¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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martes, 3 de agosto de 2021

MEDITANDO EN CHANCLAS (3): NO TEMÁIS, SOY YO

"¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!"
(Mateo 14,27)

El evangelio de hoy me suscita numerosas referencias pascuales y me pone de relieve sutilmente al Resucitado. También, me sugiere la importancia de velar y de estar alerta ante la llegada del Señor o Parusía.

Jesús apremia a los discípulos para que se embarquen y para que vayan a la otra orillala barca simboliza la comunidad cristiana, es decir, la Iglesia, y la otra orilla, la tierra de los gentiles, la tierra de misión, el anuncio del Evangelio. 

El Señor los envía por delante al mundo mientras se despide de la gente y sube al monte, que simboliza el Calvario y también la Gloria de Cristo. Ya ha anochecido"caída la tarde" (Marcos 6,47), es decir, se ha hecho la oscuridad en el mundo. La noche implica la muerte del día, supone la ausencia de luz y simboliza la falta de guía, conocimiento y control humano. 

La oscuridad simboliza la muerte de Jesús, la ausencia de Cristo, las tinieblas de la muerte, mientras que la luz de la aurora representa la esperanza de la resurrección y la vida
El mar simboliza el ámbito satánico y el caos, el lugar donde se concentran el mal y las fuerzas diabólicas. De hecho, para los judíos el "mal caótico y satánico" (la invasión romana) surgió del mar (Mediterráneo). 

El viento contrario, las dificultades y las persecucionesy las olas encrespadas, las apostasías y las tentaciones

Jesús se acerca caminando sobre el mar (Mateo 14,26; Marcos 6,45-52; Juan 6,15-21), capacidad propia y exclusiva de Dios (Job 9,8) y que, unida al hecho de ser de noche simboliza su poder sobre las fuerzas del mal. 

El caminar sobre las aguas de Jesús evoca a Moisés cruzando el Mar Rojo, signo de liberación de la esclavitud egipcia y el nacimiento del pueblo de Israel, y simboliza la redención del pecado y la muerte, y el nacimiento de la Iglesia.
Se acerca en la cuarta vela, que simboliza la Vigilia Pascual y significa al amanecer, entre las 3 y las 6 de la mañana, según la división que hace Marcos 13,35: "Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer", expresando lo repentino e inmediato del acontecimiento

Los discípulos no le reconocen, e incluso se asustan, pensando que es un fantasma (una aparición), igual que dirán los dos de Emaús: "Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo" (Lucas 24,22-23).

Jesús se identifica, les anima (como a los dos de Emaús cuando les cuenta lo que de Él dicen las Escrituras) y les dice: "Soy yo, no tengáis miedo" pero siguen sin reconocerle o, en el mejor de los casos, dudan. 

Pedro le pide una muestra de que es Él, para que pueda ir hacia Él, igual que cuando saldrá corriendo hacia el sepulcro la mañana de la resurrección (Lucas 24, 12). Jesús le dice: "Ven" pero Pedro, como le ocurrirá al negarle en la noche del Jueves Santo, siente miedo, desconfía, pierde de vista al Señor y se hunde en sus miserias (antes de que cante el gallo y, por tanto, antes de la tercera vela).

El Señor, enseguida, extiende su mano y le dice: "¡Hombre de poca fe!", anticipando lo que les dice a los de Emaús: "¡Qué tontos y que necios sois!". Entonces, le pregunta "¿por qué has dudado?"...o también como le dirá más adelante: "Pedro ¿me quieres?"
En cuanto subieron a la barca, es decir, en cuanto entran con Jesús en la Iglesia, en la Eucaristía, encuentran paz. Y entonces, le reconocen: "Realmente eres Hijo de Dios"...o dicho de otro modo, "En verdad, ha resucitado".

Jesús nos apremia, nos dice que urge la evangelización y nos envía al mundo, que está sumido en las tinieblas de la noche porque vive sin Dios y en la traición de Judas porque los corazones de muchos están sumidos en una oscuridad interior de caos y maldad (Juan 13,30)

Nos exhorta a confiar en Él aunque seguirlo no es fácil en medio de las dificultades, las tentaciones y las persecuciones pero Cristo tiene poder sobre el "mar" y, como nos ha prometido, "está con nosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos" (Mateo 28,20). 

El Señor nos invita a estar alerta y vigilantes, rezar y perseverar hasta el fin porque no sabemos en qué momento de la noche será su segunda venida o parusía. Nos anima a no tener miedo, a no dudar.

Nos llama a ser la luz del mundoser valientes a testificar al mundo que Jesús no es un fantasma ni una aparición, a reconocer que "es Él", que es real y vive, a proclamar que: 

"Jesucristo ha resucitado"....

sábado, 8 de agosto de 2020

LA GENERACION DE JUAN PABLO II

"La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; 
rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies" 
(Mateo 9, 36-38)

Hoy quiero rendir un pequeño homenaje a la llamada "generación de Juan Pablo II", jóvenes a quienes el Santo Padre invitó, en un clima social de escepticismo y materialismo generalizados, a "no tener miedo", a elegir entre el bien y el mal, a sentirse orgullosos de ser católicos, a vivir su fe sin complejos, a renovar la Iglesia, a recristianizar Occidente.
Y muchos de ellos que "quisieron ser como él", sintieron la poderosa llamada de la Gracia de Dios, para forjar una hornada de sacerdotes comprometidos y valientes con tres grandes rasgos característicos: una fuerte conversión que cambió sus vidas por el encuentro transformador con Cristo, un sentido de la vocación sacerdotal fundamentado en la santidad personal y la ortodoxia, y un gran amor por la Virgen Santísima, consagrando su sacerdocio en manos de María.

Muchos de ellos, que nunca habían pensado ser sacerdotes y que se habían alejado del rebaño, incluso, "marchándose a un país lejano", experimentaron una renovación personal tan extraordinaria en sus vidas, que adoptaron una clara disposición a convertirse en instrumentos de Dios para la renovación de Su Iglesia, para servirle y darle gloria.

Jamás pasó por su imaginación llegar a ser sacerdotes "funcionarios" preocupados exclusivamente de las cosas temporales sino "obreros" encaminados a las cosas eternas, en busca de la santidad propia y ajena, y con la misión principal de proclamar la sana doctrina de manos de María.
Tampoco pensaron nunca servir en parroquias "autorreferenciales", o de "mantenimiento", o "ensimismadas", sino en comunidades "misioneras", servidoras de Dios y del mundo, que representaran la auténtica y verdadera identidad de la Iglesia.

Estos jóvenes sacerdotes comenzaron a trabajar en silencio  para la reconstrucción de la Iglesia, convencidos de volver a hacerla viva y floreciente, para hacer de la fe un modo de vida alegre y sin complejos, y para demostrar al mundo que la salvación es posible.

Esta generación de sacerdotes, ahora ya adultos, han demostrado que "sí, se puede". Que se puede ser católico,  dejarlo todo y seguir a Cristo en el mundo actual; que se puede avivar la comunidad eclesial y reconstruirla como era en el primer siglo; que se puede caminar hacia la santidad con fe y perseverancia; que se puede afirmar con rotundidad que Dios "no está pasado de moda"; que se puede "volver a los orígenes", al "Amor primero", a pesar de tener que remar a contracorriente y no sin pocos obstáculos. 

Estos denodados hombres de Dios siguen diariamente al pie del cañón, luchando contra la "dictadura del relativismo" imperante en nuestra sociedad; contra las corrientes actuales que intentan desviarlos del camino correcto y convencerlos de que su vocación no tiene sentido en un mundo sin Dios; contra las miradas furtivas y las afirmaciones difamatorias de quienes les identifican con depredadores por el mal ejemplo de algunos sacerdotes; contra los vicios adquiridos por una feligresía adormecida y aletargada; incluso contra la acedia y cobardía de algunos de sus obispos y hermanos de sacerdocio.

Esta generación de pastores con "olor a oveja" viven su seguimiento de Cristo con coherencia y autenticidad. Son discípulos que se han convertido en "apóstoles de los últimos días", que "salen y hacen nuevos discípulos, formándoles y enseñándoles, y bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".

Doy gracias a Dios y a la Virgen por haber tenido el privilegio de conocer a muchos de ellos, la gracia de haber descubierto y compartir la fe con ellos, y el honor de servir a Dios junto a ellos.

TOTUS TUUS

domingo, 21 de junio de 2020

NO TENGÁIS MIEDO. NO ESTÁIS SOLOS

Jesus Christ y frase ilustración del vector. Ilustración de ...
"No tengáis miedo a los hombres, 
porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; 
ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. 
Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, 
y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. 
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, 
pero no pueden matar el alma. 
No; temed al que puede llevar a la perdición 
alma y cuerpo en la “gehenna”... 
A quien se declare por mí ante los hombres, 
yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. 
Y si uno me niega ante los hombres, 
yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos".
(Mateo 10, 26-33)


Dicen que "el miedo es libre", pero yo creo que si es algo, es irracional, sistémico y crónico en el hombre, y con frecuencia, se convierte en una excusa para la inacción, en lugar de un estímulo para la acción. El miedo es una inseguridad causada por la falta de confianza en quien tiene el poder sobre las cosas. El miedo es la ausencia de Verdad, la falta de Dios.

Y desde luego, no es cristiano, porque el mismísimo Jesús nos exhorta a no tener miedo a los hombres; a no estar preocupados por quienes nos persiguen y acosan; y nos anima a proclamar la Verdad sin temor, a testificar por Él delante del mundo. Tener miedo es completamente contrario a ser cristiano.

Por desgracia, el miedo está presente también en la Iglesia. Un miedo irracional, desconfiado y poco cristiano a los hombres, expresado por algunos obispos y respaldado por un gran número de sacerdotes, que ha propiciado el cierre de iglesias y de capillas de adoración perpetua, la retirada del agua de las benditeras y la invención de mil pretextos e instrucciones para no darse la paz o para no comulgar en la boca. Algo que jamás había ocurrido en la historia de la Iglesia.
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Tristemente, por falta de fe, han cedido ante el Imperio, han escondido a Dios, han negado a Cristo ante los hombres, huyendo como los discípulos...

Desgraciadamente, por falta de confianza, han aceptado ese buenismo que les pierde, han tratado de congraciarse con el mundo sin resultado, en lugar de testificar y de defender al Señor, negándole como los discípulos...

Lamentablemente, por falta de esperanza, han intentado remediar las situaciones con las armas del mundo sin conseguirlo, han intentado colocarse en lugar de Dios y le han dado la espalda, traicionándole como los discípulos...

Luctuosamente, por falta de caridad, han negado la libertad a los fieles de recibir a Cristo eucarístico, de acudir a su presencia sacramental y de descansar en Él de sus agobios y angustias, siendo desleales como los discípulos...

Yo creo que lo han hecho porque, en el fondo, no creen en las promesas de Cristo. Temen encontrarse solos ante el mundo, recelan de la ayuda divina y sospechan haber sido abandonados por Dios. ¡No creen! ¡El miedo a los hombres les impide creer y se esconden de Dios y del mundo!

Nada nuevo sobre el cielo. Es la historia del pueblo de Dios, del infiel y traicionero Israel: ¡Nosotros! 

Y sin embargo, Dios no se cansa de perdonar nuestras continuas infidelidades y traiciones. Jesús nos repite una y otra vez en su Palabra: "No tengáis miedo" y nos invita a "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré" (Mateo 11,28).  Sigue abriendo sus brazos en la cruz y clamando al cielo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23,34)
Jesucristo es el remedio a todos nuestros temores y a todos nuestros males. Pero siempre que cumplamos la regla de las tres "P": fe en su Palabra, esperanza en su Providencia y amor a su Persona.

Caminar junto a Cristo es aceptar riesgos e incomodidades. Es asumir cansancios y luchas. Es admitir insultos y persecuciones. ¡Él lo hizo! ¡Pasó por todo ello para demostrarnos que sí se puede! Si lo hacemos, Dios nos asegura que no seremos abandonados. Él está con nosotros. Siempre. Hasta el final.

En varias ocasiones nos prometió que nos enviaría al Paráclito para defendernos y protegernos. En la barca zarandeada por la tempestad nos llamó "hombres de poca fe". En el Huerto de los Olivos quiso experimentar la soledad y la angustia extremas, precisamente para redimirnos también de este aspecto. 

Y en la misma cruz nos dijo: "Ahí tienes a tu Madre." Nos dejó a la Virgen Santísima, la mejor intercesora, no sólo para ampararnos sino para llegar más rápido a Él. No desperdiciemos todas las ayudas que el cielo nos envía para aceptar las que el mundo nos ofrece.
Hand drawn vector illustration or drawing of Virgin Mary at ...
Y sin embargo, nosotros seguimos sin creernos sus palabras. Seguimos sospechando y recelando. Seguimos pensando en un Dios lejano o ausente. Seguimos siendo infieles...


"Señor, concédeme serenidad 
para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia".
(Reinhold Niebuhr)