¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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lunes, 20 de abril de 2020

CUEVAS DE LADRONES

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"¿No está escrito que mi casa es casa de oración para todas las naciones? 
Pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones" 
(Marcos 11, 17)

Jesús subió a Jerusalén durante la Pascua y al entrar en el templo se quedó horrorizado (Juan 2,13-17). ¡Los mercaderes se habían apoderado de la casa de Dios!

Tal y como estaba escrito, “El celo por tu casa me devorará” (Salmo 69,10), Jesús con un látigo en la mano, espantó a los animales, tiró las mesas de los cambistas, y las monedas rodaron por el suelo. Sin duda, esta santa indignación generó más odio hacia Él y fue lo que, posiblemente, precipitó su crucifixión.

Muchos católicos, igual de horrorizados, sienten una santa indignación por la confusión que, por desgracia, predomina en algunas parroquias de nuestra España católica, que han convertido los templos en plataformas de soflamas y reivindicaciones políticas, sociales e incluso, sexuales.

Algunos sacerdotes, en sus homilías, apelan a los sentimientos y a las ideologías de las personasHan pasado del “alabado sea Dios....” al “quiero, siento, necesito..." ; han pasado de tener a Dios en el centro para poner al "yo"; han pasado de una alabanza a Dios a un culto a los placeres personales, a las ideas políticas, a las propias tendencias desordenadas...

Han sacado a Dios de los templos para apropiarse de los lugares y de los símbolos sagrados, vaciándoles de significado sobrenatural. Son personas que sólo buscan sus propios intereses y no están dispuestas a alabar el nombre de Dios, y mucho menos a recibir su corrección y enseñanza. 

Algunas parroquias se han convertido en cuevas de ladrones que han robado la gloria a Dios para dársela a los individuos: permitiendo urnas, lazos amarillos, banderas esteladas o banderas arco iris. 

Imagen relacionadaLa Casa de Oración se ha convertido en una Iglesia absolutamente desamparada del poder eclesiástico, con unos obispos que se colocan de perfil, anclados en el "buenismo" y la "misericorditis", y más preocupados por evitar el "escándalo" en los medios que en los corazones, mientras que su rebaño se siente despreciado por unos pastores que permiten la utilización política, reivindicativa  y partidista de los templos. 

Cuando nuestros altos dignatarios religiosos facilitan y permiten esa invasión del espacio religioso, cuando amparan con misas, vigilias, oraciones y plegarias a los políticos presos, a los llamados "exiliados", a los homosexuales y al lobby LGTBI, a una opción política determinada, parece que estén enviando el mensaje de que Dios está con ellos y no con aquellos que no están de acuerdo. 

Sabemos positivamente que a varios de nuestros obispos y sacerdotes les preocupa esa apropiación de los símbolos y espacios religiosos. Pero no hacen nada. Permanecen oficialmente mudos. Tienen miedo a significarse. Tienen miedo al escándalo. Callan...y otorgan.

Pero llegará el día en que tendrán que hacer algo porque el escándalo ya está en los corazones de muchos fieles. Muchos católicos están cansados de permanecer en silencio e indignados  mientras se ocupa la casa de Dios por quienes, vestidos de amarillo o de arco iris, pretenden destruirla.

Y de la misma forma que se ha dejado de lado la alabanza a Dios, también se ha dejado de lado la verdad, cambiándola por razonamientos humanos, doctrinas de hombres, de la misma manera que los fariseos habían dejado de lado la Palabra en los tiempos de Jesús (Mateo 15,7-9). Así como la alabanza a Dios se ha transformado en alabanza al hombre, la Palabra de Dios ha sido reemplazada por palabras de hombres

Algunos sacerdotes predican lo que algunos quieren escuchar y no lo que Dios quiere decir. Han convertido la casa de oración, el templo de Dios en una cueva de ladrones donde actúan equivocadamente, donde niegan el pecado, donde se cobijan teológicamente, donde garantizan su vanidosa seguridad humana, donde refuerzan sus falsas doctrinas, para vivir una fe a la medida de todos aquellos que quieren rebelarse.

Es muy triste comprobar la situación actual de algunas iglesias, donde no existe integridad ni verdad, donde se llama tolerancia a la cobardía, donde se blasfema sin pudor, donde se encubren pecados bajo una supuesta "misericorditis", donde existe connivencia con el Enemigo y donde cientos de ovejas se despeñan, siguiendo los consejos y enseñanzas de falsos pastores, lobos con piel de oveja.

Cuevas de ladrones tentados por la mundanidad que tratan de recomponer una nueva moral cristiana del siglo XXI, una fe de "sí, pero...", una Iglesia-Mundo que se adecue a los tiempos, un templo que de cabida a "mercaderes" que trafican con sus intereses.

Cuevas de ladrones tentados por el "buenismo" que prescinden de la doctrina de Cristo para dar paso a un "todo vale" si es por amor,  un "vive y deja vivir" que los define como "hacedores del bien", pendientes de lo externo, de lo superfluo, de lo efímero.

Cuevas de ladrones tentados por el "victimismo" que culpabilizan al justo y elevan a mártir al pecador, defienden a las minorías y atacan a las mayorías, se "andan por las ramas" sin profundizar en las raíces, realizan gestos y alardes de falsa espiritualidad pero juzgan a quienes se oponen a sus malas prácticas.

Cuevas de ladrones tentados por el "sentimentalismo" que mantienen a los creyentes en eternos "bebés espirituales", seducen con afectos vanos y superficiales para crear una comunidad ficticia basada en una imaginaria fragilidad que no avanza hacia ningún lugar y guiada por un hedonismo sensiblero.

sábado, 24 de marzo de 2018

EL BUENISMO: LA MUNDANIZACIÓN DEL EVANGELIO

"La cosa no es para que os sintáis orgullosos.
¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? 
No tratéis con el que presume de cristiano y es lujurioso, 
avaro, idólatra, calumniador, borracho o ladrón; 
con éstos, ni comer."
(1 Corintios 5, 6 y 11)

Por desgracia, cada vez más, estamos acostumbrándonos a escuchar a muchos, también dentro de la Iglesia católica, decirnos que vivamos una versión superficial de los valores supremos, de la fe que nuestros padres nos enseñaron, del cristianismo.

Se trata de un discurso simplista y sensiblero cuyo propósito es la búsqueda del sentimiento que obnubila la razón, que abduce el pensamiento, que nos insta a evitar y desechar los aspectos desagradables y los problemas en nuestra vida cristiana, negando así la importancia del sufrimiento de nuestro Señor en la Cruz y dibujándola como una muestra errónea de la Misericordia divina.

En palabras del Papa Francisco, se trata de la tentación del 'buenismo destructivo', que deja las heridas sin antes curarlas y modificarlas” (Sínodo de la familia, 2014).

El Buenismo de muchos católicos es la súper-comprensión, la súper-compasión, la súper-tolerancia, la súper-permisidad, lo "súper-guay", lo "súper-progre", con todo y con todos,  menos con lo nuestro. 

Una "complejitis" que nos quiere hacer "comulgar" con una fe bobalicona, cobardona, timorata, intimista, sincretista y panteísta: Es la mundanización del Evangelio, en lugar de la Evangelización del mundo.

Es la súper-libertad, la súper-igualdad, la súper-apertura a todas las culturas, a todas las religiones, a las todas las creencias, a todas las actitudes y a todas las opiniones. A todas, menos a la propias de un cristiano.

El buenismo es, en el fond
o, una repulsa hacia lo propio, un complejo sobre la propia identidad, una manía hacia la propia idiosincrasia, en defensa de lo impropio, de lo ajeno. El buenismo desconfía de lo suyo, de lo conocido, de lo aprendido para fiarse de lo ajeno, de lo desconocido, de lo impuesto.

El buenismo es capaz de renunciar a sus propios valores y principios, los cuales fueron forjados a fuego y espada, a lo largo de la Historia a través de luchas, muertes y sacrificios, por miedo a ser tratado de racista, machista, fascista, xenófobo, islamófobo, homófobo etc.

"Buenitis"

El buenismo católico apela a que:

No es necesario estar en gracia para recibir a Jesucristo en la Santa Misa, pues Cristo, en su infinita misericordia, perdona a todos y así, se entrega en el pan eucarístico a todos los que lo piden, con independencia de su estado, pues no se le puede negar a nadie.

No es indispensable acudir al sacramento de la confesión, pues Dios perdona a todos sin excepción. Así, todos los delincuentes, los narcotraficantes, los asesinos, los secuestradores, los homosexuales practicantes, los divorciados… pueden comulgar en aras de la "súper-misericordia". Incluso, algunos hasta propugnan la "confesión general".

No es  preciso seguir la tradición ni el Magisterio de la Iglesia, pues todos los santos y los grandes doctores de la Iglesia se han equivocado y han sido incapaces de comprender estas situaciones, hasta que han llegado los "iluminados" a la Iglesia.

No es obligatorio cumplir la voluntad de Dios ni sus Mandamientos, pues están obsoletos, pasados de moda. Eran para otras épocas.

No es imperioso corregir las conductas desordenadas, pues permitiendo a los divorciados vivir en adulterio y comulgar, permitiendo la practica homosexual, el yoga, el reiki, etc. atraerán almas a Dios y conseguirán llenar las iglesias. 

En definitiva, el buenismo significa que todo vale, que todo es "igual", que todo es "libre". Estamos ante la eterna rebelión del Diablo, infiltrado en la Iglesia como "Ángel de luz" y que sólo busca la destrucción del ser humano.

"Misericorditis"

Muy lejos está de lo que Jesús nos dice a través del apóstol Pablo: "El salario del pecado es la muerte" (Romanos 6,23), y por tanto, a lo que el buenismo conduce, es a dañar a todas las almas, pues en lugar de buscar su santidad, las aboca a la tibieza y a la mediocridad, que las hace caer con más facilidad en cualquier pecado.

Se trata, en definitiva, de una concepción absolutamente equivocada de la voluntad divina y una distorsión completa de la misericordia de Dios, pues el perdón de los pecados es un don gratuito de Dios que requiere el sincero reconocimiento, arrepentimiento y dolor del propio pecado (contrición) por haberle ofendido.

Desde luego, esta concepción buenista de las cosas no es la Iglesia de Jesucristo, sino una iglesia disfrazada de "misericorditis" humana, bastante alejada de la verdadera misericordia divina. Por desgracia, esta falta de fe auténtica, incluso en los sacerdotes, motiva a los buenistas a proseguir con sus líneas de actuación, a pesar de los pésimos resultados que obtienen. 

Y es que no son capaces de ver la tempestad que conduce al naufragio de la Iglesia, pues estas prácticas, con falso olor a compasión y con falsa apariencia de misericordia, son del todo obras anti-cristianas y mundanas, que no divinas. 

La "misericorditis" invocada en favor de actos incorrectos, conduce al escándalo, pues invita a pecar gravemente; conduce a la herejía, pues divide a la Iglesia, permitiendo un punto no negociable de la doctrina de la Iglesia; conduce al relativismo, a  la tiranía del "todo vale".

Abrazar la Cruz

La misericordia auténtica es la expresión del amor de Dios y de la Iglesia por los más débiles, por los pobres, y la invitación al arrepentimiento de los que corren el riesgo de ser esclavizados por sus pecados, y de finalmente, morir.

La medida de un cristiano es siempre Jesucristo y no una falsa misericordia donde la compasión por el pecado permanente es mas importante que la voluntad de Dios.

Abracemos nuestra cruz y caminemos hacia nuestro objetivo: Dios. Salgamos de este buenismo pagano ... y sin rubor, expresemos nuestra auténtica fe en público y en todo lugar. 

El mundo necesita soldados comprometidos con el amor, orgullosos de la fe y animados por la esperanza. Guerreros como los apóstoles de Cristo que arriesgaron sus nombres, sus comodidades  y sus vidas.

Fuertes, audaces y santos

El declive que percibimos tanto en nuestra casa, la Iglesia, como en el mundo, nos convierte en una humanidad en peligro de extinción, en peligro de sucumbir tanto a nuestros excesos como a nuestros defectos.

Seamos fuertes, apoyándonos en la oración; audaces, meditando las Sagradas Escrituras y santos, visitando con regularidad el Santísimo. 

Apartémonos de esta generación corrupta y gritemos fuerte que la libertad existe para no hacer lo que nos gusta, sino para hacer lo que debemos, lo que Dios nos dice.

Unámonos al ejercito de San Miguel Arcángel, y luchemos con la Virgen María como escudo, el Espíritu Santo como guía y Cristo como espada.

Venzamos al demonio, al mundo y a la carne. ¡Guerra contra Lucifer!