¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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viernes, 8 de septiembre de 2017

EL SOL Y LA LUNA: JESÚS Y MARÍA

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"Hizo Dios los dos luceros mayores; 
el lucero grande para el dominio del día, 
y el lucero pequeño para el dominio de la noche, 
y las estrellas; 
y púsolos Dios en el firmamento celeste 
para alumbrar sobre la tierra,
 para dominar en el día y en la noche, 
y para apartar la luz de la oscuridad; 
y vio Dios que estaba bien."
(Génesis 1, 16-18)

Cuando el mundo aún no existía, Dios decidió crearlo, y quiso entonces darle un toque final... la luz y el brillo! Sin ambos, la Tierra estaría inmersa en las tinieblas y en la oscuridad. 

El Sol sería la Luz. Iluminaría el día como el Astro Rey y sería el más importante de los astros: daría luz a la tierra, proporcionaría calor a los seres vivos y su simple presencia, colmaría de vida y plenitud a la humanidad.

La Luna sería el brillo. Reflejaría la luz del Sol en la noche, sin alardes, con humildad, manteniéndose en un segundo plano, pues el brillo que importa es el del Astro Rey.

Aún así, el Sol, preocupado por la Luna, le hizo una petición a Dios: "Señor, ayuda a la Luna por favor, es más frágil que yo, no soportará la soledad de la noche..." 

Y Dios... en su inmensa bondad e infinita misericordia.. creó las estrellas para hacer compañía y ayudar a la Luna.

Dios creó a la Luna llena y luminosa, pero porque la creó mujer, la creó con fases. 
Cuando es feliz, consigue ser Llena, pero cuando sufre es Menguante. 

Luna y Sol siguen el plan divino: El, poderoso y fiel; Ella, débil y fiel.

Jesús, nuestro Sol

Jesús es el Astro Rey, es el Sol que nos da calor, que nos da vida, que se levanta cada mañana para mostrarnos el amor del Padre, que aparece cada amanecer en nuestra vida para renovar el sentido de nuestra existencia.

Aún siendo el más poderoso, el Astro Sol, de
 vez en cuando, deja que la Luna lo eclipse por unos instantes, que tome un lugar predominante a los ojos de los hombres, para que comprendamos el misterio de la Maternidad Divina de María, el maravilloso acto de amor de un Dios que se dejó eclipsar durante nueve meses en el vientre de tan hermosa criatura. 

Dios, enamorado de esa perfecta obra de Su Creación, se compadece de la humanidad y nos deja a María en los momentos de oscuridad. 

Entonces Él, como el Sol enamorado de la Luna, que ve en ella el reflejo de Su propia perfección, nos ilumina una vez más. Dios quiso mostrarnos al Sol, su amado Jesucristo, a través de la Luna, su amada María.

Jesús nos deja a la "Blanca Inmaculada" para que, del mismo modo, también nosotros seamos pequeñas lunas que reflejemos Su Luz en este mundo.

María, nuestra Luna

Si Nuestro Señor Jesucristo (el Sol) representa el hecho más grande, incomparable e irrepetible para la humanidad, Nuestra Madre, la Santísima Virgen (la Luna), es un río de gracias para nosotros; un ejemplo de humildad; un paradigma de servicio; un fiel reflejo de la Luz del mundo.

María es la "creatura" más perfecta, concebida sin pecado original, a quien le fue dada una superabundancia de gracias: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo." (Lucas 1, 28).

Nuestra Señora es, para toda la humanidad, un sol de las sombras, un sol del reposo, sol de la meditació
n y un sol que alumbra el camino hacia su Hijo.

Así, María Santísima es para Nuestro Señor, como la Luna es para el Sol: Ella es la suave luminosidad de la Luna, que precede a la luz verdadera. Jesús, la omnipotente y deslumbrante claridad del Sol, nacida de la Luna.

La Luna llena (de gracias), con humildad y sin hacer ruido, es quien ilumina la oscuridad de la noche humana, quien brilla como un diamante puro y perfecto, y quien precede a la luz del día divino.

La Luna es quien nos avisa de la llegada del Astro Rey, quien gira alrededor suyo, quien nos lleva en brazos al amanecer del mundo, quien nos da consuelo y esperanza de que, con seguridad, llegará el día. 
Es imposible separar al Sol de la Luna. Ambos, se complementan en forma perfecta para girar a nuestro alrededor y envolvernos del amor de Dios. 

Pero recordemos que la Luna, sin el Sol, nada puede. María sin Jesús no tiene sentido, porque la función de María, en el plan de salvación divino, es traernos a Jesús, es reflejar a Jesús ante nosotros, cuando en la oscuridad de la noche, no logramos verlo, cuando a tientas nos caemos.

Jesús es la luz que ilumina nuestro día y nuestro camino, y que surge esplendoroso ante nosotros.

María es el brillo que alumbra nuestra noche espiritual, besándonos y abrazándonos con esa luz blanca y pura, que nos atrae e invita hacia Jesucristo. 

Es entonces, cuando María ocupa un humilde lugar secundario, como la Luna con el Sol, porque su misión se ha cumplido.


A Jesús en María, con María y por María 
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domingo, 21 de agosto de 2016

¿SON TODAS LAS RELIGIONES VERDADERAS?




Hoy en día, muchos piensan que el cristianismo está muriendo en las sociedades tradicionalmente cristianas y afirman que otras religiones, poco a poco, están sustituyéndole o que el mundo occidental se está secularizando.

Lo cierto es que el cristianismo es la religión más numerosa a escala mundial con más de 2.200 seguidores en todo el mundo, lo que supone algo más de el 31% de la población mundial. 

Existen 1.600 millones de musulmanes, 1.100 millones de hinduístas y 500 millones de budistas y el resto está repartido en otras religiones como el judaísmo, sijiísmo, bahaísmo y otras religiones tradicionales o tribales. 

El ateísmo está representado por el 16% de la población mundial.



A pesar de que el cristianismo predomina en el mundo, debemos preguntarnos sobre cuál es su postura en relación al resto de las religiones.

¿Es Jesús el único camino a Dios?

El Nuevo Testamento lo afirma categóricamente, cuando Jesús dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí". (Juan 14,6).


Cristo afirmó ser el camino a Dios, el único camino. Jesús es el único nombre que puede salvar: "Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2,5).

Ni siquiera  la Virgen María o el Papa, como se nos dice en Mateo 12,46-50 y Juan 14,16-17. 

Jesús deshace la distancia que hay entre Dios y la humanidad. Es el único capaz de franquear el abismo del pecado:


  1. Por ser quien es. Pedro lo proclamó el "Santo y Justo", el "autor de vida", "quien ha sido anunciado por los profetas", el "autor de vida" "el Mesías"(Hechos 3,14-15,18  y 20).Sin duda, Jesús es alguien único e irrepetible.
  2. Por lo que ha hecho. Pedro nos dice: "En ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos" (Hechos 4,12). Ninguna otra religión afirma siquiera tener un salvador.
  3. Por su resurrección. Pedro lo describió como quien fue "resucitado por Dios" (Hechos 4:10). La resurrección es un hecho único en la historia universal: Jesucristo es el único que ha resucitado de entre los muertos para salvarnos.
¿Cuál es nuestra postura respecto a otras religiones?

El hecho de que Jesús sea el único camino a Dios y que en Él se encuentra la máxima verdad no significa que las demás religiones estén totalmente equivocadas, sean erróneas o demoníacas, ni que haya fragmentos de la verdad en ellas. 

Así, es comprensible que encontremos el bien en muchas religiones por tres razones:
  1. Aunque, como nos dice la Biblia, Dios se ha revelado en Jesús a sí mismo, también se ha revelado parcialmente en la creación. A partir de ella, la humanidad puede encontrar la verdad sobre su existencia e intuir su naturaleza, su poder y su gloria.
  2. Los seres humanos están creados a imagen y semejanza de Dios, quien nos ha dado una conciencia con la que distinguir el bien y el mal. Por eso, no es extraño que la regla de oro: "Tratad a los demás tal y como queréis que ellos os traten" (Mateo 7,12) esté presente prácticamente en todas las religiones.
  3. En todos los corazones hay hambre de Dios. Existe un vacío que tiene la forma de Dios y nos induce a buscarle
No obstante, se puede afirmar que no todas las religiones son igualmente verdaderas o que todas llevan a Dios, como lo demuestra el hecho de que algunas de ellas se declaran no teístas y "una religión difícilmente puede llevar hasta Dios si niega explícitamente la existencia de cualquier dios".

Tampoco se puede sugerir que una religión que afirma la existencia de un ser divino y otra que la niega puedan ser ambas verdaderas.

Un cristiano no debe creer que todas las demás religiones están totalmente equivocadas, pues hasta las más extrañas tienen al menos algún indicio de verdad. Pero allí donde el cristianismo difiere del resto, sí tiene razón y el resto están equivocadas.

¿Qué pasa con los que nunca han oído hablar de Jesús?

Si es una realidad que no existe salvación sino es por medio de Jesucristo ¿debemos pensar entonces que los demás se condenarán?
  1. La Biblia es un libro práctico, no filosófico y no responde preguntas hipotéticas.
  2. Podemos estar seguros de que Dios será justo. En el día del juicio, todas las personas de recta conciencia dirán, como Abraham " Tú, que eres el Juez de toda la tierra, ¿no harás justicia? (Génesis 18:25).
  3. Lo que sabemos con seguridad, es que nadie se salvará por su comportamiento religioso sino por el amor de Dios, que no merecemos y que nos salva a través de la fe en Jesucristo (Efesios 2:8).
  4. Cualquier persona puede ser salvada por la gracia, a través de la fe, aunque no haya oído hablar de Jesús. Esto es posible porque la cruz es eficaz para todos los que vinieron antes y después de Cristo.
  5. Hay bases bíblicas que nos invitan a ser muy optimistas: la descendencia de Abraham (tanto espiritual como física) "será como las estrellas del cielo y como la arena del mar"  (Génesis 22:17). En Romanos 5:12-21, Pablo nos asegura que serán muchos más los que se salvan que los que se pierden porque la obra de Jesús para obrar nuestra salvación será más eficaz que la obra de Adán al pecar y provocar nuestra ruina y porque la gracia de Dios al provocar la vida es mayor que la trasgresión de Adán al provocar la muerte.
¿Por qué hablar a otros de Jesús?
  1. Porque estamos obligados a proclamar la gloria de Jesucristo, quién es, qué hizo y qué implica su resurrección.
  2. Porque Jesús nos mandó que fuéramos por todo el mundo para anunciar la buena nueva
  3. Porque sin saber de Jesús, nadie puede tener la seguridad absoluta de perdón y de la vida en abundancia que Él ofrece, tanto en esta vida como en la futura.
¿Qué debemos hacer?

No tenemos excusa ni tampoco es una opción: nuestra misión es anunciar la buena nueva de Jesús con humildad y sensibilidad, sin considerarnos mejores que otros miembros de otras religiones o que los que no se identifican con ninguna.

Debemos ser respetuosos con todos porque ellos también está hechos a imagen y semejanza de Dios y también los ama. 

Y a la vez, ser valientes y no avergonzarnos de ser testigos y reflejo del amor de Jesús, aunque hoy en día esté mal visto o se piense que está anticuado.
























viernes, 8 de julio de 2016

¿POR QUÉ CREO EN DIOS?



¿Por qué creo de todo mi corazón y completamente en Dios? ¿Por qué tengo la certeza de que existe y de que está vivo? ¿Por qué me he convertido en un cristiano? ¿Dios es real? ¿Es fe o emoción? o ¿Es todo lo anterior? 

Dios es real, salva, protege, perdona, guía...pero sobre todo, me ama.

Ahora tengo la certeza de su existencia, me siento seguro, me siento a salvo, me siento perdonado, reconfortado, guiado, esperanzado y amado. 

He comprendido que mi vida tiene un propósito que va más allá de mi propia humanidad, de mi propio criterio y de mis propias expectativas.

Mi creencia de que Dios es real, que está vivo y que vive en mí, no es una frase hecha: Es reconocer en mi lo que Él es y lo que ha hecho por mí. 

Ahora soy capaz de ver claramente cuándo, cómo y dónde Dios ha intervenido, me ha guiado, y me ha interpelado durante toda mi vida. 

Es una cuestión, no tanto de abrir los ojos, sino de abrir el corazón. La distancia más larga de la fe: los 28 cm que van desde la cabeza (razón) al corazón (sentimiento). 

Y es que la fe no es una cuestión de razonar (que también) sino de experimentar. Para creer en alguien, hay que conocerle y luego, todo transcurre naturalmente...llegas a amarle (con locura).

No sólo puedo verlo actuando en mi vida, sino que también le siento. Sí. Siento su presencia. Suena raro, tal vez irracional, excéntrico o "friki", pero cualquier persona que ama de verdad a Jesús sabe lo que es sentir la presencia del Espíritu Santo.

Una vez que se experimenta a Cristo, no hay lugar a la duda, no se puede negar, no se puede falsificar ni olvidar... y lo más importante, no puedes perdértelo. Una vez que uno descubre y experimenta al Señor, siempre quieres más. Se trata de amor puro y en abundancia.

Según progresas en el conocimiento de Dios, te vas transformando. La vida ya no es como antes. Ya no soy quien solía ser. Soy una nueva creación. Un hombre nuevo. Una nueva criatura. 

Estoy tan lejos de quien solía ser, que a veces, hasta me sorprendo. No estoy seguro de que las personas cambiemos por nosotros mismos. Es más, estoy seguro de que no es así. Existe un catalizador y es Jesucristo.

Mi fe ha crecido y madurado, se me han abierto los ojos y sobre todo, el corazón. Veo con absoluta nitidez la evidencia de la existencia de Dios por todas partes y siento como actúa en mi vida y en las de los demás a mi alrededor. Lo que antes pensaba que eran casualidades o el "destino", ahora sé quien obra: Dios.

Ahora, me fijo en cosas que antes pasaban totalmente desapercibidas para mi mente, preocupada por la rutina del día a día. Mi visión se ha dimensionado, soy capaz de ver con una perspectiva mucho más amplia: desde la naturaleza, las personas que voy encontrándome en mi vida, el profundo amor de mi mujer, de mis hijos y de todos mis hermanos en la fe.

Sin duda, la vida es un milagro, es una maravilla, sólo hay que...estar atento. Atento a Dios. A lo que me dice, hacia donde me guía y me dirige, y cuanto me quiere.

Veo a Dios en todas partes. La evidencia de su acción es inconfundible. Y en ello estoy, preocupándome y sirviendo a otros, rezando por aquellos que todavía no han abierto sus ojos y dando gracias a mi Dios, que me quiere con locura.





jueves, 24 de marzo de 2016

"RESUCITADO": JESÚS, DESDE LOS OJOS DE UN NO CREYENTE




El mayor problema de muchas películas de temática religiosa es que no tratan de captar el del público no creyente, sino que adoptan una cierta visión hermética, cerrada y adoctrinadora sobre la fe, desde un único punto de vista.

"Resucitado" ("Risen"’) a priori, parece otro ejemplo de una película de tinte religioso sin más: sin embargo, aporta un única y original peculiaridad: el protagonista no es Jesucristo, sino un romano ficticio utilizado para contarnos la historia de la resurrección del hijo de Dios desde otro punto de vista. 



La historia se desarrolla desde los ojos de Clauvio, un tribuno romano a las órdenes de Poncio Pilato, quien recibe la orden de localizar el cuerpo de Jesús cuando desaparece. Clauvio, un hombre de ley y orden, un policía a las órdenes del gobierno, debe investigar la pérdida del cadáver del gran líder de la última secta local de turno, que se ganó la pena de muerte en un juicio con tintes políticos. 

Para encontrar su cuerpo investigará la mala praxis e incluso las traiciones internas de su propio organismo en favor de los feligreses del neoculto, hasta llegar a producir en el agente una crisis existencialista que le hará dudar de los dogmas que hasta ahora regían su vida. 


La película con un tono detectivesco hace más llevadero su visionado al público general y aunque transita por senderos conocidos, lo hace imprimiendo un cierto suspense aunque todos sepamos el desenlace. Con el protagonista principal (que en este caso no es Jesús), se minimiza la carga adoctrinadora y todo el público no creyente tiene algo a lo que agarrarse para hacer este viaje. 

Es precisamente durante esa investigación cuando todo resulta más interesante, tanto por la propia conversión de Clauvio como por la secuencia de hechos que le llevan a dar con Jesús y sus seguidores. Ahí es donde se diferencia de otras propuestas.


En mi opinión, "Resucitado" flojea cuando entra en escena Jesús, que se aparta de la imagen distante a la par que majestuosa del hijo de Dios, al optar por un acercamiento más creíble para quien no cree, en lo histórico. 

La cinta no subraya (incluso, parece obviar conscientemente) la naturaleza divina del Mesías ni capta ese carisma abrumador que debió tener para sobresalir en una época en la que los salvadores de Israel salían de debajo de las piedras. Más bien, presenta a un Jesús amigo y compañero, más humano que divino.

El film parte desde el punto de vista de la superioridad romana y nos deja clara la personalidad cuadriculada del tribuno, de que las cosas sólo pueden hacerse a la forma de Roma. 

Posteriormente, queda tremendamente sorprendido ante su descubrimiento e incapaz de asimilar lo que acaba de ver: "He visto dos cosas irreconciliables: un hombre muerto y más tarde, al mismo hombre, vivo".

Me chirría un poco que se muestre a algunos discípulos de Jesús demasiado afectados, sugestionados e incluso algo "frikis", pero tampoco llega a ser algo demasiado relevante, teniendo en cuenta su época y su procedencia. 

Tampoco entiendo la escasa importancia de la Madre de Jesús, que aparece fugazmente en el Calvario, llorando y gritando y siendo mandada callar por el tribuno.

Tampoco logro comprender la actitud final y la indefinición moral de Clauvio que, pese a su conversión, no parece sentir el éxtasis propio de quien ha visto a Dios (y sus milagros) con sus propios ojos. Será porque el camino y la búsqueda de Cristo dura toda la vida.

Desde mi punto de vista cristiano y como creyente, algunas escenas me han llamado especialmente la atención, me han interpelado y emocionado de forma personal y me llevan a una reflexión profunda de mi propia vida:

Una de ellas es cuando Jesús le formula a Pedro las tres preguntas, con gran sentido y significado, que le reconcilian y le perdonan, después de haberle negado tres veces: "Pedro ¿me amas?".

Otra, cuando Clauvio interroga a María Magdalena: ¿Dónde están los otros discípulos? Dímelo y te dejaré libre" y ella contesta: "ya soy libre", parafraseando a Jesús: "la Verdad os hará libres".

Otra es cuando, tras el mandato de Jesús de la "gran comisión" (Mateo 28, 19-20; Marcos 16,15), los discípulos al predicar, formulan otra gran pregunta: "y tú cómo vives, con la espada o con el amor?" .

Otro momento es la escena en la que Clauvio se acerca por la noche a Jesús, mientras todos duermen y éste le pregunta: "... y tú, Clauvio en qué crees? y él le contesta: "no lo sé" y Cristo le dice: "tú que me has visto y dudas...imagina a aquellos que nunca han visto..."

Además, alguna frase suelta: "abre tu corazón", "estaré siempre con vosotros"

En definitiva, "Resucitado" ofrece un inusitado giro a la manera de contar una historia que todos conocemos, lo cual resulta clave para captar nuestro interés, ya sea desde un punto de vista creyente o no creyente.

Aconsejo ir a verla pero no a formarse altas expectativas cinematográficas, del estilo "La pasión de Cristo" de Mel Gibson. Esta película no es una secuela.