¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

martes, 25 de octubre de 2016

ESOS MARAVILLOSOS GRUPOS PEQUEÑOS

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Cuando se trata de formar una comunión cristiana auténtica, el tamaño importa: Cuánto más pequeño, mejor. 

Esto no quiere decir que asistiendo a una eucaristía, o en una adoración eucarística con una multitud no vayamos a formar comunidad, si no que es prácticamente imposible establecer una comunión completa con cada una de las personas que asistan. 

Cuando un grupo supera las 10 personas, la intimidad es difícil de conseguir. Y sin intimidad no se consigue crear comunidad. 

Por desgracia, la creación de grupos pequeños dentro de la parroquia no garantiza que las personas experimenten una verdadera comunidad. Muchas catequesis, grupos de Biblia o de cualquier otra cosa, pueden crear una comunidad a nivel superficial pero no será una comunidad genuina.

Sin embargo, en esos maravillosos grupos pequeños donde existe comunión e intimidad se comparte la vida, se genera un espacio donde las personas viven en una total comunión, centrándose en cuatro elementos esenciales: la autenticidad, la reciprocidad, la simpatía y piedad.

Autenticidad

La comunión auténtica no es superficial, sino genuina, de corazón a corazón, a veces visceral. Sucede cuando las personas honestas comparten lo que son y lo que está sucediendo en sus vidas, cuando comparten sus heridas, revelan sus sentimientos, confiesan sus fracasos, dan a conocer sus dudas, admiten sus temores, reconocen sus debilidades, y piden ayuda y oración.

Por supuesto, ser auténticos requiere coraje y humildad. Significa que nos enfrentamos a nuestro miedo a la exposición pública, al rechazo, y a ser herido de nuevo. 

¿Por qué alguien debe correr ese riesgo? Porque es la única manera de crecer espiritualmente y mantener la salud emocional. 

La Biblia dice: "Confesaos los pecados unos a otros y rezad unos por otros, para que os curéis. La oración fervorosa del justo tiene un gran poder." (Santiago 5, 16). 

Sólo creceremos si asumimos riesgos, y el más difícil de todos los riesgos es ser honestos con nosotros mismos y con los demás.

Reciprocidad

La reciprocidad es el arte de dar y recibir. Está en función de uno al otro. 

La Biblia dice: "Y es que Dios hizo el cuerpo, dando mayor honor a lo menos noble, para evitar divisiones en el cuerpo y para que todos los miembros se preocupen unos de otros. Así, si un miembro sufre, con él sufren todos los miembros; si un miembro recibe una atención especial, todos los miembros se alegran." (1 Corintios 12, 24-26). 


La reciprocidad es el corazón de la comunión. Es la construcción de relaciones de doble dirección, es compartir responsabilidades y ayudar a los demás. 

El apóstol Pablo dijo: "Así nos animaríamos mutuamente unos a otros con la fe."(Romanos 1,12). 

Todos somos más constantes en la fe cuando otros caminan junto a nosotros y nos animan. 

La Biblia nos exhorta más de 50 veces en el Nuevo Testamento a realizar diferentes tareas de "unos a otros": "busquemos la paz y la ayuda mutua." (Romanos 14,19).

Empatía

La empatía no es dar consejos u ofrecer ayuda rápida y cosmética; la empatía se demuestra entrando en el dolor de los demás y compartiendo el propio: "Ayudaos unos a otros a llevar las cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo." (Gálatas 6, 2).

La empatía dice "entiendo lo que te pasa, y lo que sientes no es ni extraño ni raro." 

La cercanía en el sufrimiento es el nivel más profundo de comunión más profunda. Es el lugar donde entramos en el dolor de los demás y somos capaces de llevar las cargas de los otros.

Nos necesitamos unos a otros, sobre todo, en tiempos de crisis profundas, de penas, y de pérdidas. 

Cuando las circunstancias nos aplastan hasta el punto que se tambalea nuestra fe, es cuando tenemos amigos que nos apoyan. En un grupo pequeño, el Cuerpo de Cristo es real y tangible.

Misericordia

La comunión es un lugar de gracia, un espacio donde los errores no se echan en cara sino que se borran. La comunión se produce cuando se antepone la misericordia a la justicia.

Todos necesitamos la misericordia, porque todos tropezamos y caemos, y requerimos ayuda para volver a levantarnos. 


Necesitamos ofrecer misericordia y estar dispuesto a recibir la misericordia de los demás. 

Cuando alguien peca, Dios dice: "que le perdonéis y le animéis no sea que se vea ése hundido en una excesiva tristeza." (2 Corintios 2, 7).

El perdón debe ser inmediato, con independencia de que una persona lo pida o no. No se puede tener comunión sin perdón. Y el mejor lugar para restablecer la confianza es dentro de un pequeño grupo que ofrece estímulo y disculpa.

La verdadera comunión es una parte esencial de la vida cristiana. No puede pasarse por alto. 

La construcción de pequeños grupos o células de fe en torno a la autenticidad, la reciprocidad, la empatía y la misericordia proporcionará un lugar donde sus miembros encontrarán la comunión entre ellos y con Cristo.





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