¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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miércoles, 13 de noviembre de 2019

CÓMO FORMAR GRUPOS EN LA PARROQUIA


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Cuando visito algunas parroquias, veo a sus sacerdotes sobrepasados de trabajo y sin ayuda. Están solos y no pueden con todo. Y nadie hace nada...nadie les ayuda...

Veo que existen pocos grupos que sustenten la vida parroquial, que "tiren del carro". Me da la sensación de que muchos vamos, "cumplimos" y nos marchamos.

Por eso, es vital para nuestra Iglesia que los laicos asumamos el papel que nos corresponde y ayudemos a nuestros sacerdotes. Y también, que ellos se dejen ayudar.

Orar

Resultado de imagen de orarLo primero que hay que hacer es orar. La oración es el inicio de toda actividad en el Reino de Dios pero sobre todo, nos comunicamos con Dios y escuchamos lo que nos tiene que decir.

Una vez escuchemos a Dios, lo primordial es formar comunidad a través de grupos o equipos de trabajo dentro de la parroquia. 

Pero ¿cómo hacerlo?

Identificar

Lo primero es identificar quién tiene el potencial y el compromiso de formar parte de grupos que se conviertan en catalizadores para la parroquia.

Resultado de imagen de identificarPara identificar quién puede formar parte de un grupo, debemos pensar de qué se va a encargar: ¿Es este un equipo de ayuda en general o comprometido con una pastoral específica?

Independientemente de para qué cometido sea el grupo, necesitaremos personas que puedan trabajar para la parroquia y avanzar hacia un objetivo. Identifiquemos a esas personas.

Reclutar

Una vez que hayamos identificado al grupo potencial, debemos reclutar a las personas que lo van a formar, y para ello, debemos preguntarles personalmente, demostrarles la importancia de la labor, el significado del objetivo e ir por ello.

Resultado de imagen de reclutarLa mayoría de las personas querrán unirse al grupo si hacemos un buen trabajo transmitiendo la importancia, es decir, la visión. 

Puede que haya personas que lo rechacen. No pasa nada. Sigamos reclutando a los posibles miembros hasta que el grupo esté listo para comenzar a trabajar.

Equipar

Una vez que hayamos formado el grupo, es posible que su miembros o algunos de ellos, no estén preparados para alcanzar el objetivo de momento. 
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Ahora necesitamos equipar y formar al equipo.

En esta etapa, debemos formar y equipar, es decir, discipular a los miembros mediante reuniones de grupo, reuniones individuales, recomendando libros, etc. 

No pasemos a la siguiente etapa hasta que veamos que nuestro grupo está preparado para soltarse.

Delegar

Una vez que el grupo esté equipado y formado, debemos darle autoridad y autonomía para que realice su trabajo. 
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Asegurémonos de que haya al menos un objetivo declarado a alcanzar y dejemos que cada miembro del grupo piense en las mejores maneras de lograrlo. 

Participemos y animemos al grupo, pero no tratemos de gestionarlo nosotros. Deleguemos en sus miembros.

Evaluar

Resultado de imagen de evaluarMientras nuestro grupo está funcionando, evaluemos continuamente el progreso

Ver hacia dónde va el grupo y también rastrear formalmente el progreso que hace. 

Es posible que debamos proporcionar más ayuda al grupo o buscar nuevos asientos en el autobús para nuevos miembros.

Se trata de nutrir al grupo con una evaluación continua para no estancarnos.

miércoles, 9 de enero de 2019

UNA COMUNIDAD DE ALVÉOLOS Y CÉLULAS MADRE

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"Miremos los unos por los otros 
para estimularnos en el amor y en las obras buenas; 
no abandonéis vuestras propias asambleas, 
como algunos tienen por costumbre hacer, 
sino más bien animaos mutuamente, 
y esto tanto más cuanto que veis acercarse el día." 
 (Hb 10, 24-25)

A menudo, los católicos decimos que la fe se vive en comunidad pero lo cierto es que no lo ponemos en práctica. Los católicos tenemos algunos "acuerdos" generalizados pero pocos "compromisos" interiorizados.

Una comunidad cristiana no crece y se desarrolla sólo con el hecho de ir a misa, por cantar juntos, o por limitarnos a darnos la paz (si acaso), para una vez concluida la Eucaristía, salir "escopetados" de la Iglesia.

Cristo comenzó su Iglesia formando un grupo pequeño de 12 miembros. En ese grupo, compartían todo, camino, viajes, formación, oración, comida...es decir, eran íntimos. A partir de esas doce personas, de esa "masa crítica", el cristianismo llegó hasta los confines de la Tierra.

Una comunidad que forma "masa crítica" a partir de grupos pequeños es vital para la salud y el crecimiento de una parroquia. En los grupos grandes la intimidad y la autenticidad son difíciles de encontrar, o al menos, de mantener. El ambiente que se genera es más "superficial", más "social", más "espacioso". 

Las relaciones mutuas, personales, auténticas e íntimas suceden mejor, de forma más natural y automática en grupos pequeños que en grupos grandes por varias razones: puedes escuchar, aprender, preguntar, compartir, involucrarte, comprometerte y, en general, abrirte para hablar de tu fe y mostrarte vulnerable con otras personas que están haciendo lo mismo que tú.

Este tipo de relación comunitaria no puede producirse en una Iglesia, desde una homilía ni desde un altar porque no hay conversación ni diálogo, ni comentarios ni preguntas. No hay espacio para entablar un coloquio ni solventar dudas.  

Un hecho es evidente: se pierde intimidad a medida que crece el número de personas que forman una comunidad. No puedes conocer a todos y tampoco abrirás tu corazón en un grupo grande de personas que apenas conoces. Pero además, ni la Iglesia es el lugar ni la Eucaristía, el momento.

Alvéolos pulmonares


Los grupos pequeños son como los "alvéolos pulmonares" que forman la primera fase del sistema respiratorio/circulatorio de una parroquia (comunidad). 
Son los terminales del árbol bronquial (parroquia), en los que tiene lugar el intercambio gaseoso entre el aire inspirado (fe) y la sangre (intimidad). Sin ellos, el oxigeno no llega a los pulmones, y por tanto, no se bombea sangre al corazón. 
Los grupos pequeños son la imagen de la parábola de la vid y los sarmientos (Jn 15, 1-8). La Iglesia es, como la vid y como el cuerpo humano, un organismo vivo donde la fuente de vida es Jesucristo y donde sólo en unión íntima con Él, podemos ser fecundos.
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Me parece que gran parte del discipulado católico, basado casi exclusivamente en las "catequesis", sólo trata de lo que necesitamos saber, y no con quién necesitamos estar. Creo sinceramente que "funcionan" poco. 

Muy a menudo nos preocupamos sólo por las pastorales, por los horarios, por el "hacer" y no por el "ser"... y no nos tomamos en serio el discipulado basado en la comunidad y las relaciones dentro de grupos pequeños.

No se puede construir una comunidad sólo a base de pastorales o de catequesis. Es necesario encontrar una estrategia para ínter-actuar. Y hacerlo con Cristo y con nuestros hermanos. Sólo así se genera comunidad. Sólo así la Iglesia se regenera, se revitaliza y produce fruto.

Células madre

Los grupos pequeños son auténticas "células madre de fe" especializadas, que brindan amistades profundas, que poseen capacidad regenerativa y expansiva (mitosis), convirtiéndose en células de responsabilidad y compromiso, que producen más células madre.

Cuando las personas te conocen realmente y tú les conoces en profundidad, nuestras vidas se vuelven mucho más transparentes, más sinceras, más "auténticas" y el nivel de entrega y compromiso aumenta considerablemente.

Los grupos pequeños son oportunidades para discutir los problemas con los que los cristianos nos enfrentamos, para animarnos en la fe, para alegrarnos en la fe y para entregarnos más a Dios y a los demás. Son una necesidad absoluta para involucrar a tantas personas como sea posible en la vida y en el servicio de nuestra Iglesia católica.

El valor de la comunidad

Cuando en los grupos pequeños compartimos  nuestra fe, teniendo como vinculo de unión y oxigeno a Jesucristo y a la Virgen María, se produce automáticamente un crecimiento espiritual que nos transforma individualmente y en conjunto. Son los primeros frutos.

Esa madurez que vamos alcanzando en los grupos, compartiendo nuestras experiencias, nuestros testimonios, nuestras alegrías y nuestras preocupaciones, nos hace posicionarnos en la primera línea de salida del apostolado, en la "pole position" para evangelizar a los que están dentro y fuera de las paredes de una parroquia.
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Acudir a misa a diario para estar en presencia de Jesús, reunirse con un grupo pequeño de fe ("mi panda"), alrededor de una mesa compartiendo una cena o una cerveza, en una Adoración, en una peregrinación, en un Vía Crucis en el campo o en una Lectio Divina en una casa, genera una conexión íntima y poderosa.

De hecho, estoy convencido de que los grupos pequeños son el espacio donde gran parte de la fe y la presencia de Cristo que recibimos en la Eucaristía, crecen en conocimiento, se desarrollan en conversión y se potencian en acción. 

Si queremos que nuestra parroquia tenga clara su misión, debemos escucharla desde el ambón y desarrollarla desde los grupos pequeños.

Prioricemos y construyamos grupos pequeños (células madre) en nuestras parroquias (pulmones)  que edifiquen una comunidad (sistema respiratorio/circulatorio) alegre y entregada a Dios y a los demás (tejido vivo) y que desarrollen un "Cuerpo Místico" (organismo vivo) sano y vigoroso, regenerado  y reparado.

Sin grupos pequeños, no existe comunidad. Sin comunidad, no existe Iglesia. Sin Iglesia, no existe fe, esperanza o caridad en el mundo.

viernes, 20 de julio de 2018

BASES DE UNA AUTÉNTICA COMUNIDAD CRISTIANA

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La palabra griega utilizada en la Sagrada Escritura para "comunidad" es κοινωνία, koinonia, que define la comunión eclesial y los vínculos que ésta genera entre los miembros de la Iglesia y Dios. En otras palabras, comunidad significa "estar comprometidos los unos con los otros y con Dios".

Estoy convencido de que la salud y el crecimiento de una parroquia están realmente asentadas sobre una auténtica comunidad y ésta, sobre los pequeños grupos compuestos de 10/12 miembros que, a su vez, pueden pertenecer a grupos medianos (más de 15, 25 o 50). Son las primeras células de una comunidad, que la multiplican, haciéndola reproducirse y crecer, madurar y fortalecerse. 

Veamos cuáles son los componentes básicos de una comunidad auténtica:

1. Frecuencia
"No abandonéis vuestras propias asambleas, 
como algunos tienen por costumbre hacer, 
sino más bien animaos mutuamente, 
y esto tanto más cuanto que veis acercarse el día" 
(Hb 10,24-25)

Los miembros de una auténtica comunidad cristiana se conocen, se ven a menudo y se reúnen con frecuencia. 

No lo hacen alguna vez o de vez en cuando. Lo hacen habitualmente, es decir, convirtiéndolo en un hábito en sus vidas

Un hábito es algo que hacemos con frecuencia. A menudo. Una y otra vez. No sólo en misa.

2. Autenticidad
" Confesaos los pecados unos a otros 
y rezad unos por otros, para que os curéis.
La oración fervorosa del justo tiene un gran poder"  
(Stg, 5, 15-16)

En una auténtica comunidad cristiana se comparten experiencias, sentimientos y vivencias verdaderas de fe. 

Normalmente, el temor a exponernos, al rechazo y a ser heridos nos impiden muchas veces ser auténticos y por eso, nos colocamos máscaras. 

A menudo, las personas guardamos nuestras heridas en la intimidad de nuestros corazones. Hacer esto no nos cura; todo lo contrario, nos hiere más. Revelar las propias heridas es el comienzo de la curación. De eso trata la autenticidad. 

Por eso, Dios nos regala la Eucaristía, la Confesión, la Oración, la Escritura y la Adoración Eucarística. Es en todas ellas donde abrimos las heridas de nuestro corazón ante la presencia poderosa de Dios, a quien no podemos ocultarle nada. 

Ser auténticos es exponernos como realmente somoscuando decimos: "Aquí estoy, Señor. Así soy, Tú lo sabes". 

En una comunidad que camina a la luz de Dios, ocurre lo mismo: nadie oculta sus heridas, sufrimientos, inquietudes, defectos, debilidades, errores, etc. Y sobre todo, rezan los unos por los otros. 

Dios toca nuestras almas y entonces, somos conscientes de dónde estamos, lo que necesitamos y nos da fuerzas para conseguirlo.

Lo que nos hace auténticos no es seguir un método, ni una ideología, ni un sentimiento, sino exponernos ante Dios y ante los demás. 

3. Apoyo
"Animándonos mutuamente 
unos a otros con la fe"  
(Rom 1, 12)

La auténtica comunidad cristiana se basa en el ánimo, en el apoyo, en la acogida y la ayuda que sus miembros se ofrecen mutuamente, en si camino de crecimiento y madurez en la fe. 

Nos necesitamos unos a otros para avivar la llama. Juntos somos más fuertes. No podemos ser lo que Dios quiere que seamos sin nuestros hermanos. 

La fe sólo puede vivirse y desarrollarse en comunidad. Compartir con otros es útil para nosotros y para los que escuchan. 

Dios nos anima a alentar a cualquiera que se sienta excluido, a ayudar a todos los que son débiles y a ser pacientes con todos: "Que vuestro amor sea sincero. Odiad el mal y abrazad el bien. Amaos de corazón unos a otros, como buenos hermanos; que cada uno ame a los demás más que a sí mismo" (Rom 12, 9-10).

4. Respeto
"Guardaos de despreciar 
a uno de estos pequeñuelos..." 
(Mt 18, 10)

La comunidad se basa en el respeto y en la aceptación de las diferencias existentes. Significa aceptar los caracteres y las opiniones de los demás, incluso cuando no estamos de acuerdo.

Una comunidad cristiana auténtica no es aquella donde todos asienten sino donde todos respetan, donde todos aceptan la diversidad y unicidad de cada hijo de Dios.

5. Comprensión
"Como pueblo santo a quien Dios ha elegido y amado,
 sé comprensivo" 
(Col 3, 12)

Una auténtica comunidad cristiana acoge, comprende y apoya a cada miembro cuando lo necesita, en lo bueno y en lo malo, en la alegría y en la tristeza, en el gozo y en el sufrimiento. Dios nos exhorta a ser comprensivos, amables, humildes y pacientes.

La comprensión implica tolerancia respetuosa, escucha atenta, acogida desinteresada, empatía auténtica.

6. Humildad
"Sed humildes, amables y pacientes. 
Soportaos unos a otros con amor" 
(Ef 4, 2)

Junto al miedo, el orgullo tiene un terrible poder destructivo en las relaciones. Por eso, Dios nos enseña a ser humildes, amables y pacientes. A soportarnos con amor. Y cuando amamos, nada nos parece pesado ni insoportable.

La humildad significa ser honesto con nuestras propias debilidades porque las tenemos, estar dispuesto a admitir que cometemos errores porque todos lo hacemos y, pedir perdón.

La humildad nos permite decir las tres frases más difíciles: "Te necesito", "Estoy equivocado", 
"Perdóname".

7. Honestidad
"Amémonos no de palabra ni de boquilla, 
sino con obras y de verdad" 
(1 Jn 3,18)

La mayoría de las personas son incapaces de ser honestos para decir con sinceridad lo que tienen en sus corazones porque no aman de verdad.

Dios espera honestidad de nuestra parte. Con Él y con los demás (Sal 51,6; Prv 20,23 -25,18; 2 Cor 8,21).
La verdad tiene más valor y dura más que la adulación. Las relaciones, los grupos y las comunidades auténticas se basan en la honestidad, en la sinceridad y no en la adulación o en la hipocresía.
Los miembros de una auténtica comunidad cristiana son dignos de confianza, sinceros en sus dichos y honestos en sus hechos, de su boca siempre sale bondad, verdad y amor.

8. Misericordia
"Perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden" 
(Mt 6,12) 

Toda comunidad se compone de personas imperfectas que pueden ser lastimadas y heridas por otras. La diferencia está en que una comunidad auténtica sabe manejar el daño y el conflicto. Sus miembros son capaces de perdonar siempre.

La misericordia y el perdón determinan si una comunidad es auténtica, si se mantiene unida o se divide.

Cristo nos enseñó la oración perfecta: el Padrenuestro. En él, le pedimos perdón a Dios de la misma forma que perdonamos a otros. Si no perdonamos, si no ofrecemos misericordia a los demás, Dios tampoco nos perdona.

Dios ha sido siempre misericordioso con nosotros. Si nos consideramos cristianos, debemos mostrar misericordia a las personas cuando piden perdón. Y aunque no lo pidan, también.

9. Confidencialidad
"Arregla tu pleito con el prójimo, 
pero no descubras el secreto de otro 
para que no te infame el que te escuche 
y tu ignominia no pueda borrarse" 
(Prv 25, 10) 

La comunidad se basa en la confidencialidad. Una comunidad cristiana auténtica y cercana jamás puede desarrollarse al margen de la confidencialidad.

De hecho, la forma más rápida de destruir una comunidad es el chisme.

Los grupos pequeños y la comunidad son (deben ser) los lugares más confidenciales del mundo. En su intimidad, se guardan lealmente los secretos. Es la base de la confianza plena.

10. Unidad
"Todos los creyentes vivían unidos 
y lo tenían todo en común" 
(Hch 2, 44)

Este es el punto más importante. La unidad es el punto álgido de la comunidad.

El nexo de unión de una comunidad auténtica es Dios. Con Dios en el centro de nuestro grupo pequeño, de nuestra comunidad, descubrimos la unidad en los propósitos de Dios, en su voluntad, en su mesa, no en torno a una personalidad.

Una comunidad auténtica es la que demuestra unidad en la diversidad. Dios nos hizo diferentes y únicos. No desea que seamos iguales pero sí que estemos unidos.

Dios, en su Palabra, llama incansablemente a la unidad de los discípulos: "Esforzaos por mantener la unidad del espíritu con el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a la que habéis sido llamados." (Ef 4, 3-4)

Dios es el Dios de la unidad. Su adversario Satanás, el de la división. Una comunidad cristiana auténtica es aquella en la que sus miembros están juntos, unidos y lo comparten todo. Son de "un solo corazón y de un solo Espíritu" 

lunes, 5 de febrero de 2018

MI PANDA ES...



"Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, 
en la unión fraterna, en partir el pan y en las oraciones...
Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común...
Todos los días acudían juntos al templo, 
partían el pan en las casas, 
comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 
alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. 
El Señor añadía cada día al grupo 
a todos los que entraban por el camino de la salvación."  
(Hechos 2, 42-47)

Mi panda es un grupo de fe que debe su nombre a la Virgen María, quien unió a unos cristianos comprometidos, fruto de una propuesta evangelizadora.

Mi panda es un grupo de esperanza en las promesas de Jesucristo y de compromiso incondicional con Dios y con el prójimo.

Mi panda es un grupo de amor abnegado y desinteresado, donde se comparten alegrías y tristezas, risas y lloros, enfados y reconciliaciones, sueños y anhelos.

Mi panda
 es un grupo de libertad donde no existen liderazgos ni jerarquías, donde no hay estatutos ni normas, más allá del cumplimiento de la voluntad y los mandamientos de Dios.

Mi panda es un grupo de intimidad, de amistad y de fraternidad abierto a todos, que camina a la Luz de Dios y abierto a su Gracia.

Mi panda es un grupo de esclavitud y de vidas consagradas a María, en María, por María y para María hacia la madurez espiritual y la santidad.

Mi panda es un grupo de oración y adoración, de acogida y acompañamiento, de servicio y entrega, de viajes y peregrinajes, de visión y misión.

Mi panda es un grupo de alegría a la luz del Evangelio unido por el vínculo perfecto del amor de Cristo y de María.

Mi panda es un grupo de soldados inasequibles al desaliento, de valientes y audaces, de apóstoles y discípulos misioneros que sirven a Dios y a su Iglesia. 


Mi panda es...  la panda la Virgen












sábado, 26 de agosto de 2017

PARROQUIAS DE PUERTAS GIRATORIAS

A menudo, nos preocupamos porque nuestro comunidad de fe sea fructífera, porque nuestra Iglesia dé resultados, porque nuestra parroquia crezca. 

Sin embargo, el fruto de una parroquia no se mide por su número de asientos, sino por su número de discípulos. 

El objetivo no es que entren personas sino que salgan apóstoles. 
El método es dotar a nuestras parroquias de "puertas giratorias".

Las puertas giratorias permiten un uso simultáneo tanto para entrar como para salir. Unidas por un eje central les permite girar, ya sea mediante un motor o al ser empujadas por los usuarios.

La ventaja es que, por lo menos, las personas pueden entrar y salir al mismo tiempo.

Entonces ¿cómo construir una parroquia de puertas giratorias? ¿Cómo hacerla realidad?

Proyectar en oración

El Salmo 127, 1 dice: "Si el Señor no edifica la casa, sus constructores trabajan en vano".

Más que cualquier habilidad, talento o recurso, ¡necesitamos la guía, dirección y bendición de Dios! Si Dios no está en nuestra obra, trabajaremos inútilmente. 

Preguntemos al Arquitecto del universo ¿a dónde debemos ir? ¿qué debemos hacer?

Normalmente, le exponemos a Dios nuestros planes y le pedimos que se cumplan, cuando lo que deberíamos hacer es pedirle que nos ayude a interpretar lo que Él desea que hagamos

Orar con fe, confianza, humildad e insistencia es la forma adecuada de conocer la voluntad y su plan para nuestra parroquia.

No empecemos nada sin antes haberlo puesto en oración delante de Dios!!!

Cimentar en Cristo

En 1 Corintios 3, 10 y 13, el apóstol Pablo dice: " Según el don que Dios me ha concedido, yo puse los cimientos como buen arquitecto, y otro construye el edificio. Que cada uno mire cómo construye... Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está ya puesto, que es Jesucristo."

Nos muestra en ese pasaje tres grandes verdades: 

-Dios trabaja a través de las personas según las capacidades que nos ha dado. 
-El fundamento de la fe es Jesucristo. Sobre Él, construiremos siempre algo firme. 
-Los planes y programas humanos no duran. Los propósitos de Dios duran eternamente

Nuestras actividades deben girar en torno a anunciar a Cristo. Nuestro mensaje ha de ser, ante todo, cristocéntrico.

Si no llevamos a las personas a Jesús, nada de lo que hagamos tendrá sentido ni resultado.

Conocer nuestro público objetivo

Cuanto más conozcamos a las personas a las que tratamos de llegar, más fácil será acercarnos a ellos. 

Conocer nuestro "target" en la evangelización no es una mera táctica de marketing, es una metodología del Nuevo Testamento. Jesús conocía su público objetivo: "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores para que se conviertan" (Lucas 5,32). 

Nuestra meta no pasa por ser exclusivos, sino más bien por ser efectivos. 

Así pues, definamos nuestro objetivo

-Geográficamente: ¿A dónde vamos? 
-Demográficamente: ¿Qué tipo de personas viven aquí? 
-Culturalmente: ¿Qué valoran las personas que viven aquí?
-Socialmente: ¿Qué necesidades tienen las personas que viven aquí?

Nuestro objetivo determina nuestra estrategia

Cuando pescamos ¿utilizamos el mismo tipo de cebo para todos los peces? ¿utilizamos el mismo tamaño de anzuelo para todos los peces? 

Cuando construimos ¿utilizamos el mismo tipo de material para todos los edificios? ¿utilizamos los mismos planos para cada especialidad?

Uno de los problemas en la iglesia es que todavía estamos usando cebos y anzuelos, materiales y planos (métodos y lenguajes) que funcionaban hace varias décadas y que ahora ya no funcionan

Tenemos que ser más más creativos cuando se trata de llegar a cada nueva generación. Para ser eficaces, debemos ser flexibles y estratégicos

Construir personas, no edificios

Cristo fundó su Iglesia sin edificios. No era lo más importante. Lo importante era llevar su mensaje a las personas, a los necesitados.

La Iglesia no son los edificios ni las parroquias ni las catedrales. La Iglesia son las personas.

Debemos construir personas, atendiendo sus necesidades, no las nuestras. 

Comenzar por grupos pequeños

Las casas donde las personas viven, donde comparten su vida, donde se reúnen, son los espacios más adecuados para recibir la mejor formación.  

La fe se vive en comunidad y ésta comienza en casa y sigue en la parroquia.

"Día tras día, en los patios del templo y de casa en casa, nunca dejaron de enseñar y proclamar la buena noticia de que Jesús es el Cristo" (Hechos 5, 42). 

Las células sanas (grupos de fe) son la clave para reproducir el cuerpo (Iglesia), y los propósitos de Dios son el ADN de las células sanas.

Multiplicar líderes que sirvan

La Biblia dice: "Todos vosotros sois el único cuerpo de Cristo, y cada uno de vosotros es parte separada y necesaria de él" (1 Corintios 12, 27). 

Si queremos multiplicar nuestras parroquias, tenemos que multiplicar líderes. Y podemos hacerlo más rápido repitiendo continuamente dos principios clave para movilizar más personas en el servicio:

-"¡Vosotros sois!". Eliminamos la burocracia y dejamos que la gente lidere. 
-"¡Lo suficientemente buenos!". No esperamos alcanzar la perfección para comenzar. 

Crear una estructura sencilla

Crear y desarrollar una estructura de liderazgo sencilla nos permitirá maximizar el servicio y minimizar el mantenimiento. 

En lugar de simplemente conservar nuestra maquinaria institucional y mantener todos los programas en marcha, las parroquias deben agilizar la forma en la que funcionan las cosas. 

Cuando tenemos una estructura organizacional complicada empiezan los conflictos internos y las personas se desaniman o se queman. 

La realidad es que para que una parroquia siga creciendo, debe seguir cambiando.

jueves, 13 de julio de 2017

GRUPOS PEQUEÑOS: CERRADO POR VACACIONES


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"Dios bendijo el día séptimo y lo santificó, 
porque en él había descansado de toda la obra de su actividad creadora."
(Génesis 2, 3)

Si el Creador del Universo descansó después de su obra, entonces nosotros, los seres humanos, también debemos descansar. 

También en los grupos pequeños de fe es necesario hacer pausas planificadas. No es que sea malo que los grupos pequeños continúen con su labor. Algunos lo hacen y lo hacen con éxito. Quizás algunos piensen que unas vacaciones pueden romper el ritmo del grupo o preguntarse: ¿Qué pasa si las personas que se han acercado a la Iglesia están buscando un grupo para unirse y no hay ninguno? ¿Qué pasa si, por ello, nunca se unen y dejan de asistir a la iglesia antes de que comience el próximo curso?

Mi reflexión parte de la base que no hay un modelo perfecto que atienda todas las necesidades de las personas. Lo que me pregunto es: ¿Cómo podemos ayudar a la mayor cantidad posible de personas a crecer en comunidad, discipulado y liderazgo a través de pequeños grupos de manera duradera y a largo plazo? 

Una de las mejores maneras es formar varios grupos pequeños de 10 a 12 semanas a lo largo del año con un mes/mes y medio de "pausas planificadas", sobre todo, ahora en verano. Los beneficios que se desprenden de un descanso son:

Madurez duradera

Es muy beneficioso para madurar en la fe, dentro de los grupos pequeños, que sus integrantes oremos todos los días por los demás miembros del grupo, que nos reunamos para nuestro desarrollo personal, que invitemos y acojamos a nuevas personas en nuestro grupo y que cuidemos a los miembros del grupo. Sin duda, seremos más capaces de servir en los grupos pequeños por más tiempo y de forma duradera si establecemos "descansos". Todo lo que podamos hacer para evitar quemarnos en nuestro servicio laico es de suma importancia.

Acoger nuevas personas

La mayoría de las personas no quieren sentirse como si estuvieran llegando tarde a una fiesta ni sentirse "extraños" en una familia ya formada. 

Resultado de imagen de grupos pequeñosAl planificar descansos y crear nuevos grupos tras la pausa estival dan un sentido y, en gran medida, una realidad, para que todos puedan unirse a un pequeño grupo por primera vez y no tener que ponerse al día con el resto de los miembros.

Cada vez que lanzamos un nuevo pequeño grupo, es aconsejable promocionarlo antes de su puesta en marcha. Descubrimos que muchas personas que nunca han asistido a un grupo pequeño, antes de dar el salto, sienten la necesidad de unirse sin pensar que son "novatos".

Menor nivel de compromiso

Si las personas sienten que tienen que comprometerse a asistir obligatoriamente a un grupo durante un año entero, es probable que nunca lleguen a formar parte de uno. Sin embargo, si saben que hay un momento de encendido y apagado, estarán menos intimidados y más abiertos a salir de sus zonas de confort y entrar en un grupo.

Multiplicación de grupos

Establecer objetivos para la multiplicación de grupos es más fácil con descansos planificados. Pueden establecerse dos veces al año: en enero, tras la Navidad, y en septiembre tras el verano. 

Los nuevos grupos son muy frágiles, sobre todo, al principio, y necesitan comenzar con un mínimo de cinco a seis personas. 

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Debemos no cortar el contacto de forma abrupta durante el descanso y animarnos a mantener comunicación e interacción aunque no nos reunamos. Aunque un grupo suspenda las reuniones mensuales, pueden mantener el contacto, reunirse para tomar café o una barbacoa, planear una actividad de compañerismo en grupo o una fiesta. 

Muchas veces, es durante los descansos programados, cuando vemos el fruto de una verdadera comunidad, tal y como dice Levítico 25, 3-5 dice: "Seis años sembrarás tu campo, y seis años podarás tu viña y recogerás su fruto; Pero en el séptimo año habrá un día de reposo solemne para la tierra, un día de reposo para el Señor. No sembrarás tu campo ni podarás tu viña. Lo que crece de su propia cosecha no cosecharás, ni recoger las uvas de tu viña sin cuidado, porque es un año de descanso para la tierra".

El principio que Dios nos da es que, al igual que la tierra, nosotros necesitamos descanso para mantener la productividad. Cuando lo hacemos, Dios nos bendice con mayor calidad en nuestro servicio.

El descanso es una oportunidad para reflexionar proyectos, tomar perspectivas, tomar impulso y prepararnos para volver a sembrar y dar mayor fruto.

Las vacaciones son un buen momento para dejarnos susurrar por Dios, conocer su voluntad y su plan para nosotros. No se trata de olvidarse de todo sino de estar tranquilos, relajados y con paz para dejarnos guiar por el Espíritu Santo.

Cuando hagas las maletas, recuerda meter tu fe en ellas.

¡Feliz descanso!

lunes, 3 de abril de 2017

UN MODELO DE COMUNIDAD


"Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, 
en la unión fraterna, en partir el pan y en las oraciones. (...)

Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común; 
vendían las posesiones y haciendas, 
y las distribuían entre todos, según la necesidad de cada uno. 

Todos los días acudían juntos al templo, 
partían el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 
alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. 

El Señor añadía cada día al grupo
 a todos los que entraban por el camino de la salvación.

Todos los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma, 
y nadie llamaba propia cosa alguna de cuantas poseían, 
sino que tenían en común todas las cosas. 

Los apóstoles daban testimonio con toda firmeza
 de la resurrección de Jesús, el Señor.
 Y todos gozaban de gran simpatía." 

(Hechos 2, 42-47; 4, 32-34)

Estamos llamados a ser comunidad pero ¿cómo se crea una relación que trasciende de lo meramente educado y correcto? ¿Cómo crear comunidad?

Lo primero que tenemos que meditar es que jamás las relaciones entre personas pueden establecerse por imposición y por chantaje. Para que exista una relación, ambas partes han de ser libres; deben querer tener trato un encuentro libre y personal, caminar juntos, escuchar y ser escuchados, partir y compartir el pan. Eso es lo que Jesucristo nos enseñó: a vivir eucarísticamente en comunidad.

En una verdadera comunidad existe unidad, que no uniformidad; alegría, que no aburrimiento; libertad, que no presión; compromiso, que no obligación; igualdad, que no superioridad; transparencia, que no hermetismo; generosidad, que no egoísmo; amor, que no envidia. Y sobre todo, el vínculo que crea y solidifica todo lo anterior: Jesucristo en el medio.

Pero, sigamos con las preguntas: ¿Cómo pasamos de ser un grupo de personas desconectadas a ser una verdadera comunidad cristiana?

Yo creo que una verdadera comunidad es el "paritorio de la caridad", es la "incubadora del discipulado" y es la "sala de operaciones de la fe cristiana". La Palabra de Dios atestigua una y otra vez que la fe cristiana no está destinada a ser vivida ni cultivada en soledad.

No hay que inventar nada ni hacer un Master en Teología. Tan sólo hay que abrir dos cosas: la Biblia y  el corazón. Leyendo Hechos 2, 42-47 y Hechos 4, 32-35, y meditando ambos pasajes, obtenemos una visión ejemplarizante en la joven Iglesia de Jerusalén, que podemos aplicar en nuestros días y, así, comprender el maravilloso potencial que tenemos para poder desarrollar una auténtica comunidad cristiana.

Formación/Crecimiento/Madurez

En primer lugar, tiene que haber un deseo y un compromiso para crecer realmente como seguidores de Cristo. La comunidad se origina con un compromiso de progresar en el conocimiento de Dios, y a continuación, la madurez espiritual se desarrolla en comunidad con la aplicación de este conocimiento y su proclamación.

Hechos 2,42 dice: "Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles(compromiso implícito).

Hechos 2,46 dice: "Todos los días acudían juntos al templo" (enseñanza implícita).

Hechos 4,33 dice: "Los apóstoles daban testimonio con toda firmeza  de la resurrección de Jesús" (proclamación implícita).

El deseo de crecer espiritualmente, de formarse, de aprender de Dios debe estar presente en las personas como el punto de partida de la incipiente comunidad cristiana. 

Sin un deseo de conocimiento de Dios que nos lleva a la madurez espiritual, sólo estaremos "pasando el rato". Sin un anuncio de Dios y de su Plan, no habrá ninguna diferencia con cualquier otro grupo de personas que se reúnen. 

Para la reflexión:

¿Cómo describiríamos el deseo que tienen las personas de nuestra parroquia llamadas a ser comunidad y a seguir a Cristo?

¿Existe pasión por conocer más acerca de Dios y su plan para nosotros?

¿Qué podemos hacer para ayudar a crecer este deseo?

Comunión/Fraternidad/Compañerismo

Vivir en comunión no sólo es pasar el rato, vivir la vida, caminar juntos, etc. Si pensamos profundamente en ello, se trata de una mezcla de medios y de fines. Al estar a menudo cerca conseguimos un vínculo de unión y viceversa. La comunión fraternal es el corazón de la comunidad.

Hechos 2,42 dice que los discípulos estaban "en unión fraterna"
Hechos 2,46 dice que los discípulos se reunían "todos los días".

Si nos fijamos en estos pasajes del libro de los Hechos de los Apóstoles, la idea se centra en que la comunión tiene dos aspectos: la proximidad (literalmente estar juntos) y la frecuencia (estar juntos a menudo). La fraternidad no puede suceder a menos que pasemos el rato juntos, que compartamos la vida  y que lo hagamos con frecuencia. 

Para la reflexión:

¿Fomentan la comunión nuestras reuniones y encuentros ?

¿Es suficiente reunirse formalmente los domingos en misa? 

¿O necesitamos encontrar espacios donde reunirnos más informal e íntimamente, fuera de horarios y parroquia?

Responsabilidad/Transparencia/Generosidad

Hechos 2, 44-45 dice: "Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común; vendían las posesiones y haciendas, y las distribuían entre todos, según la necesidad de cada uno."  ¡La transparencia era total! No les preocupaba su imagen ni el "qué dirán". No dudaban en llevar abiertamente sus problemas y necesidades al grupo.


También existía generosidad. Estos cristianos ponían las necesidades de los demás por encima de las suyas y oraban unos por otros. Santiago 5,16 dice: "Confesaos los pecados unos a otros y rezad unos por otros, para que os curéis. La oración fervorosa del justo tiene un gran poder." 

La responsabilidad no puede ser forzada. Más bien, crece y se desarrolla dentro de la comunidad si somos "un solo corazón y una sola alma". Tenemos que formar un ambiente de compañerismo y fraternidad; de confianza y ayuda mutuas. 

Para la reflexión:

¿Nuestro grupo valora la transparencia y la generosidad?

¿Somos responsables con nuestros hermanos?

¿Existe una disponibilidad plena para que los miembros de la comunidad puedan compartir abiertamente sus necesidades espirituales y emocionales "entre hermanos"?

Misericordia

Finalmente, sobre todas estas cosas, en una comunidad verdadera prevalece el estandarte de la misericordia. La tentación cuando tenemos conocimiento y madurez, cuando existe confianza y transparencia, es juzgar a los demás. Por eso, ¡La misericordia debe regir la comunidad! 

Creo que la mejor expresión de la misericordia en una comunidad es la que se expresa en Gálatas 6, 2-3: "Ayudaos unos a otros a llevar las cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo. Porque si alguno se imagina ser algo, siendo así que es nada, se engaña a sí mismo." 

Si no hay misericordia, si no hay caridad, si no hay compasión, no puede haber verdadera transparencia, responsabilidad, generosidad ni confianza. Y en última instancia, no puede haber comunión, fraternidad ni compañerismo. 

Para la reflexión:

¿Fomentamos un ambiente de misericordia y perdón en nuestro grupo?

¿Empatizamos con las situaciones de vida de los demás?

¿Miramos con ojos de amor a nuestros hermanos?


El objetivo de una comunidad verdadera no es sólo "hacer" cosas juntos, pasar el rato y madurar. La meta  es "ser" semejantes a Cristo.