¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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viernes, 23 de mayo de 2025

GRUPOS ECLESIALES ENDOGÁMICOS

"Y vi la ciudad santa, 
la nueva Jerusalén 
que descendía del cielo, de parte de Dios, 
preparada como una esposa
 que se ha adornado para su esposo...
Y los cimientos de la muralla de la ciudad 
están adornados con toda clase de piedras preciosas: 
jaspe, zafiro, calcedonia, esmeralda, sardónica, cornalina, 
crisólito, berilo, topacio, ágata, jacinto,  amatista
(Ap 21,2.19-20)

Hoy meditamos sobre una peligrosa tentación que prolifera y penetra dentro de la Iglesia: los grupos endogámicos de diversa índole: asociaciones de Derecho Pontificio y movimientos eclesiales, hermandades y cofradías, grupos de evangelización, etc..

Endogamia se refiere a una relación cerrada y estanca entre individuos o grupos de individuos que se unen por temor a lo extraño, a lo distinto, a lo desconocido... que se crean como mecanismo de defensa y protección ante lo "externo" y que suelen generar pensamientos autógenos.

Aunque estos grupos cerrados pueden tener beneficios para el cristiano como son la formación, el conocimiento litúrgico-sacramental, el acompañamiento espiritual, etc., generalmente, y a largo plazo, son perjudiciales y hasta letales, tanto para el individuo como para el grupo, ya que terminan dividiendo y causando rechazo, dentro y fuera de ellos.

Los grupos endogámicos parten de un error de base: la convicción de que detentan la verdad de la Iglesia y de que todo lo que hay fuera de ellos es menos válido o menos importante y, por tanto, el dialogo se torna imposible. No aceptan que haya cisnes blancos si ellos se han teñido de negro: es imposible convencer a un "convencido".

Estos grupos cerrados, también llamados "estufa", suelen autoproclamarse fiscales y jueces universales que dictan sentencias sobre lo que la Iglesia debe ser o hacer, desde su pensamiento propio, que termina muchas veces por convertirse en sectario.

La realidad de que existan grupos dentro de la Iglesia no es que a ésta le falte algo y haya que buscarlo en esos grupos o movimientos. Es exactamente lo contrario. Es la expresión de la sobreabundancia del amor de Dios que, por medio de su Espíritu, suscita constantemente nuevos carismas, nuevas formas de vivir la única fe en Cristo. 

Los grupos y movimientos eclesiales no son algo paralelo a la Iglesia, ni una "iglesia dentro de la Iglesia", sino expresión misma de su vida sobrenatural suscitada por el Espíritu Santo. Pertenecen a todos los católicos y no sólo a sus miembros

No es necesario ser agustino para estar de acuerdo con el nuevo Papa, ni jesuita para tomar como ejemplo de vida a san Ignacio, ni franciscano para entregarse a los pobres, ni servidor de Emaús para dar testimonio de la fe, ni carismático para alabar a Dios, ni cofrade para proclamar la devoción a la Virgen.

Los grupos de la Iglesia no son ladrillos de la Torre de Babel sino piedras preciosas de la Nueva Jerusalén (Ap 21,2.10.19-20). Cada piedra es totalmente diferente, pero todas ellas contribuyen a adornar a la Iglesia, como una esposa que se engalana para su Esposo
No son estrictamente necesarias para cimentar la Iglesia, pero el Señor ha querido regalárselas a su Esposa como un detalle de su amor, de la misma manera que un marido regala flores a su mujer y no solo provee lo necesario, como una plancha o una lavadora.

Es completamente absurdo que la amatista se crea más brillante que el zafiro o que el jade piense que su color es más intenso que el de la esmeralda. Todas conforman la Jerusalén celeste y deben estar abiertas a las demás como partes integrantes de un "todo".

Por ello, los grupos forman los cimientos de las murallas de la Iglesia, están colocados por el Espíritu Santo para dar belleza a la consistencia y solidez de la ciudad de Dios, pero no pueden convertirse en trincheras de emotivismo subjetivo, ni en círculos cerrados e impenetrables.

Los grupos y/o movimientos, o forman parte de la “comunidad parroquial”, y de manera general, de la "comunidad cristiana" que es la Iglesia, o de lo contrario, ni son eclesiales ni católicos.  Por eso, cabe preguntarse: ¿Están integrados y viven la unidad en la comunidad parroquial? o ¿son una alternativa a la misma?, o peor aún, ¿actúan “al margen” como una iglesia paralela?

El propósito y la misión de los grupos movimientos eclesiales es vivir su carisma para la construcción de la comunidad parroquial. Ningún carisma tiene un valor absoluto, sino relativo “a la comunidad”, como los miembros respecto de la totalidad del cuerpo. Son tan necesarios los ojos como las manos, los órganos externos como los internos. Ninguno es más importante que otro. Todos forman parte de la Iglesia y la enriquecen.

El papa León XIV nos exhorta a la auténtica unidad en la Iglesia sin caer en la uniformidad, y nos regala, en su divisa papal, un mensaje profundamente espiritual : “In Illo uno unum” (“En el Único, todos somos uno”), en referencia a un sermón de San Agustín sobre el salmo 127.


Ver también el artículo: cuidado-con-los-grupos-estufa