¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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miércoles, 3 de agosto de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (4): ¿QUIEN DECÍS QUE SOY YO?

"Tú eres el Mesías, 
el Hijo del Dios vivo" 
(Mt 16,13-16)

La nueva alianza que anuncia Dios por medio del profeta Jeremías en la primera lectura de hoy, se cumple plenamente con la llegada del Mesías prometido, Jesucristo y así nos lo muestra el evangelista Mateo.  

Sin embargo, muchos no le reconocen porque, ante la pregunta de Jesús "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?", los apóstoles le contestan que la gente no lo tiene claro, pues dicen que es Juan el Bautista, Elías, Jeremías o un profeta. 

Jesús rehace la pregunta para dirigirla a sus discípulos: ¿Y vosotros, quién decís que soy yo? Y Pedro, con su habitual impetuosidad, hace una confesión de fe: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo". Ante esta declaración rotunda de Simón, movido por el Espíritu Santo, Jesús funda su Iglesia sobre la base petrina y le pone a la cabeza de ella, explicando todo lo que va a suceder y lo que ha de padecer, su muerte y su resurrección.

Pero parece que Pedro, aún cuando ha declarado la condición mesiánica de Jesús, no lo tiene claro, pues intenta cambiar la voluntad de Dios negando que Jesús tenga que padecer. Es un anticipo del negacionismo de Pedro, al que el Señor responde con dureza.

Veinte siglos después de esta escena, seguimos sin tener claro quién es Jesucristo. Muchos dicen que un hombre bueno, un gran pacifista, un sabio...Para otros, Cristo es una figura histórica relevante pero lejana, que vivió y murió en el primer siglo de nuestra era...  

Le dan por muerto y no permiten que grabe esa alianza de amor en sus corazonesanunciada en la profecía de Jeremías y pedida en el Salmo 50 

Han renunciado a Dios y han rechazado ser su pueblo, su Iglesia. Y como en la parábola del hijo pródigo (Lc 15,11-32) han pedido su herencia, se han marchado a un país lejano y se han alejado del Padre.

¿Quién digo yo que eres, Señor?, me preguntas y me comprometes. Me ofreces tu corazón, tu cruz y tu amistad. Y me preguntas quién eres Tú para mí.

¡Tú eres, Señor, el Mesías, el Hijo del Dios vivo! Tú lo eres todo para mí. Tú eres mi maestro, mi rey, mi amigo. Me has mirado, has dicho mi nombre y me has enamorado. Porque sólo quien está enamorado, enamora. Y tú me quieres. 

Así te anuncio, Señor: el Amor con mayúsculas, la alianza eterna de Dios con los hombres, nuestro Salvador...

Señor, dame la facultad de pensar como tú y no como los hombres. Permíteme escuchar de tus labios tu bienaventuranza. Y sobre todo, Señor, que se cumpla siempre tu voluntad.



JHR


lunes, 25 de julio de 2022

QUIEN NO RENUNCIA, NO ANUNCIA

"
Si alguno quiere venir en pos de mí, 
que se niegue a sí mismo, 
tome su cruz cada día 
y me siga."
(Lc 9,23)

Dice el mismísimo Jesús que para seguirle hay que renunciar, que para ser discípulo suyo es necesario renunciar...a muchas cosas...que no necesitamos. 

Según el diccionario, renunciar es abandonar voluntariamente una cosa que se posee o algo a lo que se tiene derecho.  Meditemos cada palabra y frase de esta definición:
  • "Abandonar" implica dejar, desistir, renunciar
  • Voluntariamente" implica hacerlo libremente, por propia voluntad, sin presión, sin condicionantes ni pretensiones.
  • "una cosa que se posee", implica bienes, propiedades,  pertenencias, ideas conocimientos...
  • "algo a lo que se tiene derecho" implica algo que podemos demandar, solicitar o reclamar justamente.
¡Qué difícil es seguir a Cristo! ¡Qué arduo es evangelizar! ¿no?

¡Quien no renuncia, no anuncia! ¡Renunciar es amar! ¡Renunciar es servir! ¡Renunciar es darse, entregarse!

Solo aquel que renuncia al mundo, anuncia bien al Señor. Solo quien está libre de triunfalismos y de apegos, testimonia de manera creíble a Cristo. Solo aquel que es dócil y humilde a la acción del Espíritu, evangeliza.

Seguir a Cristo exige libertad frente a los condicionantes sociales, a los miedos y a las falsas seguridades. Estamos llamados a ser testigos de su amor, a contagiar nuestra fe, la esperanza y dar frutos de amor.
Anunciar a Cristo implica confianza en Dios para afrontar el desapego de un mundo que nos insta al egoísmo, al individualismo y al consumismo. Supone ir, salir, arriesgarse, ligeros de equipaje, sin seguridades humanas para dejar actuar a la Providencia.

Hacer discípulos es invitar sin imponer ni imponerse, ir juntos, al lado del hermano, ni delante ni detrás y sin imponer ningún ritmo de marcha. La fuerza del anuncio no está en los argumentos, ni en los métodos ni en los procedimientos sino en la renuncia del yo para que crezca Él.

Servir a Dios y al prójimo requiere renunciar a nuestros intereses, a nuestras opiniones, a nuestras necesidades, para centrarnos en las de los demás. 

Evangelizar no es hacer adeptos ni prosélitos sino atraer, contagiar, seducir... escuchando con amor sincero y sirviendo con autenticidad, generosidad, obediencia y humildad.

¡Para anunciar hay que renunciar!


sábado, 1 de agosto de 2020

MEDITANDO EN CHANCLAS (1)

"Dame ahora mismo en una bandeja 
la cabeza de Juan el Bautista"
(Mateo 14,8)

Como cada agosto, comenzamos nuestros paseos diarios por la arena con Jesús.

Hoy reflexionamos la escena del "juicio" de San Juan Bautista, predecesor del Mesías.

San Juan anunció a Cristo pero no lo hizo para su vanagloria u orgullo, sino desde la humildad, a imitación del Señor.

Pudo haberse apropiado del "título" cuando le preguntaron si era el Mesías pero no lo hizo, a semejanza del Señor.

Pudo haberse apropiado de la misión encomendada por Dios, pero no hizo, a imitación del Señor.

De la misma forma, nosotros hoy anunciamos que Jesús está vivo pero no lo hacemos por méritos propios, por ninguna pretensión de adueñarnos del mensaje ni para ponemos en su lugar, sino que le seguimos y le imitamos.

Hablar hoy de Cristo nos pone en una situación "incómoda" porque el mundo no quiere oír hablar de Dios.

Anunciar hoy el reino de Dios nos lleva indefectiblemente al desprestigio, al camino de la Cruz, al martirio.

¿Estoy dispuesto a humillarme? ¿Estoy dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias? ¿Estoy dispuesto a correr la misma suerte que San Juan y que Cristo? o ¿renunciaré

JHR