¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 25 de agosto de 2015

IGLESIAS DE PUERTAS ABIERTAS



  
“Pensad en una madre soltera que va a la Iglesia, a la parroquia
y le dice al secretario: 'Quiero bautizar a mi niño'.
Y el que la acoge le responde: 'No. Tú no puedes porque no estás casada'.
Esta chica que tuvo el coraje de continuar con su embarazo 
y no devolver a su hijo al remitente 
¿qué encuentra? Una puerta cerrada.

Pensad en dos novios que quieren casarse 
y se presentan en la secretaría de una parroquia 
y, en vez de apoyo o de felicitaciones, oyen enumerar los costes de la ceremonia
o les preguntan si sus documentos están bien.
En lugar de abrir las puertas, las cerramos.
en lugar de ser facilitadores de la fe, somos controladores.”

Papa Francisco


Quien se acerca a la Iglesia debe encontrar las puertas abiertas y no fiscales de la fe. Y así, si seguimos este camino y con esta actitud, no estamos haciendo bien a la gente, al Pueblo de Dios." Jesús creó los siete sacramentos y con este tipo de actitud creamos un octavo: ¡el sacramento de la aduana pastoral!”.

Se trata de una dura crítica para quienes pretenden ser más papistas que el papa y que posiblemente tendrían que entender que cerrar esa puerta es siempre un contrasentido y está muy lejos de la misericordia divina y del mensaje de Jesucristo.

En el evangelio de Marcos 10, 13-16, Jesús reprocha a los discípulos la intención de alejar de él a los niños que la gente llevaba para pedir una caricia. 

Los discípulos proponían “una bendición general y después todos fuera”, pero ¿qué dice el Evangelio? Que Jesús se indignó diciendo “dejad que vengan a mí, no se lo impidáis. A quien es como ellos pertenece el Reino de Dios”.

Es “una tentación que tenemos; la de adueñarnos, apropiarnos del Señor”. Lo mismo le pasaba al hijo mayor de la parábola del hijo prodigo o a los mismos apóstoles cuando Jesús los reprende por impedir a la gente acercarse a él. No lo hacían por maldad: querían sólo ayudarle. Lo mismo hicieron aquellos que en Jericó, trataron de hacer callar al ciego que, advertido de la presencia de Jesús, gritaba para atraer su atención y hacerse salvar.

Dios es grande, perdona siempre, ama al pecador pero aborrece el pecado y, en el peor de los casos, ¿qué culpa tienen los niños o los que buscan encarecidamente a Dios? Jesús quiere que todos se acerquen a Él. Nunca se pueden cerrar las puertas de la Iglesia a quien con un buen fin acude a ella. Las iglesias no son oficinas donde presentar documentos y papeles cuando se pide entrar en la gracia de Dios.  Fuera burocracia!!!

Hay mucho resentimiento entre los “justos” y los “rectos.” Hay mucho juicio, condena y prejuicio entre los “santos.” Hay mucha ira entre la gente que está tan preocupada por evitar el “pecado.”

¿Qué hace más daño, la lujuria del hijo menor o el resentimiento del mayor? ¿Quién está más perdido, el hijo que regresa o el que ha estado siempre en casar? ¿Qué alegra más al padre, el arrepentimiento del menor o la recriminación del mayor?

Todos estamos llamados a confiar en el amor misericordioso de Dios, que lo perdona todo y a convertirnos, ya seamos uno u otro hijo.

Jesús dice: En la casa de mi Padre hay sitio para todos. (Juan 14,2). Cada hijo de Dios tiene su sitio, todos ellos son hijos de Dios. Tenemos que dejar de lado cualquier intento de comparación, cualquier rivalidad o competición, y rendirnos al amor del Padre entrando en casa y festejando el regreso de nuestro hermano. 

Mientras permanezcamos fuera, en la oscuridad, sólo podremos experimentar la queja y el resentimiento. Fuera de la luz, nuestro hermano menor parece más querido por el Padre que nosotros; más aún, fuera de la luz, ni siquiera lo reconocemos como nuestro hermano.


Jesús es enviado por el Padre para revelar el amor duradero de Dios hacia todos sus hijos (perdidos o resentidos) y para ofrecerse a sí mismo como el camino para llegar a casa. Jesús es el camino de Dios para hacer que lo imposible sea posible, para dejar que la luz conquiste la oscuridad, para dejar que todos se acerquen al Padre.