¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
Mostrando entradas con la etiqueta lucirse. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta lucirse. Mostrar todas las entradas

viernes, 7 de octubre de 2022

¿SOY LUZ O ME LUZCO?

"Vosotros sois la luz del mundo...
 Brille así vuestra luz ante los hombres, 
para que vean vuestras buenas obras 
y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos" 
(Mt 5,14.16)


El mundo vive en oscuridad y sumido en las tinieblas. Está ciego y necesita luz. Pero existe una gran diferencia entre iluminar y lucirse, entre alumbrar y deslumbrar, entre brillar y sobresalir. 

Iluminar es brillar reflejando la luz más grande que es Dios. Sin embargo, deslumbrar es tratar de sobresalir poniendo los focos en uno mismo.

Ser luz es arder con el fuego del Espíritu a pesar de las dificultades o los problemas. Lucirse, sin embargo, significa tratar de sobresalir pero permaneciendo en la oscuridad.

El capítulo 5 del evangelio según san Mateo nos recuerda que nuestra principal misión cristiana es ser luz del mundo, y continúa el capítulo 6, mostrándonos la diferencia entre ser luz y lucirse, entre hacer las cosas de forma correcta o incorrecta a los ojos de Dios, entre cumplir el mandamiento del amor o no hacerlo.

El Señor denuncia la actitud hipócrita y falsa de muchos que se llaman cristianos (y no lo son) y nos invita a tener una actitud coherente y auténtica a través de las tres principales obras de caridad: limosna (Mt 6,1-4), oración (Mt 6,5-6) y ayuno (Mt 6,16-18).

Limosna 
Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. 
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; ¡así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 
Lucirse: es una actitud hipócrita que busca auto promocionarse, "hacer ruido" con sones de trompeta para "venderse" con el único propósito de ser admirado. Es hacer cosas para ser visto por otros, es hacer alarde de nuestras obras buscando el reconocimiento de los demás. Es buscar el resultado egoísta y la propia gloria como recompensa... y no la de Dios.

Ser luz: es tener a Dios como público, es decir, hacer cosas para Dios, asemejarse a Él cumpliendo su voluntad en secreto, sin fuegos de artificio, con sinceridad y autenticidad, de corazón a corazón. Es reflejar el amor de Dios. Es hacer el bien sin que la mano izquierda sepa lo que hace la mano derecha.

Como practicar la limosna: se trata de dar sin esperar nada a cambio, de compartir con otros lo que tenemos, de entregar los dones que Dios nos ha regalado. No es sólo compartir dinero sino también tiempo, capacidades y talentos con otros. El Señor nos habla de desapego, de entrega y de imitación de la gratuidad de su amor divino.
Oración
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. 
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis.
Lucirse: es "darse bombo", es hacerse oír para fascinar a por otros. Es decir cosas grandilocuentes para ser admirados por otros, es hacer alarde de nuestro "saber" buscando la propia fama como recompensa... y no la de Dios.

Ser luz: es tener a Dios siempre presente, es decir, tener una relación profunda, personal y continua con Él, en intimidad. No podemos ser luz para el mundo si no nos dejamos iluminar por el Señor, si no nos dejamos amar por Él, si no le escuchamos o hablamos con Él.

Como practicar la oración: se trata de establecer un relación confiada y sincera con Dios. Ante su grandeza no podemos ser falsos ni dudosos. Es hablar de tú a tú, de hijo a Padre, con plena confianza y sin excesivas elocuencias o grandes frases, porque a Dios no tenemos que impresionarle. Él nos ama con independencia de lo que hagamos o digamos y sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos.
Ayuno
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.
Lucirse: es caer en el "victimismo", desfigurar nuestra propia imagen o "guardar luto" con el propósito de "dar pena" para tener a otros a nuestra disposición. Es poner "cara de acelga" o "hacer aspavientos" para que los demás vean nuestro (falso) sufrimiento, pues lo hacemos por nosotros y no por Dios ni por los demás.

Ser luz: es dejar nuestras comodidades y darnos a los demás, pero con alegría, determinación y entrega generosa. Una verdadera contrición de corazón no significa tristeza sino hacer nuestras las necesidades y preocupaciones de otros. No se trata de escenificar nuestro servicio y entrega con gestos externos sino de  ser "empáticos" siendo "simpáticos".

Como practicar el ayuno: Es despojarse de lo que nos agrada o satisface para ofrecérselo a Dios y hacerlo por el bien del prójimo. Es interceder por otros, es mostrar a Cristo asemejándose a Él, entregarse libre y humildemente. Es darse, es "desvivirse", es morir por otros: ¡No hay amor más grande! (Jn 15,13).


¿Soy luz para otros o pretendo lucirme para mí?