¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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miércoles, 6 de julio de 2022

LA MÍSTICA HORIZONTAL: ESCUCHA ISRAEL

"El cristiano del siglo XXI, o será místico o no será"
(Karl Rahner)

Estoy completamente de acuerdo con el teólogo católico alemán: Un verdadero cristiano, o tiene una experiencia personal de Dios, o no es cristiano. 

Una persona puede pasarse la vida poniendo toda su capacidad, tiempo, empeño, sensibilidad y racionalidad para encontrar a Dios y jamás percibir su voz o sus palabras, ni sentir su presencia o su acción amorosa. 

No es nada probable que vayamos a escuchar un teofanía ni a tener una revelación privada o a presenciar una aparición celestial. Ver o escuchar a Dios supone algo más cotidiano y que, precisamente por ser ordinario, no solemos ver ni escuchar. Se trata de contemplar nuestro alrededor. Despertarse y ver a Dios en todo.

Entonces, ¿cómo puedo tener un encuentro personal con Dios? ¿dónde puedo encontrar a Dios? ¿dónde y cómo puedo escucharle? La respuesta es muy sencilla y está al alcance de nuestra mano: sólo hay que mirar la Cruz. Hablamos de la mística horizontal, que nos conduce a la vertical. 

De la misma forma que Cristo nos descubre su amor hacia los hombres con los brazos extendidos y nos muestra el amor del Padre alzando los ojos al cielo, un seguidor de Cristo primero debe reconocer y tocar al Dios que está latente, presente y encarnado en multitud de cosas y de personas de este mundo.

El Señor habla continuamente y en silencio a través de las cosas y de las personas.  Pero, además, por si andamos despistados, en Su palabra, no se cansa de decirnos que escuchemos: 

  • "Shema Israel", Escucha Israel (Dt 6,4)
  • "Escucha, hijo mío, recibe mis palabras" (Pr 4,10) 
  • "El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (Ap 1,11.17.29; 2,22; 3,6.13.22)
  • "Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen" (Lc 11,28)
Pero entonces, ¿qué tenemos que escuchar? El propio Jesús nos da la clave:

  • "Un escriba que oyó la discusión, viendo lo acertado de la respuesta, se acercó y le preguntó: ¿Qué mandamiento es el primero de todos? Respondió Jesús: 'El primero es: 'Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser'. El segundo es este: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'. No hay mandamiento mayor que estos" (Mc 12, 29-31; Mt 22,36-40; Lv 19,18)

La pedagogía divina nos muestra cómo sus mandamientos se resumen en el amor: a través del amor humano alcanzamos el divino. Para llegar al conocimiento y al amor de Dios es preciso primero servir y amar al prójimo. Sólo entonces, seremos capaces de reconocer a Dios en cada instante de nuestra vida y llegar a amarle.

Dios está a nuestro lado solo que, a veces, nuestros ojos son incapaces de reconocerle porque buscamos grandes signos o porque buscamos donde no podemos encontrar. Se trata de contemplar a nuestro alrededor. Todo nos señala al amor de Dios y a su misterio divino oculto.
La “mística” se refiere a este deseo de intimidad y comunión con lo divino, a esa sed insaciable de Amor pleno que tiene el corazón del hombre, a ese anhelo profundo de buscar continuamente Su rostro. Hemos sido creados para el amorPor eso, sólo a través del amor humano, que conocemos y percibimos, somos capaces de llegar al conocimiento y al amor divinos.

Dice Santo Tomás de Aquino que el verdadero amor no ciega, sino que hace ver. Sólo él que descubre al prójimo como digno de amor, es capaz de ver a Dios. El que ama, escucha y el que escucha, ve más. Ve el corazón de Cristo en el corazón del mundo. Contemplando el mundo, el Espíritu suscita en el alma la responsabilidad de renovarlo, pacificarlo y amarlo para hacer presente el Reino de Dios en la tierra. 

El cristiano del siglo XXI es alguien a quien el Espíritu llama constantemente a vivir el compromiso del amor con todos los que sufren, con todas las víctimas de la injusticia, de la soledad, de la violencia, del mal…. Es la mística mesiánica, la mística de la cruz, la mística horizontal: el amor horizontal que conduce al vertical. Místico es el que contempla, el que escucha, el que ama y se deja amar...

Al contemplar (escuchar) la creación, descubrimos algo que siempre ha estado allí pero que no hemos sido capaces de percibir a causa del monótono ruido y de la prisa cotidiana.

Al contemplar (escuchar) a los pobres y a los que sufren, a los que necesitan ayuda, descubrimos que Cristo está en cada uno de ellos, a su lado, sosteniéndolos.

Al contemplar (escuchar) al Señor, sentimos crecer en nuestro interior una serenidad y una certeza que nos ayuda a centrarnos en su voluntad y a ver nuestra vida con sus ojos, según su proyecto.

Al contemplar (escuchar) nuestra existencia desde la gracia, atisbamos que Dios nos hace pasar por distintas etapas de consolación y desolación para que aprendamos a reconocer cuáles son las decisiones correctas, y lo más importante, cuál es el camino hacia Él.

Al contemplar (escuchar) su Palabra, dejamos de temer y somos capaces de confiar plenamente en Dios, para definir nuestra vida desde su proyecto. 

Cuando escuchamos, cuando contemplamos...nos convertimos en místicos. Entonces, comenzamos a conocer y a amar a Dios.

“Habla, Señor, que tu siervo escucha”
(1S 3,10)