¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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martes, 16 de agosto de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (17): ¿VAS A TENER TÚ ENVIDIA PORQUE SOY BUENO?

"¿Es que no tengo libertad 
para hacer lo que quiera en mis asuntos? 
¿O vas a tener tú envidia 
porque yo soy bueno?”.
(Mt 20,15)

Todos somos llamados al Reino de los cielos porque Dios quiere que todos nos salvemos. Todos tenemos derecho a participar de su bondad y generosidad. No hay primeros ni últimos: esta es la lógica del amor misericordioso de Dios. ¡Nos quiere a todos porque nos ama a todos!

Trabajar desde el amanecer por el Reino de Dios no es una carga pesada ni motivo de envidia porque otros lleguen más tarde, sino un privilegio por el que estar agradecidos. A veces, queremos instrumentalizar a Dios y utilizarle para nuestros intereses. Le queremos para nosotros solos, en exclusiva, y no permitimos que otros accedan a su gracia.

Son los mismos resentimientos del hijo mayor de la parábola del hijo pródigo que se siente desplazado por la llegada del hermano menor pero que recibe la misma misericordia del Padre, cuando le dice "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo" (Lc 15, 31). 

Son los mismos recelos y envidias que tienen muchos que llevan toda la vida en la Iglesia cuando llegan a la parroquia los recién convertidos, como si éstos no tuvieran derecho a formar parte de ella pero con los que Dios se alegra y a quienes invita a su fiesta. 

Son los mismos celos y "pelusas" que tiene un niño mayor cuando nace un hermano pequeño al sentirse desplazado del amor de los padres. Sin embargo, un Padre o una Madre quiere a todos sus hijos por igual. Si pone especial atención por el pequeño es porque necesita más atención en ese momento, pero no significa que haya dejado de querer al mayor.
Dios es el dueño de la viña que da trabajo a todos. Quiere a todos en su casa. No mide los méritos de los obreros sino que atiende las necesidades de todos. Sin embargo, los hombres no dejamos a Dios ser Dios. Queremos acapararlo para nosotros, utilizarlo para nuestro provecho y que nos premie por nuestro esfuerzo.

Pero la justicia de Dios no funciona así..."Porque mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos" (Is 55,8)El amor de Dios está abierto a todos, no podemos monopolizarlo, no podemos medirlo ni pesarlo. No podemos señalar los pecados de otros y atribuirnos méritos según nuestros esquemas para hacer un Dios a nuestra medida, solo para nosotros.

Nuestro compromiso con Dios debe llevarse con alegría y gratitud, sin compararnos con los demás, sin estar pendientes de lo que otros hagan, sea mucho o poco, ni del tiempo que lleven...No podemos rivalizar con otros por el amor de Dios. Debemos alegrarnos por nosotros y por los demás.
Dios es tan grande que tiene de sobra para todos. Tiene un corazón tan misericordioso que no podemos encerrarlo en nuestros pequeños esquemas. Tiene una bondad tan infinita que todos cabemos en su reino. Tiene un amor tan inagotable que hay para todos.

Esta es la misericordia de Dios: la que debe inclinar mi corazón a agradecer en lugar de envidiar, a pensar en lo que tengo en lugar de lo que me falta, a alegrarme por la llegada de mi hermano, a pasar del resentimiento al agradecimiento, de la sospecha a la confianza, de la tacañería a la generosidad, del odio al amor.

La auténtica recompensa no es el pago final de la vida eterna. El regalo es el mismo Dios que se dona generosamente por amor a todos. El verdadero premio es estar en su presencia, en su amor, en comunión con Él para siempre.

Para la reflexión:

¿Cuestiono la justicia de Dios?
¿Quiero a Dios sólo para mí?
¿Trato de monopolizarlo y se lo niego a los demás?
¿Intento limitar el amor y la bondad de Dios?
¿Soy un cristiano agradecido o resentido?
¿Amo a Dios y al prójimo de verdad?



JHR

miércoles, 17 de junio de 2020

QUE NADIE NOS ENGAÑE: LA ENVIDIA NO ES CRISTIANA


"Algunos anuncian a Cristo por envidia y rivalidad; 
otros, en cambio, lo hacen con buena intención; 
éstos porque me quieren 
y saben que me han encargado de defender el Evangelio; 
aquellos proclaman a Cristo por rivalidad, 
con intenciones torcidas, 
pensando hacer más penosas mis cadenas.
(Filipenses 1, 15-17)

Existe un hecho en el que todos los cristianos estaremos de acuerdo: Somos hijos de Adán y de Caín, es decir, hijos del pecado. Y la principal consecuencia del pecado es la soberbia, la puerta por la que entran el resto de los pecados, empezando por la envidia. Y con ella, sus hijos, los celos.

Seguramente, nuestros primeros padres pecaron por soberbia y por envidia, queriendo "ser como Dios ". Y ese pecado no sólo les llevó a su propia muerte, sino a buscar con ahínco, la "muerte" del hermano.

Dice el Papa Francisco, refiriéndose a sacerdotes y a obispos, que los celos y las envidias crean enemistad entre las personas y destruyen los vínculos de hermandadDice también que el resentimiento o la amargura no son cristianos

Y yo añadiría: ¡qué pocos cristianos y cuántos enemigos veo en nuestras comunidades católicas! ¡qué poco agradecimiento y cuánto resentimiento veo en nuestras parroquias!

Parece ser que algunos obispos, sacerdotes y laicos escuchan poco o nada al santo padre, y menos, a Dios...¿quizás por orgullo? ¿quizás porque rezan poco o nada? Porque si escucharan, al menos, su conciencia les dictaría su mal proceder y les recordaría la escena entre Caín y Abel, que parecen haber olvidado.

Algunos sacerdotes, vicarios, obispos y también laicos están siempre irritados, "cristianos con cara de acelga" (como los llama el papa), siempre poniendo trabas, siempre poniendo "peros", siempre enfadados con sus hermanos de sacerdocio o con sus hermanos de fe. 

Que nadie nos engañe: existe envidia de obispos a sacerdotes, entre sacerdotes, de sacerdotes a laicos y entre laicos...y porque no hay nadie más....pero no es cristiana.
Marca Personal, éxito y gestión de la envidia
Quizás porque, como Caín o como el Rey David, intuyen o saben que su sacrificio, su servicio, su modo de actuar no es del agrado de Dios. La envidia no deja ver con claridad, y entonces se inicia el proceso del malLa envidia se convierte en celos, los celos en amargura, la amargura en resentimiento, el resentimiento en odio y el odio en muerte.

Al principio, con pequeñas envidias y con pequeños celos, se comienza a perder la caridad y la misericordia que nos enseñó el Señor de la Iglesia, Jesucristo. Poco a poco, uno se deja llevar por  bajos instintos y sentimientos poco cristianos. Esas "pequeñas cosas" se convierten en "grandes cosas", que van envenenando la mente, endureciendo el corazón y dañando la propias alma.

Y así, obsesionados por la soberbia, por un afán de protagonismo, por un deseo de poder, el mal de la envidia crece en el interior y conduce al rencor. El rencor, a la enemistad. La enemistad, al odio. Y cuando hay odio, la guerra es inevitable...  Y cuando hay guerra, la muerte es inexorable...No se puede parar y se acaba "asesinando" a los hermanos.

¿Dónde está la paz de Cristo? ¿Dónde está el amor de Cristo? ¿Dónde está la fidelidad a Cristo? ¿Dónde está el servicio al prójimo?... ¿Dónde está tu hermano?nos pregunta Dios.

La envidia es un mal que nos afecta a todos los seres humanos y, desgraciadamente, también a los cristianos. Los celos contienen de grandes dosis de soberbia, de avaricia, de codicia y de odio. Y nada de eso es cristiano. No puede serlo...

No nos engañemos: no hay envidias sanas. Toda envidia es insana y dañina. Y conduce a lo peor que hay en nosotros. ¿Por qué lo llaman "envidia sana" cuando deberían llamarlo "buen ejemplo"?

No nos engañemos: no hay celos saludables. El único celo sano es el apostólico, que nos impulsa a amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. El amor...eso sí es cristiano.  Los celos llevan al odio. El celo lleva al amor.

El buen ejemplo de otros no puede ni debe generar en nosotros ningún instinto malvado ni ningún sentimiento de repulsa, condena, menosprecio o resentimiento. Más bien, al contrario, debería exhortarnos a la aprobación, a la felicitación, al aprecio y al agradecimiento. El agradecimiento, el reconocimiento, eso sí es cristiano.

El enemigo de la envidia no es nuestro hermano sino nuestra propia debilidad, nuestro propio pecado...nosotros mismos. El propio Jesús tuvo que reprender y corregir a sus apóstoles cuando aparecieron las envidias y los celos: Y la mayoría se dieron cuenta de su error y rectificaron. Todos menos uno.
Existen sacerdotes en la iglesia mormona?
Los cristianos, seamos obispos, sacerdotes o laicos, no podemos ni debemos apropiarnos, por envidia, de lo que nos corresponde a todos por igual. No podemos ni debemos apropiarnos, por soberbia, de Dios, de la gracia o de la fe. No podemos ni debemos, por avaricia, dividir la Iglesia de Cristo en cristianos superiores o inferiores. La envidia, la soberbia, la avaricia, la división...nada de eso es cristiano.

Los católicos, seamos sacerdotes o laicos, no podemos ni debemos, por soberbia, menospreciar a un sacerdote por su labor, por su carisma o por su parroquia; no podemos ni debemos, por ambición, despreciar a un laico por su compromiso, por su celo o por su fidelidad. La soberbia, el menosprecio, la ambición, el desprecio...nada de eso es cristiano.

¡Ayúdame, Señor, 
a no tener envidias, ni celos, 
a no menospreciar, ni a difamar, 
a no codiciar lo que otros tienen,  
ni a amargarme por el bien de los demás, 
ni odiar los dones de otros ! 
¡Ayúdame, Señor, 
a no matar al prójimo con mi resentimiento!