"Amaos de corazón unos a otros, como buenos hermanos;
que cada uno ame a los demás más que a sí mismo"
(Romanos 12, 10)
Algunos nos hemos acostumbrado a abrazar. Lo hemos tomado con un buen hábito y, hasta lo hacemos a diario.
Abrazar es acariciar el alma de la otra persona, respirar su esencia y unir ambos corazones. Es generar un espacio de cariño y ternura en el que no es necesario hablar.
Abrazar es gratis, no tiene contraindicaciones, ni efectos secundarios nocivos. Es 100% natural, no contamina y no tiene conservantes ni colorantes.
Un abrazo no necesita baterías, conexión a Internet, ni actualizaciones. No tiene cuotas ni permanencias obligadas.
Un abrazo rejuvenece y disminuye el estrés, da sensación de seguridad y protección y transmite energía y, a la vez, tranquilidad. Cura la depresión y la vanidad. Vigoriza el espíritu y sana el cuerpo.
Abrazar genera confianza y seguridad. Es un acto honesto y sincero. Otorga una sensación de bienestar y contrarresta los sentimientos de soledad, aislamiento y tristeza.
Abrazar eleva los niveles de serotonina, mejorando el estado de ánimo. Ejerce una suave presión sobre el esternón que estimula la glándula del timo, regulando y equilibrando la producción de glóbulos blancos en la sangre, ayudándote a mantenernos sanos.
Abrazar nos hace sentirnos amados y especiales. Eleva nuestra autoestima y atentan la capacidad de querernos y respetarnos unos a otros.
Abrazar nos enseña a dar y a recibir, haciendo fluir el amor en ambos sentidos. Fomenta la empatía y la comprensión.
Nos saca de nuestros patrones de pensamiento egoísta y autoprotector. Conecta nuestros sentimientos con los del otro y equilibran nuestra respiración.
Abrazar es amar.