¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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sábado, 24 de marzo de 2018

EL BUENISMO: LA MUNDANIZACIÓN DEL EVANGELIO

"La cosa no es para que os sintáis orgullosos.
¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? 
No tratéis con el que presume de cristiano y es lujurioso, 
avaro, idólatra, calumniador, borracho o ladrón; 
con éstos, ni comer."
(1 Corintios 5, 6 y 11)

Por desgracia, cada vez más, estamos acostumbrándonos a escuchar a muchos, también dentro de la Iglesia católica, decirnos que vivamos una versión superficial de los valores supremos, de la fe que nuestros padres nos enseñaron, del cristianismo.

Se trata de un discurso simplista y sensiblero cuyo propósito es la búsqueda del sentimiento que obnubila la razón, que abduce el pensamiento, que nos insta a evitar y desechar los aspectos desagradables y los problemas en nuestra vida cristiana, negando así la importancia del sufrimiento de nuestro Señor en la Cruz y dibujándola como una muestra errónea de la Misericordia divina.

En palabras del Papa Francisco, se trata de la tentación del 'buenismo destructivo', que deja las heridas sin antes curarlas y modificarlas” (Sínodo de la familia, 2014).

El Buenismo de muchos católicos es la súper-comprensión, la súper-compasión, la súper-tolerancia, la súper-permisidad, lo "súper-guay", lo "súper-progre", con todo y con todos,  menos con lo nuestro. 

Una "complejitis" que nos quiere hacer "comulgar" con una fe bobalicona, cobardona, timorata, intimista, sincretista y panteísta: Es la mundanización del Evangelio, en lugar de la Evangelización del mundo.

Es la súper-libertad, la súper-igualdad, la súper-apertura a todas las culturas, a todas las religiones, a las todas las creencias, a todas las actitudes y a todas las opiniones. A todas, menos a la propias de un cristiano.

El buenismo es, en el fond
o, una repulsa hacia lo propio, un complejo sobre la propia identidad, una manía hacia la propia idiosincrasia, en defensa de lo impropio, de lo ajeno. El buenismo desconfía de lo suyo, de lo conocido, de lo aprendido para fiarse de lo ajeno, de lo desconocido, de lo impuesto.

El buenismo es capaz de renunciar a sus propios valores y principios, los cuales fueron forjados a fuego y espada, a lo largo de la Historia a través de luchas, muertes y sacrificios, por miedo a ser tratado de racista, machista, fascista, xenófobo, islamófobo, homófobo etc.

"Buenitis"

El buenismo católico apela a que:

No es necesario estar en gracia para recibir a Jesucristo en la Santa Misa, pues Cristo, en su infinita misericordia, perdona a todos y así, se entrega en el pan eucarístico a todos los que lo piden, con independencia de su estado, pues no se le puede negar a nadie.

No es indispensable acudir al sacramento de la confesión, pues Dios perdona a todos sin excepción. Así, todos los delincuentes, los narcotraficantes, los asesinos, los secuestradores, los homosexuales practicantes, los divorciados… pueden comulgar en aras de la "súper-misericordia". Incluso, algunos hasta propugnan la "confesión general".

No es  preciso seguir la tradición ni el Magisterio de la Iglesia, pues todos los santos y los grandes doctores de la Iglesia se han equivocado y han sido incapaces de comprender estas situaciones, hasta que han llegado los "iluminados" a la Iglesia.

No es obligatorio cumplir la voluntad de Dios ni sus Mandamientos, pues están obsoletos, pasados de moda. Eran para otras épocas.

No es imperioso corregir las conductas desordenadas, pues permitiendo a los divorciados vivir en adulterio y comulgar, permitiendo la practica homosexual, el yoga, el reiki, etc. atraerán almas a Dios y conseguirán llenar las iglesias. 

En definitiva, el buenismo significa que todo vale, que todo es "igual", que todo es "libre". Estamos ante la eterna rebelión del Diablo, infiltrado en la Iglesia como "Ángel de luz" y que sólo busca la destrucción del ser humano.

"Misericorditis"

Muy lejos está de lo que Jesús nos dice a través del apóstol Pablo: "El salario del pecado es la muerte" (Romanos 6,23), y por tanto, a lo que el buenismo conduce, es a dañar a todas las almas, pues en lugar de buscar su santidad, las aboca a la tibieza y a la mediocridad, que las hace caer con más facilidad en cualquier pecado.

Se trata, en definitiva, de una concepción absolutamente equivocada de la voluntad divina y una distorsión completa de la misericordia de Dios, pues el perdón de los pecados es un don gratuito de Dios que requiere el sincero reconocimiento, arrepentimiento y dolor del propio pecado (contrición) por haberle ofendido.

Desde luego, esta concepción buenista de las cosas no es la Iglesia de Jesucristo, sino una iglesia disfrazada de "misericorditis" humana, bastante alejada de la verdadera misericordia divina. Por desgracia, esta falta de fe auténtica, incluso en los sacerdotes, motiva a los buenistas a proseguir con sus líneas de actuación, a pesar de los pésimos resultados que obtienen. 

Y es que no son capaces de ver la tempestad que conduce al naufragio de la Iglesia, pues estas prácticas, con falso olor a compasión y con falsa apariencia de misericordia, son del todo obras anti-cristianas y mundanas, que no divinas. 

La "misericorditis" invocada en favor de actos incorrectos, conduce al escándalo, pues invita a pecar gravemente; conduce a la herejía, pues divide a la Iglesia, permitiendo un punto no negociable de la doctrina de la Iglesia; conduce al relativismo, a  la tiranía del "todo vale".

Abrazar la Cruz

La misericordia auténtica es la expresión del amor de Dios y de la Iglesia por los más débiles, por los pobres, y la invitación al arrepentimiento de los que corren el riesgo de ser esclavizados por sus pecados, y de finalmente, morir.

La medida de un cristiano es siempre Jesucristo y no una falsa misericordia donde la compasión por el pecado permanente es mas importante que la voluntad de Dios.

Abracemos nuestra cruz y caminemos hacia nuestro objetivo: Dios. Salgamos de este buenismo pagano ... y sin rubor, expresemos nuestra auténtica fe en público y en todo lugar. 

El mundo necesita soldados comprometidos con el amor, orgullosos de la fe y animados por la esperanza. Guerreros como los apóstoles de Cristo que arriesgaron sus nombres, sus comodidades  y sus vidas.

Fuertes, audaces y santos

El declive que percibimos tanto en nuestra casa, la Iglesia, como en el mundo, nos convierte en una humanidad en peligro de extinción, en peligro de sucumbir tanto a nuestros excesos como a nuestros defectos.

Seamos fuertes, apoyándonos en la oración; audaces, meditando las Sagradas Escrituras y santos, visitando con regularidad el Santísimo. 

Apartémonos de esta generación corrupta y gritemos fuerte que la libertad existe para no hacer lo que nos gusta, sino para hacer lo que debemos, lo que Dios nos dice.

Unámonos al ejercito de San Miguel Arcángel, y luchemos con la Virgen María como escudo, el Espíritu Santo como guía y Cristo como espada.

Venzamos al demonio, al mundo y a la carne. ¡Guerra contra Lucifer!