla los seres del cielo, de la tierra y del abismo,"
(Flp 2,9-10)
En alguna desagradable ocasión, he sido testigo de la negación por parte de algún sacerdote a dar la comunión a quien se arrodilla, y sinceramente, creo que estas situaciones hacen un flaco favor a la Iglesia y a la confianza de los fieles en sus sacerdotes.
Pudiera ser que el cura que se niega a darle la comunión a una persona que se arrodilla para recibirla, pueda creerse legitimado para actuar así porque piense que quien se arrodilla es un rigorista, un fariseo o alguien que se considera mejor cristiano que los demás. ¡Qué absurdo!
Si el sacerdote piensa esto, no sólo está faltando a la caridad pastoral que se le supone, sino que él mismo está cometiendo un pecado: juzgar a la persona. Y Cristo es tajante en esto: “No juzguéis y no seréis juzgados” (Lc 6, 37 – 42).
Creo que sería conveniente decirle que, aparte de abstenerse de juzgar, debería saber que quienes nos arrodillamos para recibir la comunión, más que fariseos o soberbios, somos cristianos que nos consideramos pecadores e indignos de estar de pie delante del Dios hecho hombre. Y asegurarle, por supuesto, que quienes obramos así, ni "juzgamos" a quienes no lo hacen así ni "obligamos" a nadie a hacerlo de este modo.
Habría que dejarle muy claro que quienes nos arrodillamos y recibimos a Cristo en la comunión eucarística en la boca somos totalmente conscientes de dónde estamos y a quién estamos recibiendo, y por ello, lo hacemos como muestra del más absoluto respeto, reverencia y sumisión al Señor.
También sería conveniente recordarle que muchos santos, beatos y hombres de Dios (como el padre Pío, entre otros), o incluso Papas (como San Juan Pablo II) recibieron siempre a Cristo de rodillas y en la boca, a riesgo de que pudiera insinuar que todos ellos incurrieran en un fariseísmo reprobable.
Santa Margarita María Alacoque contó que Jesús le dijo: "Me entristecen las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor”.
Benedicto XVI escribió que "El fiel que quiere recibir la comunión de rodillas y en la boca tiene todo el derecho a hacerlo. Negársela por el hecho de que 'a mí me parece que no corresponde' o, 'a mí no me gusta por ser una actitud farisaica' no es en absoluto un acto de caridad pastoral."
El Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, el Cardenal Robert Sarah, invita de forma clara y directa a todos los católicos a recibir la Sagrada Comunión en la boca y de rodillas: “Jesús sufre por las almas de aquellos que lo profanan, por quienes derramó su Sangre que tan miserable y cruelmente desprecian. Pero Jesús sufre más cuando el don extraordinario de su Presencia Eucarística divina-humana no puede traer sus efectos potenciales a las almas de los creyentes. Y así podemos entender que el ataque diabólico más insidioso consiste en tratar de extinguir la fe en la Eucaristía, sembrando errores y fomentando una forma inadecuada de recibirlo".
Negarle al fiel la posibilidad de comulgar de rodillas y en la boca es un acto de autoritarismo y despotismo del sacerdote, un atentado al derecho de los fieles y un incumplimiento de las leyes de la Iglesia, quien concede al fiel la posibilidad de comulgar de esa manera:
"Los fieles comulgan de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos, con la confirmación de la Sede Apostólica. Así pues, no es lícito negar la Sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie" (Redemptionis Sacramentum, números 90 y 91).
"Cuando comulgan de pie, se recomienda hacer, antes de recibir el Sacramento, la debida reverencia" (
Instrucción General del Misal Romano, número 160).
Así pues, los ministros ordenados o los ministros extraordinarios de la comunión nunca deben imponer a los fieles ninguna manera de comulgar. Y menos, negársela.
La única razón para negar la comunión a un fiel es si éste no vive en gracia de Dios o cuando quiere recibir el Cuerpo del Señor en un modo no autorizado o inapropiado. Y siempre conviene hacerlo después y en privado. Pero arrodillarse ante nuestro Dios hecho Hombre, no merece semejante maltrato, desprecio y escarnio público.
Por lo tanto, si un sacerdote se niega a dar a alguien la comunión cuando se arrodilla para recibirla, debe saber que es un insensato y que actúa a título personal y no en nombre de la Iglesia.
Si te es negado tu derecho, reclámalo. Si aún así, te lo niegan, puedes presentar una queja contra el sacerdote ante tu Obispo, haciendo referencia, por ejemplo, a este documento:
22 Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 160.
La Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó una carta a un obispo en Notitiæ, publicación oficial de dicha Congregación, en su edición Noviembre Diciembre de 2002 (N° 436) que trataba sobre el derecho que tienen los fieles a ponerse de rodillas para recibir la Santa Comunión, como también sobre la ilícita actitud de los sacerdotes que se la niegan. (Congregatio de Cultu Divino et Disciplina Sacramentorum Protocolo N° 1322/02/L, Roma, 1° de Julio de 2002).
"En vista de la ley que establece que 'los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos” (C. Canónico 843, § 1), no debe negarse la Sagrada Comunión a ningún católico durante la Santa Misa, excepto en casos que pongan en peligro de grave escándalo a otros creyentes, como el pecador público o la obstinación en la herejía o el cisma, públicamente profesado o declarado.
Los sacerdotes deben entender que la Congregación considerará cualquier queja futura de esta naturaleza con mucha seriedad, y si ellas se verifican, actuará disciplinariamente en consonancia con la gravedad del abuso pastoral.
Agradezco a Su Excelencia su atención sobre este asunto y cuento con su amable colaboración al respecto.
Sinceramente suyo en Cristo."Jorge A. Cardenal Medina Estévez -PrefectoFrancesco Pio Tamburrino - Secretario