¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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viernes, 18 de agosto de 2017

EL ODIO EN NOMBRE DE DIOS: CONVERTIRSE O MORIR

El terrorismo yihadista ha vuelto a golpear el corazón de Europa. El odio en nombre de Alá y la violencia justificada por el Corán han dejado Barcelona con trece muertos y un centenar de heridos. Se trata de un "suma y sigue".

Y qué poco hemos tardado en empezar con los lazos y crespones negros, con los minutos de silencio, con las flores y velas, con las oraciones por las víctimas y los asesinos, con los actos de condena y repulsa. 

Como si, con el simple "buenismo" de siempre, instaurado en Occidente, se fuera a solucionar esta guerra declarada a todos. Todas las buenas intenciones son bienvenidas pero no es suficiente, porque si todo lo que vamos a hacer es poner en nuestras redes sociales un lazo negro o decir que "no podrán con la democracia", el mal triunfa.

IslamSymbol.PNGEl Islam, desde sus inicios, ha basado su expansión en la conquista violenta en contra de la comprensión de una religión de paz y de un Dios de amor.

La Yihad (sexto pilar del Islam), esto es, la sumisión a Alá, el sometimiento de los "infieles", la muerte a los "enemigos"... es el integrismo radical que pervierte la religión y desprecia sistemáticamente la vida humana, sembrando la tierra de maldad y de muertos.

Es la anti-democracia de un extremismo maléfico, es el anti-amor de una visión distorsionada de Dios, que pone al mundo en la tesitura de "convertirse" o morir. Así la define el Corán: 



"Entonces, cuando los meses sagrados hayan pasado, matad a los idólatras dondequiera que los encontréis, y llevadlos (cautivos), y asediadlos, y preparar para ellos toda emboscada. Pero si se arrepienten y establecen adoración y se humillan, dejadlos libres. ¡Mirad! Alá perdona, es misericordioso." 
(Sura 9:5).

Di a los infieles que si cesan de enfrentarse se les perdonará lo pasado, 
pero si reinciden, combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a apostatar 
y se rinda todo el culto a Alá 
(Sura 8:38-39)​

Combatid contra quienes, habiendo recibido la escritura [es decir, los judíos y los cristianos] no creen en Alá ni en el último día, ni prohíben lo que Alá y su enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera. 
Luchad hasta que, humillados, paguen el tributo.
(Sura 9:29).

Imagen relacionadaPor desgracia, existe en Occidente una total indolencia que o no es consciente o no quiere darse cuenta de lo que ocurre: el objetivo último del yihadismo es islamizar el mundo. Eso, o la muerte...

Erróneamente se piensa que el propósito de estos actos malvados, sin escrúpulos y sin sentido es desestabilizar la libertad y la democracia pero en realidad, lo que ansían es la destrucción de todo lo que no sea musulmán, lo que anhelan es la instauración de un califato que gobierne el mundo

No se trata de una cuestión política ni social, es una cuestión religiosa: su profeta les insta a luchar contra el infiel e incluso matarlo. 

El yihadismo no desaparecerá jamás si no se les ofrece una opción igual de interesante o aún mejor. Desprogramarlos de su ideología patógena adquirida, desradicalizar a los captados o impedir que se sumen a ella es una labor de largo alcance que implica a todos.

Los terroristas han convertido en "leiv motif" las consecuencias de sus acciones. A mayor xenofobia, mayor justificación de su acción violenta; a mayor islamofobia, más deber sagrado de atacar y matar a los infieles. Hemos entrado en el bucle, diseñado por ellos, del que es difícil salir si no somos capaces de romper esa inercia.

En la 1 carta de Pedro 3, 8-9, 11-12 se nos dice: "Finalmente, vivid todos unidos en armonía. Sed compasivos, fraternales, misericordiosos, humildes, no devolváis mal por mal ni injuria, por injuria sino todo lo contrario bendecid siempre pues para esto habéis sido llamados para ser herederos de la bendición... Apártese del mal y haga el bien busque la paz y corra en pos de ella. Pues el Señor mira por los que practican la justicia y tiene los oídos atentos a sus súplicas; pero el Señor se enfrenta con los criminales".

El apóstol San Pablo en su carta a los Romanos 12, 17-21 nos exhorta: "No devolváis a n
adie mal por mal. Procurad hacer el bien ante todos los hombres. En cuanto de vosotros depende, haced todo lo posible para vivir en paz con todo el mundo. Queridos míos, no os toméis la justicia por vuestra mano; dejad que sea Dios el que castigue, como dice la Escritura: Yo haré justicia, yo daré a cada cual su merecido. También dice: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; que si haces esto, harás que se sonroje. No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien." 

El tratamiento del terrorismo yihadista por parte de los políticos y los medios de comunicación es, con frecuencia, torpe, ignorante y simplista. Demasiadas etiquetas, falsos "buenismos", eslóganes políticamente correctos y de "postureo" que se disipan con el paso de los días. Es difícil leer, ver o escuchar informaciones sobre el Islam que traten de explicar y hacer razonar, en vez de impresionar, emocionar o adoctrinar. Los medios sensacionalistas, los militantes y los inconscientes, se convierten en propagandistas de los yihadistas, porque amplifican sus acciones y sus propósitos, porque les sonríen, porque les defienden en aras de una errónea hermandad.

Me hago eco de las palabras de Arturo Pérez-Reverte en las que nos anima a tomar conciencia del problema al que nos enfrentamos: 

"Es una guerra, y estamos metidos en ella. Es la tercera guerra mundial, y no nos damos cuenta. Es la Guerra Santa, la Yihad. Y la estamos perdiendo por nuestra estupidez. Sonriendo al enemigo. 

A Occidente, a Europa, le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza. Poder ser adúltera sin que te lapiden, o blasfemar sin que te quemen o que te cuelguen de una grúa. Gozamos las ventajas de esa lucha, ganada tras muchos combates contra nuestros propios fanatismos, en la que demasiada gente buena perdió la vida: combates que Occidente libró cuando era joven y aún tenía fe. Pero ahora los jóvenes son otros: el niño de la pancarta, el cortador de cabezas, el fanático dispuesto a llevarse por delante a treinta infieles e ir al Paraíso. 

En términos históricos, ellos son los nuevos bárbaros. Europa, donde nació la libertad, es vieja, demagoga y cobarde; mientras que el Islam radical es joven, valiente, y tiene hambre, desesperación... Trabajan con su dios en una mano y el terror en la otra, para su propia clientela. Creer que eso se soluciona negociando o mirando a otra parte, es mucho más que una inmensa estupidez. Es un suicidio... qué diablos vamos a negociar. Y con quién. Es una guerra, y no hay otra que afrontarla. Asumirla sin complejos. Porque el frente de combate no está sólo allí, al otro lado del televisor, sino también aquí. En el corazón mismo de Occidente."

¡Ay Occidente! ¡Qué futuro te espera!
Descansen en paz las víctimas. Recemos por ellas, por los asesinos y para que nuestra cultura recupere la identidad cristiana perdida y reaccione. 

¡Señor, escucha nuestro clamor y nuestra súplica! ¡Sé tu quién hagas justicia!