"Dame ahora mismo en una bandeja
la cabeza de Juan el Bautista"
(Mateo 14,8)
Como cada agosto, comenzamos nuestros paseos diarios por la arena con Jesús.
Hoy reflexionamos la escena del "juicio" de San Juan Bautista, predecesor del Mesías.
San Juan anunció a Cristo pero no lo hizo para su vanagloria u orgullo, sino desde la humildad, a imitación del Señor.
Pudo haberse apropiado del "título" cuando le preguntaron si era el Mesías pero no lo hizo, a semejanza del Señor.
Pudo haberse apropiado de la misión encomendada por Dios, pero no hizo, a imitación del Señor.
De la misma forma, nosotros hoy anunciamos que Jesús está vivo pero no lo hacemos por méritos propios, por ninguna pretensión de adueñarnos del mensaje ni para ponemos en su lugar, sino que le seguimos y le imitamos.
Hablar hoy de Cristo nos pone en una situación "incómoda" porque el mundo no quiere oír hablar de Dios.
Anunciar hoy el reino de Dios nos lleva indefectiblemente al desprestigio, al camino de la Cruz, al martirio.
¿Estoy dispuesto a humillarme? ¿Estoy dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias? ¿Estoy dispuesto a correr la misma suerte que San Juan y que Cristo? o ¿renunciaré?
JHR