¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

sábado, 8 de agosto de 2020

MEDITANDO EN CHANCLAS (8)

"Si tuvierais fe, nada os sería imposible"  
(Mateo 17,14-20)

Una vez más, Jesús nos muestra que la medida de los milagros es la medida de nuestra fe: 

Los discípulos, que habían recibido de Jesús el poder de curar enfermos y de expulsar demonios, fracasan por falta de fe. 

Jesús, enfadándose, les exhorta a dejarse llevar por la fe, que se hace fuerte, sobre todo, en los momentos de prueba y de sufrimiento. 

La fe lo puede todo, más allá de las propias capacidades humanas.

En ocasiones, a mi me ocurre lo mismo cuando, en la prueba, dudo, cuando no me dejo llevar por el Espíritu. Entonces, mi fe flaquea, se debilita y desconfío del poder de Dios.

Pienso que no vale la pena seguir sirviendo a Dios porque nada cambia, porque no "muevo montañas", porque no "curo", no convierto a nadie, porque todo sigue igual o incluso, empeora. 

Y es que quiero "ver para creer", quiero hacerlo por mi mismo, y tiro la toalla... es entonces cuando nada sucede, cuando nada cambia, cuando no puede obrarse ningún milagro.

Sin fe, puedo estar distraído, entretenido e incluso divertido en el mundo; puedo estar cómodo viviendo en la oscuridad, sin comprometerme con la verdad, sin buscar a Dios; puedo vivir tranquilo en mi ignorancia sin exponerme a hacer lo que la fe me exige.

Pero sin fe, me cierro a la trascendencia y a la gracia, pierdo a Dios de mi vista y de mi alcance.

Sin fe nada ocurre, nada trasciende, nada se transforma. 

Sin fe, carezco de esperanza, de seguridad, de sentido y propósito para mi vida.

La fe es un don gratuito que me regala Dios pero que debo cultivar y hacer crecer, pidiendo la en oración. 

La fe es un acto de confianza, supone el ejercicio de la voluntad: hay que querer creer. 

La fe debe fortalecerse y alimentarse para que deje de ser infantil y se convierta en una fe adulta adulta. ¿Cómo? Con la Palabra de Dios, con la oración diaria y con los sacramentos.

Dios se esconde y se muestra. Sólo con los ojos de la fe puedo verle. 

Dios se hace amar antes que hacerse comprender. Sólo con el corazón puedo comprenderle.

La fe no "trata" de entender a Dios sino de encontrarle para amarle. Y cuando le encuentro, entiendo todo.

JHR

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