¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

martes, 21 de abril de 2020

UN RESETEO PARA ACTUALIZARNOS

Javier Andres Muñoz | Santidad Extrema… | Página 6
"Desde los tiempos de vuestros antepasados 
os habéis rebelado contra mis mandatos y no los cumplís. 
Volveos a mí y yo me volveré a vosotros, 
dice el Señor del universo."
(Mal 3,7)

Hoy se cumplen cuarenta de confinamiento. Los mismos que duró el diluvio (Gn 7,12), los mismos que estuvo Moisés en el monte Sinaí antes de recibir las Tablas de la Ley (Ex 24,18; Dt 9, 9-11), los mismos que pasaron desde el nacimiento de Jesús hasta su presentación en el Templo (Lc 2, 22), los mismos que estuvo en el desierto (Mt 4, 2), los mismos que estuvo apareciéndose a sus discípulos desde su Resurrección hasta su Ascensión (Hch 1,3). 

"Cuarenta", un número que aparece a menudo en la Escrituras y que simboliza un tiempo de "preparación" y de "prueba", de "dificultad" y de "juicio", pero también de "cambio" y de "renovación".

Aún retumban en mis oídos las palabras del sacerdote el miércoles de Ceniza: "Convertíos y creed en el Evangelio" o las del Domingo de Resurrección: "Era verdad, Jesucristo ha resucitado".

Han sido cuarenta días de preparación y prueba: durante la Cuaresma, hemos ayunado, hemos penitencia y hemos rezado, para cuestionarnos nuestras vidas.

De dificultad y juicio: durante la Pasión, hemos agonizado en nuestro jardín, hemos sido flagelados, "coronados" de espinas, crucificados, para morir a nuestro "hombre viejo".

De conversión y renovación: durante la Resurrección y Pascua, hemos resucitado y transformado nuestros corazones, para vivir a un "hombre nuevo".


Nuestro "equipo" nos advertía constantemente de la necesidad de un reiniciado completo, aunque sin formateado de disco. Pero nosotros no queríamos o temíamos hacerlo por falta de espacio. 

Nuestro "procesador" nos notificaba un "refresco", aunque sin un "borrado" completo. Pero nosotros lo evitábamos o lo aplazábamos por falta de tiempo.

Por ello, Dios ha 
"reiniciado" nuestro disco duro", deteniendo el mundo, el tiempo y el espacio, para acortar la distancia entre nuestro pecado y su gracia; para que que pasemos de nuestra autosuficiencia a Su dependencia.

Dios ha "reseteado" nuestro "sistema operativo", frenando la prisa y silenciando el ruido de la tierra, para que resucitemos del sepulcro a la vida; para que pasemos del "confinamiento" al "confinamiento".

Dios ha "actualizado" nuestros "programas de trabajo", ofreciéndonos una inmunidad al mal, un "antivirus" contra el "malware", para que volvamos a ser como en el inicio, para que volvamos al "Amor primero".

Mientras se restablece el programa de fábrica, el cielo observa a la espera de nuestro "re-inicio".

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