¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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sábado, 3 de agosto de 2024

MEDITANDO EN CHANCLAS (3): PREPARAR EL CAMINO


En aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes 
lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos:
«Ese es Juan el Bautista, 
que ha resucitado de entre los muertos, 
y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él». 
Es que Herodes había mandado prender a Juan 
y lo había metido en la cárcel encadenado, 
por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; 
porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. 
Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, 
que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, 
la hija de Herodías danzó delante de todos 
y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo:
«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey lo sintió, pero, por el juramento y los invitados, 
ordenó que se la dieran, 
y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Trajeron la cabeza en una bandeja, 
se la entregaron a la joven 
y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, 
lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.
(Mt 14, 1-12)

Si ayer escuchábamos en el evangelio cómo los paisanos de Jesús se escandalizaban de Él y lo despreciaban por interpelar su vida, hoy Mateo nos muestra, de forma más sobria que Marcos, un significativo profeta y mártir que prefigura a Cristo: San Juan Bautista. 

El primo de Jesús es enviado al pueblo de Israel para preparar el camino del Mesías, para llamar al arrepentimiento y a la conversión. También para denunciar la conducta inmoral y adúltera de Herodes y Herodías, motivo por el que fue decapitado. 

La maldad de Herodías contra el Bautista evoca el gran odio de Jezabel contra el profeta Elías (1 Re 18,2ss) y da cumplimiento a la profecía que anunció que Elías tendría que venir antes del Mesías (Mal 4,5-6), identificado como Juan el Bautista (Mt 17,11-13).

Frente a la valentía del Bautista, la cobardía de Herodes... quien, aunque sabía que Juan era “un hombre justo y santo” (Mc 6,20), optó por dejarse llevar por el pecado, complaciendo los deseos criminales de una madre y una hija sin escrúpulos. 

En esto también anticipa lo que le pasará a Jesús, de quien Pilatos no encontrará culpa pero también se dejará llevar por el odio de los dirigentes y del pueblo judíos, manteniéndose al margen.

San Juan Bautista, el más grande entre los grandes de los nacidos de mujer (Lc 1,15; 7,28), el único santo del que los católicos celebramos tanto su nacimiento como su muerte, fue anunciado por los profetas (Is 40,3; Mal 3,1; 4,5) y por un ángel (Lc 1,11), nació de padres santos y justos, aunque de edad avanzada y estériles (Lc 1,18), preparó en el desierto el camino del Redentor, convirtió los corazones de los hijos de Israel (Lc 1,17), bautizó al Hijo, escuchó al Padre y vió al Espíritu (Lc 3, 22), combatió por la verdad hasta dar la vida y fue mártir de Cristo incluso antes de su Pasión (Lc 9,7-9).

Mateo emplea en este relato (y no es casualidad) los mismos verbos que utiliza en los de la Pasión de Cristo: arrestado, encadenado y condenado a muerte.  

Y describe al final algo de forma muy intencionada y que Marcos omite: los discípulos del Bautista, después de enterrarlo, tienen que ir a Jesús a contarle lo ocurrido porque aunque Juan era su maestro y a quien seguían, él dio testimonio de Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, de quien dijo que era superior a él. 

Es la señal para el comienzo de su predicación pública y para recorrer el mismo camino de martirio, esta vez llevado a plenitud.
Esta gran figura y, por supuesto, la de Cristo, nos invitan a discernir si nosotros, también enviados por Dios, seremos tan valientes como para complicar y arriesgar nuestra vida denunciando la maldad del mundo en la certeza de que Dios está con nosotros o, por el contrario, nos vencerá la cobardía y la comodidad de ser "políticamente correctos" y dejarnos llevar por el "espíritu de este mundo".

¿Seremos capaces de preparar el camino de otros hacia el Señor y anunciarle con nuestro testimonio de vida? ¿Seremos capaces de menguar para que Él crezca en nuestro corazón y en el de otros? 

¿Seremos capaces de amonestar, que no juzgar, a quien obra de forma incorrecta? ¿Seremos capaces de aceptar el odio del mundo por nuestro amor a Dios? ¿Seremos capaces de contrarrestar vicio con virtud? ¿Seremos capaces de aceptar el martirio, si llegara? 

JHR

viernes, 4 de agosto de 2023

MEDITANDO EN CHANCLAS (5): LA MALDAD ES "TRENDING TOPIC"

En aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes lo que se contaba de Jesús 
y dijo a sus cortesanos:
«Ese es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, 
y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».
Es que Herodes había mandado prender a Juan 
y lo había metido en la cárcel encadenado, 
por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; 
porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. 
Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, 
y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo:
«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, 
ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, 
y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, 
y fueron a contárselo a Jesús.
(Mt 14,1-12)


Mateo, que narra el martirio del Bautista de forma más sobria que Marcos y más breve que Juan, quiere destacar el hecho de que Juan prefigura a Jesús, aspecto que afirmará explícitamente más tarde (Mt 17,2) y que el propio Jesús confirmará (Mt 17,12-13). Como él, Juan será arrestado, encadenado y condenado a muerte (el evangelista emplea los mismos verbos que en su relato de la Pasión). 

Juan, probablemente cercano a los esenios y muy crítico con los fariseos y saduceos, es el último profeta del Antiguo Testamento y el único que testimonia a Jesús en vidaEs el profetizado "Elías", que tendría que venir antes del Mesías (Is 40, 9.10; Mal 3,1), el precursor que Mateo y Marcos describen evocando a Elías de 2 Reyes 1,8, y que el propio Jesús corrobora: "él es Elías, el que tenía que venir(Mt 11,14). 

Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea, donde se desarrollará gran parte de la vida pública de Jesús, es un hombre apático y falto de energía, corrupto y lujurioso, depravado e hipócrita, supersticioso y neurótico, y a quien Jesús llamará “zorro” (Lc 13,32), que en la mentalidad hebrea equivale, por un lado, a un "don nadie" o farsante y por otro, "veleta" o inconstante.

Herodías es la mujer del hermano de Herodes, asesinado por éste para hacerla su esposa, con su beneplácito. Odia a Juan porque le señala con verdad y claridad su conducta ilícita y como venganza, instiga a su hija Salomé para que le pida a Herodes la cabeza del Bautista.

La muerte del Bautista anuncia y prepara la muerte de Jesús. Ambos son víctimas de la corrupción y de la impiedad de los dirigentes. Ambos son condenados en el ámbito de una fiesta a una muerte injusta y sin proceso. Ambos son asesinados por dar testimonio de la Verdad, por "ir contracorriente" (Jn 18, 36-37), por denunciar el pecado (Jn 7,7). 
La misma suerte corrieron los profetas que vivieron antes de Jesús y los discípulos que le seguirán (5,12; 10,17.34). Testificar la verdad está inseparablemente unida al sufrimiento, al rechazo, a la muerte (Mt 23,29.37; Lc 13,33-34).

Finalmente, el hecho de que los discípulos del Bautista vayan a notificar su muerte a Jesús expresa algo más que un simple reconocimiento: un anhelo de continuidad. Es decir, que la voluntad de Dios siempre se cumple, a pesar de todas las hostilidades y rechazos, a pesar del sufrimiento e incluso de la muerte.

Este pasaje ignominioso de la decapitación de Juan no es algo del pasado. Hoy sentimos la crueldad en cada relación, en cada noticiario, en cada esquina...cortamos cabezas simplemente porque es tendencia, decapitamos a quien sea porque es "lo que se lleva". Sí, hoy la maldad, la corrupción y la crueldad son "trending topics" en nuestra sociedad.

¿Soy un Herodes hipócrita y farsante que busca siempre "quedar bien con todo el mundo"? 
¿Soy complaciente con mi pecado continuado mientras hago "vida de cristiano"? 
¿Busco un equilibrio diplomático entre las cosas de Dios y las del mundo? 
¿Soy tan farsante que mis decisiones dependen del qué dirán o de "lo políticamente correcto"?
¿Decapito a mi prójimo porque es "trending topic"?

¿Soy una Herodías que odia que le digan la verdad de sus malas acciones? 
¿Me interpelan las buenas acciones de otros o ponen en evidencia mis faltas? 
¿Instigo y conspiro contra otros por venganza? 
¿Vivo con odio y resentimiento hacia otros?

¿Soy un Juan que testimonia su fe aunque ello me ponga en una situación "incómoda"? 
¿Estoy dispuesto a llegar hasta el final por defender la verdad y denunciar el pecado? 
¿Estoy dispuesto a correr la misma suerte que Juan y que Cristo?
¿Soy un cristiano auténtico, coherente y veraz cuando me conviene o siempre?


JHR

sábado, 1 de agosto de 2020

MEDITANDO EN CHANCLAS (1)

"Dame ahora mismo en una bandeja 
la cabeza de Juan el Bautista"
(Mateo 14,8)

Como cada agosto, comenzamos nuestros paseos diarios por la arena con Jesús.

Hoy reflexionamos la escena del "juicio" de San Juan Bautista, predecesor del Mesías.

San Juan anunció a Cristo pero no lo hizo para su vanagloria u orgullo, sino desde la humildad, a imitación del Señor.

Pudo haberse apropiado del "título" cuando le preguntaron si era el Mesías pero no lo hizo, a semejanza del Señor.

Pudo haberse apropiado de la misión encomendada por Dios, pero no hizo, a imitación del Señor.

De la misma forma, nosotros hoy anunciamos que Jesús está vivo pero no lo hacemos por méritos propios, por ninguna pretensión de adueñarnos del mensaje ni para ponemos en su lugar, sino que le seguimos y le imitamos.

Hablar hoy de Cristo nos pone en una situación "incómoda" porque el mundo no quiere oír hablar de Dios.

Anunciar hoy el reino de Dios nos lleva indefectiblemente al desprestigio, al camino de la Cruz, al martirio.

¿Estoy dispuesto a humillarme? ¿Estoy dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias? ¿Estoy dispuesto a correr la misma suerte que San Juan y que Cristo? o ¿renunciaré

JHR