¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 19 de abril de 2020

LA FE, AFECTADA Y MALENTENDIDA

Aprende cómo hacer ORACIÓN A JESÚS PARA EL TRABAJO de mi hijo
"Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, 
viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. 
Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa 
el que escucha la palabra 
y la acepta enseguida con alegría; 
pero no tiene raíces, es inconstante, 
y en cuanto viene una dificultad 
o persecución por la palabra, 
enseguida sucumbe. 
Lo sembrado entre abrojos significa 
el que escucha la palabra; 
pero los afanes de la vida 
y la seducción de las riquezas 
ahogan la palabra y se queda estéril. 
Lo sembrado en tierra buena significa 
el que escucha la palabra y la entiende; 
ese da fruto
y produce ciento o sesenta o treinta por uno."
(Mateo 13, 20-23)

En el capítulo 13 del Evangelio de Mateo, el apóstol desarrolla la parábola del sembrador y nos da la explicación de por qué Jesús nos habla muchas veces a través de ellas: "porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender...porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure" (Mateo 13,13).

"Miramos sin ver y oímos sin entender". Cristo nos vuelve a "regañar" (como a los dos de Emaús, a quienes llamó "necios" y "torpes") llamándonos "ciegos y sordos", porque no queremos entender. "Porque está embotado nuestro corazón". Porque no tenemos amor y humildad para convertirnos y dejar que Cristo nos sane.

Jesús, en toda su Palabra, desde el Génesis al Apocalipsis, nos está hablando a nosotros, su Iglesia. Nos invita a no tratar de interpretar la fe según nuestro criterio, a perseverar, a no mezclarla con las ideas "mundanas" ni a acomodarla nosotros. Nos avisa de los peligros tanto externos como internos y continuamente nos exhorta a la conversión y a la perseverancia. ¿Cómo? ¡Escuchando y entendiendo!

Sin embargo, parece que no escuchamos ni entendemos (o no queremos). Una y otra vez tratamos de actualizar la fe a nuestros tiempos, acomodarla a nuestras circunstancias y adaptarla a nuestros deseos. Prueba de ello, es una peligrosa tentación interna de la Iglesia de Occidente a la que podríamos denominar como la "fe del afecto"

Fe emotiva vs. Fe racional | UniversalEsta "fe afectada", mueve a algunos católicos a la exaltación de sentimientos intensos que derivan en una infantilización de la doctrina apostólica y de relevancia limitada para sus vidas.

El sen
timentalismo que, por desgracia, afecta a gran parte de la Iglesia tiene que ver con la disminución de la rigurosidad y de la claridad de la fe cristianaEl Dios plenamente revelado en Cristo es misericordioso, pero también es justo y claro en sus expectativas de nosotros porque nos toma en serio y con rigor. 

Muchos católicos han cedido a la cultura a la que el mundo occidental nos invita: a ser susceptibles a la emotividad, al sentimentalismo y a la corrección política. Eso es especialmente cierto cuando éstas conducen a transformar el cuerpo místico de Cristo en una ONG mundana sin trascendencia.

El significado de la fe cristiana ha derivado principalmente en esta afectación de la fe en términos de "quiero sentir lo que Dios hace por mí, por mi bienestar y por mis preocupaciones". Es la "fe del yo" que subordina la Verdad a sus estados emocionales, instrumentaliza a Dios y le quiere poner a su disposición.

Esta "fe afectada" trata de sumar esfuerzos que conduzcan a la degradación y distorsión de la fe verdadera de Dios. Por ejemplo: la búsqueda de un sacerdote o de una Iglesia que les "haga sentir bien" y a gusto o el cumplimiento de un servicio personalizado, sin demasiados compromisos, sin excesivas incomodidades. 

En definitiva, una fe que no discierne, que no distingue el bien y el mal, que no persevera...

Uno de los síntomas más comunes es el uso generalizado de un lenguaje alternativo con el que se pretende negar el pecado y reemplazar las palabras utilizadas por Cristo y sus apóstoles, por otras más "mundanas". Por ejemplo: se utiliza el ‘dolor’ o el ‘error’ para evitar decir ‘pecado’.

Otro síntoma es el juicio sumatorio a quienes defienden la doctrina verdadera y a quienes se tilda de "rigurosos", con el que se la pretende "descafeinar" toda la radicalidad que nos enseñó nuestro Señor, desoyendo la invitación de Jesús a transformar nuestras vidas, abrazando la integridad de la verdad, para colocarse en una cómoda tibieza de "cada uno tiene su propia verdad".

Otro es la omisión de la corrección fraterna, que no debe ser expresada ni siquiera en privado, con el objetivo de no herir los sentimientos de alguien, murmurando "¿quien soy yo para juzgar?", animando "a hacer lo que sientas que es mejor" y desoyendo la indicación de Jesús: "Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano" (Mateo 18,15).
Անառակաբարո գործողություններ ...
Otro es la negación del castigo divino con el que pretenden diseñar un nuevo Dios "blando" y "permisivo", invitando a "ser fiel a uno mismo" y obviar la Palabra de Dios cuando nos muestra la expulsión de Adán y Eva del paraíso, el diluvio universal, la destrucción de Sodoma y Gomorra o la de Satanás en el fuego eterno.

Otro es la negación del infierno para aquellos que mueren sin arrepentirse, animando a no tener miedo porque la misericordia de Dios les garantiza el cielo, hagan lo que hagan, pase lo que pase. No escuchan los gran cantidad de pasajes en los que Jesús habla de los que no heredarán el Reino de los Cielos (1 Corintios 6,9; Mateo 5,28-29; Mateo 7,13-14; Mateo 7,20-23; Mateo 13,41-42; Mateo 24,36-44; Mateo 25,10-13; Marcos 16,15-16; Lucas 21,34- 36; Juan 8,21-24; Apocalipsis 22,12-16).

La solución a est
e problema no pasa por rebajar la importancia de las emociones, afectos o sentimientos, puesto que corresponden a nuestra naturaleza humana, sino de integrarlos en una vivencia auténtica y coherente de la fe cristiana y la razón humana, según la voluntad de Dios, no de la nuestra.

La fe no es algo que dependa de los sentimientos 
sino una actitud responsable y razonada.

La fe no es una opinión personal subjetiva 
sino que nace de la acción de Dios en nosotros.

La fe no es una costumbre o tradición 
sino una decisión personal de cada uno.

La fe no es una receta moral 
sino amor a Dios y compromiso.

La fe no es un “tranquilizante” para los momentos difíciles 
sino un estímulo para vivirlos con coherencia.

sábado, 16 de septiembre de 2017

FE EN ACCIÓN: MANTENER CELO POR EL SERVICIO

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"No siempre podemos hacer grandes cosas 
pero podemos hacer pequeñas cosas con gran amor"
(Santa Teresa de Calcuta)

Con frecuencia vemos en muchos cristianos la dificultad para mantenerse entusiasmados por servir...especialmente a largo plazo. Comienzan excitados (quizás sobre-excitados) y van "como motos" a servir en sus comunidades, pero con el tiempo, caen en la rutina, en la pereza o simplemente "se cansan de servir".

Lo primero que debemos tener en cuenta es que la fe es un maratón y no una carrera de velocidad. El camino es largo y dura toda la vida; no se trata de ir deprisa sino con paso firme y decidido cumpliendo la voluntad de Dios.

Imagen relacionadaLo segundo es que no debemos confundir la fe con la emociónLa emoción es la agitación del ánimo que se refugia en nuestra mente, mientras que la fe se encuentra en el espíritu, en lo más profundo del ser. Cuando alguien dice: “Siento que tengo fe”, se está expresando incorrectamente porque la fe no se siente, la fe se cree, la fe de tiene. La máxima prioridad de la fe es Dios, en los sentimientos, la única prioridad, es uno mismo. 

Lo tercero es ser conscientes de que lo que nos identifica como cristianos es cómo nos amamos y cómo nos reímos

Un cristiano siempre es una persona alegre, entusiasta y celosa por servir a Dios y a los demás. 

Un cristiano siempre es una persona atenta, acogedora y que ama a Dios y a los demás.


Por eso, los cristianos debemos ayudarnos unos a otros a mantener nuestra fe, el celo por la evangelización y el entusiasmo por el servicio. 

¿Cómo? Identificando y solucionando cualquier problema que cause o pueda causar desmotivación. 

Si el nivel de entusiasmo disminuye demasiado, la gente abandona. Si la alegría desaparece y el celo se disipa, la llama se apaga. Y el servicio se olvida.

Entonces, ¿cómo mantener esa vela encendida? ¿cómo prolongar ese ardor?

Ser ejemplos de servicio


La ley de la gravedad dice que "todo lo que sube, baja".  Es una ley física inexorable

Resultado de imagen de fe de montaña rusaEn la fe, también parece estar en vigor esta ley: todo sube y baja. Es el llamado efecto "montaña rusa". 

Lo he comprobado en muchas ocasiones: después de un retiro, de una actividad de voluntariado, de una peregrinación o de una misión mariana. 

La mayoría se emociona tanto al principio que experimenta un "subidón espiritual" para poco después, caer en un profundo "bajón". 

Y es que demasiado a menudo, el nivel de celo de las personas es un reflejo de su nivel de emoción. Su camino de fe está íntimamente ligado a su estado emocional y depende sólo de sus sentimientos.

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Por ello, es necesario que los líderes o los cristianos más comprometidos sean termostatos en lugar de termómetros. La diferencia estriba en que un termómetro sólo mide la temperatura mientras que un termostato establece la temperatura

Es preciso que nos aseguremos de establecer los medios a nuestro alcance para producir y mantener un entusiasmado continuado por el servicio, en lugar de para cuantificarlo o medirlo. 

Para que los demás absorban y hagan suyo nuestro nivel de entusiasmo, debemos demostrarlo a través de nuestras palabras, de nuestros actos, de nuestras prioridades, de qué  comunicamos y cómo inter-actuamos. En definitiva, del ejemplo que seamos para ellos.

Interesarse por ellos


El mejor termostato en la fe es mostrar entusiasmo por ellos, decirles cuánto les valoramos, ayudarles a ver lo valioso que es lo que están haciendo. 
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Cuando las personas se sientan valoradas en el servicio, se mantendrán entusiasmados por servir. Cuando no se sientan reconocidas, la moral comenzará a declinar. Es importante que escuchen palabras como "gracias", "bien hecho", "enhorabuena", etc.

Quien sirve, lo hace voluntariamente y por amor. Por tanto, debe sentirse útil, necesario y alentado. Un servidor debe siempre estar motivado por otro. 

También es muy importante hacerles participes de las cosas, mantenerlos informados, prepararlos y equiparlos...


Divertirse

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Una de las mejores maneras de mantener el nivel de celo alto es divertirse al servir. La alegría levanta el espíritu de equipo y crea una atmósfera donde todos desean servir

Y ¿cómo hacerlo? Creando diversión cada vez que nos reunamos. Puede ser algo tan simple como realizar dinámicas que entusiasmen a todos: charlas, excursiones, vídeos o películas, comer juntos en una barbacoa, etc. Incluso preguntarles lo que les gusta hacer, y hacerlo.


Mostrar los beneficios de servir


Una de las mejores cosas que se puede hacer para mantener a la gente motivada y encantada es mostrarles el impacto y los resultados de lo que están haciendo. 
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Invitarlos a ver cómo Dios actúa a través de ellos, cómo Dios se sirve de ellos como herramientas para su plan Universal, que son parte de "algo muy grande", que trasciende y va más a ya de un simple trabajo.

Hacerles ver el amor tan grande que se recibe cuando se sirve a otros y la gran verdad evangélica que asegura que "hay más felicidad en dar que la que hay en recibir". 

Comprobar que aunque se dan a otros, también reciben, y mucho. Reciben de ellos y de Dios.




Para la reflexión:

-¿Cuál es mi nivel actual de celo por el servicio? ¿alto? ¿bajo? ¿indiferente?
-¿Estoy sirviendo con el ejemplo? 
-¿Necesito reavivar mi pasión ante la llamada de Dios en mi vida?
-¿Mis hermanos saben que estoy entusiasmado con ellos? 
-¿Cómo les demuestro que les valoro?
-¿Es mi servicio un espacio donde hay alegría y diversión? o ¿sirvo con "cara de acelga" ?
-¿Cómo elevo el "factor de diversión"?
-¿Cómo puedo mostrarles que Dios les da un lugar en su Plan de salvación?
-¿Les he dicho alguna vez que los quiero?