¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 23 de julio de 2024

SIMBOLISMO DE LAS ÁGUILAS EN "EL SEÑOR DE LOS ANILLOS"

"Voy a enviarte un ángel por delante, 
para que te cuide en el camino 
y te lleve al lugar que he preparado"
(Ex 23,20)

Retomamos, como en otras ocasiones, el universo de Tolkien y su gran obra,"El Señor de los Anillos", impregnada de gran simbolismo cristiano: la lucha espiritual entre el bien y el mal, la caída del hombre, el mal, la salvación, la conversión, la Eucaristía, el Mesías, la Gracia, el triunfo de la humildad sobre la soberbia y el orgullo, la Virgen María, la renuncia a uno mismo, la cruz de cada día, la perseverancia en las pruebas, el valor de la fraternidad y la comunidad, etc.

Hoy, en concreto, nos fijamos en la figura de las Grandes Águilas de las Montañas Circundantes que fueron creadas, antes del despertar de los Hijos de Ilúvatar, por Manwë, Señor de los Valar, y tenían como misión principal ser sus mensajeras, aunque también realizaban tareas de protección y lucha contra los poderes oscuros de la Tierra Media

Dirigidas en la Primera Edad, por su señor Thorondor y, después, en la Tercera Edad, por su descendiente Gwaihir, ya como las Grandes Águilas de las Montañas Nubladas, algunas de sus principales acciones fueron:
  • en la Primera Edad: salvar a los hermanos Húrin y Huor de los orcos y llevarlos a Gondolin ("Los Hijos de Húrin"); proteger la ciudad de Gondolin de los espías de Morgoth ; rescatar a Beren y Lúthien de Angband; proteger a Tuor, Idril y los supervivientes de Gondolin cuando huyeron de la ciudad; derrotar (con Eärendil) a los dragones alados en la Gran Batalla ("El Silmarillion").
  • en la Segunda Edad: volar desde el oeste a Aman o Tierras Imperecederas, morada de los Valar y de los Elfos para advertir a Númenor, morada de los Dúnedain, de su destrucción inminente.
  • en la Tercera Edad: salvar a hobbits y enanos (Bilbo, Thorin...) de los huargos y orcos de Moria en las Montañas Nubladas, combatir en la Batalla de los Cinco Ejércitos en la Montaña Solitaria de Erebor ("El Hobbit"), liberar a Gandalf sacarlo del pico de Zirak-Zigil después de la Batalla con el Balrog ("La Comunidad del Anillo") y de su prisión en Orthanc, la torre de Isengard ("Las Dos Torres"), luchar contra los Nazgul en el asedio de Minas Tirith y salvar a Frodo y Sam de morir en el Monte del Destino ("El retorno del Rey").
  
La Grandes Águilas eran criaturas majestuosas, poderosas e inmortales. Protectoras y custodios de los habitantes de la Tierra Media en la lucha contra el mal, cuya presencia y capacidad para volar extensas distancias a gran velocidad y rescatar a sus protegidos en momentos de peligro para llevarlos a lugares inaccesibles, son símbolo de esperanza y salvación en momentos oscuros. 

Pero la cuestión de hoy es ¿por qué por qué Gandalf, Frodo y el resto de la Compañía del Anillo no recurrieron a las Águilas para llevar el "Único" a Mordor y cumplir la misión de destruirlo de una forma más rápida y sencilla

La razón más evidente era para no llamar la atención del Enemigo, ya que adentrarse en Mordor suponía una tarea que solo podía realizarse de forma sigilosa. Gandalf sabía que necesitaba actuar en secreto para tener éxito en su misión, por lo que optó por utilizar otros medios y mantener a las águilas como último recurso.

Por ello, fueron unos hobbits, Frodo y Sam, los seres más pequeños de la Tierra Media (la mitad de la estatura de un hombre y algo menos de la estatura de un enano)los encargados por voluntad propia de llegar hasta el Monte del Destino sin ser detectados. Si hubieran llegado volando a lomos de las Águilas, Sauron y sus huestes maléficas los hubieran descubierto de inmediato y se hubieran reducido las posibilidades de éxito.
Otra razón es que las Águilas eran criaturas que no intervenían directa y activamente en los conflictos y asuntos de otras razas de la Tierra Media, apareciendo y actuando en ocasiones contadas y no por decisión propia, sino enviados por Alguien. 

Y la última razón podría ser que las Grandes Águilas, al igual que los 5 "Istari" o "Maiar" (seres espirituales o magos como Saruman el blanco, Gandalf el gris, Radagast el pardo o Alatar y Pallando los azules) se mantenían alejados de Mordor y del poder tentador del Anillo Único para no sucumbir al Mal.

Pues bien, el paralelismo entre las Águilas de la Tierra Media y los ángeles de Dios es más que evidente: ambos simbolizan la intervención y el poder de Dios en la lucha contra el Mal.
Al igual que las Grandes Águilas fueron creadas, antes del despertar de los Hijos de Ilúvatar, por Manwë, Señor de los Valar, los "Grandes Ángeles" fueron creados por Dios antes del despertar de los Hijos de hombre.

Al igual que las Águilas, los ángeles están al servicio de su Señor y de los hombres: son mensajeros portadores de buenas noticias, soldados del ejército celeste, protectores y custodios del hombre.

Al igual que las Águilas, los ángeles son reservados para misiones sigilosas, misteriosas y significativas aunque manteniendo oculta su identidad. En la Sagrada Escritura encontramos cerca de 300 apariciones angélicas, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo.

La presencia de ángeles en la Biblia nos sirve de recordatorio constante de la intervención de Dios en la vida de los creyentes y de la conexión especial entre el cielo y la tierra, que nos brinda consuelo, guía y protección a quienes buscamos hacer Su voluntad.

Pero también hay un presencia angélica tutelar en nuestras vidas, son nuestros ángeles custodios o ángeles de la guarda, a quienes no vemos, a quienes muchas veces olvidamos pero a quienes debemos pedir ayuda, guía y protección para nuestra alma: "Cuán grande es la dignidad del alma, ya que cada uno tiene desde su nacimiento un ángel encargado de custodiarla" (san Jerónimo).

Y por supuesto, no olvidemos pedir su intercesión ante Dios (cf. Jb 33, 23-24; Za 1,12; Tb 12, 12). Son ellos, nuestros ángeles, los que elevan nuestras plegarias al cielo como incienso agradable a Dios:

Ángel del Señor 
que por orden de la piadosa providencia divina,
eres mi guardián
guárdame en este día,
ilumina mi entendimiento,
dirige mis afectos,
gobierna mis sentimientos
para que yo jamás ofenda al Dios y Señor.
Amén.


lunes, 14 de junio de 2021

APARICIONES ANGÉLICAS

"Hace de los espíritus sus ángeles;
de las llamas de fuego, sus ministros...
¿Es que no son todos espíritus servidores,
enviados en ayuda de los que han de heredar la salvación?"
(Hebreos 1,7 y 14)

La Palabra de Dios nos muestra cómo los ángeles (del hebreo, malak, "delegado, mensajero, embajador"; y del griego angelos-ἄγγελος, "mensajero") tienen una específica actividad desde el inicio hasta el final de la historia de la salvación y por ello, entran en acción tras la caída de Adán y Eva, y concluirán su misión con el toque de las 7 trompetas y el derramamiento de las 7 copas en el Juicio Final.

Los ángeles, creados en el Segundo día (Génesis 1,6-8), son mencionados 283 veces en la Biblia (108 veces en el Antiguo Testamento y 175 veces en el Nuevo Testamento) y están conformados en nueve coros angélicos, dispuestos en tres jerarquías:

1ª Jerarquía: Contemplativos, llenos de luz y de conocimiento extraordinario. Los más cercanos a Dios.
  • Serafines: "Ardientes e inflamados" abrasados por el fuego del amor de Dios. Representados con rostro de fuego y con 6 alas. Misión: adorar y alabar a Dios en su continua presencia. 
  • Querubines: "Los más altos o benditos" por su plenitud de conocimiento. Representados con dos caras, pies y manos azulados, 4 alas llenas de ojos y una espada ardiente. Misión: escolta de Dios. 
  • Tronos: "Asientos de Dios" tranquilos, serenos y pacíficos. Representados con forma de rueda, con el rostro lleno de ojos y de color rojo. Misión: servir de asiento a Dios.
2ª Jerarquía: Jerárquicos, ejecutores de milagros y protectores del hombre.
  • Dominaciones: Representados con estrellas, corona o casco y cetro o espada. Misión: gobiernan a los principados, protegen a las potestades, dirigen los portentos de las virtudes, realizan las revelaciones de los arcángeles, proporcionan la providencia y custodia de los ángeles.
  • Virtudes: Representados con una flor de lis, una espada y un libro. También con perfumes, balanzas, trompetas o rayos. Misión: cumplimiento de los signos, prodigios y milagros. Son los que tocan las 7 trompetas del Juicio Final.
  • Potestades: Seres de gran poder. Misión: Sometimiento de los poderes malignos y protección de los hombres.
3ª Jerarquía:  Mensajeros y portadores de grandes noticias. Los más cercanos al hombre.
  • Principados: Misión: presiden, establecen, rigen, limitan, transfieren, alteran y cambian todo poder superior de la tierra. Vigilan el mundo.
  • Arcángeles: "Nuncios supremos". Representados con forma humana. Misión: Anunciar noticias importantes y trascendentales, y guiar al hombre.
  • Ángeles: "Nuncios y Custodios". Representados con forma humana. Misión: Anunciar noticias de menos importancia y custodiar a cada hombre.
Los ángeles son instrumentos eficaces de Dios para llevar a cabo Su gobierno sobre toda la creación. Su principal misión es adorar y alabar a Dios (Isaías 6,1-3; Apocalipsis 4-5). 

Son mensajeros silenciosos y discretos que revelan la voluntad de Dios. Son vigilantes siempre alerta y activos que guían y trabajan en nuestro favor y beneficio. Son protectores, custodios y liberadores del hombre y de la Iglesia.

Sus apariciones son manifestaciones de la gracia divina y expresiones de la presencia o intervención de Dios. Ejecutan las órdenes divinas en los acontecimientos humanos.

Apariciones en el Antiguo Testamento
     
  • A Adán y Eva, bloqueándoles la entrada al Paraíso (Génesis 3,24)
  • A Agar, anunciándole el nacimiento de Ismael y su misión (Génesis 16,7-14; 17, 17-18)
  • A Abrahán, anunciándole el nacimiento de Isaac y la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 18,1-33)
  • A Lot, anunciándole la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 19,1-22)
    
  • A Jacob, en su visión de la escalera (Génesis 28,12)
  • A Moisés, en el monte Sinaí (Éxodo 3,1-33)
  • Al Pueblo de Dios, marchando delante en el Mar Rojo (Éxodo 14,19; 23,20; 32,34; 33,2 Números 20,16)
  • A Balaán con la mula (Números 22,23-35)
  • A Elías (1 Reyes 19,5-18)
    
  • A Josué (Josué 5,13-14)
  • A David (2 Samuel 24,16-17; 1 Crónicas 21,16-26)
  • A Gedeón (Jueces 6,12)
  • A la madre de Sansón (Jueces 13,2-5)
     
  • A 185.000 asirios que rodeaban Jerusalén, a quienes hiere (2 Reyes 19,35)
  • A Job (Job 1,14)
  • A Ezequiel (Ezequiel 1,4-12)
  • A Sidrac, Misac y Abdénago, arrojados al horno por Nabucodonosor (Daniel 3,49)
  • A Daniel (Daniel 6,22; 8,16)
  • A Isaías (Isaías 6,1-3)
  • A Zacarías (Zacarías 1,12)
  • A Tobías, se le presenta San Rafael en la puerta de su casa para acompañarle a Media (Tobías)

Apariciones en el Nuevo Testamento
    
  • A Zacarías, San Gabriel le anuncia el nacimiento de Juan el Bautista (Lucas 1,9-21)
  • A María, San Gabriel le anuncia la encarnación de Jesús (Lucas 1,26-38 y 2,13)
  • A los pastores, les anuncian el nacimiento de Jesús (Lucas 2,8-15)
  • A Jesucristo recién nacido, protegiéndole (Mateo 2,13)
  • Jesucristo, fortaleciéndole tras las tentaciones en el desierto (Mateo 4,11; Marcos 1,13)
  • A San José, avisándole que acepte a María y la huida a Egipto (Mateo 1,20-24; 2,19-23; 3,13)
  • A Jesucristo, confortándole en Getsemaní (Lucas 22,43)
      
  • A María Magdalena, anunciándole la resurrección de Jesús (Mateo 28,2-7; Juan 20,11-13)
  • A las mujeres, en el sepulcro (Mateo 28,2; Lucas 24, 1-7)
  • A los enfermos, ciegos, cojos, paralíticos en la piscina de Betesda (Juan 5, 2-9)
  • A los apóstoles, en la ascensión de Jesús al cielo (Hechos 1,10-11)
  • A los apóstoles, a quienes libera de la cárcel (Hechos 5,19-20)
  • A Felipe, con el etíope (Hechos 8,26)
  • A Cornelio, el centurión (Hechos 10,3-32)
  • A Pedro, a quien libera de la cárcel (Hechos 12,6-16)
  • A Herodes, a quien castiga (Hechos 12,23)
  • A Pablo, navegando hacia Roma (Hechos 27,23-24)
  • A Juan, en su visión (Apocalipsis 1,1; 2 y 3; 5,11-12; 12,7; 20,1-2)

A simple vista, puede parecer que las apariciones de ángeles a los hombres son frecuentes y comunes, pero no es así: desde la primera aparición de querubines a Adán y Eva hasta la segunda aparición de ángeles a Agar, esposa de Abrahán, transcurren 1.900 años. Desde la aparición del Ángel del Señor a Abrahán hasta la aparición a Moisés en el Sinaí, otros 430 años. De Moisés hasta David, otros 500 años. Desde la aparición a David hasta la visitación a María, otros 930 años, y otros 90 años hasta la visión de San Juan en el Apocalipsis. En total, entre la primera y la última aparición angélica transcurrieron 4.000 años.
Sin duda, las miríadas de ángeles siguen hoy actuando, guiándonos y protegiéndonos, a pesar de que no los veamos o los reconozcamos y, sobre todo, se hacen presentes en cada Eucaristía. Aunque son seres espirituales e invisibles, muchas veces, se aparecen en forma de personas o de situaciones a lo largo de nuestras vidas, 

Pero no debemos olvidar que de la misma forma que los "hijos de Dios" actúan poderosa y providencialmente a nuestro favor en el mundo, los ángeles caídos, "los hijos de Satanás" también obran en nuestra contra, para hacernos caer y destruirnos. A veces, incluso, disfrazándose de ángeles de luz para engañarnos y pervertirnos.

Los ángeles, con su intervención en la historia de la salvación, sirviendo al Creador y a sus criaturas, proclaman la gloria de Dios en toda  la creación:

"El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos: 
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. 
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz, 
a toda la tierra alcanza su pregón 
y hasta los límites del orbe su lenguaje 
(Salmo 19,2-5)

miércoles, 28 de agosto de 2019

"LA CREACIÓN DEL MUNDO ANGÉLICO Y DEL ÁNGEL DE LUZ"


"Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría y acabada belleza;
en el Edén, jardín espléndido, habitabas;
toda suerte de piedras preciosas eran tu vestido (…)
Tú eras un querubín consagrado como protector,
Yo te había establecido tal;
estabas en la montaña santa de Dios
y te paseabas en medio de piedras de fuego,
hasta que se descubrió en ti la iniquidad. (…)
Se engrió tu corazón por tu belleza,
echaste a perder tu sabiduría por tu esplendor. (…)
He hecho brotar un fuego de en medio de ti, que te ha devorado.
(Ezequiel 28, 12-19)

Este verano he terminado de terminar de leer el libro "Historia del mundo angélico" del P. Jose Antonio Fortea, sacerdote, teólogo y escritor, en el que narra la creación, prueba y caída de los ángeles. 

Sin duda, su lectura es muy recomendable por la apasionante la forma en que explica la formación del mundo angélico, lleno de vida y pureza, la manera de presentarnos la figura de Lucifer como "el ángel de luz", y de cómo éste, admirable por su inteligencia, poder, sabiduría y belleza, presa del orgullo, se deforma, generando la rebelión y caída de la tercera parte de los ángeles.

El P. Fortea describe la creación del mundo angélico de una forma muy visual y humana, pero desde la perspectiva y las palabras de un ángel:
Ésta es la historia más antigua. Antes de ésta no hay historia alguna. De hecho, ésta historia tuvo lugar antes del Tiempo. Es la Historia del Mundo Angélico.
Yo, un ángel os la voy a contar a vosotros, humanos, aunque no podáis entender muchas cosas, aunque tenga que recurrir a comparaciones humanas para que podáis comprender lo incomprensible. Doy comienzo a mi crónica.
Resultado de imagen de esfera de luzEn el principio, Dios estaba en medio de la nada, Luz en medio de la oscuridad más absoluta.
En el principio estaba el Ser, el Ser Infinito, la Trinidad Sublime. Imaginaos a Dios como una inmensa esfera de luz blanquísima... Dios no es una esfera, Dios no tiene forma geométrica alguna. Pero os pido que os imaginéis mi historia de un modo visual. Imaginaos a al Gran Dios como una esfera de luz de proporciones infinitas.
Esa Esfera de Luz estaba en medio de la Nada. Una Esfera resplandeciente en mitad de la oscuridad más absoluta, la oscuridad perfecta. Al principio sólo existía esa Esfera. Nadie la contemplaba, nadie la podía ver, porque no había nadie. Esa esfera con la Vida Trina era Luz, y era grande como millares de océanos de luz. Era grande como millares de millares de universos.
Entonces, ocurrió "algo". Dios creó millones de seres angélicos ("glorias", según el autor) como una especie de luces, brumas, nebulosas o constelaciones (vías lácteas) que salían de una Esfera de Luz (Dios) y retornaban a Ella. 
La Vida Trina latía en su interior, fluía en el seno de esa Esfera. De pronto, ocurrió algo. Era la primera vez que ocurría algo hacia fuera de la Esfera. No podemos decir que ocurrió tras millones de millones de siglos, porque en realidad no había Tiempo. Pero entre ese antes y ese después hubo mil eternidades, y después eternidad tras eternidad. Antes del primer AHORA, hubo una serie incontable de siglos de no-tiempo.
Y así, en el momento previsto, en el instante exacto, antes del cual no hubo un instante, una voz poderosa resonó en el interior de la Esfera y dijo: ¡Hágase! Y de la Esfera más grande que mil océanos de blancura surgió una luz...
Si uno se aproximaba a esa luz, veía que cada haz de luz estaba formado por millones de millones de seres angélicos. Cada naturaleza angélica era como un pequeño sol. Los había de todos los tamaños. Cada uno tenía un tono de luz, cada uno emitía una música particular. Cada uno, si se me permite la expresión, con un rostro atónito, felizmente atónito, ante el espectáculo del acto creador.
Y los dispuso en un orden jerárquico: superior (Querubines, Serafines y Tronos), intermedio (Dominaciones, Virtudes y Potestades) e inferior (Principados, Arcángeles y Ángeles)
Los ángeles más grandiosos se hallaban suspendidos como tocando a la Esfera. Cada ángel superior tenía otros menores alrededor de él, como planetas que rodean a un astro. Cada uno de los satélites tenía a su vez otros espíritus angélicos que eran como satélites de los planetas. Y así podíamos ver que había centenares de jerarquías angélicas. Cada ángel dependía de otro ángel superior. Los ángeles superiores, menores e intermedios formaban innumerables niveles, complejísimas rotaciones, innumerables jerarquías, complicadas series de niveles, de escalones, como si de una zoología infinita se tratara...

...Era como si la Gran Esfera estuviera rodeada por brumas. Esas brumas eran como Vía Lácteas. Cada una de estas Vía Lácteas estaba formada por millones de millones de seres angélicos. Toda la Esfera estaba cubierta de estas nebulosas. Partes de la superficie de la Esfera estaban más densamente cubiertas. En otras partes, esas nubes era como si se deshilachasen hacia fuera. Y seguían surgiendo más y más de estas nebulosas del interior de la Esfera. Era como si del seno del Ser Infinito fluyeran ríos grandiosos de luz. Universos y universos de ángeles salían de la Esfera Incomparable.
Aquellos ríos parecían no agotarse. Unos surgían con fuerza hacia fuera, se doblaban como atraídos por la fuerza de atracción de la Esfera de la que surgían, y retornaban hacia la Esfera recorriendo su superficie inacabable. Otros ríos salían expelidos con vigor y se adentraban en la nada exterior, formando espirales, mezclándose a su vez con otras espirales angélicas, combinándose en más y más increíbles volutas de luz que se arremolinaban, que giraban alrededor de sí mismas, formando centros y más centros angélicos.

...Los ríos de luz que surgían de la Esfera fueron debilitándose en una especie de eco que se extingue lleno de majestad. Ese eco sinfónico se fue desvaneciendo, hasta que el último brazo de luz se despegó del Océano de Luz de la Esfera: la Creación de los ángeles había acabado. El último ángel había sido creado.
Su número era incalculable. Dios había sido extraordinariamente generoso al crear. Un inmenso conjunto de "glorias" ordenado en coros que, cantando una extraordinaria sinfonía angélica, alaban continuamente a Dios.
El número de los ángeles era incalculable, pero hubo un último. Decir que eran trillones de trillones era poco. Dios había sido extraordinariamente generoso al crear. Dios había querido comunicar el gozo del ser de un modo espléndido, feliz de que fueran muchos los que pudieran existir.
Los ángeles estaban sorprendidos al existir "de golpe", como si acabaran de despertar. Estaban suspendidos y llenos de vida, en silencio, mirándose unos a otros y contemplando, admirados, el espectáculo de amor, sabiduría y belleza de la Esfera de Vida.
Todos los espíritus estaban sorprendidos. Habían sido lanzados a la existencia. Habían pasado de la nada a existir de golpe. Aquello era como millones de seres que se hubieran acabado de despertar. Pero no sólo no estaban somnolientos, sino que por el contrario estaban llenos de vida. Las nebulosas bullían de vida alrededor de la Esfera de Vida. La vida se agitaba en ellos por la felicidad de existir.

Los espíritus se miraban a sí mismos, se conocían, volvían a mirarse entre sí sorprendidos, admiraban al gran ángel alrededor del cual se movían. Divisaban la magnitud de los gigantescos astros angélicos. Y en el centro de todo: el Divino Océano Infinito de Luz del que habían salido. Era como estar en el flanco de un gran mar. Podríamos decir que estaban suspendidos, flotando en el aire, levitando sobre un océano. Pero en ese caso no tenía sentido afirmar que se estaba encima o en un flanco de ese Mar. La Esfera parecía ilimitada. No había ni abajo, ni arriba.
Entonces, el silencio se rompió y Dios habló.
Ese Océano Divino estaba en silencio, todos le contemplaban admirados: constituía en sí mismo un espectáculo. Porque esa Luz era amor, sabiduría, belleza. De pronto, la Esfera habló. Era la primera vez que resonaba su voz fuera de su seno. Su voz resultó el hecho más impresionante que uno pueda imaginarse. La voz de Dios dirigiéndose a millones de millones de espíritus angélicos."
Resultado de imagen de luzbelLuzbel fue creado como una naturaleza angélica, como una criatura espiritual de Dios, admirable por su inteligencia, por su poder, incluso por su belleza, aunque ahora deformada. 

Job 40, 19 define a Lucifer como "la obra maestra de Dios", la cúspide de la creación angélica, el espíritu angélico de mayor importancia delante del trono de Dios, con quien Dios hablaba habitualmente.

El profeta Ezequiel (Ezequiel 28, 12 y siguientes) se refiere a Lucifer como un ser angélico especial: "montaña santa de Dios y querubín protector, dechado de perfección, sabiduría y belleza."

La guerra

El libro nos cuenta el avance y la evolución de ese mundo angélico, que se inicia con unos ángeles puros e inmaculados que, puestos a prueba tras la Revelación de Dios sobre la Encarnación, Crucifixión y la figura de María como Reina de los Ángeles, se dividen y, una parte de ellos, se rebela y se convierten seres malignos, formando el mundo demoníaco:
"Durante esa guerra espiritual, imperceptiblemente, sin percatarse de ello, algunos de los ángeles se fueron transformando de seres bellísimos llenos de luz, en monstruos repletos de resentimiento. El odio, el veneno que salía de sus bocas, la oscuridad de sus pensamientos, su soberbia, su deseo de hacer el mal, fue transformando a esos espíritus en seres deformes, feroces, horribles. Al final, daba miedo verlos.
En los capítulos 40 y 41 del libro de Job, Dios mismo, elogia el poder y ferocidad de la más temible de las criaturas infernales, Satán, o Leviatán o Behemot y le llama "el Principe de este mundo", a quien todas las bestias salvajes homenaje y tributo,"¡el rey de todas las bestias feroces!". 

La caída

"La prueba" transmutó a Lucifer, le llenó de violencia, pecado y orgullo. Con su rebelión, con su rotundo "No" ("Non serviam"), cayó y fue rechazado por Dios. Se convirtió en Satanás, el "Adversario", el "Opositor", el "Enemigo":
"Fue impactante la transmutación en Lucifer. Esos ojos clarísimos habían comenzado por destilar agresividad. En su boca fue como si crecieran dientes afilados y colmillos sedientos de sangre. Lucifer hubiera querido tener mil garras para arañarnos, agarrarnos y despedazarnos. Hubiera deseado pisarnos con pesadas patas de monstruo antediluviano. Eso es lo que queréis transmitir cuando lo representáis con pobres iluminaciones sobre pergaminos o lo pintáis sobre un fresco en vuestras iglesias. No tiene cuerpo, pero es peor que esos pobres colores y líneas con que plasmáis lo que conocéis por la fe. Por una fe transmitida, transmitida de lo alto, que os viene de los Cielos.
Satán era malignidad concentrada. El Mal en él se había vuelto ardiente. Dios, durante todo este proceso, le había hablado en su corazón, suplicándole que diera marcha atrás. Sí, todo un Dios le suplicaba. Le suplicaba no por debilidad, sino precisamente porque conocía cuán duro e impenetrable sería el muro de su justicia si Lucifer quedaba atrapado tras él. Por eso le habló como un padre habla a su hijo. Por eso le habló con una humildad cómo sólo Dios puede tener. Ante todo debía evitar que Satanás quedara atrapado detrás del muro de una decisión irrevocable.
Pero el Maligno había acorazado su corazón, había echado siete cerrojos en cada puerta de su voluntad. Había cubierto de hierro cualquier apertura a su conciencia. Satán el Diabólico había asesinado a su conciencia dentro de sí. Detrás de esas puertas cubiertas de hierro, cerradas a cal y canto, yacía el cadáver de su conciencia, descomponiéndose. En su corazón portaba un fétido cadáver, y él respiraba muerte. La Muerte avanzaba en él cada vez más. Él no podía dejar de existir, no podía morir en ese sentido. Pero él deseaba la muerte de los ángeles que le torturaban con sus razones, con sus recriminaciones, con la amenaza de la ira divina, con el recuerdo de su santidad primera."
"Tu esplendor ha caído en el abismo con el susurro de tus arpas. La gusanera te hace cama y te cubren los gusanos. ¿Cómo has caído desde el cielo, brillante estrella, hijo de la aurora? ¿Cómo has sido derribado a tierra tú, el vencedor de las naciones? Te decías en tu corazón: El cielo escalaré, encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono; en el monte de la asamblea me sentaré, en lo último del norte. Subiré a las alturas de las nubes, seré igual que el altísimo. Mas, ay, has caído en lo profundo, en las honduras del abismo (Isaías 14, 11-15).

"Su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó sobre la tierra. Miguel y sus ángeles lucharon contra el Dragón. El Dragón y sus ángeles combatieron, pero no pudieron prevalecer y no hubo puesto para ellos en el cielo. Y fue precipitado el gran Dragón, la serpiente antigua, que se llama 'Diablo' y 'Satanás', el seductor del mundo entero, y sus ángeles fueron precipitados con él" (Apocalipsis 12).

"Dios no perdonó a los ángeles pecadores, sino que, precipitados en el infierno, los entregó a las prisiones tenebrosas en espera del juicio" (2 Pedro 2).

"El Señor ha reservado en eterna prisión, en el fondo de las tinieblas, para el juicio del gran día, a los ángeles que no conservaron su dignidad sino que perdieron su propia mansión" (Judas).


El Diablo (el "Desviado", el "Acusador") es reprobable en cuanto a su maldad, a su frialdad sin la más ligera sombra de arrepentimiento, pero elogiable por su gran poder, por su incomparable belleza, por su elevada inteligencia debidos a su naturaleza, creada por Dios.

Pero ni siquiera los demonios son odiosos. Sólo es odioso el pecado, los demonios sólo nos merecen pena por el pecado que cometieron, y compasión, por hacernos idea del padecimiento que sufren. Y ante la comprensión de ese abismo de padecimiento, veneramos sobrecogidos los justos designios de Dios, como reza el libro de Ezequiel 28.


lunes, 2 de mayo de 2016

LOS ARCÁNGELES, NUNCIOS SUPREMOS DE DIOS



La palabra "Arcángel" viene del griego αρχάγγελος (archángelos) "Arcángel", palabra que aparece sólo dos veces en la biblia, ambas reflejadas en el nuevo testamento escrito en este idioma, el antiguo prefijo griego αρχ- (arc-), o en otra forma del prefijo άρχω (arco) significa "que gobierna, que dirige, que comanda, que lidera" + άγγελος (ángelos) que significa "mensajero". 

A partir de estas raíces, el significado dado es de "Ángel Jefe" o "Ángel Principal", según la sintaxis del idioma griego. Cabe destacar que el prefijo "αρχ" indica supremacía, uno de los primeros en su clase o liderazgo ante determinado grupo, por tanto podría traducirse el término como "Capitán de los Ángeles" o "Uno de los primeros ángeles". 
Los Arcángeles son conocidos como los  "Nuncios supremos", porque son enviados a la tierra para anunciar a los hombres las cosas más importantes y trascendentales

Constituyen uno de los nueve coros (el penúltimo) de la tercera jerarquía angelical.
En los libros canónicos, y más concretamente en el libro de Tobías y en el de Daniel, se detallan los nombres de tres arcángeles: Rafael, Gabriel y Miguel: 

Yo soy Rafael, uno de lo siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia.
En los libros apócrifos, y más concretamente en el libro de Enoc, se detallan los nombres de siete arcángeles: 

He aquí los nombres de los santos ángeles que vigilan: Uriel, uno de los santos ángeles, llamado el del trueno y el temblor (temor); Rafael, otro de los santos ángeles, el de los espíritus de los humanos; Raguel, otro de los santos ángeles, que se venga del mundo de las luminarias; Miguel, otro de los santos ángeles, encargados de la mejor parte del la humanidad y del pueblo; Sariel, otro de los santos ángeles, encargado de los espíritus de los hijos de los hombres que pecan en espíritu; Gabriel; otro de los santos ángeles, encargado del paraíso, las serpientes y los querubines; Remiel, otros de los santos ángeles, al que Dios ha encargado de los resucitados.

Rafael


Significa "Dios cura" o "Medicina de Dios". 

Es el guardián del árbol de la vida en el Edén (Génesis 3,24), y jefe del orden de las virtudes.

Es el ángel de la providencia, que cuida a la humanidad y a los peregrinos. 

En el Antiguo Testamento le sirvió de guía a Tobías, indicándole como devolverle la vista a su padre Tobit en Nínive (11, 7-8). 

Es “uno de los siete ángeles que están al servicio del Señor y que puede entrar ante su presencia gloriosa” (12,15).

Es el encargado de los espíritus de los hombres, de sus heridas y de sus enfermedades. 

Presenta las oraciones de los santos a Dios.
Miguel 

Significa "Quién como Dios"

A San Miguel se le conoce como virrey del cielo, príncipe de la luz, jefe de todos los ejércitos angelicales, custodio de la Iglesia Católica, protector del pueblo de Dios, desde hace más de diez siglos, acompañante de las almas en la eternidad, y el ángel del juicio final (1Tesalonicenses 4,16). 

Es además, el guerrero celestial que peleó con el Diablo encima del cuerpo de Moisés (Judas 9); y en el cielo contra el Dragón y sus ángeles rebeldes (Apocalipsis 12,7), es decir, contra Luzbel o Satanás, a quien venció y expulsó en la batalla celestial, implícita en la alusión en el Génesis a la separación de la luz y la oscuridad. 

Es pues, el símbolo del eterno triunfo de la luz sobre las tinieblas.


Gabriel


Significa "Varón de Dios" o "Fortaleza de Dios"

Es el ángel de la misericordia, la revelación y la muerte. 

Le comunica a Zacarías que sería el padre de Juan Bautistaprecursor del Mesías (Lucas 1,11-20) y es el transmisor del gran anuncio de la salvación a la Virgen María Santísima (Lucas 26-30). 

Algunos teólogos piensan que fue el ángel que consoló a Jesús en el huerto del Getsemaní (22,43), y el que toca la trompeta en el libro del Apocalipsis. 

Encargado del Paraíso, las serpientes y los querubines. 



Uriel

Significa "Luz de Dios" o "Fuego de Dios".

Nombrado en el libro apócrifo de Enoc, es el ángel del trueno y del temblor, también llamado Fanuel, es el ángel de la retribución y el arrepentimiento.

Transmite a los hombres el conocimiento divino e interpreta la profecía. 

Advirtió a Noé sobre el castigo del diluvio universal, se apareció a Moisés como la zarza ardiente y algunos escritores piensan que fue el ángel que combatió toda la noche contra Jacob en Penuel, cambiándole su nombre por Israel "fuerza contra Dios" (Génesis 32,24-28) 


Sariel 





Significa "Mandamiento de Dios". 

También llamad Saraqael.

Encargado de los espíritus del género humano que hacen pecar a los espíritus. 

Vigila, "ve la injusticia cometida sobre la tierra" y lleva la causa de los humanos ante Dios.






Ragüel

Significa "Amigo de Dios" o "Deseo de Dios"

Es el arcángel de la justicia, de la imparcialidad y de la armonía, encargado de castigar al universo y a las luminarias. 

Es identificado con el ángel del quinto sello (Apocalipsis 6:9-11). En el juicio final, será quien ejecute las condenas contra los malvados.

Observa a todos los ángeles y arcángeles, y comprueba que están trabajando adecuadamente con mortales, de una manera armoniosa y ordenada, según la voluntad y el orden divinos (Apocalipsis 3:7-13), lleva la cuenta de sus errores (Mateo18:10), y publica el castigo para los ángeles que han transgredido las norma de Dios (Daniel 7:10). 


Remiel





Significa "Trueno de Dios" o "Desconcierto de Dios" o, también "Misericordia de Dios"


También llamado Jeremiel.


Es "el ángel que preside las visiones verdaderas" y encargado de los que resucitan


sábado, 23 de abril de 2016

LOS ÁNGELES, CRIATURAS ESPIRITUALES



¿Existen los ángeles? ¿Son un mito del pasado? ¿Hemos de pasar página sobre ellos? ¿O debemos tenerlos presentes en nuestra fe y en su vivencia? 

¿Puede la razón explicar su existencia? ¿Qué dice la revelación y qué dice la Iglesia? 

Los ángeles, por su esencia y su misión, son criaturas espirituales al servicio del Creador y de la obra de la redención. Algunos de ellos, por su rebelión contra Dios, fueron expulsados de su presencia y de su servicio, y se convirtieron en demonios, criaturas angélicas con la voluntad deformada, que existen de igual forma.

Su existencia es una verdad de fe revelada en la Sagrada Escritura, una verdad del dogma católico expresado en el Credo de los Apóstoles y por el credo Niceno-Constantinopolitano, en el Catecismo Romano y de la Iglesia Católica y en la Tradición y Magisterio de la Iglesia.


En la Biblia aparecen, por lo general, como mensajeros de Dios (en hebreo, mal'ak; en griego, ángelos y en latín, angelus que significa "mensajero", "nuncio", "enviado"), en cargados por Él para una misión o para transmitir un mensaje.

Aparecen como protectores, ejecutores de la voluntad divina, libertadores; forman parte de la corte celestial, están en presencia de Dios, son muy numerosos, omnipresentes, invisibles pero luminosos, inmortales y están dotados de un conocimiento muy superior al humano.

Pruebas de su existencia

Existen muchos tratados teológicos sobre los ángeles que señalan cuatro tipos de pruebas de su existencia:
  1. La fe. Todo católico cree en su existencia por lo anteriormente mencionado. En la Biblia existen  148 referencias a los ángeles en el Antiguo Testamento y 74 en el Nuevo. 
  2. La experiencia de los santos. Los padres del desierto y muchos santos como San Antonio Abad y San Benito han tenido vivencia y experiencia personal de los ángeles apariciones y conversaciones con ellos. Teólogos como San Ambrosio, San Agustín, Santo tomás de Aquino, etc. han tratado con profundidad el tema angélico. 
  3. La lógica racional. El orden jerárquico que observamos en la creación del mundo exige la existencia de seres espirituales entre Dios y los hombres, pues si no fuera así, la obra no sería perfecta.
  4. La historia y el consenso.  Todos los pueblos y civilizaciones han creido siempre en la existencia de espíritus puros superiores al hombre e inferiores a la divinidad, a los que se ha denominado con diversos nombres: genios, espíritus, ángeles, demonios, etc.
Origen

Los ángeles pertenecen al orden de la Creación: son criaturas creadas por Dios y por tanto, no son eternos sino creados por Él al comienzo del tiempo., en el primer día de la Creación (Genesis 1,1: "Al principio creó Dios el cielo...").

Están en la presencia de Dios y le contemplan. Tiene conocimiento de Dios pero, más bien, se asemeja al de un espejo, que reproduce la imagen de Dios.

Número

No es posible conocer el número exacto de los ángeles pero la Biblia nos habla de que es inmenso: "millares de millares, miriadas, legiones...".

Incluso, algunos autores cristianos consideran incontable su número y algunos Padres de la Iglesia han llegado a explicar (sobre la parábola de la mujer y los coros angélicos) que para que se completara el numero de los elegidos, junto a los nueve coros de ángeles, fue creado el coro de los hombres.

Aunque no se menciona que todos los coros sean  iguales o proporcionales, aún en el caso de que  el coro de los hombres fuera la décima parte, el número de ángeles sería inmenso.

Nombre y Naturaleza

El nombre "ángel" define el oficio y no la naturaleza de estos seres espirituales. Son "mensajeros", ""nuncios", "embajadores" pero no todos los coros cumplen esta misión.

Por naturaleza, son espíritus, seres celestiales que, al ser enviados, se les denomina ángeles. 

No tienen cuerpo ni materia. Son "inteligencias celestes", "seres inteligibles e inteligentes", "inmateriales", "seres cognoscitivos", dotados de razón e inteligencia que participan de la Sabiduría divina y poseen iluminación.

Un ángel es una "sustancia intelectual siempre en movimiento, incorpórea, que sirve a Dios y por la gracia, ha alcanzado la inmortalidad" (San Juan Damasceno).

Son pues, inmortales e incorruptibles, no necesitan adoptar un cuerpo por ellos, sino por nosotros, para que les podamos ver.

Algunos teólogos afirman que, por voluntad divina, cada jerarquía tiene ángeles de la misma especie; Otros, que cada coro celestial forma una especie, según sus oficios o ministerios. Para otros, como San Agustín, cada ángel es una especie diferente  por que es una esencia diferente.

Lugar y Movimiento

Un ángel, al ser puramente espiritual, se encuentra de una manera que trasciende por completo el lugar corporal. Está en un lugar y no en otro, pero ese lugar no se puede medir o conmensurar.

Un ángel está en un lugar cuando ejerce en él una determinada acción, no tiene dimensión como los cuerpos pero virtualmente, ejerce una acción en un determinado lugar. Por ello, no puede estar en distintos lugares a la vez, aunque sí en varios puntos de un mismo lugar.

Sólo Dios  puede actuar a la vez en todos los lugares del universo. Por ello, la virtud operativa de un ángel, a diferencia de la de Dios, es finita y limitada.

Un ángel puede moverse (así lo prueba la Escritura) localmente si necesitar pasar por el medio al trasladarse de un lugar a otro, pero su movimiento no puede ser instantáneo, aunque sea rapidísimo.

Voluntad y Amor

Los ángeles, como seres inteligentes y cognoscitivos, tienen amplio entendimiento y una voluntad inmutable. Su voluntad está siempre orientada al bien, tiene una inclinación natural a la felicidad y está dotada de libre albedrío. Una vez han hecho una elección, ya no pueden arrepentirse ni volverse atrás. 

Un ángel no elige de forma discursiva o razonada sino que percibe el bien de una manera más perfecta, por lo que elige o rechaza de modo fijo e inmutable. Los ángeles buenos permanecen por siempre fieles  y los ángeles malos o demonios siempre infieles. Su elección es definitiva.

Un ángel, al igual que un hombre, se ama así mismo ya que desea su bien  y su perfección. Un ángel ama también a todos los demás ángeles en cuanto que son de la misma naturaleza angélica. Un ángel ama a Dios  más que así mismo no por su propio bien sino por Dios mismo que es el Bien supremo. En todos los casos, lo hace libremente.

Gracia y Gloria

Los ángeles son espíritus compenetrados con el Espíritu Santo, por lo que ha sido gratificados con los dones sobrenaturales que Dios les otorga.

Al principio, no fueron creados en estado de gloria o bienaventuranza ni recibir la gloria con sus propias fuerzas naturales pero sí en estado de gracia divina.

La gloria fue otorgada después del primer acto meritorio realizado con la gracia santificante: la prueba del pecado, es decir, la rebelión contra Dios o la perseverancia fiel a su lado. 

Los que permanecieron leales recibieron los dones de la gracia y el grado de bienaventuranza (gloria sobrenatural) conforme al grado de su perfección natural angélica. Por ello,  ahora son absolutamente impecables y disfrutan de todo lo que pudieran desear.

Jerarquías y Coros angélicos

Las jerarquías y coros angélicos existentes no son dogma de fe pero encuentran fundamento en las Sagradas Escrituras y en la Tradición de la Iglesia.

Los ángeles aparecen mencionados en numerosas ocasiones en la Biblia, citándoles habitualmente de forma general, aunque en ocasiones, se les da un nombre concreto: querubines, guardianes del Paraíso (Génesis 3, 24), serafines, rodeando el trono de Dios y alabando su nombre (Isaías 2, 3-6), tronos, dominaciones, principados, potestades, creados por Él y para Él (Colosenses 1, 16), arcángeles, que son siete (Tobías 12, 15) y ángeles, mensajeros del Señor.


La Tradición de la Iglesia, basándose en la Palabra, habla de la existencia de nueve coros angélicos:
  1. SERAFINES
  2. QUERUBINES
  3. TRONOS
  4. VIRTUDES
  5. DOMINACIONES
  6. POTESTADES
  7. PRINCIPADOS
  8. ARCÁNGELES
  9. ÁNGELES
La jerarquía es un orden sagrado, un saber y un actuar que imita a Dios en proporción a la luz que recibe de Él. Se distinguen tres jerarquías, cada una compuesta de tres coros, de mayor a menor, en las que los ángeles de los coros superiores están más próximos a Dios e instruyen y guían  a los menos cercanos:

- Primera jerarquía. 
Compuesta por seres totalmente puros y en constante amor de Dios. Son "contemplativos", están llenos de luz y tienen un conocimiento extraordinario de muchos misterios divinos. 
  • Serafines. Significa "Amor ardiente" y aparecen en el Profeta Isaías 6, 1-13. Arden en un amor incomparable por su proximidad al Creador. Denominados "Ardientes e inflamados" por ser espíritus abrasados por el fuego divino. Están en continuo y cercano contacto con Dios.
  • Querubines. Significa "El más alto o bendito". Aparecen en Ezequiel 1,4-5Son ángeles sobre los que se sienta Dios. Llamados "Plenitud de ciencia" porque contemplan de cerca la claridad de Dios. Son la escolta de Dios.
  • Tronos.  También conforman el trono de Dios y en los cuales, Dios omnipotente, preside el cumplimiento de sus decretos. Sobre ellos, se sienta el mismo Dios y poseen una "tranquilidad excelsa, una serenidad plácida y una paz que supera toda experiencia" (San Bernardo).

- Segunda jerarquía
Ejército de ángeles puros, iluminados y perfectos gracias a las iluminaciones  divinas, concedidas por mediación de la primera jerarquía.
 
  • Dominaciones. Superan en poder a los principados, porque presidir es estar al frente, mientras que dominar es tener sujetos a los demás. Son espíritus libres de toda opresión, permanecen continuamente solícitos ante Dios y a su servicio, dominando a los espíritus angélicos inferiores. Sobresalen por encima de los demás, pues de ellos depende el gobierno de los principados,  la protección de las potestades, los portentos de las virtudes, las revelaciones de los arcángeles y la providencia y custodia de los ángeles.
  • Virtudes. Ordenan ejecutar los signos, prodigios y milagros para aviso de los mortales. Impiden cualquier disminución de la luz divina infusa y prestan a los ángeles inferiores la fortaleza que precisen. (San Gregorio Magno).
  • Potestades. Dentro de su orden, han recibido mayor poder para someter los poderes adversos. Jamás abusan tiránicamente de su poder, siempre invenciblemente dirigidos hacia las cosas de Dios, prestan a los demás ángeles un concurso bienhechor. "Por su fuerza queda subyugado el poder de las tinieblas, reprimiendo su malicia" (San Bernardo de Claraval).
- Tercera Jerarquía. 
Ángeles puros, protegidos y enviados por la segunda jerarquía que hacen las revelaciones y presiden a las jerarquías humanas para elevarlos a Dios. Son los que están más cerca del hombre, con quien entran en contacto cuando Dios lo ordena.

  • Principados. Con dirección y sabiduría, dirigen las obras ministeriales y disposiciones divinas que han de ejecutarse por orden de Dios y presiden a los demás ángeles. Establecen, rigen, limitan, transfieren, alteran y cambian todo poder superior de la tierra.
  • Arcángeles. Son los "Nuncios supremos", porque son enviados a la tierra para anunciar a los hombres las cosas más importantes y trascendentales
  • Ángeles. Están en continuo y cercano contacto con el ser humano. Son, junto con los arcángeles, los más cercanos al hombre. Llamados "Nuncios", porque anuncian las cosas de menor importancia y Custodios" porque protegen y custodian a las jerarquías humanas del mal.  Son espíritus asignados a cada uno de los hombres y enviados para ejercer sus misiones. 


Fuente: 

"Ángeles y Demonios, criaturas espirituales"
Santiago Cantera. 
Prior de la Abadía del Valle de los Caídos