¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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lunes, 9 de abril de 2018

LA ANUNCIACIÓN: UN "SÍ" ÚNICO


"Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José,
de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Y entrando, le dijo: 'Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.'
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
El ángel le dijo: 'No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;
vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
El será grande y será llamado Hijo del Altísimo,
y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.'
María respondió al ángel: '¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?'
El ángel le respondió: 'El Espíritu Santo vendrá sobre ti 

y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; 
por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez,
y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril,
porque ninguna cosa es imposible para Dios.'
Dijo María: 'He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.'
Y el ángel dejándola se fue."
(Lucas 1, 26-38)

Hoy celebramos la solemnidad de la Anunciación de Señor, que la Iglesia nos regala habitualmente el 25 de marzo, exactamente nueve meses antes del 25 de diciembre, fecha de otra gran noticia, la Encarnación de Jesucristo. Sin embargo, este año, al coincidir con el Domingo de Ramos, se ha pospuesto hasta hoy.

Y quiero detenerme en ella para darle la gran importancia que tiene. Y es que, desgraciadamente a menudo, nuestros corazones están tan endurecidos por la innumerable cantidad de malas noticias que a diario escuchamos, que cuando recibimos una buena, la mejor, apenas le damos importancia.

La visita del Arcángel San Gabriel a María y el anuncio de la venida de Jesucristo es uno de los relatos más importantes, apasionantes y formativos para todos nosotros, los cristianos. En este relato, no sólo hay un anuncio trascendental que cambia la historia de la humanidad sino también una explicación de cómo actúa el Cielo. 

Resultado de imagen de holy spirit overshadowed maryHasta la anunciación del arcángel Gabriel, María de Nazaret era una mujer israelita absolutamente desconocida. Nadie sabía nada de María. Una mujer judía como tantas, ánonima y oculta a los ojos de los hombres, pero no a los ojos de Dios. Nadie, ni siquiera ella, sabía la misión que Dios tenía preparada para ella y para la humanidad. 

Su vida trasciende la historia por el libre y amoroso cumplimiento de la misión que le fue asignada desde la eternidad y que Ella conoció a través del arcángel.

Aquel fue un momento solemne para la historia de la humanidad: se cierra el tiempo del pecado para abrirse el tiempo de la Gracia; se pasa del tiempo de la paciencia de Dios al de la misericordia, de la desobediencia de Eva a la obediencia de María.

La creación entera depende del sí de una joven israelita. Es un momento de gran alegría en los cielos y en la tierra, porque llega al mundo el gran amor de Dios. En el alma de María, Dios habita de un modo pleno, gozoso, amoroso. Ella es la hija que siempre ha correspondido al amor de Dios Padre. 

La visita del arcángel a María evoca las visitas de Dios a varias mujeres del Antiguo Testamento: Sara, madre de Isaac (Génesis 18,9-15), Ana, madre de Samuel (1 Samuel 1,9-18), la madre de Sansón (Jueces 13,2-5). A todas ellas, les fue anunciado el nacimiento de un hijo con una misión importante en la realización del plan de Dios.

Sin embargo, el mas importante es el anuncio a María, quien se sorprende, aunque no pierde la serenidad, reflexionando el significado de estas palabras. Respeto y sorpresa: “¿Es de Dios lo que oigo?
"Al sexto mes..."

El relato de la Anunciación empieza con la expresión "Al sexto mes...", en referencia al sexto mes de gestación de Isabel, la prima de María, cuya necesidad concreta (una mujer ya avanzada en edad que va a tener a su primer hijo, con un parto de riesgo) es el telón de fondo de todo este episodio. Y ella lo menciona al comienzo (Lucas 1,26) y al final de la visita del Arcángel (Lucas 1,36-39). 

El plan de Dios ya había empezado a realizarse cuando Su heraldo visitó a María. El hecho de que Dios nos anuncie algo no significa que comience necesariamente con nosotros. Dios siempre prepara el camino.

"Virgen desposada" 
María y José tenían sus planes: casarse y formar una típica familia judía. De igual manera, Dios tiene siempre tiene un plan para cada uno de nosotros. Y a veces, no sólo no coincide con el nuestro sino que incluso, lo trastoca.

“¡Alégrate!, ¡Llena de gracia! ¡El Señor está contigo!” 

El ángel le dice estas palabras, que son similares a las que se le dijo a Moisés (Éxodo 3,12), a Jeremías (Jeremías 1,8), a Gedeón (Jueces 6,12) y a otras personas con una misión importante en el plan de Dios. 

Aunque en un principio, podría (podríamos) pensar ¡qué faena! ¡con lo que yo tenía pensado!...Dios nos dice: Alégrate porque Yo estoy contigo, nada te falta. Y es precisamente importante esta conexión existente entre la Gracia de Dios y Su presencia. sólo mediante la Gracia, Dios actúa y se hace presente.

¡El Señor está contigo! es a la vez una afirmación y una profecía. La tierna mirada de Dios ya se había posado sobre María. 

"Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo" 

María se queda extrañada y perpleja ante este saludo, y trata de comprender su significado. Es realista. Quiere entender...Desde el punto de vista humano y ante la majestuosa presencia divina, discierne que cuando el favor de Dios está sobre nosotros, puede ser que nos enfrentemos a una situación inquietante. 

María tiene conciencia de la misión a la que está siendo llamada y ante la grandeza del anuncio, mira su condición y lo analiza a partir de los criterios que tiene a su disposición. Humanamente hablando, no es posible: “¡Cómo podré ser madre si no tengo relación con ningún hombre?”

María escucha, piensa, y pone una objeción no de resistencia, sino de no entender como Dios le puede pedir dos cosas que son incompatibles para el ser humano: la virginidad y la maternidad. ¡Era tan clara la llamada a ser virgen!

“¡No temas, María!”

Como en la visita del ángel a Zacarías (y como vemos en otras apariciones de la Escritura), el ángel recuerda aquí que el primer saludo de Dios es siempre: ”¡No temas!” El "no temas" es la introducción que usa la Escritura para las vocaciones divinas, es como decir: escucha con atención, lo que vas a oír es Palabra de Dios

Luego, el heraldo de Dios recuerda las promesas del pasado que se cumplirán mediante el hijo que va a nacer y por tanto, que debe recibir el nombre de Jesús. Será llamado Hijo del Altísimo y en Él se realizará y cumplirá el Reino de Dios. Esta es la explicación del ángel para que María no tenga miedo.

Y luego la gran sorpresa: por especial gracia de Dios concebirá, dará a luz, pondrá por nombre al futuro rey de Israel, al Hijo de David que tendrá un reino eterno. El momento tan esperado en Israel de la venida de un salvador ha llegado. ¡La virgen profetizada por Isaías es Ella! Comienza, si María acepta, el tiempo tan esperado de la gran misericordia de Dios.

"¿Cómo será esto?" 

María dice "¿cómo será esto?", es decir, en su pregunta, implícitamente lo acepta pero quiere entender. Hay muchísima diferencia entre preguntarle a Dios "cómo" y preguntarle "por qué"

El "cómo" implica la aceptación mientras que el "por qué" expresa siempre un cierto rechazo o inconveniente.

"El Espíritu Santo vendrá sobre ti...porque ninguna cosa es imposible para Dios." 

Dios responde a la pregunta de "¿cómo?", haciéndolo fácil: enviando su Espíritu.

Nada es imposible para Dios!!!El ángel explica que el Espíritu Santo consigue realizar cosas que parecen imposibles a los ojos humanos: nacer de una Virgen, o concebir un hijo en una edad avanzada. Por esto, el Santo que va a nacer de María será llamado Hijo de Dios. 

El milagro se repite hoy. Cuando los hombres acogemos a Jesús en nuestros corazones, algo nuevo  y sorprendente acontece por el poder del Espíritu Santo:Dios mismo vive en nosotros. Ya no somos nosotros sino Cristo que vive en nosotros.

“¡He aquí la esclava del Señor! Hágase en mí según su Palabra”

El tiempo se detiene. María reconoce la voluntad de Dios para Ella: su colaboración libre en una empresa divina. 

Resultado de imagen de dia de la virgen mariaPercibe que su maternidad va ser de una calidad especial; ser la madre del Rey de Reyes, del Salvador, pero sobre todo ser madre del Hijo del Altísimo, ser madre de Dios; porque la maternidad hace referencia a la persona, y Ella introducirá al Hijo sempiterno en la vida de los hombres. 
María tuvo que ser plenamente consciente de lo que estaba pasando y de lo que se le pedía: no será un elemento pasivo en la gran tarea de la redención. Y, desde una inteligencia preclara, sin la tiniebla del pecado, ve con claridad meridiana la grandeza de lo que se le pide. Aunque tendrá conocimiento más claro en la profecía de Simeón. Pero ve, sobre todo, el gran derroche de Amor en el mundo. 


El mundo espera su respuesta. La espera Adán y Eva desde el seol, la esperan los patriarcas, los ángeles, el cielo está en suspenso ante la respuesta de María. Los segundos se hacen eternos. De pronto, surge de su boca el sí con acentos de entrega y fe consciente y amorosa: “¡He aquí la esclava del Señor! Hágase en mí según su Palabra”.

La respuesta del ángel aclara todo para María, y ella se entrega. Aunque María fue elegida por Dios, Ella responde con un corazón dispuesto y usa para si el título de Esclava, sirvienta del Señor. 

Esta expresión "esclava del Señor" viene de Isaías, que presenta la misión del pueblo no como un privilegio, sino como un servicio a los otros pueblos: "Aquí está mi siervo a quien protejo; mi elegido, en quien mi alma se complace. He puesto en él mi espíritu" (Isaías 42,1-9)"Tú eres mi siervo, Israel, en quien me glorificaré." (Isaías 49,3-6).

El "sí" de María es el reflejo perfecto del "sí" de Cristo: He aquí que vengo -pues de mí está escrito en el rollo del libro- a hacer, oh Dios, tu voluntad  (Salmo 39; Hebreos 10,7). La obediencia del Hijo se refleja en la obediencia de la Madre y gracias al encuentro de estos dos "síes", Dios se hace hombre.

En este gran "sí" se asienta la voluntad de Dios, quien permite decidir a su criatura más hermosa y privilegiada, la Virgen María. Tras este vital "sí", se cimientan el resto de los "síes" de la humanidad: los de los discípulos, los apóstoles, los santos y todo el resto de los hombres que han cumplido y cumplimos la voluntad de Dios, como rezamos en el Padrenuestro: "Hágase tu voluntad".
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El "sí" de María comprende y abarca la totalidad de la fe, la esperanza y la caridad que Dios nos muestra y nos ofrece a través de Ella. María dice "sí" por plena confianza, esperanza y amor, más que por conocimiento o sabiduría.

El "sí" de María la convierte en la primera discípula de Cristo en ese mismo momento, discípula de la Palabra, del Verbo: "Hágase en mi según tu palabra". Y su "sí" es hasta el final, hasta la misma muerte de su Hijo.

Desde ese "sí", Dios creció en el seno de María. De la misma forma, también puede crecer hoy en nuestros corazones, si por la fe, creemos, si por la esperanza, confiamos y si por el amor, damos sentido a toda nuestra existencia.

Hoy, Dios también nos anuncia y nos pide a cada uno de nosotros que le acojamos, que pongamos a disposición nuestro corazón y nuestro cuerpo, toda nuestra existencia, para que Él pueda habitar en el mundo...

¿Le daremos nuestro sí o nuestro no?
¿Somos de "sí" o de "no"? 
¿Le miramos a Él o miramos hacia otro sitio?
¿Permitimos que habite en nosotros o le negamos y abandonamos?