¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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miércoles, 21 de mayo de 2025

SERVIR A DIOS POR COMODIDAD

"El que quiera servirme, que me siga, 
y donde esté yo, allí también estará mi servidor; 
a quien me sirva, el Padre lo honrará
(Jn 12,26)

Servir a Dios es una tarea no sólo de actitud y disponibilidad personal sino, sobre todo, de obediencia y de responsabilidad que implica sacrificio y renuncia de nuestros propios deseos, planes y comodidades.

Seguir a Cristo significa estar dispuesto a hacer lo que me pide y en el lugar donde me lo pide, y no donde me apetece o donde me es fácil. Porque el Señor no me envía a una misión exitosa y cómoda sino a una vida de entrega hacia los demás y de desprendimiento de mi mismo. Y si duele, si incomoda, si resulta difícil o engorroso...es que estoy en el sitio correcto, haciendo lo correcto, con el "Dios" correcto.

Ocurre que, en ocasiones, encontramos un nicho de comodidad espiritual para servir a Dios y al prójimo según nuestros parámetros humanos y nos autoconvencemos de que es allí donde Dios nos llama. Es humano...pero no es lo que Dios nos pide.

En el fondo, me engaño a mi mismo al buscar servir a Dios a mi manera, a cambio de algún interés o beneficio personal, como por ejemplo, para "hacer amigos", o para encontrarme a gusto o para auto justificar mi conciencia...pero eso no es servir.

Servir a Dios y a los demás supone esfuerzo y sacrificio, no facilidades y comodidades.  Implica salir de mi casa hacia territorios desconocidos e inexplorados venciendo la tentación de la comodidad o del miedo al fracaso, como hicieron los patriarcas, los profetas y los apóstoles. 

Servir a Dios requiere la valentía de "remar mar adentro" (Lc 5,4) sabiendo que Dios está siempre a mi lado, en la barca, porque ni en la comodidad de mi casa ni en la tranquilidad de la orilla se puede pescar, es decir, "faenar" en las cosas de Dios.

Servir a Dios no es buscar un quid pro quo, una compensación o un beneficio personal. No es cumplir un status quo, un rol cristiano o una forma de "estar" en la Iglesia. 

Servir a Dios significa soltar las riendas de mi vida y dejarle a Dios que la gobierne, dejar de lado mi "bienestar" para abrazar el "bienservir", sabiendo que yo no soy ni el artífice ni el protagonista de la misión, sino Dios. 

Servir a Dios significa entregarle las llaves de mi voluntad y decir "he aquí tu servidor, Señor, hágase como dices" (cf. Lc 1,38). 

Servir a Dios significa escuchar y cumplir su llamada: "Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga" (Mt 16,24)

Por eso, antes de plantearme servir, debo preguntarme: Señor, ¿Qué quieres de mí? ¿A dónde me llamas? ¿Dónde soy necesario y útil?

Sólo entonces, seré capaz de decir: "Te seguiré adondequiera que vayas" (Mt 8,19; Lc 9,57)

viernes, 10 de marzo de 2017

LOS SACERDOTES SON...

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"Cuidad de vosotros y de todo el rebaño 
del que el Espíritu Santo os ha constituido como guardianes 
para apacentar la Iglesia de Dios, 
que ha adquirido con su propia sangre...
 se introducirán entre vosotros lobos crueles, 
que no perdonarán al rebaño;
 y que de entre vosotros mismos surgirán hombres 
que enseñarán doctrinas perversas 
con el fin de arrastrar a los discípulos en pos de sí. 
Por lo cual, estad alerta..."
(Hechos 20,28-31)

La Palabra de Dios nos enseña claramente el papel de los sacerdotes como pastores de su Iglesia: deben cuidar de ellos mismos y también de su rebaño; deben guardar, apacentar y estar alerta de los lobos, que se tratarán de introducirse en la comunidad.

Los sacerdotes son: 

Llamados por Dios

Los sacerdotes no son voluntarios ni son contratados: son llamados por Dios. Llamados a un trabajo arduo para toda la vida, lleno de sacrificio y a merced de múltiples demandas y expectativas.

"Pedid al dueño de la mies que mande obreros a su mies" (Mateo 9,38).

"Pero levántate y ponte en pie; que me he aparecido a ti para hacerte ministro y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a mostrar. "(Hechos 26,16).

"Mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: "Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado" (Hechos 13, 2).

Supervisores que vigilan

"Cuidad de vosotros y de todo el rebaño del que el Espíritu Santo os ha constituido como guardianes." (Hechos 20,28). 

La palabra griega utilizada en el libro de los Hechos para "guardianes" es episkopos (Epi = sobre; Skopos = ver. Es el equivalente de "supervisores" (Supra = más, Visión = ver).

"El asalariado, que no es el pastor ni el propietario de las ovejas, viendo venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo ataca y las dispersa, porque es un asalariado y no le importan las ovejas." (Juan 10, 12-13).

Los pastores de la Iglesia son supervisores, no trabajadores asalariados. Deben vigilar, ver más allá y no huir, o mirar para otro lado como si no le importaran sus feligreses. Tienen que salir en su defensa ante los lobos.

Responsables ante Dios 

"Obedeced a vuestros jefes y sedles sumisos, porque ellos cuidan de vuestras vidas, de las cuales deberán dar cuenta, para que lo hagan con alegría y no con lágrimas, lo que no os beneficiaría nada."(Hebreos 13,17).

Este versículo del libro de Hechos es un tanto duro, tanto para los feligreses como para los sacerdotes. A los primeros, les insta a someterse a sus líderes, mientras que advierte a los segundos que rendirán cuenta ante Dios. 

Esta es una de las razones por las que los sacerdotes son llamados a ser supervisores por Dios. Nadie en su sano juicio se ofrecería voluntario para tal rendición de cuentas.

Dejemos que el sacerdote sea consciente de ello y ore diariamente por su rebaño y que busque cumplir la voluntad de Dios. Es su responsabilidad

Servidores generosos

Los sacerdotes guían al pueblo de Dios sirviendo, no siendo servidos ni tampoco actuando como dictadores.

Jesús dijo: "¿quién es más grande, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pues bien, yo estoy en medio de vosotros como el que sirve." (Lucas 22,27).

En el versículo 26 dice: "
Entre vosotros no ha de ser así, sino que el mayor entre vosotros será como el más joven, y el que mande como el que sirve."

"Apacentad el rebaño que Dios os ha confiado y cuidad de él no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por una vil ganancia, sino con generosidad; no como dictadores, sino como modelos para el rebaño."(1 Pedro 5, 2-3).

De la misma manera que la Escritura enseña que una esposa debe someterse a su esposo, pero él mismo debe servirla y "darse por ella" (Efesios 5, 22-29) en lugar de dominarla, nos enseña que los presbíteros son supervisores de la comunidad, y ésta debe someterse a ellos, pero ellos mismos deben servir al pueblo, no como si fueran sus amos.

El esposo o el sacerdote que juega el papel de "jefe" ("¡Dios me puso a cargo!") está pecando seriamente y está maltratando a aquellos a quienes debe servir.

Pablo dijo: "Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor; nosotros somos vuestros siervos por amor de Jesús."(2 Corintios 4, 5). El sacerdote no es enviado a proclamar su filosofía, sus opiniones o sus teorías. Él debe proclamar a Jesús. Es enviado para servir al pueblo del Señor, pero es "por el amor de Jesús". Eso significa que el sacerdote no recibe órdenes del pueblo de Dios sobre cómo servirle sino que recibe órdenes del Señor sobre cómo servir al pueblo de Dios.