¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 18 de agosto de 2024

¿SIGO A UN DIOS QUE CONOZCO O A UN DIOS QUE IMAGINO?

"Estáis equivocados 
porque no entendéis las Escrituras 
ni el poder de Dios
(Mt 22,29; Mc 12,24)

Ser cristiano implica conocer y seguir a Cristo, y para ello, es necesario leer y entender la Biblia porque toda ella habla de Cristo y se cumple en Cristo (Hugo de San Víctor, De arca Noe 2,8: PL 176, 642C; cf. Ibíd., 2,9: PL 176, 642-643).

Sin embargo, muchas son las excusas para no leer la Biblia: no la entiendo, no tengo tiempo, no sé por dónde empezar, no me parece necesario leerla, tiene poco que ver conmigo...

La Biblia no es un libro del que los cristianos podamos prescindir... por muchas razones, pero la principal es que Jesús encargó a sus discípulos (a todos los que nos llamamos cristianos) una misión: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación" (Mc 16,15). 

El principal problema que nos encontramos es ¿Cómo proclamar el Evangelio si no lo conocemos? ¿Cómo mostrar a Cristo y hablar de Él si no lo conocemos? ¿A qué Dios sigo? ¿A un Dios que conozco o a un Dios que imagino? ¿Creo en un Dios real o en un Dios hecho a mi medida? 
Sobre la propia Escritura, dice san Juan: "Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre" (Jn 20,30-31).

No puedo entender quién es Dios si no conozco la Sagrada Escritura. No puedo tener "vida" si desconozco a Cristo. No puedo seguir a Cristo si selecciono o interpreto según mi criterio qué parte de su Palabra vale y qué parte no: "Ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia" (2 Pe 1,20).

Creer en Dios no es tener alguna noción del Jesús histórico o del Jesús cinematográfico. La fe en Dios no se basa en sentimientos ni en estados de ánimo, ni tampoco en lo que cada uno cree subjetivamente. Creer en Dios es conocerlo... establecer una relación íntima con Él, confiar en Él, dejarse amar por Él y enamorarse de Él. 

Pero ¿Quién puede enamorarse o amar a alguien con quien no tiene una relación íntima? ¿Quién puede confiar en alguien a quien no conoce? ¿Quién puede dejarse amar por un extraño?

El siguiente problema es cómo leer la Biblia. Algunos cristianos argumentan que el Antiguo Testamento muestra a un "Dios castigador", a un "Dios vengativo y colérico", completamente distinto del que aparece en el Nuevo Testamento. Insinúan que es una parte de la Biblia prescindible, como si no fuera también Palabra de Dios, o como si "sobrara". 

Esto es, simplemente, una gran osadía que parte de una gran ignorancia bíblica, puesto que el propio Jesús rebate este error (casi herético) cuando les habla a los discípulos de Emaús: "Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras" (Lc 24,27). 
La interpretación y comprensión de las Escrituras debe partir desde su:

Cristología. Toda la Biblia habla de Cristo, no sólo los evangelios, el Nuevo Testamento y también el Antiguo. Y no lo digo yo, lo dice el mismo Jesucristo.

Inerrancia. Toda la Biblia es precisa, confiable y no contiene error en todas sus declaraciones y en todos sus libros. Es Palabra de Dios.

Unidad. Toda la Biblia es unitaria y sólo puede entenderse a la luz de la unidad del plan de salvación de Dios y de su Revelación (CEC 128-140).

Contexto.  Toda la Biblia está escrita en contextos diferentes:
  • literario-lingüístico (género poético, histórico, profético, epistolar, etc.)
  • histórico-temporal (los orígenes, la historia de Israel, la encarnación, etc.) 
Niveles de significado. Toda la Biblia tiene diferentes niveles de significado (115-117):
  • literal: ver los hechos y solo los hechos. Es lo que el autor bíblico utiliza para significar algo literal (autor humano). Ej.: la separación de las aguas del Mar Rojo (Ex 14,1-31), el madero que Moisés echó a las aguas amargas de Mará (Ex 15,22-25) o el cordero que Abraham sacrificó en lugar de su hijo (Gn 22, 6-14). 
  • espiritualprofundizar, con la guía del Espíritu Santo y el Magisterio de la Iglesia, más allá de los hechos. Es lo que el autor bíblico quiere significar espiritualmente, más allá de su literalidad (autor divino). Ej.: Mar Rojo=bautismo; madero=Cruz; cordero=Cristo. A su vez, el nivel espiritual, según san Agustín (Suma Teológica, 1, q.1, a. 10, ad 1) se divide en:
    • alegórico: reconocer su significación en Cristo; así, el paso del mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo (cf. 1 Cor 10, 2). 
    • moral: considerar que fueron escritos "para nuestra instrucción" (1 Cor 10, 11; cf. Hb 3-4,11). 
    • anagógico: identificar el mensaje específico, más profundo y eterno de las realidades y acontecimientos que nos conducen (en griego: «anagoge») hacia el cielo. Así, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celeste (cf. Ap 21,1- 22,5).
Agustín de Dacia, prior dominico de un convento en Escandinavia (s. XIII) escribió sobre los distintos sentidos de la Escriturala letra enseña los hechos, la alegoría lo que has de creer, el sentido moral lo que has de hacer, y la anagogía a dónde has de tender (Agustín de Dacia, Rotulus pugillaris, I: ed. A. Walz: Angelicum 6 (1929), 256).

La Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia nos ayudan a conocer a Dios y su plan salvífico para todos y cada uno de nosotros. Salirse de ellos implica, abandonar la fe de Cristo para configurar una fe a la medida de nuestros deseos, gustos o preferencias...que no sigue a un Dios conocido sino a un Dios que imaginamos...

martes, 16 de julio de 2024

ANALFABETISMO BÍBLICO

"Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo"
(San Jerónimo)

Con demasiada frecuencia me encuentro a muchos hermanos de fe decir que no leen la Biblia porque les cuesta dedicarle tiempo, porque no son capaces de ponerse a ello, porque dicen no entenderla, porque no saben por dónde empezar, porque les da pereza o porque no lo ven necesario. 

Sin embargo, estos mismos que ponen esa gran cantidad de "peros" para leer la Palabra de Dios, reconocen leer innumerables libros espirituales, sobre la vida de santos, sobre revelaciones particulares... o incluso afirman estar "enganchados" a series o películas sobre la vida de Jesús, porque les resulta más cómodo que leer la Biblia...

No cabe duda que vivimos en un mundo saturado de información, en una sociedad de la inmediatez, del "aquí y ahora" y del "mínimo esfuerzo". Y cuando no entendemos algo o nos cuesta, sencillamente, lo abandonamos: o nos lo ponen fácil o tiramos la toalla, o "nos lo cuentan" de forma rápida y sencilla o "pasamos del tema".

Muchas veces me he preguntado el por qué de este "analfabetismo bíblico", el por qué los católicos tenemos esta asignatura pendiente y no somos capaces de poner los medios para aprobarla.

Pero algo sí es evidente: si no leemos y escuchamos la Palabra de Dios, no podemos considerarnos verdaderos cristianos porque no conocemos realmente a Cristo. Tampoco madura nuestra fe y nos quedamos en un infantilismo espiritual. San Jerónimo es tajante cuando dice que "ignorar la Biblia es ignorar a Cristo" porque como afirma Hugo de san Víctor: "toda la Escritura habla de Cristo y se cumple en Cristo".

Dios se "ha molestado" en dejarnos a nuestra disposición un testamento de su alianza, un legado de su amor, en el que nos cuenta todo lo que necesitamos saber sobre Él, todo lo que debemos hacer para ser felices. Además, la Iglesia se "ha preocupado" de custodiarla, interpretarla y explicarla durante más dos mil años, pero nosotros quizás no lo valoramos suficientemente.

No me imagino a los herederos de una gran fortuna dejando de acudir a la lectura de un testamento con la excusa de no entender el lenguaje jurídico o con el pretexto de no tener tiempo para esas cosas.
Quizás es que no consideramos a la Palabra de Dios como un gran tesoro. La Escritura es la historia de la relación entre Dios y su pueblo, entre el Creador y sus criaturas, entre Cristo y su Iglesia. Es el testimonio del amor de Dios por el hombre y, sin embargo, con nuestras acciones demostramos que ese amor no es recíproco.

San Jerónimo nos recuerda que "nunca podemos leer solos la Escritura porque encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos fácilmente en el error", refiriéndose a que no debemos realizar interpretaciones libres y personales de la Biblia como les pasa a muchas otras denominaciones cristianas. 

Es importante leer la Biblia a la luz del Magisterio de la Iglesia, en comunidad sí, pero no sólo limitarnos a escucharla en misa. Por eso, siempre es conveniente formar grupos de Biblia en las parroquias, aunque pocas lo tienen entre sus programas pastorales, quizás por falta de interés. 

No diremos que no leer la Biblia es pecado. Sin embargo, como dice el apóstol Santiago: "el que sabe cómo hacer el bien y no lo hace, ese está en pecado" (Stg 4,17). Y seguramente, si no escuchamos lo que Dios nos dice en su Palabra, estemos incurriendo en un pecado de omisión.

Además, san Pablo nos exhorta a "empuñad la espada del Espíritu que es la palabra de Dios (Ef 6,17). Y yo me pregunto, ¿cómo vamos a dar testimonio de nuestra fe y de Cristo si no empuñamos la "espada del Espíritu"? ¿cómo vamos a llamarnos cristianos si no conocemos a Cristo? ¿cómo vamos a razonar nuestra fe con nosotros mismos o con otros si no creemos o no confiamos en la Escritura?
Desde mi experiencia personal, la Palabra de Dios despierta nuestra sed de Dios, acrecienta y madura nuestra fe, ilumina nuestro camino, fortalece nuestra esperanza en las promesas que contiene y enardece nuestro corazón como les ocurrió a los dos de Emaús. No puede haber madurez espiritual si se desconoce la Escritura, no puede haber cristiano auténtico si se es un analfabeto bíblico.

Cuando profundizas en la Palabra de Dios se produce un resultado impresionante: ¡quieres conocer más a Dios! ¡Te enamoras más y más del Señor! ¡Quieres más y más de Él! Pero explicar con palabras esta sensación es imposible. Es preciso experimentarla.

Me uno a la pasión del profeta Jeremías cuando escribe: "Si encontraba tus palabras, las devoraba: tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón" (Jer 15,16). Y por supuesto, a las del mismo Jesucristo: "Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca" (Ap 1,3).

Os invito a escuchar una preciosa canción que habla de la Palabra de Dios: Word of God

Y, desde luego, os animo a crear grupos parroquiales de Biblia para leerla y meditarla. Estoy seguro de que la disfrutaréis a medida que escuchéis lo que Dios quiere deciros.

domingo, 9 de febrero de 2020

¿POR QUÉ NOS CUESTA TANTO LEER LA PALABRA DE DIOS?

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"Mi madre y mis hermanos 
son los que escuchan la Palabra y la cumplen" 
(Lucas 8, 21)

Todos tenemos una Biblia en casa pero, ¿la leemos? Nos ha ocurrido a todos, o al menos, a muchos católicos. La abrimos y empezamos a leerla por el principio y, al rato, se vuelve aburrida y/o difícil de entender. 

Después de leer varios capítulos de leyes y normas, de historias de batallas, de genealogías de reyes, jueces y profetas, nuestra mente se dispersa y terminamos cerrándola, a la espera de otro momento para reiniciar la lectura que, tal vez, nunca llega. 

Quizás porque no la entendemos, quizás porque no la damos la importancia que tiene o quizás porque no la vemos de aplicación a nuestras vidas. 

La Palabra es la revelación de Dios al hombre, inspirada por el Espíritu Santo y puesta por escrito, para todas las generaciones. La Biblia nos muestra cómo es Dios: El Antiguo Testamento nos revela la Justicia de Dios y el Nuevo Testamento, su Misericordia, y ambos forman un "todo" indisoluble y complementario. 

San Jerónimo, padre y doctor de la Iglesia, dice que no conocer la Escritura es no conocer a Cristo. Y es que toda la Sagrada Escritura habla de Jesús. Por tanto, para conocer a Cristo, es necesario escuchar y meditar la Biblia, pero para ser parte de su familia, además es preciso cumplirla. 

La Biblia nos habla de forma directa a cada uno de nosotros, nos revela quién es Dios, quiénes somos para Él y que tiene pensado para nosotros en cada momento de nuestra vida.

Dios, a través de su Palabra, nos interpela, transforma nuestra vida y nos asemeja a Él. Cuando Dios nos habla en su Palabra ¿no arde nuestro corazón?" (Lucas 24, 30-32).

¿Qué es la Palabra de Dios?

La Biblia misma nos lo explica. En ella encontramos muchos versículos que nos revelan su origen, su valor y cómo nos puede ayudar a que nuestra vida sea más plena:

Inspirada por Dios y útil para nosotros

"Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena." (2 Timoteo 3,16-17)

La Biblia no fue inventada por los hombres sino que viene directamente de Dios, ha sido inspirada por Él. Contiene sus palabras y su voluntad, y Su interpretación ha sido confiada a la Iglesia Católica.

En ella, Dios nos enseña a vivir y obrar de acuerdo a su propósito, y nos suscita a hacer todo aquello para nuestro bien.

En
seña, consuela y da esperanza

"Todo cuanto fue escrito en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, para que con la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza." (Romanos 15,4)

La Biblia está escrita para nuestra enseñanzaguía y consueloEn Ella, siempre podemos aprender algo, sacar provecho y utilidad para nosotros. Todas las palabras, salmos, proverbios e historias de la Biblia nos ayudan a entender mejor la fidelidad, el poder y el amor de Dios.

La Biblia nos alienta en nuestro camino de dificultades y obstáculos, nos da esperanza: Cristo, con su muerte en la cruz y su resurrección, nos ha abierto las puertas del cielo, dotando a nuestra vida terrenal de un propósito: el cielo.

Alimenta el espíritu y nos ayuda a crecer

"Como niños recién nacidos, desead la le
che espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación, si es que habéis gustado que el Señor es bueno." (1 Pedro 2,2-3)

El mismo Jesús dijo: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4, 4). Y así, los cristianos somos como bebés que nos alimentamos a diario de la "leche espiritual materna", que es la Palabra de Dios.

Al alimentarnos de Ella, crecemos sanos y, poco a poco, nos vamos asemejando a Dios, y mostramos al mundo la alegría de la salvación y el amor del servicio al Señor.

Es viva y eficaz

"Ciertamente, e
s viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón." (Hebreos 4,12)

La Biblia nos transforma desde lo más profundo de nuestro ser porque es viva y eficaz. Viva, porque emana directamente de Dios Todopoderoso, que a través de su Espíritu Santo, nos ofrece la vida eterna. Eficaz, porque recibimos luz, dirección y guía para saber el camino a seguir hacia esa vida. La luz de la Palabra del Señor brilla y resplandece en medio de la oscuridad del mundo que nos rodea.

La Biblia nos ayuda a discernir lo que viene de Dios y lo que no, lo que nos acerca a él y lo que no. Y, por supuesto, una vez reconocemos lo que él desea que hagamos, debemos dar los pasos y comprometernos a seguir esa luz que ilumina nuestro camino.

Es eterna

"La hierba se seca, la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios permanece por siempre." (Isaías 40, 8)

La Palabra de Dios es eterna y válida para todosEterna, porque, a diferencia de todo lo demás que es temporal y pasa, Dios es eterno, no tiene pasado, presente o futuro. Todo en Él es "ahora". Y por tanto, su Palabra, también es eterna, es "ahora", es "hoy".
Pero además es eterna, porque a pesar de que a lo largo de la historia, muchos han intentado destruirla, quemarla, prohibir su publicación o su lectura, la Biblia ha permanecido, permanece y permanecerá porque es obra de Dios.

Válida, porque las Sagradas Escrituras no son sólo palabras escritas para un tiempo determinado, ni un compendio de escritos del pasado. El Espíritu Santo las actualiza y las convierte en ayuda para nosotros hoy, aquí y ahora. Dios habla a toda la humanidad, de todas las épocas y de todos los lugares.
Es fiable y veraz

"El que escucha mis palabras y las pone en práctica se parece a un hombre sensato que ha construido su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se echaron sobre ella; pero la casa no se cayó, porque estaba cimentada sobre la roca." (Mateo 7, 24-25)

Toda la Biblia es fiable y veraz por la autoridad de Su autor, no sólo las partes que nos gustan o que encajan con lo que queremos oír de parte de Dios. Veraz por su exactitud histórica y geográfica, aceptada por muchos como obra inspirada, y por todos como documento digno de toda confianza. 

Si confiamos nuestra vida a la veracidad y la fiabilidad de la Palabra de Dios, ésta actuará en nosotros aumentando nuestra fe, suscitando un anhelo de saber más de Dios y de comprometernos con Él. 

La Palabra de Dios es el mejor y más firme fundamento para afrontar las dificultades y desafíos que se nos presenten en nuestra vida"El que escucha mis palabras y las pone en práctica se parece a un hombre sensato que ha construido su casa sobre roca" (Mateo 7, 24).

¿Cómo leer la Palabra de Dios?

La Palabra de Dios no se puede (o no se debe) leer como una novela, empezando por el principio (Génesis) y acabando por el final (Apocalipsis). 

Una buena sugerencia para leerla de forma individual (a mí me ayuda mucho) es comenzar, por ejemplo, con el libro de los Hechos de los Apóstoles. Un libro que nos narra cómo eran los cristianos del primer siglo, cómo vivían, cómo se amaban, lo que hacían, cómo compartían todo, y sobre todo, nos habla de los viajes evangelizadores de San Pablo (mi referencia apostólica).
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Pero, quizás la mejor manera de leer la Biblia es hacerlo de forma colectiva, en comunidad. No debemos olvidar que la Biblia fue escrita para ser leída o escuchada en comunidad. Los primeros cristianos se juntaban todos para escuchar la Palabra. 

Leer la Palabra con otros y meditar sobre lo que Dios suscita en nuestros corazones nos proporciona un gran crecimiento en la fe, la esperanza y el amor. 

Una experiencia maravillosa que el amor de Dios nos regala y que podemos poner en práctica con la Lectio Divina.

¿Qué es la Lectio Divina?

La "Lectio Divina" es un método de lectura orante y comunitaria de la Palabra cuyo origen se remonta a los primeros cristianos y después, durante la Edad Media, fue utilizada principalmente en los monasterios. Con el tiempo se extendió a los fieles y actualmente, es una práctica común entre los católicos practicantes. 

El primero en utilizar esta expresión fue Orígenes (aprox. 185-254), teólogo, quien afirmaba que para leer la Biblia con provecho es necesario hacerlo con atención, constancia y oración. 

Actitud
La Lectio divina requiere una actitud receptiva y reflexiva, orante y contemplativa para comprender lo que Dios dice por medio de la Palabra.

Estructura
La Lectio divina se estructura en cuatro partes: lectio, meditatio, oratio y contemplatio (lectura, meditación, oración y contemplación). Hay quienes añaden una quinta: actio (acción).
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Objetivo
La Lectio Divina nos ofrece la mismísima presencia de Dios entre nosotros, un diálogo íntimo con Él, una guía y sentido para nuestras vidas y una comunión fraterna. 

Resultados
Nos suscita un anhelo de búsqueda incesante de Dios, un deseo de pertenencia a la Iglesia, una intención de compromiso con ambos.

¡Leamos la Biblia individual o colectivamente para que aumente nuestra fe y se fortalezca nuestro espíritu cada día!