"Id, pues, y haced discípulos míos en todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo".
(Mateo 28, 19-20; Marcos 16, 15)
Porque el mundo necesita ser evangelizado, porque necesita encontrar amor, esperanza y propósito, porque necesita volver la mirada a Dios, Cristo nos exhorta a "ir", "predicar" y "hacer discípulos", es decir, nos invita a evangelizar.
Y para evangelizar, nosotros los cristianos, necesitamos saber evangelizar, aprender a expresar nuestra fe en público, a nuestra familia, a nuestros amigos, a nuestros compañeros, e incluso a nuestros enemigos.
Aprender a evangelizar implica adoptar la actitud, la disposición, el talante, el comportamiento y la conducta correctas que, en sí mismas, ya son evangelizar.
Necesitamos educarnos en la humildad y en la sencillez, para ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo y no sentirnos superiores a los demás, ni mejores que los demás...porque no lo somos.
Necesitamos aprender a "regalar" nuestro mensaje, que no "venderlo", con palabras y con obras...porque no se trata de convencer sino de amar.
Necesitamos aprender a compartir y mostrar cómo Dios actúa en nuestra vida, a veces, sin darnos cuenta y, otras, con total claridad...porque eso no puede ser rebatido.
Necesitamos aprender y practicar la experiencia de compartir nuestra fe, de tal forma, que no invada a los demás ni coarte su libertad...porque ese es el ejemplo que nos dio Cristo.
Necesitamos a contar a otros como Dios nos ofrece un regalo que depende exclusivamente de nosotros, aceptarlo o rechazarlo...porque Dios no se impone a nuestra voluntad.
Necesitamos aprender a establecer una escucha activa, una atención sincera y verdadera en lo que las personas quieren decirnos, en lo que quieren expresarnos, para comprender en qué parte del camino se encuentran...porque así podremos acompañarlos.
Necesitamos aprender a hacer las preguntas correctas con calma y sin alterarnos...porque aunque tengamos la Verdad y la razón, no debemos imponerlas ni hacer ver que están equivocados.
Necesitamos aprender a abandonarnos en Dios y a confiar en que Él, con su Gracia, actúa en nuestras debilidades y carencias, no en nuestras habilidades...porque Dios es quien cambia los corazones.
Necesitamos aprender a ser amables, caritativos y cariñosos para buscar el bien de los demás, no el nuestro...porque no se trata de destruir sino de construir, no se tarta de ganar sino ejercitar el "arte de ser derrotados".
Necesitamos aprender a preocuparnos por los demás, no por propia satisfacción, sino por amor sincero a nuestros hermanos, a mostrar interés por sus dificultades, por sus problemas, por sus dudas, por sus heridas...porque Jesús nos enseñó a a ponernos en lugar de los demás y a ser amigos de nuestros enemigos.
Necesitamos aprender a cultivar la paciencia y la perseverancia porque nuestros tiempos no son siempre los tiempos de Dios, quien respeta nuestra libertad y sabe el momento preciso para actuar...porque nosotros, plantamos y Dios cosecha.
Necesitamos aprender a no elevarnos demasiado ni hablar con un lenguaje clerical o dogmático, de forma que los demás no puedan alcanzarnos...porque Jesús predicaba con palabras sencillas y comprensibles para todos los que le escuchaban.
Necesitamos aprender a mostrarnos al mundo como "otros Cristos", enamorados de Él y amados por Él y quien nos impulsa a dar ese amor recibido a otros...porque lo que no se da, se pierde.
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