¿Final? No, el viaje no concluye aquí.
La muerte es solo otro sendero,
que recorreremos todos.
El velo gris de este mundo se levanta
y todo se convierte en plateado cristal.
Es entonces, cuando se ve...La blanca orilla.
Y mas allá, la inmensa campiña verde,
tendida ante un fugaz amanecer.
(El Retorno del Rey)
Las estrellas se nublan. Algo se inquieta en el este. Una insomne malicia. El ojo del enemigo avanza. Es la calma que precede a la tempestad.
El Enemigo ha fijado su mirada en España. Su encendidos ojos rojos lanzan fuego sobre la descendencia de la Mujer. Quiere devorar al Heredero...destruir su linaje.
Una Cruz a lo lejos. Un Cruz blanca, en un gran patio de piedra. Cae demolida...
Hasta el mismísimo calor de la sangre arrebata. El Valle está cerrado. Los que murieron lo construyeron, y los Santos lo guardan. El Valle está cerrado.
Una ciudad en llamas. Un país dividido y arrasado por el odio...
Percibimos un esbozo del plan enemigo. Satanás avanza para atacar la ciudad blanca.
Su derrota tiempo atrás, ha demostrado a nuestro enemigo una cosa, sabe que el heredero del Reino se ha dado a conocer, que los hombres no son tan débiles, que su coraje podría seguir intacto.
Una fuerza tal vez suficiente para retarle. Satanás teme esto. No se arriesgará ante los pueblos de la Tierra de María, unidos bajo una misma fe, bajo un mismo espíritu.
Urdirá división y tumulto. Reducirá la ciudad a escombros, antes de ver a un rey recuperar el trono de los hombres. Si las almenaras de la Ciudadela se encienden, que el país se prepare para la guerra.
Dime. ¿Por qué rendir pleitesía a un Heredero destronado y olvidado? ¿Por qué cabalgar en ayuda de aquellos que no nos la prestaron? ¿Qué debemos a la Ciudadela?
Dime. ¿Por qué rendir pleitesía a un Heredero destronado y olvidado? ¿Por qué cabalgar en ayuda de aquellos que no nos la prestaron? ¿Qué debemos a la Ciudadela?
El futuro se está agotando. Pero aún es nuestro. Nada es seguro, salvo nuestra fe. La tibieza y cobardía de muchos, antaño fieles, les impiden tomar partido y elegir bando. Pero no les ha sido otorgado la autoridad de negar el retorno del Rey. Los caballos se inquietan y los hombres callan. Les trastorna la Sombra de la Montaña.
El Enemigo está listo, con todo su poder reunido. No sólo con soldados de oriente, sino con hombres del oeste, también. Legiones de guerreros del sur. Mercenarios de la costa. Todos acudirán a la llamada del Mal. Será el fin del país que conocemos. Aquí el mazazo será mas contundente.
Si toman el Valle, si la guarnición de San Benito cae, la última defensa de esta ciudad habrá caído. ¿Quien defenderá nuestros valores si las trincheras del frente caen? ¿Quién resistirá la furia, si los bastiones de vanguardia sucumben?
El Enemigo está por revelar aún a su más letal siervo. El que acaudilla los ejércitos del Mal en la guerra. Aquél de quien se dice que ningún hombre vivo puede resistir sus tentaciones.
Tú ya le conoces, hirió a la Mujer en el calcañal. El Señor de los demonios. El averno es su guarida. La ciudad muerta. Repugnante paraje repleto de maldad.
Y al fin llegó la hora. La gran batalla de nuestro tiempo. La situación ha emprendido una marcha imparable. El tablero está listo, las piezas se mueven...
Ha roto nuestras defensas, han tomado el puente y la ribera oeste. Batallones de enemigos cruzan el Valle. Enviad a todas las legiones. No detengáis el ataque hasta que la Basílica haya sido tomada. ¡Aniquiladlos!
Y al fin llegó la hora. La gran batalla de nuestro tiempo. La situación ha emprendido una marcha imparable. El tablero está listo, las piezas se mueven...
Ha roto nuestras defensas, han tomado el puente y la ribera oeste. Batallones de enemigos cruzan el Valle. Enviad a todas las legiones. No detengáis el ataque hasta que la Basílica haya sido tomada. ¡Aniquiladlos!
Recorred aprisa la Marca, alistad a todo hombre capaz en el sagrario. Los hombres han encontrado a su Señor. Le seguiremos a la batalla, hasta nuestro último aliento, incluso a la muerte. Nos ha traído esperanza. Nosotros iremos.
Llegada es la hora, Jinetes de Dios, os ata un juramento, dadle ahora cumplimiento. ¡Por el rey y la tierra!
De las cenizas despertará el fuego. La luz brotará de la sombra. Forjada será de nuevo la espada de sus pedazos. El destronado retornará para ser rey.
¡Abrid paso al Rey! ¡Abrid paso! Doy esperanza a los Hombres. No guardo ninguna para mí. ¡No temo a la muerte!
¡Aprisa, a las murallas! ¡Defended la muralla! ¡Retomad posiciones! Sois soldados de Dios. No importa lo que atraviese esa puerta. Permaneced en el puesto. Contenedlos, ¡no cedáis al miedo! ¡Manteneos firmes! ¡Luchad!
¡Avanzad, sin temor a la oscuridad, luchad, luchad jinetes de María. Caerán las lanzas, se quebrarán los escudos, aún restará la espada, rojo será el día hasta el nacer del sol! ¡Cabalgad, hasta la desolación y el fin del mundo!
Veo en vuestros ojos el mismo miedo que encogería mi propio corazón.
Pudiera llegar el día en que el valor de los hombre decayera, en que olvidáramos a nuestros compañeros y se rompieran los lazos de nuestra comunidad, pero hoy no es ese día.
En que una hora de lobos y escudos rotos rubricarán la consumación de la edad de los Hombres, pero hoy no es ese día...
¡En este día lucharemos! Por todo aquello que vuestro corazón ama de esta buena tierra, os llamo a luchar, ¡Hombres del Oeste!
Esta noche recordamos a aquellos que dieron su sangre por defender esta bendita tierra de María. ¡Salve a los victoriosos caídos!
¡El que tenga oídos que oiga!
Fragmentos del libro "El Retorno de Rey", El Señor de los Anillos. J. R. R Tolkien
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