"No siempre podemos hacer grandes cosas
pero podemos hacer pequeñas cosas con gran amor"
(Santa Teresa de Calcuta)
Con frecuencia vemos en muchos cristianos la dificultad para mantenerse entusiasmados por servir...especialmente a largo plazo. Comienzan excitados (quizás sobre-excitados) y van "como motos" a servir en sus comunidades, pero con el tiempo, caen en la rutina, en la pereza o simplemente "se cansan de servir".
Lo primero que debemos tener en cuenta es que la fe es un maratón y no una carrera de velocidad. El camino es largo y dura toda la vida; no se trata de ir deprisa sino con paso firme y decidido cumpliendo la voluntad de Dios.
Lo segundo es que no debemos confundir la fe con la emoción. La emoción es la agitación del ánimo que se refugia en nuestra mente, mientras que la fe se encuentra en el espíritu, en lo más profundo del ser. Cuando alguien dice: “Siento que tengo fe”, se está expresando incorrectamente porque la fe no se siente, la fe se cree, la fe de tiene. La máxima prioridad de la fe es Dios, en los sentimientos, la única prioridad, es uno mismo.
Lo tercero es ser conscientes de que lo que nos identifica como cristianos es cómo nos amamos y cómo nos reímos.
Un cristiano siempre es una persona alegre, entusiasta y celosa por servir a Dios y a los demás.
Un cristiano siempre es una persona atenta, acogedora y que ama a Dios y a los demás.
Por eso, los cristianos debemos ayudarnos unos a otros a mantener nuestra fe, el celo por la evangelización y el entusiasmo por el servicio.
¿Cómo? Identificando y solucionando cualquier problema que cause o pueda causar desmotivación.
Si el nivel de entusiasmo disminuye demasiado, la gente abandona. Si la alegría desaparece y el celo se disipa, la llama se apaga. Y el servicio se olvida.
Entonces, ¿cómo mantener esa vela encendida? ¿cómo prolongar ese ardor?
Ser ejemplos de servicio
La ley de la gravedad dice que "todo lo que sube, baja". Es una ley física inexorable.
En la fe, también parece estar en vigor esta ley: todo sube y baja. Es el llamado efecto "montaña rusa".
Lo he comprobado en muchas ocasiones: después de un retiro, de una actividad de voluntariado, de una peregrinación o de una misión mariana.
Lo he comprobado en muchas ocasiones: después de un retiro, de una actividad de voluntariado, de una peregrinación o de una misión mariana.
La mayoría se emociona tanto al principio que experimenta un "subidón espiritual" para poco después, caer en un profundo "bajón".
Y es que demasiado a menudo, el nivel de celo de las personas es un reflejo de su nivel de emoción. Su camino de fe está íntimamente ligado a su estado emocional y depende sólo de sus sentimientos.
Y es que demasiado a menudo, el nivel de celo de las personas es un reflejo de su nivel de emoción. Su camino de fe está íntimamente ligado a su estado emocional y depende sólo de sus sentimientos.
Por ello, es necesario que los líderes o los cristianos más comprometidos sean termostatos en lugar de termómetros. La diferencia estriba en que un termómetro sólo mide la temperatura mientras que un termostato establece la temperatura.
Es preciso que nos aseguremos de establecer los medios a nuestro alcance para producir y mantener un entusiasmado continuado por el servicio, en lugar de para cuantificarlo o medirlo.
Para que los demás absorban y hagan suyo nuestro nivel de entusiasmo, debemos demostrarlo a través de nuestras palabras, de nuestros actos, de nuestras prioridades, de qué comunicamos y cómo inter-actuamos. En definitiva, del ejemplo que seamos para ellos.
Interesarse por ellos
El mejor termostato en la fe es mostrar entusiasmo por ellos, decirles cuánto les valoramos, ayudarles a ver lo valioso que es lo que están haciendo.
Cuando las personas se sientan valoradas en el servicio, se mantendrán entusiasmados por servir. Cuando no se sientan reconocidas, la moral comenzará a declinar. Es importante que escuchen palabras como "gracias", "bien hecho", "enhorabuena", etc.
Quien sirve, lo hace voluntariamente y por amor. Por tanto, debe sentirse útil, necesario y alentado. Un servidor debe siempre estar motivado por otro.
También es muy importante hacerles participes de las cosas, mantenerlos informados, prepararlos y equiparlos...
Divertirse
Una de las mejores maneras de mantener el nivel de celo alto es divertirse al servir. La alegría levanta el espíritu de equipo y crea una atmósfera donde todos desean servir.
Y ¿cómo hacerlo? Creando diversión cada vez que nos reunamos. Puede ser algo tan simple como realizar dinámicas que entusiasmen a todos: charlas, excursiones, vídeos o películas, comer juntos en una barbacoa, etc. Incluso preguntarles lo que les gusta hacer, y hacerlo.
Mostrar los beneficios de servir
Una de las mejores cosas que se puede hacer para mantener a la gente motivada y encantada es mostrarles el impacto y los resultados de lo que están haciendo.
Invitarlos a ver cómo Dios actúa a través de ellos, cómo Dios se sirve de ellos como herramientas para su plan Universal, que son parte de "algo muy grande", que trasciende y va más a ya de un simple trabajo.
Hacerles ver el amor tan grande que se recibe cuando se sirve a otros y la gran verdad evangélica que asegura que "hay más felicidad en dar que la que hay en recibir".
Comprobar que aunque se dan a otros, también reciben, y mucho. Reciben de ellos y de Dios.
Para la reflexión:
-¿Cuál es mi nivel actual de celo por el servicio? ¿alto? ¿bajo? ¿indiferente?
-¿Estoy sirviendo con el ejemplo?
-¿Necesito reavivar mi pasión ante la llamada de Dios en mi vida?
-¿Necesito reavivar mi pasión ante la llamada de Dios en mi vida?
-¿Mis hermanos saben que estoy entusiasmado con ellos?
-¿Cómo les demuestro que les valoro?
-¿Cómo les demuestro que les valoro?
-¿Es mi servicio un espacio donde hay alegría y diversión? o ¿sirvo con "cara de acelga" ?
-¿Cómo elevo el "factor de diversión"?
-¿Cómo elevo el "factor de diversión"?
-¿Cómo puedo mostrarles que Dios les da un lugar en su Plan de salvación?
-¿Les he dicho alguna vez que los quiero?
-¿Les he dicho alguna vez que los quiero?
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