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"Si el grano de trigo no cae en tierra y muere,
queda infecundo;
pero si muere, da mucho fruto.
El que se ama a sí mismo, se pierde,
y el que se aborrece a sí mismo en este mundo,
se guardará para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga,
y donde esté yo, allí también estará mi servidor;
a quien me sirva, el Padre lo honrará"
(Juan 12,24-26)
Ha llegado la hora: Jesús tiene que morir para dar fruto, tiene que dar la vida para que su mensaje sea fecundo. Para eso ha venido al mundo. Ahora, ya en Jerusalén, a cinco días de su crucifixión, se lo explica a sus discípulos.
¿De qué sirve el grano de trigo en el granero? Allí no produce frutos. La caída en tierra es la condición de su fecundidad. Es necesario que muera y germine: una muerte de la que brota vida eterna.
Cristo, con su ejemplo, nos llama al servicio, a la entrega total, al amor más grande, a dar la vida por los demás: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15,13).
Amar es servir con alegría y abnegación, y servir a la manera de Cristo es "pudrir el yo para que germine el nosotros", es decir, la renuncia voluntaria a la propia voluntad, a los propios deseos, afectos o intereses en beneficio de los demás. Amar es sacrificarse por los demás, es inmolarse por otros.
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El Señor, en tres versículos, nos describe la verdadera esencia del cristiano, la paradoja cristiana: morir para vivir, perder para ganar.
Morir a sí mismo es "desvivirse" por los demás, "abrirse" a los demás, "gastarse" en los demás".
Negarse a sí mismo es renunciar a la propia vida para entregársela a los demás y resucitar multiplicando el fruto.
Amarse a sí mismo es "perderse" y aborrecerse a sí mismo es "guardarse para la vida eterna".
Seguir a Jesús no es sólo creer en Él. El seguimiento de Cristo significa estar donde está Él, es decir, en la cruz.
La cruz significa disponibilidad para enfrentarse a la prueba, significa valentía para servir hasta la muerte de uno mismo, significa generosidad para entregarse sin buscar recompensa.
La cruz es el camino para llegar a la luz...a la gloria...donde está Él.
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