¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

domingo, 2 de agosto de 2020

MEDITANDO EN CHANCLAS (3)

"Mándame ir hacia ti sobre el agua"
(Mateo 14, 22-36)

La pandemia nos ha traído un mar embravecido de nuevas situaciones por las que navegamos con mucha dificultad. 

Y personalmente, mi vida está siendo azotada por grandes olas de incertidumbre, zarandeada por vientos contrarios de inseguridad y desestabilizada por muchas dudas hasta el punto, que pienso que voy a hundirme.

En medio de esta terrible escena, Jesús se me aparece pero, como nos pasa a menudo, no le reconozco. Pienso que es una extraña aparición porque en el fondo no espero que sea Él. 

Pero el Señor siempre me dice lo mismo: "¡Ánimo, soy yo, no tengas miedo!". Cristo siempre me inspira coraje y valentía.

Aún así, como Pedro, dudo y digo: "Señor, si eres tú, envíame una señal para saber cómo debo caminar sobre este mar embravecido, qué debo hacer, qué decisión tomar".

Y Tú, Jesús, me dices: “Ven”. Me vuelves a llamar, como aquel viernes hace unos años en Cristo Rey. 

Es cuando salgo de mis seguridades y empiezo a caminar hacia Ti, pero te pierdo de vista un segundo por preocuparme de mi dramática situación laboral, me asusto, desconfío y comienzo a hundirme. Entonces, te grito: "¡Señor, sálvame!"

Y Tú, como siempre, Señor extiendes su mano y sujetándome, me dices: "¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?"

Es verdad, Señor...¡Cuántas veces dudo de Ti! ¡Cuántas veces creo que "puedo caminar sobre las aguas" por mis propios méritos y capacidades! ¡Cuántas veces creo que puedo y no puedo...!

Señor, vuelvo a darte mi mano y mi corazón, porque he comprendido que sólo tengo que decirte con confianza: "¡Señor, sálvame!". Y Tú me das la paz y la calma que necesito.

Abandonar la barca y dejar de mirarte no es una buena idea porque aunque creo "creer" en Ti, fuera de Tu Iglesia y lejos de Ti, me hundo...porque soy frágil y vulnerable.

Jesús, mi Señor, Tú eres el único que puede garantizarme que mi tempestad amainará, que tras las grandes olas, las nubes negras y los fuertes vientos, el sol brilla. 

¡Brillas Tú, Señor mío y Dios mío!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Tienes preguntas o dudas?
Este es tu espacio libre y sin censura