¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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miércoles, 23 de octubre de 2019

TIBIOS Y MEDIOCRES


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"Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente.
Ojalá fueses frío o caliente.
Pero porque eres tibio,
y no eres ni frío ni caliente,
te voy a vomitar de mi boca"
(Apocalipsis 3, 15-16)



En España, hay personas que viven sin pena ni gloria. Me refiero a los católicos tibios y mediocres, los pecadores más pusilánimes y negligentes.

Su morada es la antesala del infierno que Dante describe en su Divina ComediaNo tienen cabida en el cielo, porque no hacen nada bueno, ni parecen tenerla en el infierno, porque no hacen nada malo. Sencillamente, ¡no hacen nada!

Son personas que se jactan de tener una "mente abierta"; tanto que, como decía Chesterton, se les cae el cerebro. Son partidarios del "todo vale"; tanto que, cambian misericordia por tolerancia, fe por sentimiento, caridad por "buenismo", verdad por progresismo.

S
u luz opaca y su sal sosa les impide poder transformar ni convertir a nadie; su fe inerte les impide ser fecundos ni fructíferos. No pueden recibir la Gracia porque no defienden los derechos de Dios, ya sea por indiferencia o por cobardía.

Viven adormecidos en una falsa tranquilidad, anestesiados en una paz artificial, aletargados en una existencia sin sustancia. El Señor está a su puerta y llama, pero ellos no le abren porque no necesitan nada. 

Huyen del compromiso porque creen tener suficiente y sólo quieren conservar lo que ya tienen. Su fe no aumenta, sino que retrocede. No son melancólicos ni apocados, sino rebeldes que no actúan y que consienten el mal. Con su omisión, sólo buscan hacer su propia voluntad y rechazan la de Dios.

Rehuyen la Cruz, el sacrificio y el compromiso cristianos. No quieren "problemas". Huyen de la responsabilidad y la culpa. "Con ellos no va la cosa"No mueven un dedo ni dan un paso adelante si la situación no les atañe directamente. Buscan el consuelo fácil, su comodidad y la de los suyos. 
Resultado de imagen de tibiEZA ESPIRITUAL
Tienen un alma lánguida y pacata, una voluntad perezosa y sin brío, un corazón sin fuego y sin vigor porque Dios no está en ellos. Han elegido "mundanizarse" y no se comunican con Dios, porque nunca rezan.

Se consideran
 supervivientes natos. Se han "mundanizado", es decir, se han amoldado al mundo, al pensamiento dominante, al relativismo de nuestro tiempo. Quieren quedar bien con todos. Pretender servir a dos amos.

No se hacen las preguntas correcta
s. En lugar de preguntarse, ¿qué quiero yo de Dios? deberían preguntarse ¿qué quiere Dios de mí? En lugar de cuestionarse ¿soy capaz de ser un buen cristiano? deberían cuestionarse ¿estoy dispuesto a serlo?

Un católico tibio y mediocre es aquel que:
- cuelga el Rosario en el retrovisor del coche como amuleto pero nunca lo reza.
- lee el horóscopo pero nunca la Palabra de Dios.
- practica yoga pero nunca la oración contemplativa.
- lleva a sus hijos a un colegio católico pero nunca a una iglesia.
- vota a partidos "liberales" que defienden el aborto y la ideología de género.
- "está" en misa pero no la "vive".
- se llama católico pero cuestiona la doctrina de la Iglesia de tanto "mandamiento y pecado".
- se llama cristiano pero su seguimiento a Cristo no es exigente.
- necesita una religión pero no tiene fe.
- celebra fiestas paganas y 
disfraza a sus hijos pero no les enseña a rezar.
- defiende la ecología pero no ve a Dios en la creación.
- se confiesa por rutina y se limita a cumplir.

- no acepta consejos ni correcciones.
- sirve sólo en público para ser visto.
- excusa a sus enemigos pero rara vez defiende a sus amigos.

jueves, 1 de marzo de 2018

ENFERMOS DE MUNDANALIDAD: ALZHEIMER ESPIRITUAL

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"No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. 
Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él." 
(1 Juan 2,15)


El mundo intenta desesperadamente seducirnos porque su "dueño" es el "padre de la seducción", el Diablo. Y lo hace con la misma sutileza con la que ha venido haciéndolo desde que el hombre fue creado, desde Adán y Eva. 

Actúa como un virus que nos "contagia" como a incautos, que nos "engatusa" como a insensatos, que nos enferma el cuerpo, el alma y el espíritu. Un virus con múltiples "cepas", que adopta muchas formas, según el tipo de personas u organismos en los que se instala. 


Es una enfermedad que no vemos venir y que llega sin darnos cuenta. Un mal que entra suavemente, educadamente, sutilmenteUna afección no aparente, que no se exterioriza. Por fuera todo parece correcto, todo parece bien, todo parecen "sepulcros blanqueados" (Mateo 23,27).

Un trastorno que toma posesión de nuestras actitudes, de nuestros principios y valores, de nuestras mentes, corazones y almas

Es así como enfermamos de mundanalidad, como "tonteamos con el Diablo" y nos convertimos en cristianos con "alzheimer espiritual", en cristianos tibios, en cristianos mundanos que tratan de crear un "mix" entre el espíritu del mundo y el espíritu de Dios. Como si fuera posible servir a dos señores...(Mateo 6,24).

Según el Papa Francisco, los dos principales síntomas de la mundanalidad en la Iglesia son:
  • Fe subjetiva y fascinada por el gnosticismo. Personalizada en aquellos que buscan una experiencia exclusivamente personal, a través de conocimientos o razonamientos que les iluminen, que les den seguridad y les reconforten, "encerrándoles en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos”. Genera  una auto-complacencia subjetiva. 
  • Neopelagianismo autorreferencial y prometeico. Personalizada en aquellos que “solo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros. Genera un elitismo narcisista y autoritario, que analiza, clasifica y margina a otros, además de un afán obsesivo por el control, dificultando el fluir del Espíritu Santo y la Gracia de Dios. 

Desde nuestra enferma alma "mundanalizada", se desvirtúa la fe católica. Seguramente podemos rezar de vez en cuando, seguramente podemos ir a misa de vez en cuando, seguramente podemos hacer muchas cosas...Seguramente...De vez en cuando...

El Papa Francisco afirma también que “la mundanalidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal” (Evangelii Gaudium 93).

Enfermos de mundanalidad, es cuando, con una cierta apariencia de espiritualidad, ponemos toda nuestra confianza en nosotros mismos, en las cosas, en las organizaciones, en los planes y proyectos, en el mundo...olvidándonos de ponerla en el Señor y en su Gloria. 

Resultado de imagen de abuso de poderInfectados de mundanalidad, es entonces cuando buscamos nuestra propia vanagloria, nuestro propio reconocimiento, o alguna forma de poder o beneficio económico, material, cultural, intelectual, espiritual, religioso, etc. 

Asfixiados de mundanalidad, es entonces cuando nos "damos de baja" de Dios. Es entonces cuando nuestra mente se hace la "remolona" con las cosas de Dios y es incapaz de distinguir la realidad; cuando se nos hace imposible distinguir lo bueno de lo malo, lo que es de Dios y lo que es del mundo.

Es entonces cuand
o perdemos la conciencia de la realidad, cuando caminamos en tinieblas y creamos un mundo artificial hecho por y para nosotros, una oscuridad hecha a nuestra medida que pretendemos llamar "fe cristiana".



Resultado de imagen de mundanalidadEs entonces, cuando nuestra alma se halla postrada en un estado de pereza, cuando nuestra conciencia permanece anestesiada y nuestro espíritu, en estado de somnolencia

Es entonces, cuando nuestro egoísmo se disfraza de languidez deseando hechos extraordinarios, buscando milagros espectaculares, anhelando "subidones espirituales" que se quedan en nada, o justificando nuestra fe a través de los sentidos

Es entonces, cuando nos enemistamos con Dios (Santiago 4, 4), cuando apelando a nuestra debilidad, pretendemos dictarle a Dios cómo deben ser las cosas, decirle que está equivocado o, sencillamente, decirle que "no"

Es entonces cuando nuestra voluntad se da por vencida y se abandona en manos de la soberbia, la vanidad y el orgullo. Y tras éstos, cae en picado hacia todo el abanico de los demás pecados. Precisamente aquí, es cuando el Adversario cree que ha vencido.

Sin embargo, no todo está perdido. Hay solución!!!

Imagen relacionadaEs tan fácil como volver la mirada al más poderoso antídoto contra la mundanalidad: Jesús. Nuestro Señor, con su excelso y abnegado amor, nos susurra: “Sin mí no podéis hacer nada” (Juan 15, 5), “El que me sigue no camina en tinieblas” (Juan 8, 12). 

Por tanto, caminemos junto a Él, con su poderosa ayuda, iluminados por su luz, imitando su "despojamiento" de toda mundanalidad.

Estemos alerta y vigilantes, junto a Él, en el mismísimo Getsemaní, orando sin cesar al Padre. Aunque sudemos sangre!!!

Neguémonos a nosotros mismos, tomemos nuestra cruz y sigámosle porque...

No hay Resurrección sin Cruz