¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

viernes, 7 de agosto de 2015

HABÍA UNA VEZ UN BARCO...




Había una vez un barco, un viejo y hermoso barco que llevaba mucho tiempo anclado y amarrado en un resguardado muelle, a pesar de que su armador lo pensó y lo construyó para surcar todos los mares del mundo.

La vida a bordo mostraba distinción: los oficiales vestían uniformes de distintos colores (negros los de más baja graduación, violáceos y rojos otros), a los que algunos habían añadido adornos (capas, armiños, condecoraciones…), las relaciones entre los mandos superiores y los subalternos se regían por un ceremonial cargado de ampulosos ritos y reverencias. 

En realidad, la vida a bordo resultaba fácil y tranquila porque todo cuanto había que hacer u omitir estaba regulado por un reglamento muy preciso que todos observaban escrupulosamente y apenas había movimiento.

Como es lógico, en el barco había también marineros, aunque apenas se les veía en cubierta. Trabajaban en las bodegas y en la sala de máquinas, a pesar de que el cuidado de los motores no era demasiado importante en un navío que no abandona nunca el puerto. 

Las señoras venerables que paseaban por el muelle se decían unas a otras: “Ese barco es mi preferido; es un barco muy fiel, no se mueve nunca de su sitio”.

Un día se jubiló el capitán y, cumpliendo el reglamento de régimen interno, los oficiales de uniforme rojo se reunieron para nombrar un nuevo capitán y eligieron a uno de ellos, que solía pasear por las bodegas y la sala de máquinas. 

Subió con humildad la escalera que conduce al puesto de mando y, de repente, se le oyó decir algo que dejó petrificados a todos: “Levad anclas, a toda máquina ¡rumbo a la mar!”. 

Uno de los oficiales se atrevió a preguntar: “¿Cómo? ¿Hemos entendido bien? ¿Podría repetir…?”. Y el capitán repitió con voz muy clara: “He dicho: ¡rumbo a alta mar!”.

Entre los oficiales se extendió un murmullo que acabó convirtiéndose en clamor: “¡Está completamente loco, el barco se va a hundir!”. 

En cambio, muchos marineros se alegraron, viendo que se acababa la monotonía y que llegaba el momento de trabajar, de ser productivos, de tener un “sitio” en el barco.

Cuando la tierra desapareció de la vista se desencadenó una tempestad, y entonces todos cayeron en la cuenta de que el reglamento vigente en el puerto no servía para alta mar. Algunos gritaban, muertos de miedo: “Volvamos al puerto, que nos hundimos”, "Este barco no es para navegar".

Pero en lugar de volver a puerto, empezó a cambiar el reglamento.

Al fin y al cabo, la pregunta clave es… ¿para qué están hechos los barcos? ¿Cuál es su razón de ser? ¿Navegar en alta mar o permanecer atracado en puerto? ¿Cuál es la misión de un marino? ¿Qué clase de marino tiene miedo a zarpar?


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