¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

miércoles, 30 de octubre de 2019

SE TRATA DE "SER" MÁS QUE DE "HACER"

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"Ésta es vuestra vocación, 
pues también Cristo os dejó ejemplo 
para que sigáis sus pasos."
(2 Pedro 2, 21)

veces, confundimos términos que no significan lo mismo. Muchos católicos, con una mentalidad erróneamente formada o mal entendida, equivocan su vocación de apostolado. Creen estar evangelizando, cuando en realidad, se limitan a "hacer algo", a realizar una simple actividad humana.

Apostolado no es lo mismo que voluntariado:

El voluntariado realiza el bien a nivel humano: parte del hombre y llega al hombre. Es un acto que beneficia a quien lo realiza, tranquilizando y contentando su conciencia, y a quien lo recibe, consiguiendo un bienestar o aliviando alguna necesidad específica. Pero eso no es apostolado.

El apostolado realiza el bien a nivel divino: parte del hombre, llega a Dios y vuelve a los hombres. Es un acto de amor que sale del corazón del hombre y se dirige a Dios, que se encarna en las necesidades de los hombres, para luego volver al corazón del hombre a través del Espíritu Santo, que da testimonio sobre Cristo y produce el encuentro con Él.


El apostolado está basado en la acción del Espíritu Santo para que los hombres reciban y conozcan a Jesucristo, y, a través suyo, conozcan el amor del Padre. No se trata de que nos conozcan a nosotros ni de lo buenos cristianos que somos, sino de mostrar a Cristo.

Evangelización no es lo mismo que catequesis:

La catequesis es esperar dentro, para establecer métodos, hacer apologética, hablar o soltar discursos espirituales, para hacer adeptos o llenar parroquias. Es pensar que el fruto depende de nosotros.

La evangelización es salir fuera, para convertirse en instrumento y cauce para que la obra de Jesucristo suceda en las personas a través de su Espíritu Santo. Es dejar al Espíritu Santo hacer su obra. 

"Ser" mas que "hacer"

La evangelización no se hace, nace. Nace de Dios y por reflejo, también debe salir de los cristianos. Por eso, es tan importante la forma de "ser" de un evangelizador... que consiste, exclusivamente, en actuar según la forma de ser de Dios. Esto significa que si somos apóstoles y seguidores de Cristo, tenemos que configurarnos en Cristo

No bastan palabras. No bastan programas pastorales superficiales para cumplir el expediente. No bastan iniciativas pías para hacer niños buenos. No bastan metodologías voluntariosas que conducen al pelagianismo. No bastan retiros espirituales por doquier que no están fundamentados en la oración...porque todo eso es ¡Activismo vacuo!

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Jesús predicaba con gestos, actos y palabras. Escuchaba a la gente que se le acercaba. Siempre que emprendía una misión oraba. Llamó a hombres humildes y los convirtió en discípulos, enseñándolos y formándolos.  Y sólo después, nombró apóstoles. Cristo es nuestro modelo perfecto de evangelizador. 

Muchos creen que evangelizan, aunque todavía no son discípulos. No se puede ser apóstol sin ser primero discípuloNo bastan actividades "evangelizadoras" sin la formación suficiente que nos interpele a hacernos las preguntas correctas: ¿qué estoy haciendo? ¿qué espero que Dios haga? Y una vez que Dios haga lo que tiene que hacer, ¿qué debo hacer?

Cuando el Espíritu Santo realiza su obra y convierte corazones, no podemos conformarnos con llenar las parroquias de gente o de grupos. Si nos quedamos en esto, si no disponemos de un plan de acompañamiento, de formación, de discipulado, estaremos llenando de "okupas" la Casa de Dios , como los define P. James Mallon, en su libro "Divina Renovación".

Muchos quieren hacer cosas, pero no iniciar procesos. Muchos quieren "evangelizar" pero no comprometerse. Eso es un activismo estéril y precipitado, donde cobra más importancia el "hacer" que el "ser".

Esta "pseudo-evangelización" no parte de una comunidad cristiana, porque no tiene a Cristo como centro ni al Espíritu Santo como el protagonista, ni está sustentada por la oración, sino que son individuos que se juntan para "hacer evangelización". Ciegos y, a veces, hipócritas, se creen capaces de guiar a otros sin ver, sin conocersin haber dejado a Cristo entrar y reinar en sus corazones. 

Por eso caemos en errores de bulto como pretender convertir a la gente convenciéndola de venir a lo nuestro, se habla más que se escucha, se hace más que se es, se practica las condescendencia más que la humildad y el sentimentalismo más que la caridad... y nada de eso atrae. Al menos, no de una manera auténtica y duradera.

Expectativas

No hay nada de malo en llevar a la gente a la iglesia tras la experiencia de un encuentro con Jesucristo por medio del Espíritu Santo... pero hay algo más que nos dejamos en el camino: una propuesta explícita de adhesión y compromiso a Jesucristo. Y, finalmente, el discipulado.

De un evangelizado no se espera que se convierta en un místico... sino que, al ver su vida desde los ojos de Dios, se reconozca pecador, se arrepienta, se abra a la acción del Espíritu Santo y se entregue libremente a Jesucristo.
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Y de un evangelizador sólo se espera que anuncielo demás depende de la acción de Dios y de la libertad de la persona... pero cuántas veces caemos en un lenguaje y una actitud de corazón condescendiente que trata de convertir en vez de anunciar. 

Y es que caemos continuamente en el error de hacer discursos del "yo", en lugar de ser medios del obrar de Dios. Y el discurso no convierte, por más que sea acertado y verdadero. Convierte Jesucristo por medio del Espíritu Santo.

Eso no lleva a ningún lugar. Porque no es evangelización sino proselitismo. Cualquier padre engendra hijos para cuidarlos y enseñarlos, no para abandonarlos en la calle recién nacidos.

Por eso, tenemos que elaborar un plan de contingencia para comenzar a evangelizar, no desde el "hacer" de un estéril activismo, sino desde el "ser "de una auténtica comunidad cristiana.  

Pongamos un ejemplo: los retiros de conversión (Emaús, Effetá, Amor Conyugal, etc.).

-Se trata de pensar más en el proceso que en la acción puntual, en el post-retiro que en el propio retiro, en cómo adherir a los evangelizados a la comunidad cristiana que en cómo hemos disfrutado el fin de semana.

-Se trata de no querer tomar atajos, ni calmar conciencias, ni caer en la auto-satisfacción o la auto-referencialidad con formulaciones tipo “yo he servido en tantos retiros...”, en lugar de “Aquí estoy, Señor , para hacer tu voluntad”.
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-Se trata de vivir la fe como hacían las comunidades cristianas del siglo I que nos narra Lucas en los Hechos de los Apóstoles... y seguir escribiéndolo. Más que hacer, ser; más que discursos, hechos… de los apóstoles del siglo XXI.

-Se trata de contagiar con el ejemplo. El amor es mucho más sutil y atractivo que ir a un “alejado” a soltarle un "ladrillo" para que venga a nuestro terreno. Esto último, sencillamente, no evangeliza. ¡Espanta!

Cuando "hacemos" más que "somos", cuando "decimos" más que "servimos", la personas perciben ideología y palabrería en lugar de autenticidad y sinceridad, y ningún método, por bueno que sea, resulta fructífero.

La evangelización es una disposición de la voluntad donde debemos preguntarnos, no tanto si somos capaces de hacer cosas como de si estamos dispuestos a ser auténticos apóstoles de Cristo.

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