¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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jueves, 24 de mayo de 2018

UN MUNDO EN OSCURIDAD


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“La luz ha venido al mundo y los hombres han preferido la oscuridad”.
( Juan 3, 19 )


Día tras día, no dejo de sorprenderme de lo que veo a mi alrededor. Y lo que veo es oscuridad, tinieblas...incluso dentro de la Iglesia. Nuestro mundo está sumido en la oscuridad. Ha elegido vivir sin Dios. ¡Un mundo sin Dios es un mundo de oscuridad!¡Un mundo en tinieblas! 

Ante este panorama, ¿quién llevará a este mundo a la luz

"Yo soy la luz del mundo. El que me siga no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida". (Juan 8, 12). Dios vino a nosotros, se hizo hombre para darnos la luz de la fe … ¡pero preferimos la oscuridad!


Antes de volver al Padre, nos dio una misión: "Id, pues, y haced discípulos míos en todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". (Mateo 28,19; Marcos 16,15; Lucas 24, 47-48)
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Y para ello y tras Pentecostés, nos envió al Espíritu Santo para iluminarnos y para ser luz para otros:"Vosotros sois la luz del mundo (...)Brille de tal modo vuestra luz delante de los hombres que vean vuestras obras buenas y glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos". (Mateo 5, 14-16).

Cristo nos exhorta a proclamar al mundo su luz! ¡Nos insta a ser luz en la oscuridad! ¡No podemos guardar silencio! ¡Despertemos! ¡No podemos tener miedo de llevar la luz de Cristo a este mundo!

¿Cómo? El Evangelio nos dice: “El que obra según la verdad sale a la luz”. Dejemos que la luz del Espíritu Santo ilumine nuestras vidas y actuemos según la verdad que recibimos de la Eucaristía, permitiéndonos saborear la presencia silenciosa y trascendente de Dios y volvernos hacia la luz del Señor.

Luz desde nuestras vocaciones

Pero ¡Cuidado! Existe el peligro de que el sacerdote se considere como “auto portador de luz“. Entonces, no trae la Luz de Dios al mundo, sino su propia luz. Lo que el mundo espera del sacerdote es Dios y la luz de su Palabra proclamada sin ambigüedad ni falsificación.

Acudamos a Dios en una celebración litúrgica llena de respeto, silencio y santidad. No inventemos nada en la liturgia. Recibamos todo de Dios y de la Iglesia. No busquemos espectáculo o éxito. No busquemos hacer política social ni reivindicativa.

Ser sacerdote no es hacer muchas cosas. Ser sacerdote no equivale a ser activista sino a estar con el Señor, en la Cruz. 
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La liturgia es el lugar donde el hombre se encuentra con Dios cara a cara. Es el momento más sublime en el que Dios nos enseña a “conformarnos a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8, 29). 

La liturgia no es y no debe ser motivo de dolor, lucha, reivindicación o conflicto. Lo esencial es volverse hacia Cristo,  nuestra única luz, nuestra única reivindicación, nuestro único objetivo.

Pudiéramos caer en la tentación de fabricar un sacerdocio de acuerdo a nuestra dimensión humana, sin perpetuar, sin extender el sacerdocio de Cristo, obediente, pobre y humilde. En realidad el sacerdote no es solo un “alter Christus”, sino que es verdaderamente “ipse Christus”, ¡él es Cristo mismo! Y es por eso que, siguiendo a Cristo y a la Iglesia, ¡el sacerdote siempre será un signo de contradicción en medio del mundo! 
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¡Actuemos todos de acuerdo con la Verdad! También nosotros como laicos, en nuestra familia, profesión, entorno social, económico, político, ¡que Cristo sea nuestra Luz! ¡No tengamos miedo de testificar que nuestra alegría proviene de Cristo! ¡No escondamos la fuente de nuestra esperanza! ¡Por el contrario, proclámemosla! ¡Testifíquemosla! ¡Evangelicemos! ¡La Iglesia nos necesita! ¡A todos!

Y el primer paso está en nuestras familias. Ser padre y madre en el mundo de hoy es una aventura llena de sufrimiento, obstáculos y preocupaciones. Tengamos el coraje de educar a nuestros hijos a la luz de Cristo. A veces tendremos que luchar contra el viento dominante y soportar la burla y el desprecio del mundo. ¡Pero no estamos aquí para complacer al mundo! “Proclamamos un Cristo crucificado, un escándalo para los judíos y una locura para los gentiles” (1 Corintios 1, 23-24) 


Luz desde nuestra misión

¡No temamos! ¡No nos rindamos! La Iglesia, a través de la voz de los Papas y de la tradición de la Iglesia, nos confía una misión profética: testificar ante todos sobre nuestra confianza plena y gozosa en Dios.

Odiemos el mundo oscuro de Satanás y sus ideologías, que niegan la naturaleza humana y destruyen la familia, que imponen una nueva moral individual, hedonista y global y nos sumergen en la oscuridad más absoluta. No podemos "adaptarnos" al espíritu de los tiempos, al relativismo, al conformismo. 

Thomas Stearns Eliot, poeta británico, dijo: “En un mundo de fugitivos, la persona que tome la dirección opuesta parecerá huir”. ¡Seamos de aquellos que tomamos la dirección opuesta! ¡Atrevámonos a ir contra! Para nosotros, cristianos, la dirección opuesta no es un lugar, es una Persona, es Jesucristo, nuestro Amigo y nuestro Redentor. 

Dios quiere que le necesitemos, ¡qué gracia! ¡qué alegría! Occidente ha sido evangelizado por los Santos y los Mártires. ¡Nosotros, hijos de la luz, seremos los santos y los mártires que las naciones están esperando en una Nueva Evangelización! ¡Nuestro mundo está sediento de Cristo! ¡No le decepcionemos! 

Respondamos a la llamada de Dios para seguirlo, dejarlo todo por él, por su luz. ¡Dios es el único amigo que nunca nos decepcionará! Cuando Dios llama, es radical. Significa que va todo el camino hasta la raíz. ¡No estamos llamados a ser cristianos mediocres a ser católicos tibios! ¡No, Dios nos llama a todos al regalo total, al martirio del cuerpo o del corazón!

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¡Fueron hombres y mujeres, como nosotros, los que aceptaron seguir a Jesús hasta el final, radicalmente, los que construyeron la civilización cristiana. 

¡Regresemos a la Fuente! ¡Seamos audaces! En este mundo de fealdad, mentira y maldad, de tumulto y tristeza, seamos dignos representantes de la belleza, de la verdad y la bondad!. Y así, experimentar la única alegría que no pasa, la única felicidad que permanece.

Pidamos a la Santísima Virgen María saber decir “fiat”, es decir, sí, plenamente, como ella, para recibir la luz del Espíritu Santo como lo hizo ella…

… pidamos a Nuestra Santísima Madre tener un corazón como el suyo, un corazón que no le niega nada a Dios, un corazón ardiente con amor por la gloria de Dios, un corazón ardiente para anunciar a los hombres las Buenas Nuevas, un corazón generoso, un corazón tan abundante como el corazón de María, tan abundante como el de la Iglesia, y tan rico como el del Corazón de Jesús ! ¡Que así sea!

lunes, 21 de agosto de 2017

UN MUNDO SIN DIOS ES EL INFIERNO

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“No podemos elegir los tiempos en los que nos toca vivir, 
lo único que podemos hacer es 
decidir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado”.
 (Gandalf - "El Señor de los Anillos")

Vivimos tiempos recios, tiempos que no podemos elegir, tiempos de profunda crisis: crisis económica, política, cultural; crisis de las ideologías y crisis de las instituciones. Pero el origen de todas estas calamidades radica en una profunda crisis de fe, en una crisis de amor. 

Vivimos una apostasía clamorosa. El mundo ha prescindido de Dios y lo ha relegado al trastero para que no estorbe. Hemos puesto al hombre en un lugar que sólo le corresponde a Dios. La sociedad pos-moderna y relativista se ha rebelado contra Dios y ha decidido que el bien y el mal se legislan según el criterio  del hombre.

Vivimos una "moral" donde no hay pecados; donde ya no hay mandamientos, porque Dios ya no pinta nada. Esta moral sin Dios, consensuada "democráticamente", ha trasformado al mundo en un infierno. 

La moral civil, laica y democrática – sin Dios y contra Dios – resulta terriblemente inhumana. Cada vez que "matamos" a Dios, acabamos siempre pisoteando la dignidad del hombre. 

Lo decía Juan Pablo II: "El hombre puede construir un mundo sin Dios, pero este mundo acabará por volverse contra el hombre"

Un mundo sin Dios es el Infierno

Si Europa y España rechazan sus raíces cristianas, estamos perdidos. 

La cruz, la misión y los grandes santos forjaron lo que es España y Europa. 

Resultado de imagen de infiernoLos españoles cumplimos con la misión que la Providencia quiso encomendarnos de llevar la fe a América. 

España, sin la fe en Jesucristo, no es España. Sin la Cruz, España desaparecerá, porque es la fe la que constituye su verdadera esencia. 

De ahí la urgencia de re-evangelizar un país y un continente que han perdido el norte.

Sólo una profunda conversión de cada uno de nosotros, sólo una vida unida a Cristo, puede transformar este mundo de muerte en esa civilización del amor que todos ansiamos. 

Un mundo sin Dios es el infierno. Eso es ahora nuestro mundo: un infierno.

martes, 17 de enero de 2017

DIOS HA MUERTO Y NOSOTROS LE HEMOS MATADO

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"Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros le hemos matado.
¿Como podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos?
El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído
se ha desangrado bajo nuestros cuchillos:
¿quién limpiará esta sangre de nosotros?
¿Que agua nos limpiará?
¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar?
¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros?
¿Debemos aparecer dignos de ella?"
(Nietzsche, La gaya ciencia, sección 125)

"Dios ha muerto" es la frase con la que Nietzsche auguró la crisis de la moralidad de los siglos XX y XXI, y la imposibilidad de conservar cualquier sistema de valores, en ausencia de un orden divino. 

La muerte de Dios se refiere no sólo al rechazo de la creencia en Dios, sino también al rechazo de los valores absolutos y universales

De esta manera, la pérdida de una base absoluta de moralidad conducirá, primero, al nihilismo (la vida carece de significado objetivo, propósito, o valor intrínseco) y más tarde al relativismo (los puntos de vista no tienen verdad ni validez universal, sino que sólo poseen una validez subjetiva y relativa). ¿Nos suena familiar?

¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen proyectos vanos?
Se levantan los reyes de la tierra, 
los príncipes conspiran contra el Señor y su mesías:
"¡Rompamos sus cadenas, sacudamos su yugo!".
(Salmo 2, 1-3)

En los tres primeros versículos del Salmo 2, el rey David habla de las naciones que se levantan contra Dios, que conspiran contra Dios, que ven Su voluntad como "cadenas y yugo" que los esclaviza, que ven Su Palabra anticuada. El rey David incluso menciona que estos líderes de todas las naciones hacen proyectos (leyes) vanos, en oposición directa a los caminos de Dios. ¿Nos suena familiar?

A pesar de que muchos de estos líderes actuales vienen de herencias cristianas y viven en países tradicionalmente cristianos, afirman que Dios es irrelevante en el mundo de hoy. 

En 1966, la revista americana Time mostraba en su portada: "¿Dios está muerto?"Los lectores criticaron duramente a la revista por insinuar la muerte de Dios en una nación con fuertes raíces cristianas. 
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Sin embargo, el incremento de la hostilidad hacia Dios y hacia los cristianos que se han producido en los últimos años, donde la cultura popular ha pasado de objetar a Dios, para odiarle profundamente, deja en insignificante aquella portada. 

Nunca ha habido en la historia un cambio de mentalidad cultural tan rápido como el que se ha producido en los últimos 5 ó 10 años.

Fuego cruzado en el mundo

Como resultado de este cambio tan notable, los cristianos estamos atrapados en un fuego cruzado.

Lo que no hace mucho solía ser la excepción, cristianos calumniados por creer en Dios y vivir su fe, hoy es la norma. Lo que solía ser la excepción, personas maldiciendo y profanando el nombre de Dios y de su Iglesia, hoy es la regla.

En todo el mundo, en Europa Europa y en nuestro país el cristianismo está siendo atacado. De una forma evidente o solapada. La situación es claramente opositora debido a leyes aprobadas con el objetivo de asegurar unos supuestos derechos humanos (libertad de género, de culto, de condición, de unión, de aborto, de eutanasia, etc.) que de hecho, estigmatizan a los cristianos.
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Fuego amigo en la Iglesia

Estamos experimentando un cambio dramático en las sociedades de todo el mundo. La temperatura está aumentando, al igual que los polos de la fe se están derritiendo a marchas forzadas y se recrudecen las zonas de desierto. La temperatura del odio sube unos cuantos grados cada año contra los cristianos en particular.

Como cristianos, sería absurdo esperar la simpatía del mundo secular. Jesús nos dijo: "Seréis odiados por todas las naciones por causa de mi nombre" (Mateo 24, 9). Sin embargo, el fuego ha llegado hasta la misma Iglesia. 
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Es triste comprobar que tenemos una débil fe cristiana. La Iglesia no está trabajando bien, ha perdido su identidad y los seminarios están vacíos. Las parroquias son lo único que se mantiene de pie. Necesitamos una verdadera vida cristiana para luchar contra nuestra sociedad que ha matado a Dios.

De hecho, muchas naciones "post-cristianas" tienen un largo camino por recorrer antes de que su nivel de persecución cristiana pueda compararse a lugares como Corea del Norte, Somalia, Irak o Siria. Aunque rezamos para que el nivel nunca aumente, el riesgo permanece latente.

Los casos de persecución contra los cristianos son recordatorios de que nuestro mundo está cambiando rápidamente más allá de sus raíces cristianas. Y en la última década, la aceleración de la actividad decididamente anticristiana es sorprendente.

Un mundo sin Dios es un infierno

Si los cristianos no nos despertamos para ver lo que está sucediendo, terminaremos acelerando nuestra propia persecución. Un mundo sin Dios es un infierno. El infierno es, en definitiva, eso: no tener a Dios.  Ese no es el deseo de Dios para aquellos que lo seguimos. Él nos ha dado Su Espíritu para llegar a ser santos y alcanzar el cielo. El Espíritu Santo, que vive dentro de nosotros nos puede ayudar a luchar en estos tiempos contra la decadencia moral y religiosa. 

Sin embargo, el empeño de esta sociedad relativista es en vano. Movidos por el Diablo, desean unirse a los judíos del primer siglo y volver a matar a Dios. Una cosa es evidente: ellos mismos creen en la Resurrección de Cristo pues para volver a matarlo tiene que haber resucitado. 

Lo cierto es que Él ha triunfado sobre la muerte y ahora ¡vive! "¿Por qué buscan al vivo entre los muertos? No está aquí, ha resucitado" (Lucas 24,5 ).

La resurrección de Cristo es lo que marca la diferencia para nosotros, los cristianos. "Él no es Dios de muertos, sino de vivos" (Marcos 12,27). "Así también ustedes, considérense como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús" (Romanos 6,11). 

Por tanto, vivamos Su resurrección como la mayor señal de que Dios está vivo en nuestro mundo, de que nosotros somos sus testigos y su fiel reflejo. Así, daremos la mejor respuesta a este mundo corrompido por el deseo del Enemigo de vivir sin Dios.