¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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lunes, 4 de diciembre de 2017

NO SIN CRUZ. NO SIN CRISTO

Resultado de imagen de el que quiera seguirme que cargue con su cruz y me siga

"El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, 
cargue con su cruz cada día y venga conmigo".

La Cruz es el camino que Jesús ha recorrido antes. No hay fe cristiana fuera de la cruz: el camino de la humildad, del "abajamiento", de la humillación, de la negación a uno mismo, para después resurgir de nuevo. 

Este es el camino. Aunque duela. Aunque cueste. Aunque parezca impensable.

Dicen los deportistas que "no hay progreso sin dolor". Un dolor para mejorar. Una Cruz para salvar. Una muerte para vivir.

La fe, sin cruz no es cristiana, y sin Jesús, la cruz tampoco es cristiana. El cristiano toma su cruz con Jesús y le sigue adelante. No sin cruz, no sin Jesús.

Jesús nos ha dado el ejemplo y aun siendo Dios, se humilló a sí mismo, y se ha hecho siervo por nosotros. No vino para ser servido, sino para servir.

Este camino de negarse a sí mismo es para dar vida, es lo opuesto al camino del egoísmo, del apego a los bienes, incluso a la propia familia... 

Este camino está abierto a todos, porque ese camino que ha hecho Jesús, de anulación,  ha sido para dar vida.

Imagen relacionadaDice Jesús: "El que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo". No podemos ser cristianos ni discípulos suyos si no tomamos nuestra cruz y le seguimos. Con Cristo, la cruz es llevadera pero es que, además nos lleva a la resurrección.

La cruz constituye una de las columnas del cristianismo. Aunque hoy en día nadie quiere hablar de dolor y de sufrimiento, no por ello deja de estar presente en nuestras vidas. El dolor en sí mismo es un misterio. Es duro y, humanamente, rechazable. Sin embargo, es transformador.

No se trata de endulzar la cruz o de convertirla en una carga "light". Se trata de descubrir su valor cristiano y de darle un sentido. Sí, el auténtico cristianismo es exigente.

Jesús, no fue hacia el dolor de forma masoquista, como quien va a una fiesta. Fue para aliviar el dolor en los demás; y el dolor de la pasión le hizo temblar de miedo, cuando pidió al Padre que le librara de él; pero lo asumió, porque era necesario, porque era la voluntad de su Padre. Así, convirtió el dolor en redención, en fecundidad y en alegría interior. 

Imagen relacionadaSi quiero de verdad ser discípulo de Cristo tengo que despojarme de todos mis bienes, de mis esclavitudes, de mis conveniencias, hasta incluso de mi propia familia: "Y todo el que deje casa, hermanos o hermanas, padre o madre, o hijos o campos por mi causa recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna" (Mateo 19,29).
Sólo así, seré digno de Él y encontraré la paz y la felicidad que sólo Él puede darme. Y nadie me la podrá arrancar.

Debo revisar mi vida y ver cómo puedo transformar y dar sentido a mis pequeños dolores cotidianos, a mis sufrimientos. 

Debo reflexionar sobre qué me queda por entregar de todos mis bienes y así, seguir el ejemplo de Jesús que, desde el Huerto de Getsemaní, se convirtió en el gran profesional de la cruz, fuente de salvación y de realización para todos los hombres. 

Cristo murió, es cierto. Pero, lo hizo para resucitar, para devolvernos la vida. "Quien no muere para nacer del espíritu, no puede entrar en el Reino de los cielos" (Juan 3, 5).

Nuestra fe, nuestra certeza es la de una Persona viva que, paso a paso, camina a nuestro lado, enseñándonos el mejor modo de vivir, muriendo.


domingo, 20 de agosto de 2017

¿POR QUÉ ESPAÑA YA NO ES CATÓLICA?








El cristianismo en España tiene una larga historia de casi dos mil años y se remonta a la evangelización por parte de Santiago apóstol. Se dice que Jesús le dejó a Pedro su Iglesia; a Juan, a Su Madre, la Virgen María; y a Santiago, España.



Después de veinte siglos, más de la mitad de los católicos del mundo hablan español gracias a Santiago Apóstol, a los Reyes Católicos y, en general, a España, tierra de santos, mártires y misioneros que la convierten en depositaria de la identidad evangelizadora en el mundo. 

Sin embargo, la Católica España, la única en la historia que derrotó y reconquistó al Islam esta bendita “tierra de María”, la que evangelizó a todo un continente entero y cuyos misioneros llevaron la Cruz de Cristo hasta los confines de la tierra, la que hizo al mundo hablar con Dios en español, esa España...está recibiendo los golpes más virulentos de Satanás y de sus servidores. 

La España luz de Trento, martillo de herejes, cuna de santos. La España que derrotó a la media luna en Lepanto salvando a la Cristiandad de una nueva invasión islámica. La España que luchó y venció al protestantismo de Lutero y al liberalismo de Napoleón y al comunismo ateo, a la Internacional Socialista y a la masonería, ha izado la bandera blanca del relativismo, símbolizando su rendición.


Satanás tiene como blanco principal a España y así lo atestiguan las palabras y acciones tanto de sus secuaces externos (yihadistas e islamistas) como de los internos (progres y radicales de la izquierda). 

Los furibundos ataques vienen principalmente del exterior, pero lo más peligroso y letal es la actitud de los que forman esa España católica, que al callar está pecando por omisión.

Pérdida de identidad 


Según la Iglesia, en la actualidad, España es el octavo país católico del mundo por número de fieles, en torno a 37 millones de personas (87,79 % de la población), y su estructura institucional es de las más desarrolladas (70 diócesis, 25.281 sacerdotes, 13.364 religiosos masculinos, 52.243 religiosas femeninas y 22.680 parroquias). 

La mayoría de los españoles sigue asistiendo a la iglesia para los sacramentos cristianos (bautizo, comunión, boda, funeral), aunque el porcentaje de seguimiento de estas prácticas se ha reducido sustancialmente: las bodas civiles han pasado del 24 % en 2000 al 44 % en 2006. 

Los nombres que se ponen a los hijos siguen siendo los cristianos, incluso entre los no creyentes, aunque la tendencia se reduce cada año.

El calendario laboral sigue marcado por las "fiestas de guardar", con independencia del valor espiritual que les de por parte de quienes las disfrutan, puesto que domingos, festivos y vacaciones están casi mayoritariamente
 secularizados y sometidos a las nuevas formas de ocio, en lugar de para dar gracias y alabar a Dios. 



La secularización se ha instaurado de forma generalizada en todos los ámbitos de la vida social española y pone en entredicho muchos aspectos relativos a la fe católica en España: las misas en televisión, la financiación de la Iglesia, el uso y disfrute de los edificios religiosos, la Semana Santa, la Navidad, etc.

Los que se declaran católicos
Según una encuesta del CIS de 2016, los españoles que se declaran católicos son cada vez menos. Si hace 10 años el 79% de los entrevistados se identificaba con esta confesión religiosa, hoy este porcentaje sólo alcanza ahora al 72,1% de la sociedad española. Es decir, siete de cada 10 personas. El 2,4% se declara creyente de otra religión, el 13,3% no creyente 13,3 %, y el 9,8% ateo.

Los que asisten a misa

Sin embargo, aunque la mayoría de los españoles continúa declarándose católicos, no ocurre lo mismo con el cumplimiento del precepto dominical. Más de la mitad de los españoles declaran no asistir a misa "nunca o casi nunca". Según la misma encuesta, la frecuencia de asistencia a misa u otros oficios religiosos, sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social, por ejemplo, bodas, comuniones o funerales es: casi nunca 59,4 %, varias veces al año 14,7 %, alguna vez al mes 8,8 %, casi todos los domingos y festivos 14,2 %, varias veces a la semana 1,8 %.

Resultado de imagen de asistencia a misaLa asistencia a misa es mayor entre mujeres que entre hombres, entre personas mayores que entre jóvenes, entre personas de menor renta que entre los de mayor renta, así como entre los que residen en municipios con menos de 10.000 que entre las que viven en pueblos mayores o en ciudades. Hay una mayor praxis rural que urbana.

Por último, el sur de España es mucho más participativo que el norte por su presunta devoción mariana, la Semana Santa, las romerías, etc.. Sólo tres Comunidades Autónomas mantienen una práctica religiosa superior al 25% de la población: Castilla y León, Castilla-La Mancha y Navarra.

Los que se casan por la Iglesia

Según el Instituto nacional de estadística, hace tan sólo 15 años, siete de cada 10 bodas (el 70%) se celebraban según el ritual católico. Sin embargo, en el año 2013, sólo tres de cada 10 bodas (30%) se celebraron en el marco de una Iglesia. 

Los que bautizan a sus hijos
Desde el año 2007, el número bautismos no ha dejado de reducirse. No es una cuestión provocada por la natalidad sino por el deseo de los padres de ofrecer a sus hijos una "fals libertad de elección". En el año 2013 nació un 13% menos de niños que en el 2005. Sin embargo, se registró un 21% menos de bautizos, según datos proporcionados por la Conferencia episcopal de la Iglesia española. 

Los que son jóvenes católicos 
La sociedad española en la medida que avanza en su "progreso y modernización", se seculariza de manera directamente proporcional, particularmente con los jóvenes, de los que sólo un 10,3% se declara católico practicante. En el año 2002 era un 29,2%

España ya no es un país católico. La radiografía de un católico español podría establecerse como la de una mujer, mayor de 65 años, que vive en el ámbito rural, de clase obrera y con educación primaria o secundaria, generalmente del interior de España.

¿Qué significa ser católico?


La gran mayoría de los españoles no aceptan los postulados de la Iglesia Católica ni van a misa, ni leen (o tienen) la Biblia, ni se casan por la iglesia, ni se oponen al aborto o a las uniones entre personas del mismo sexo, ni cumplen la cuaresma, ni la castidad prematrimonial ni tantas otras cosas.

Sin embargo,
 se niegan a declararse ateos o agnósticos, llevan a sus hijos a la escuela concertada católica, siguen celebrando las procesiones en Semana Santa, van a romerías (Rocío) y a peregrinaciones (Camino de Santiago). 

Resultado de imagen de renovacion carismatica catolicaExiste una gran contradicción entre el hecho que tres de cada cuatro españoles sigan declarándose como católicos pero sólo uno de cada diez españoles vaya a misa. Por ello, algunas cuestiones principales que deberíamos hacernos son ¿qué significa ser católico? ¿Definirse católico es suficiente para ser católico? ¿qué contradicción encierra la palabra "católico practicante"?

Según la Iglesia Católica, son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el pueblo de Dios, y hechos partícipes a su modo por esta razón de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada una según su propia condición, son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo. 

Básicamente, todos los bautizados son católicos. Sin embargo parece razonable afirmar que ser católico exige algo más que la voluntad de los padres de uno de serlo y el simple hecho de definirse como tal.

Algunos dicen ser "católicos pero no practicantes".  ¿Cómo se puede ser madre y no cuidar de un hijo? ¿Cómo se puede ser jugador del Real Madrid y no jugar al fútbol? ¿Cómo se puede estar vivo y no respirar? No se puedeSegún el Derecho canónico, un católico no practicante es una persona que está bautizada y se auto-define como católica, pero que no practica su fe en su plenitud, pero desde mi punto de vista es una incongruencia. 

Creo que es un error absurdo tratar de definir a los cristianos por la fe que confiesan y no por los actos que realizan. Un cristiano es aquel que sigue los pasos de Cristo, un católico es aquel que vive el Evangelio en su propia vida, aquel que tiene su fe como una forma de vida, y no como una ideología, como un conjunto de normas o como un acto social. 

Para mí, no existen católicos practicantes o católicos no practicantes, ni cristianos practicantes o cristianos no practicantes. Como tampoco existe el agua seca, el sol helado o el embarazo sin gestación. O sigues a Cristo o no lo sigues. O eres cristiano o no lo eres; o eres católico o no lo eres.

Más bien, creo que se trata de "católicos a la carta", que se consideran a sí mismos católicos, pero bien disienten de alguna enseñanza o doctrina de la Iglesia, o bien no están dispuestos a ningún tipo de compromiso que les saque de sus zonas de confort.

España ya no es católica



La Iglesia Católica y, con ella toda la sociedad española, no ha podido evitar en los últimos 30 años, la caída estrepitosa de los valores éticos y morales propios de una España identitariamente católica. Nos hemos despertado una mañana y nos hemos dado cuenta que España ya no es católica, no es cristiana. 


La España católica ha renunciado a ser luz y sal del mundo, echándonos en brazos de una espiritualidad tibia y cómoda.

Una moral a la medida, sin grandes compromisos, sin grandes alardes y, sobre todo, escondida en la intimidad. 

Una identidad apocada en lo religioso y casada por miedo con lo políticamente correcto y, sobre todo, con el "qué dirán". 



Auto-crítica

Tenemos lo que nos merecemos. Estoy convencido de que, desgraciadamente, la situación empeorará en el futuro. El aborto, la prostitución, el consumo de drogas, la eutanasia, las uniones homosexuales, la ideología de género, etc. están a la orden del día y se han instaurado en nuestra conciencia social como habituales, normales y lo que es peor, como indiscutibles.

Tenemos lo que nos hemos buscado. Desde mi pertenencia a la Iglesia católica considero que la pérdida de la identidad cristiana española se ha producido por la dejación de su función de Madre y Maestra:
  • Una Madre que ha malcriado a sus hijos permitiéndoles toda clase de caprichos y que, en ocasiones, no ha sido capaz de acoger y abrazar a sus hijos.
  • Una Maestra , que no ha formado ni a su clero, que ha aceptado el relativismo como método para no "perder almas" ni a su laicado, que se ha preocupado por vivir una espiritualidad puramente pelagiana, en la que la acción social y asistencial ha sido idolatrada dejando a un lado la vida espiritual, sacramental y piadosa. 
Tenemos lo que hemos sembrado. Como miembro del pueblo de Dios en la tierra, quiero condenar enérgicamente las malas prácticas pasadas y presentes de muchos sacerdotes (conceptuales, sexuales, educacionales, etc.) que han echo un flaco favor a la Iglesia de Cristo, así como pedir perdón a todos aquellos que, por haberlas sufrido en primera persona se han alejado y opuesto a ella.

Tenemos lo que hemos concebido. Nuestra generación ha conseguido lo que nadie consiguió en siglos y siglos: arrancar a Cristo del alma de España. O lo que es lo mismo, matar a España. Porque España, o es cristiana o no es. 

Ante la renuncia a la radicalidad del mensaje de Jesús y la claudicación hacia lo peor del modernismo que muchos sacerdotes de la Iglesia han practicado durante décadas, secundados por una feligresía adormecida, embelesada o anestesiada por las luces de la falsa libertad que se disfraza de tolerancia, la Iglesia española se encuentra en un momento difícil para reaccionar. Tanto es así, que ni siquiera nos dejan opinar ni actuar sobre determinados temas, o lo que es peor, ni nosotros mismos queremos hacerlo.

Cuando un mensaje se diluye, se oculta, cuando se duda de él y no se proclama ni se defiende a ultranza, el enemigo aprovecha para "colarse" con todo su poder bélico a destruirlo. Es entonces, cuando la fe católica queda descafeinada y el mensaje de Cristo desprovisto de su valor para la humanidad.

Resultado de imagen de catolicoEl día en que todos los obispos y los sacerdotes vuelvan a predicar la radicalidad del Evangelio, el mensaje de amor que Dios ofrece a todos los hombres, la necesidad de sanar y alimentar el alma, la alegría de servir y amar al prójimo, y la necesidad de poner a Cristo como principio y centro de toda verdad y vida…. ese día, habremos dado el primer paso para volver a ser lo que nunca debimos haber dejado de ser. 

El día en el que todos los laicos y cristianos católicos dejen de hablar de "practicantes o no practicantes", dejen de vivir su fe en la intimidad o en la tibieza y vean el Evangelio como una forma de vida y no como una ideología, ese día, habremos resucitado nuestra identidad.

Mientras todo eso no ocurra, seremos cual nuevos Boabdiles y lloraremos como tibios aquello que no supimos defender como cristianos, como hijos del Rey de Reyes, como soldados de Cristo.

Quiero ser optimista y estoy convencido de revertir esta situación con la ayuda del Espíritu Santo y porque es Dios quien otorga la victoria. Victoria que tenemos asegurada por la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. 

Con su ayuda, recobraremos nuestra identidad como Iglesia y como seguidores de Cristo, y en ello pondré todo mi empeño y esfuerzo, aunque todavía nos quede mucho invierno por pasar, mucha batalla por pelear y mucha persecución por sufrir. 

Como consagrado a su sagrado corazón, me encomiendo a la poderosa intercesión de Nuestra Madre y Señora, la Virgen María, así como a la de todos los santos y todos los coros angélicos, para que nos protejan, nos defiendan y nos fortalezcan y poder seguir honrando, seguir imitando a los que nos precedieron combatiendo y luchando “inasequibles al desaliento”con Dios, por Dios y por España. 

Así sea.

jueves, 5 de enero de 2017

DIFERENCIAS ENTRE UN CREYENTE Y UN CRISTIANO

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"No todo el que me dice: ¡Señor! ¡Señor!, entrará en el reino de Dios, 
sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial."

He escuchado muchas veces esta afirmación: "Soy cristiano (católico) pero no practicante". La misma frase encierra una incongruencia y una contradicción o, quizás un completo desconocimiento de la diferencia entre ser sólo creyente o ser cristiano. Posiblemente porque lo que realmente quieren expresar es que creen en Dios pero no le conocen.

Muchos dicen creer en Dios pero eso no les hace cristianos. Los demonios también creen en Dios y no son cristianos: "¿Tú crees que hay un solo Dios? Muy bien. Los demonios lo creen también, y tiemblan." (Santiago 2,19).

El diccionario define a un cristiano como “una persona que cree en Jesús como el Mesías, o en la religión basada en la enseñanza de Jesús.” Aunque éste es un buen punto de partida para entender qué es ser cristiano, esta definición no alcanza a expresar en realidad la verdad bíblica de lo que significa ser un cristiano.
La palabra “cristiano” es utilizada tres veces en el Nuevo Testamento: en Hechos 11,26; Hechos 26,28, y 1 Pedro 4,16.

Los seguidores de Jesucristo fueron llamados “cristianos” por los no creyentes en Antioquía, debido a que su comportamiento, actividad y forma de hablar fueron como los de Cristo y fue utilizado de un modo despectivo y para burlarse de los cristianos (Hechos 11,26). Literalmente significaba “partidario o seguidor de Cristo.”

Desgraciadamente con el paso del tiempo, la palabra “cristiano” ha perdido mucho de su significado y a menudo es utilizada para describir a alguien religioso o que tiene altos valores morales, en lugar de un verdadero seguidor de Jesucristo nacido de nuevo en el espíritu como vemos en Juan 3,3. 

Mucha gente que no confía plenamente en Jesucristo, se considera cristiana simplemente porque asiste a la iglesia o vive en un país “cristiano.” Pero asistir a la iglesia, cumplir los mandamientos o ser una buena persona no le hace a uno ser cristiano, al igual que ir al Bernabéu no le hace a uno ser madridista. 

Ser un miembro de una parroquia, asistir a las misas regularmente, y dar dinero en la colecta, no nos hacen cristianos. Ser bueno tampoco. Muchas personas han sido buenas y no han conocido a Jesús.

La Biblia nos enseña que las buenas obras, por sí solas, no nos hacen aceptables a Dios. En el libro de Tito 3,5 nos dice que “nos ha salvado, no por la justicia que hayamos practicado, sino por puro amor, mediante el bautismo regenerador y la renovación del Espíritu Santo.” Es el amor el que define a un cristiano, en primera instancia.

Un cristiano es alguien que ha nacido de nuevo en Dios (espiritualmente hablando) y que pone su fe y confianza en Jesucristo. Esto lo vemos en Juan 3,3-7, y en 1 Pedro 1,23. En Efesios 2,8 leemos que “Habéis sido salvados gratuitamente por la fe; y esto no es cosa vuestra, es un don de Dios.” 

Un verdadero cristiano no es aquél que simplemente cree en Jesucristo. Un verdadero cristiano es seguidor y aprendiz de Jesucristo. Es decir, implica esforzarse por imitar el ejemplo de Cristo durante toda su vida.

Un verdadero cristiano es una persona que reconoce que Jesucristo murió en la cruz como pago por todos los pecados de cada uno de nosotros y que resucitó al tercer día para obtener la victoria sobre la muerte, para dar la vida eterna a todos los que creen en Él. 

Un verdadero cristiano es hijo de Dios, es parte de la familia de Dios porque han recibido al Maestro. Juan 1,12 nos dice: “A todos los que lo reciben, a los que creen en su nombre, les da el ser hijos de Dios.” 
Un verdadero cristiano vive como Cristo vivió; es decir, haciendo lo que Él hizo y evitando lo que Él evitó. El cristianismo es un camino de vida. Un verdadero discípulo de Jesús es aquél que le sigue e intenta vivir según su ejemplo.

Dios pone un deseo en el corazón del cristiano de cambiar totalmente su estilo de vida y le incentiva a llevar una vida encaminada a la santidad

La marca de un cristiano verdadero es demostrar amor hacia los demás y obediencia a Dios (1 Juan 2,4 y 10).

Ser sólo creyente no es ser cristiano. Creer en Dios no significa necesariamente que experimentemos su amor y mantengamos una relación personal con ÉlTodo cristiano es creyente pero no todo creyente es cristiano:

Un creyente cree en Jesús. Un cristiano ama a Jesús.

Un creyente sigue una religión, una serie de preceptos morales, una lista de cosas que debe o no debe hacer. Un cristiano hace de todo eso un estilo de vida.

Un creyente va a la iglesia los domingos. El cristiano sabe que una comunidad cristiana es el paradigma donde poder vivir su fe.

Un creyente reza para pedir cuando las cosas se ponen difíciles. Un cristiano reza continuamente y sin cesar, y da gracias a Dios por todo.

Un creyente adapta su fe a su estilo de vida. Un cristiano trabaja para hacer que su estilo de vida se adapte al Evangelio.

Un creyente se sacrifica cuando cree que es conveniente. Un cristiano se sacrifica siempre, sin importar el resultado.

Un creyente se compromete cuando no hay riesgo. Un cristiano se compromete sin importarle el riesgo.

Un creyente se ajusta a la presión social de su entorno. Un cristiano se mantiene firme a la tentación.

Un creyente comparte su fe cuando sea fácil y cómodo. Un cristiano comparte su fe siempre.

Un creyente sabe acerca de Jesús. Un cristiano conoce personalmente  a Jesús y le tiene como su Señor y Salvador.

Un creyente se configura según la moda, la cultura y el entorno. Un cristiano se configura en Jesús.

Un creyente da a los demás lo que le sobra. Un cristiano da la vida por los demás.





domingo, 27 de noviembre de 2016

EL APÓSTOL PABLO: REFERENCIA DE SERVICIO A DIOS





Me gusta el apóstol San Pablo. Siempre me ha gustado. Es mi referente porque me siento muy identificado con él y con su conversión.

El apóstol Pablo nos ofrece una enseñanza vivificante a través de su ministerio y de su prolífico legado de cartas dirigidas a las distintas iglesias (otra de las cosas que comparto con él, la escritura).

Es el discípulo más ferviente (o a mi me lo parece) en cuanto a seguir a Jesucristo. "Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo." (1 Corintios 11, 1). Pablo sigue directamente a Jesús, que es la Piedra Angular, el Ejemplo por antonomasia... pero mientras que Cristo no tiene pecado, Pablo sí. Ahí está la cuestión: lo que también comparto con Pablo es la misma humanidad pecaminosa, y a pesar de ello, trato de seguir el ejemplo de nuestro Señor. 

Se me ocurren seis razones por las que me identifico con el apóstol, porque San Pablo era:

1Converso

Su conversión tumbativa y el cambio drástico en su modo de proceder son dos hechos que ocurrieron durante su camino a Damasco. 

Imagen relacionadaPasó de ser un perseguidor y asesino de cristianos a ser un seguidor de Cristo y defensor de su pueblo:"El que antes nos perseguía, ahora anuncia la fe que trataba de destruir" (Gálatas 1,23).

Salvando las distancias, durante mucho tiempo, yo también odié a los cristianos y a la Iglesia. Y al igual que él, tras mi conversión, pasé de ser un opositor, a ser un seguidor de Cristo y defensor de su Iglesia, cuando le escuché decirme: "¿por qué me persigues?

Yo también me he encontrado a Cristo resucitado (en mi camino de Emaús). Él me ha perdonado y me ha encargado una misión: "Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo. Y si encontré misericordia fue para que en mí primeramente manifestase Jesucristo toda su paciencia y sirviera de ejemplo a los que habían de creer en él para obtener vida eterna. (1 Timoteo 1, 15-16).

2. Auténtico

Pablo fue un hombre honesto precisamente por ser cristiano. Estaba completamente convencido de lo que hacía: "Como cristiano que soy, digo la verdad, no miento. Mi conciencia, bajo la acción del Espíritu Santo, me asegura que digo la verdad. Tengo una tristeza inmensa y un profundo y continuo dolor. Quisiera ser objeto de maldición, separado incluso de Cristo, por el bien de mis hermanos, los de mi propia raza. (Romanos 9, 1-3).

Yo también me considero un hombre auténtico, sin doblez, honesto y comprometido. Pero nada de eso es por mérito propio, sino precisamente por ser cristiano y por dejarme guiar por la acción del Espíritu Santo. 

Lo importante es el hecho de que Cristo es La Verdad y que mi labor principal es acercar esa Verdad a los demás.

3. Discípulo misionero

"No considero mi vida de ningún valor ni precioso para mí, si sólo puedo terminar mi curso y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios" (Hechos 20, 24).

"He peleado la buena pelea, he terminado la carrera, he mantenido la fe. De aquí en adelante me esconden la corona de la justicia". (2 Timoteo 4, 7-8).

"Yo hago mi ambición de predicar el evangelio, no donde Cristo ya ha sido nombrado, para que no construya sobre el fundamento de otra persona". (Romanos 15, 20)

He llegado a comprender, como el apóstol, que mi vida no tiene sentido si no es para acercar a Cristo a los demás; que el propósito de mi vida es la misión. Por eso, es una de mis prioridades pedirle ayuda al Espíritu Santo, para que me conceda sus dones; sobre todo, el de aumentar mi fe. 

4. Valiente

"[He servido a Cristo] con trabajos mucho mayores, mucho más prisioneros, con innumerables palizas, ya menudo cerca de la muerte. Cinco veces recibí a manos de los judíos las cuarenta pestañas menos una. Tres veces me golpearon con varas. Una vez me apedrearon. Tres veces naufragué; Una noche y un día estuve a la deriva en el mar; El peligro de los pueblos, el peligro de los gentiles, el peligro de la ciudad, el peligro en el desierto, el peligro en el mar, el peligro de los falsos hermanos; En fatiga y dificultad, a través de muchas noches sin dormir, en hambre y sed, a menudo sin comida, en frío y exposición. Y, aparte de otras cosas, hay la presión diaria en mí de mi ansiedad por todas las iglesias". (2 Corintios 11, 23-29).

Para Pablo, servir a Cristo trata de asumir un compromiso inquebrantable. Una "misión posible", aunque nada fácil. 
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Siempre digo que "ser cristiano es peligroso" en el sentido de que, a diferencia de lo que muchos "cristianos" piensan desde su fe de cumplimiento" ("cumplo y miento") y su convicción de mantenimiento ("mantengo y miento"), seguir a Cristo no basta con decir "ser cristiano" o acudir a misa. 

Ser cristiano es elegir un camino incómodo, nada confortable. El mismo Cristo nos dijo: "No he venido a ser servido sino a servir" (Mateo 20, 17-28). No se trata pues de un mensaje que nos conduce a una vida espiritual estática y tranquila. 

A partir de que tu decisión, tu sí, te compromete a seguirlo hasta el final, el camino se torna difícil y en ocasiones, muy "cuesta arriba"

Requiere "cargar con tu propia cruz", abandonar tu "zona de confort", e incluso, a los tuyos. Requiere altas dosis de coraje y valentía, y encierra mucho trabajo, bastantes decepciones y algo de sufrimiento. Vamos,  que Cristo es para valientes o para locos (2 Corintios 11,23). Y yo estoy muy loco.

5. Pecador

Pablo sabía que no era un hombre perfecto. Consciente de sus pecados y de sus defectos, ayudaba a otros a luchar por la santidad: desde la aceptación de los instintos de la carne, es Dios quien nos levanta hacia Él, quien nos ama y nos quiere "hacer suyos", es decir santos como Él.

"No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero; y lo que detesto, eso es justamente lo que hago. Yo sé que en mí, es decir, en mis bajos instintos, no hay nada bueno, pues quiero hacer el bien y no puedo. No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero: eso es lo que hago. En mi interior me agrada la ley de Dios; pero veo en mi cuerpo una ley que lucha contra la ley de mi espíritu y me esclaviza a la ley del pecado que hay en mi cuerpo. Doy gracias a Dios por Jesucristo, nuestro Señor. Así que yo mismo con el espíritu sirvo a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado.
"(Romanos 7,15, 18, 22-25).

Y es que en muchas ocasiones me pasa como al apóstol: que no entiendo o no sé lo que a hago o por qué, aunque una cosa tengo clara: que mi mirada está fija en alcanzar la perfección, es decir, la santidad. 

No pretendo decir que yo sea mejor cristiano que otros o más perfecto. 

Muy al contrario, soy consciente de lo mucho que me falta para la santidad pero mi corazón ardiente me impulsa a correr hacia Él, que es perfecto y santo; me insta a mirar hacia adelante y nunca hacia atrás; me insta a "dejarlo todo por Él".

"No quiero decir con esto que haya alcanzado ya la perfección, sino que corro tras ella con la pretensión de darle alcance, por cuanto yo mismo fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no creo haberla alcanzado ya; de una cosa me ocupo: olvidando lo que queda atrás, me lanzo en persecución de lo que está delante; corro hacia la meta, hacia la vocación celeste de Dios en Cristo Jesús(Filipenses 3,12).

"Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo. Y si encontré misericordia fue para que en mí primeramente manifestase Jesucristo toda su paciencia y sirviera de ejemplo a los que habían de creer en él para obtener vida eterna. (1 Timoteo 1, 15-16).

Esto es, fundamentalmente, lo que sostiene mi fe: que Jesucristo vino a salvar a hombres como yo, pecadores; que Dios me ofrece misericordia, que es amor inmerecido, amor a un miserable; que Dios es  absolutamente asombroso, porque nos ama a pesar de nosotros mismos. Y por eso, en mi debilidad, pongo toda mi confianza en Dios.

6. Comprometido


El compromiso de Pablo con Cristo se hace evidente en su madurez espiritual, en su humildad y en su servicio a los demás.

Pablo estaba convencido que seguir a Cristo significa servir a los demás, y aunque formalmente educado a los pies de un maestro famoso (Hechos 22, 3), Pablo sirvió a otros sin tratar de deslumbrar ni de exaltarse a sí mismo. Por el contrario, instó a todos los cristianos a vivir como él: completamente para la gloria de Dios en Cristo.

Por eso, al igual que Pablo, mi compromiso es servir a los demás para la gloria de Dios. Hablo en serio: no me gustan nada las medallas ni las palmaditas en la espalda ni los reconocimientos. ¿Por qué? Porque es por eso que todas las cosas existen (incluido yo): para la gloria de Dios.


"Porque de él y por él y para él son todas las cosas. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén."(Romanos 11,36).