¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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sábado, 8 de agosto de 2020

LA GENERACION DE JUAN PABLO II

"La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; 
rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies" 
(Mateo 9, 36-38)

Hoy quiero rendir un pequeño homenaje a la llamada "generación de Juan Pablo II", jóvenes a quienes el Santo Padre invitó, en un clima social de escepticismo y materialismo generalizados, a "no tener miedo", a elegir entre el bien y el mal, a sentirse orgullosos de ser católicos, a vivir su fe sin complejos, a renovar la Iglesia, a recristianizar Occidente.
Y muchos de ellos que "quisieron ser como él", sintieron la poderosa llamada de la Gracia de Dios, para forjar una hornada de sacerdotes comprometidos y valientes con tres grandes rasgos característicos: una fuerte conversión que cambió sus vidas por el encuentro transformador con Cristo, un sentido de la vocación sacerdotal fundamentado en la santidad personal y la ortodoxia, y un gran amor por la Virgen Santísima, consagrando su sacerdocio en manos de María.

Muchos de ellos, que nunca habían pensado ser sacerdotes y que se habían alejado del rebaño, incluso, "marchándose a un país lejano", experimentaron una renovación personal tan extraordinaria en sus vidas, que adoptaron una clara disposición a convertirse en instrumentos de Dios para la renovación de Su Iglesia, para servirle y darle gloria.

Jamás pasó por su imaginación llegar a ser sacerdotes "funcionarios" preocupados exclusivamente de las cosas temporales sino "obreros" encaminados a las cosas eternas, en busca de la santidad propia y ajena, y con la misión principal de proclamar la sana doctrina de manos de María.
Tampoco pensaron nunca servir en parroquias "autorreferenciales", o de "mantenimiento", o "ensimismadas", sino en comunidades "misioneras", servidoras de Dios y del mundo, que representaran la auténtica y verdadera identidad de la Iglesia.

Estos jóvenes sacerdotes comenzaron a trabajar en silencio  para la reconstrucción de la Iglesia, convencidos de volver a hacerla viva y floreciente, para hacer de la fe un modo de vida alegre y sin complejos, y para demostrar al mundo que la salvación es posible.

Esta generación de sacerdotes, ahora ya adultos, han demostrado que "sí, se puede". Que se puede ser católico,  dejarlo todo y seguir a Cristo en el mundo actual; que se puede avivar la comunidad eclesial y reconstruirla como era en el primer siglo; que se puede caminar hacia la santidad con fe y perseverancia; que se puede afirmar con rotundidad que Dios "no está pasado de moda"; que se puede "volver a los orígenes", al "Amor primero", a pesar de tener que remar a contracorriente y no sin pocos obstáculos. 

Estos denodados hombres de Dios siguen diariamente al pie del cañón, luchando contra la "dictadura del relativismo" imperante en nuestra sociedad; contra las corrientes actuales que intentan desviarlos del camino correcto y convencerlos de que su vocación no tiene sentido en un mundo sin Dios; contra las miradas furtivas y las afirmaciones difamatorias de quienes les identifican con depredadores por el mal ejemplo de algunos sacerdotes; contra los vicios adquiridos por una feligresía adormecida y aletargada; incluso contra la acedia y cobardía de algunos de sus obispos y hermanos de sacerdocio.

Esta generación de pastores con "olor a oveja" viven su seguimiento de Cristo con coherencia y autenticidad. Son discípulos que se han convertido en "apóstoles de los últimos días", que "salen y hacen nuevos discípulos, formándoles y enseñándoles, y bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".

Doy gracias a Dios y a la Virgen por haber tenido el privilegio de conocer a muchos de ellos, la gracia de haber descubierto y compartir la fe con ellos, y el honor de servir a Dios junto a ellos.

TOTUS TUUS