¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 18 de julio de 2017

¿LE DAMOS ESPACIO AL ESPÍRITU SANTO?


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“Bendeciré a Yahve que me aconseja; 
aún de noche me instruye. 
Tengo siempre presente al Señor, 
con él a mi derecha no vacilaré”. 
(Salmo 16)


¿Dejamos a Dios que nos aconseje? ¿Estamos creando espacio para el Espíritu Santo?

El  don del consejo es con el que el Espíritu Santo nos capacita para tomar decisiones concretas y el que nos ayuda a madurar espiritualmente, tanto individualmente como en comunidad y a no caer presa del egoísmo ni de nuestra forma de ver las cosas. 

La condición esencial para recibir este don es la oración: ”Señor, ayúdame, aconséjame: ¿Qué tengo que hacer ahora?" Con la oración hacemos espacio para que el Espíritu venga y nos aconseje que debemos hacer en cada momento. 
En la intimidad con Dios y escuchándole, dejamos de lado nuestra lógica personal, nuestro sentir terrenal… y en nosotros madura una sintonía profunda con el Señor que nos lleva a cerciorarnos de cuál es su voluntad. Es el Espíritu el que nos aconseja, pero tenemos que dejarle espacio para que lo haga. Dar espacio y rezar para que nos guíe siempre.

Pero el Señor también nos habla a través de la voz y el testimonio de mis hermanos… que nos ayudan a arrojar luz en nuestras vidas y a reconocer Su voluntad.


Cuando se trata de actividades parroquiales, el problema surje cuando la planificación de éstas no deja espacio para lo que el Espíritu Santo quiere hacer. Por supuesto, Dios puede [y trabaja] a través de una planificación dirigida por Él, bien ideada y bien preparada pero entonces, ¿cómo planificar y crear espacio para que el Espíritu Santo pueda operar?
Lo importante, como todo en la fe, es desapegarnos de nuestros egos, de nuestras brillantes ideas, de nuestros grandes talentos, de nuestros deseos de éxito. No buscando la fama ni el halago humano. Lo que buscamos es la gloria de Dios y por eso, queremos Espíritu Santo. Necesitamos Espíritu Santo.

Creo que es un error llamar demasiado la atención sobre nosotros mismos. Algunas de nuestras parroquias se han convertido en clubes de fans cristianos, mientras el Espíritu observa desde lejos.

San Agustín dijo: "Trabaja como si todo dependiera de ti y ora como si todo dependiera de Dios". Debemos orar y planear como si todo dependiera de Dios porque para que suceda algo sobrenatural, necesitamos el Espíritu Santo. Así que nuestra planificación debe ser la oración, un plan donde el Espíritu Santo esté en el centro. Él es quien puede hacer la diferencia. 

Hay cuatro formas sencillas para dar espacio a Dios en nuestras vida de fe:

1. Oración - Lo primero, como ya he dicho, es orar para conocer la voluntad de Dios. Algunos cristianos van tan deprisa que no tienen tiempo de orar y otros parecen permanecer constantemente en tierra de nadie. Tan solo necesitamos ponernos en Su presencia delante del Santísimo y escuchar. Ser pacientes, en silencio orante, lo que nos permite dejarnos llevar por las inspiraciones del Espíritu Santo.
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2. Biblia - El Espíritu Santo habla a través de la oración pero también a través de la Palabra de Dios. Su Palabra es creadora. Muchos de nosotros buscamos denodadamente escuchar la voz de Dios en lugares extraños. En nuestro servicio a Dios, debemos tener presente las enseñanzas del Evangelio. Cuanto más cerca estemos de la Palabra de Dios, más cerca estaremos del Espíritu Santo.

3. Tradición de la Iglesia - Dios habla también a través de su Iglesia, del Papa, de los santos, de los obispos...Desde el punto de vista teológico, la Tradición nos enseña unos elementos inmutables, que nunca cambian y siempre permanecen idénticos: el dogma y la moral. y otros que si pueden cambiar o son modificables: la liturgia, disciplina, y la acción pastoral del magisterio.

4. Compromiso - Muchas parroquias planifican los servicios donde los sacerdotes son los ejecutantes, y la asamblea es la audiencia. Parece más un concurso  "tú si que vales" que una comunidad parroquial. Pero para que la gente experimente la acción del Espíritu Santo, necesitan participar orando, sirviendo, cantando, adorando, hablando, comprometiéndose... Pasemos de una planificación estricta a una espontánea, demos a la comunidad alguna responsabilidad, desafiándola a participar.






lunes, 3 de abril de 2017

¿CÓMO VIVO MI VIDA?

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"Las obras de la carne son bien claras: 
lujuria, impureza, desenfreno, idolatría, supersticiones, 
enemistades, disputas, celos, iras, litigios, divisiones, 
partidismos, envidias, homicidios, borracheras, 
comilonas y cosas semejantes a éstas.
Os advierto, como ya antes os advertí, 
que los que se entregan a estas cosas no heredarán el reino de Dios. 

Por el contrario, los frutos del Espíritu son: 
amor, alegría, paz, generosidad, benignidad, bondad, 
fe, mansedumbre, continencia; contra estas cosas no hay ley. 
Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias. 
Si vivimos por el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu." 

(Gálatas 5, 19-25)

Existe una notable diferencia entre vivir una "buena vida" según el mundo (que nos influye de afuera hacia adentro) y vivir una "vida transformada" por el Espíritu de Dios (que nos transforma de adentro hacia afuera).

Resultado de imagen de obras de la carneComo sugiere el apóstol Pablo en su carta a los Gálatas, la diferencia entre una vida llena de frutos del espíritu y una vida llena de las obras de la carne es diametralmente opuesta. 

Mientras que el Diablo nos incita a dejarnos tentar desde el exterior y confundirnos en el anhelo de una falsa felicidad, los que somos de Cristo, los cristianos, nos dejamos transformar y guiar por el Espíritu Santo, que nos renueva y nos da plenitud.

Pero ¿cómo podemos estar seguros de el Espíritu Santo guía nuestras vidas? Existen cinco razones que lo prueban:

Pasión por la Eucaristía y la Oración

Descubrir a Cristo en la Eucaristía sucede sólo cuando la pasión me lleva a desear buscarlo de todo corazón, en la certeza de que Él está presente; y cuando ocurre, ya no quiero estar en otro sitio ni con nadie más. 

Resultado de imagen de eucaristiaNo se trata tan sólo de "un sentimiento ni un deslumbramiento pasajero ni un te quiero vaciado de contenido". Es un amor puro, perfecto y real que me llena el alma, que inunda todo mi ser, una presencia real capaz de mover el mundo entero.  

Experimentar a Dios en la oración sucede "cuando rezo en lo secreto", y lo hago con pasión y con todo mi corazón (Mateo 6,6). Entonces, soy plenamente consciente de que estoy teniendo una verdadera conversación con un Dios verdadero, que me ama y me escucha, y cuanto más permito que el Espíritu gobierne mi vida, más satisfactoria es esa experiencia.

Cuando nos acercamos a Él, bien sea en la Eucaristía o en la Oración, Su Espíritu comienza a fluir a través de nosotros.

Pasión por la Palabra de Dios

La Biblia no es un libro histórico como muchos pretender hacerme creer. La Sagrada Escritura es viva y activa. Es un libro sobrenatural, inspirado por el Espíritu de Dios y que realmente me habla, me guía y me interpela.

Resultado de imagen de bibliaApasionarme por la Palabra de Dios no es una costumbre por leer o simplemente por aprender. Se trata de conocer a Dios porque la Escritura es el mismo Dios.

El apóstol Juan describe a Jesús como la Palabra viva: "Y aquel que es la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y nosotros vimos su gloria, gloria cual de unigénito venido del Padre, lleno de gracia y de verdad. "A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo único, que está en el Padre, nos lo ha dado a conocer."  (Juan 1, 14 y 18). 

Al leer la Biblia, las palabras salen del contexto en el que fueron escritas, salen de la página y se funden en mi realidad, en mi propia vida. Entonces, sé que Dios me está hablando directamente, a mi, aquí y ahora.

Pasión por los demás

Si me considero cristiano, seguidor de Jesús y lleno de su Espíritu, entonces debería ser capaz de verlo en cada una de las personas que Dios pone en mi camino. Si realmente le pertenezco a Él, entonces amaré a los demás con un amor profundo y sincero: el mismísimo amor de Dios.

Resultado de imagen de servir a dios"Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor es de Dios; y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se ha manifestado el amor de Dios por nosotros: en que ha mandado a su Hijo único al mundo para que nosotros vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Dios nos ha amado a nosotros y ha enviado a su Hijo como víctima expiatoria por nuestros pecados. Queridos míos, si Dios nos ha amado de este modo, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros."  (1 Juan 4, 7-11).

¿Me despierto cada mañana pensando en lo que otros deberían hacer por mí? Ese pensamiento no es sino una obra de la carne. Cuando el Espíritu motiva y alienta mis pensamientos, lo que hago es preguntarme: ¿Qué puedo hacer por los demás? ¿Cómo puedo servir a otros? ¿Cómo puedo ayudar? ¿Qué puedo ofrecer?

Pasión por dar testimonio de Jesús

Hace unas semanas, una persona un tanto alejada de la fe se fijó en las pulseras y en los rosarios que llevo en mi mano derecha. Me preguntó si lo llevaba por moda o porque realmente creía en Dios. Le parecía bastante raro e inusual.

Resultado de imagen de dar testimonioHablamos durante bastante tiempo, de lo vacía que estaba su vida que giraba en torno al dinero, el trabajo, la salud y las cosas materiales. Sentí la necesidad de rezar por él, porque realmente lo necesitaba; le pedí permiso y lo hice. 

Cuando terminé, levantó la vista, respiró hondo y  de sus ojos salieron unas lágrimas. Lagrimas de serenidad y calma.

No lo cuento por presunción, sino como demostración evidente de que cuando estás dispuesto a entregarte a la dirección en la que sopla el Espíritu Santo, compartir tu fe se convierte no sólo en una práctica habitual sino en una experiencia sobrenatural de felicidad y gozo plenos.

Pasión por servir a Dios

Mi pasión en mi servicio a Dios surge al poner mi confianza en Él, como creador mío, a abandonarme a Su Espíritu como dador de todo cuanto necesito. Entonces, es cuando me someto a mi Rey por amor y le sirvo, sabiendo que él va a cuidar de mi y del resto de mis necesidades.

"No os inquietéis, diciendo: "¿Qué comeremos?" o "¿qué beberemos?" o "¿cómo vestiremos?". Por todas esas cosas se afanan los paganos. Vuestro Padre celestial ya sabe que las necesitáis. Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura." (Mateo 6, 31-33).

Cuando busco el Reino de Dios y me abandono plenamente a Su Espíritu, soy capaz de servirle mejor, porque Él sabe mejor que yo lo que necesito. 

Es entonces cuando mi pasión me lleva a dar la vida por los demás, preocupándome y entregándome generosamente a sus necesidades o preocupaciones, tal y como mi Señor hace siempre conmigo.