"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, 
con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; 
y a tu prójimo como a ti mismo"
Lucas 10, 27
Vivimos una época donde la moda generalizada es el "amor líquido", es decir, amor sin vínculos, sin afectividad. Un amor frío, superficial, etéreo, sin compromiso y en todo caso, interesado.
Los cristianos estamos llamados al amor sólido, al amor comprometido con Dios y con nuestro prójimo. Amar a Dios requiere entrega total de corazón, alma, fuerzas y mente. Dios lo hizo por nosotros. 
Cristo, con su ejemplo y muerte en la cruz, nos dice : "no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos". (Juan 15, 13). Y cuando dice "amigos" se refiere a todos, porque para Él no hay enemigos. El dio la vida por nosotros.
Amar al prójimo como a uno mismo no es nada fácil, porque requiere "dar la vida", darse a los demás, a todos. Y se nos exhorta a hacerlo como si nos lo diésemos a nosotros mismos. Ahí está la cuestión: porque darse para uno mismo no cuesta; darse a unos pocos tampoco; darse a "los tuyos, menos, pero darse a todos cuesta, porque no tratamos ni queremos a todos igual. 
Por tanto, ser cristiano, seguir a Cristo es "dar la vida" por los demás. Es llevar el mensaje de amor de Cristo a otros manifestando un "amor total". El amor es el verdadero mensaje. 
Dar la vida es
- Amar a alguien por sí mismo. "Amor total" significa amar no en relación a algo, sino de una manera absoluta. 
 
- Subordinarse, entregarse a la persona amada, sin ningún interés más allá del hecho de amar. 
 
- Exponerse por otros.
 
- Arriesgarse saliendo de nuestra comodidad. 
 
- "Molestarse", "incomodarse" por el bien de las personas. 
 
- Comprometerse, "desvivirse", es decir, salir de la propia vida para interesarnos por la del otro.
 
- Servir, desprenderse de uno, de sus cosas y dar lo mejor de sí. 
 
- Salir de uno mismo, participar generosa y solidariamente nuestra vida con el otro.
 
- Sentir la felicidad o la tristeza, los éxitos o fracasos de los demás como propios. 
 
- Preocuparse de corazón por sus problemas, por su sufrimiento, por su angustia.
 
- Responsabilizarse por otros. 
 
- Donarse desinteresadamente.
 
Dar la vida implica
- Experimentar que hay más alegría en dar que en recibir
 
- Obtener una mayor felicidad y realización personal.
 
- Descubrir que lo importante no es lo que se da o cuánto se da, sino por el amor con el que da. 
 
- Acompañar lo que damos con ternura, afecto y alegría. 
 
- Compartir no sólo cosas materiales, sino tiempo, atención, amor, experiencias, momentos, etc.
 
- Aprender no a dar cosas, sino aprender a darse uno mismo. No es dar lo que nos sobre, sino dar lo que somos. 
 
- Enriquecer a otros con nuestros propios valores
 
- Colaborar en la transformación de la sociedad con los dones y cualidades que Dios nos ha dado a cada uno. 
 
- Estar atento y saber reconocer la necesidad del otro.
 
- Aprender a que el servicio a los demás debe ser una actitud habitual, firme y perseverante, aún a costa de los beneficios propios.
 
- Comprometerse nos obliga a dejar nuestra comodidad e intereses inmediatos por el bien de otros. 
 
- Da sentido a nuestra propia vida.