¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 23 de julio de 2024

SIMBOLISMO DE LAS ÁGUILAS EN "EL SEÑOR DE LOS ANILLOS"

"Voy a enviarte un ángel por delante, 
para que te cuide en el camino 
y te lleve al lugar que he preparado"
(Ex 23,20)

Retomamos, como en otras ocasiones, el universo de Tolkien y su gran obra,"El Señor de los Anillos", impregnada de gran simbolismo cristiano: la lucha espiritual entre el bien y el mal, la caída del hombre, el mal, la salvación, la conversión, la Eucaristía, el Mesías, la Gracia, el triunfo de la humildad sobre la soberbia y el orgullo, la Virgen María, la renuncia a uno mismo, la cruz de cada día, la perseverancia en las pruebas, el valor de la fraternidad y la comunidad, etc.

Hoy, en concreto, nos fijamos en la figura de las Grandes Águilas de las Montañas Circundantes que fueron creadas, antes del despertar de los Hijos de Ilúvatar, por Manwë, Señor de los Valar, y tenían como misión principal ser sus mensajeras, aunque también realizaban tareas de protección y lucha contra los poderes oscuros de la Tierra Media

Dirigidas en la Primera Edad, por su señor Thorondor y, después, en la Tercera Edad, por su descendiente Gwaihir, ya como las Grandes Águilas de las Montañas Nubladas, algunas de sus principales acciones fueron:
  • en la Primera Edad: salvar a los hermanos Húrin y Huor de los orcos y llevarlos a Gondolin ("Los Hijos de Húrin"); proteger la ciudad de Gondolin de los espías de Morgoth ; rescatar a Beren y Lúthien de Angband; proteger a Tuor, Idril y los supervivientes de Gondolin cuando huyeron de la ciudad; derrotar (con Eärendil) a los dragones alados en la Gran Batalla ("El Silmarillion").
  • en la Segunda Edad: volar desde el oeste a Aman o Tierras Imperecederas, morada de los Valar y de los Elfos para advertir a Númenor, morada de los Dúnedain, de su destrucción inminente.
  • en la Tercera Edad: salvar a hobbits y enanos (Bilbo, Thorin...) de los huargos y orcos de Moria en las Montañas Nubladas, combatir en la Batalla de los Cinco Ejércitos en la Montaña Solitaria de Erebor ("El Hobbit"), liberar a Gandalf sacarlo del pico de Zirak-Zigil después de la Batalla con el Balrog ("La Comunidad del Anillo") y de su prisión en Orthanc, la torre de Isengard ("Las Dos Torres"), luchar contra los Nazgul en el asedio de Minas Tirith y salvar a Frodo y Sam de morir en el Monte del Destino ("El retorno del Rey").
  
La Grandes Águilas eran criaturas majestuosas, poderosas e inmortales. Protectoras y custodios de los habitantes de la Tierra Media en la lucha contra el mal, cuya presencia y capacidad para volar extensas distancias a gran velocidad y rescatar a sus protegidos en momentos de peligro para llevarlos a lugares inaccesibles, son símbolo de esperanza y salvación en momentos oscuros. 

Pero la cuestión de hoy es ¿por qué por qué Gandalf, Frodo y el resto de la Compañía del Anillo no recurrieron a las Águilas para llevar el "Único" a Mordor y cumplir la misión de destruirlo de una forma más rápida y sencilla

La razón más evidente era para no llamar la atención del Enemigo, ya que adentrarse en Mordor suponía una tarea que solo podía realizarse de forma sigilosa. Gandalf sabía que necesitaba actuar en secreto para tener éxito en su misión, por lo que optó por utilizar otros medios y mantener a las águilas como último recurso.

Por ello, fueron unos hobbits, Frodo y Sam, los seres más pequeños de la Tierra Media (la mitad de la estatura de un hombre y algo menos de la estatura de un enano)los encargados por voluntad propia de llegar hasta el Monte del Destino sin ser detectados. Si hubieran llegado volando a lomos de las Águilas, Sauron y sus huestes maléficas los hubieran descubierto de inmediato y se hubieran reducido las posibilidades de éxito.
Otra razón es que las Águilas eran criaturas que no intervenían directa y activamente en los conflictos y asuntos de otras razas de la Tierra Media, apareciendo y actuando en ocasiones contadas y no por decisión propia, sino enviados por Alguien. 

Y la última razón podría ser que las Grandes Águilas, al igual que los 5 "Istari" o "Maiar" (seres espirituales o magos como Saruman el blanco, Gandalf el gris, Radagast el pardo o Alatar y Pallando los azules) se mantenían alejados de Mordor y del poder tentador del Anillo Único para no sucumbir al Mal.

Pues bien, el paralelismo entre las Águilas de la Tierra Media y los ángeles de Dios es más que evidente: ambos simbolizan la intervención y el poder de Dios en la lucha contra el Mal.
Al igual que las Grandes Águilas fueron creadas, antes del despertar de los Hijos de Ilúvatar, por Manwë, Señor de los Valar, los "Grandes Ángeles" fueron creados por Dios antes del despertar de los Hijos de hombre.

Al igual que las Águilas, los ángeles están al servicio de su Señor y de los hombres: son mensajeros portadores de buenas noticias, soldados del ejército celeste, protectores y custodios del hombre.

Al igual que las Águilas, los ángeles son reservados para misiones sigilosas, misteriosas y significativas aunque manteniendo oculta su identidad. En la Sagrada Escritura encontramos cerca de 300 apariciones angélicas, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo.

La presencia de ángeles en la Biblia nos sirve de recordatorio constante de la intervención de Dios en la vida de los creyentes y de la conexión especial entre el cielo y la tierra, que nos brinda consuelo, guía y protección a quienes buscamos hacer Su voluntad.

Pero también hay un presencia angélica tutelar en nuestras vidas, son nuestros ángeles custodios o ángeles de la guarda, a quienes no vemos, a quienes muchas veces olvidamos pero a quienes debemos pedir ayuda, guía y protección para nuestra alma: "Cuán grande es la dignidad del alma, ya que cada uno tiene desde su nacimiento un ángel encargado de custodiarla" (san Jerónimo).

Y por supuesto, no olvidemos pedir su intercesión ante Dios (cf. Jb 33, 23-24; Za 1,12; Tb 12, 12). Son ellos, nuestros ángeles, los que elevan nuestras plegarias al cielo como incienso agradable a Dios:

Ángel del Señor 
que por orden de la piadosa providencia divina,
eres mi guardián
guárdame en este día,
ilumina mi entendimiento,
dirige mis afectos,
gobierna mis sentimientos
para que yo jamás ofenda al Dios y Señor.
Amén.