¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

lunes, 13 de abril de 2020

¿POR QUÉ BUSCAMOS ENTRE LOS MUERTOS?

"¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? "
(Lucas 24, 5; Mateo 28, 5-6)

Los relatos evangélicos sobre la Resurrección de Jesucristo no sólo son el fundamento de nuestra fe y el motivo de nuestra alegría, sino que, además, encierran muchas enseñanzas para nosotros hoy, los cristianos del siglo XXI.

Los Evangelios nos relatan la escena y cómo en la madrugada del primer día de la semana, las mujeres fueron al sepulcro para terminar una labor inacabada el día anterior, el "Sabbath". 

Buscaban a Jesús para terminar de perfumarle y embalsamarle, olvidando por completo las palabras del Maestro poco tiempo atrás, en Galilea, donde les anunció su resurrección al tercer día. Y se sorprendieron y se desconcertaron al encontrar removida la piedra del sepulcro y éste vacío.

Tuvo que ser el ángel del Señor quien les recordara aquellas palabras de Jesús, y quien les increpara por el hecho de buscarle en el sepulcro: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¿No recordáis que os dijo que al tercer día resucitaría?" (Lucas 24,5).

Entonces, María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago, lo recuerdan, y van a contárselo a los Once, que las toman por locas. Sin embargo, Pedro y Juan, corren al sepulcro y, aunque no le ven, creen.

Aquel mismo día, lo mismo que les ocurrió a las mujeres, les ocurrió a los dos de Emaús. Ellos regresaban a su casa desilusionados. Allí, tuvo que ser el propio Jesucristo, quien les increpara: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?" (Lucas 24, 25-26)

Y exactamente lo mismo que les ocurrió al resto de los discípulos, poco después, y en especial a Tomás, cuando los dos de Emaús regresaron a Jerusalén para contárselo. Tuvo que se Jesús, de nuevo, quien les dijera: 
¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? (Lucas 24,38).

Tres escenas donde los discípulas, que habían compartido la vida y la mesa con Jesús, no reconocen al Resucitado con sus ojos incrédulos. 

Tres caminos distintos adoptados en los que son increpados y en los que necesitan pruebas de que está vivo para ser redirigidos. 

Sólo son capaces de reconocer la Verdad de Su Fe, la Resurrección, a través de su Palabra y de la Eucaristía: ¡Era verdad...!

Ese "Era verdad" también ha salido alguna vez de nuestros labios. Esas escenas también las hemos vivido nosotros. Pero ha sido sólo en el momento de encontrarnos cara a cara con Cristo resucitado, cuando nos ha abierto los ojos. 

Y es que en el fondo, muchos hemos estado viviendo nuestra fe en base sólo a Su amor, el  más grande, el que dio la vida por sus amigos, expresado en su muerte por nosotros en la cruz, pero nos faltaba corroborar Su verdad con su resurrección.

¡Cuántas veces, como las mujeres judías, nos hemos encerrado en nuestro trabajo cotidiano sin pararnos a recordar que Jesús está vivo y junto a nosotros! 

¡Cuántas veces, como los discípulas, tomamos la buena noticia como un delirio o una locura, algo impensable de creer! 

¡Cuántas veces, como los dos de Emaús, nos desilusionamos con Dios y perdemos nuestra esperanza y nuestra fe , y las depositamos en las vanidades del mundo!

¿Por qué buscamos entre los muertos la Vida? ¿Por qué buscamos entre las tinieblas la Luz? ¿Por qué buscamos entre las mentiras la Verdad? ¿Por qué buscamos entre la maleza el Camino?

Porque tenemos la tendencia de mirar al pasado, la tentación de mirar atrás. Porque, en el fondo, pensamos que es imposible. Porque nos convencemos de que Cristo es tan sólo una "idea". Porque miramos nuestras pérdidas y decepciones, nuestras dificultades y problemas, con ojos incrédulos, y nos quedamos solos, tristes, desilusionados y resentidos en el "ayer". 

¡Con qué facilidad nos "derrotamos"! ¡Con qué prontitud dejamos de confiar! ¡Con qué sencillez nos "venimos abajo"!

La piedra del sepulcro fue removida, no para que saliera Cristo, sino para que entráramos nosotros en su misterio. 

La aparición a los dos de Emaús no sucedió para consolarnos sino para hacernos ver que está en la Eucaristía. 

La aparición a Tomás no fue para retomar las comidas del pasado sino para que viéramos, a través de sus llagas y de la herida de su costado, que Cristo está en medio de nosotros, en los sacramentos.
SÁBADO SANTO
¡Es verdad! ¡Jesucristo está vivo, está con nosotros! ¡Estamos en el tercer día! 

¡No vayamos a los sepulcros que el mundo nos ofrece porque están vacíos!

¡Él está vivo! ¡Nadie ha robado su cuerpo! ¡Ha bajado de la cruz y ha salido del sepulcro para subirnos al cielo con Él! 

¡No busquemos entre los muertos al que vive! ¡No busquemos donde no podemos encontrar!

¡Removamos las piedra de nuestras rutinas o tradiciones, de nuestros desánimos o pérdidas y de nuestras dudas o desconfianzas! 

¡Busquemos a Cristo dentro de sus llagas, en la Eucaristía, donde se hace presente! 

¡Vivamos nuestra vida eucarísticamente! 

¡Y vayamos a contárselo a otros!

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