¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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viernes, 25 de agosto de 2017

PARROQUIAS DE PUERTAS GIRATORIAS

A menudo, nos preocupamos porque nuestro comunidad de fe sea fructífera, porque nuestra Iglesia dé resultados, porque nuestra parroquia crezca. 

Sin embargo, el fruto de una parroquia no se mide por su número de asientos, sino por su número de discípulos. 

El objetivo no es que entren personas sino que salgan apóstoles. 
El método es dotar a nuestras parroquias de "puertas giratorias".

Las puertas giratorias permiten un uso simultáneo tanto para entrar como para salir. Unidas por un eje central les permite girar, ya sea mediante un motor o al ser empujadas por los usuarios.

La ventaja es que, por lo menos, las personas pueden entrar y salir al mismo tiempo.

Entonces ¿cómo construir una parroquia de puertas giratorias? ¿Cómo hacerla realidad?

Proyectar en oración

El Salmo 127, 1 dice: "Si el Señor no edifica la casa, sus constructores trabajan en vano".

Más que cualquier habilidad, talento o recurso, ¡necesitamos la guía, dirección y bendición de Dios! Si Dios no está en nuestra obra, trabajaremos inútilmente. 

Preguntemos al Arquitecto del universo ¿a dónde debemos ir? ¿qué debemos hacer?

Normalmente, le exponemos a Dios nuestros planes y le pedimos que se cumplan, cuando lo que deberíamos hacer es pedirle que nos ayude a interpretar lo que Él desea que hagamos

Orar con fe, confianza, humildad e insistencia es la forma adecuada de conocer la voluntad y su plan para nuestra parroquia.

No empecemos nada sin antes haberlo puesto en oración delante de Dios!!!

Cimentar en Cristo

En 1 Corintios 3, 10 y 13, el apóstol Pablo dice: " Según el don que Dios me ha concedido, yo puse los cimientos como buen arquitecto, y otro construye el edificio. Que cada uno mire cómo construye... Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo."

Nos muestra en ese pasaje tres grandes verdades: 

-Dios trabaja a través de las personas según las capacidades que nos ha dado. 
-El fundamento de la fe es Jesucristo. Sobre Él, construiremos siempre algo firme. 
-Los planes y programas humanos no duran. Los propósitos de Dios duran eternamente

Nuestras actividades deben girar en torno a anunciar a Cristo. Nuestro mensaje ha de ser, ante todo, cristocéntrico.

Si no llevamos a las personas a Jesús, nada de lo que hagamos tendrá sentido ni resultado.

Conocer nuestro público objetivo

Cuanto más conozcamos a las personas a las que tratamos de llegar, más fácil será acercarnos a ellos. 

Conocer nuestro "target" en la evangelización no es una mera táctica de marketing, es una metodología del Nuevo Testamento. Jesús conocía su público objetivo: "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores para que se conviertan" (Lucas 5,32). 

Nuestra meta no pasa por ser exclusivos, sino más bien por ser efectivos. 

Así pues, definamos nuestro objetivo

-Geográficamente: ¿A dónde vamos? 
-Demográficamente: ¿Qué tipo de personas viven aquí? 
-Culturalmente: ¿Qué valoran las personas que viven aquí?
-Socialmente: ¿Qué necesidades tienen las personas que viven aquí?

Nuestro objetivo determina nuestra estrategia

Cuando pescamos ¿utilizamos el mismo tipo de cebo para todos los peces? ¿utilizamos el mismo tamaño de anzuelo para todos los peces? 

Cuando construimos ¿utilizamos el mismo tipo de material para todos los edificios? ¿utilizamos los mismos planos para cada especialidad?

Uno de los problemas en la iglesia es que todavía estamos usando cebos y anzuelos, materiales y planos (métodos y lenguajes) que funcionaban hace varias décadas y que ahora ya no funcionan

Tenemos que ser más más creativos cuando se trata de llegar a cada nueva generación. Para ser eficaces, debemos ser flexibles y estratégicos

Construir personas, no edificios

Cristo fundó su Iglesia sin edificios. No era lo más importante. Lo importante era llevar su mensaje a las personas, a los necesitados.

La Iglesia no son los edificios ni las parroquias ni las catedrales. La Iglesia son las personas.

Debemos construir personas, atendiendo sus necesidades, no las nuestras. 

Comenzar por grupos pequeños

Las casas donde las personas viven, donde comparten su vida, donde se reúnen, son los espacios más adecuados para recibir la mejor formación.  

La fe se vive en comunidad y ésta comienza en casa y sigue en la parroquia.

"Día tras día, en los patios del templo y de casa en casa, nunca dejaron de enseñar y proclamar la buena noticia de que Jesús es el Cristo" (Hechos 5, 42). 

Las células sanas (grupos de fe) son la clave para reproducir el cuerpo (Iglesia), y los propósitos de Dios son el ADN de las células sanas.

Multiplicar líderes que sirvan

La Biblia dice: "Todos vosotros sois el único cuerpo de Cristo, y cada uno de vosotros es parte separada y necesaria de él" (1 Corintios 12, 27). 

Si queremos multiplicar nuestras parroquias, tenemos que multiplicar líderes. Y podemos hacerlo más rápido repitiendo continuamente dos principios clave para movilizar más personas en el servicio:

-"¡Vosotros sois!". Eliminamos la burocracia y dejamos que la gente lidere. 
-"¡Lo suficientemente buenos!". No esperamos alcanzar la perfección para comenzar. 

Crear una estructura sencilla

Crear y desarrollar una estructura de liderazgo sencilla nos permitirá maximizar el servicio y minimizar el mantenimiento. 

En lugar de simplemente conservar nuestra maquinaria institucional y mantener todos los programas en marcha, las parroquias deben agilizar la forma en la que funcionan las cosas. 

Cuando tenemos una estructura organizacional complicada empiezan los conflictos internos y las personas se desaniman o se queman. 

La realidad es que para que una parroquia siga creciendo, debe seguir cambiando.