¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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lunes, 12 de octubre de 2020

DEJARSE MOLDEAR POR DIOS

"Señor, tú eres nuestro padre, 
nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: 
todos somos obra de tu mano" 
(Isaías 64,7)

Dios nos llama continuamente a ser humildes para pertenecer al Reino de los Cielos; a ser confiados para abandonarnos a su guía y ayuda; nos invita a ser dóciles para escuchar con atención las sugerencias que nos hace en su Palabra; nos anima a ser sencillos como niños para madurar y crecer en la fe; nos llama a ser santos, como Él es santo.

El Creador nos exhorta a dejarnos moldear por su Palabra, a dejarnos hacer por su Gracia, a dejarnos configurar por su Hijo...y sin embargo, ¡qué difícil es dejarse hacer! ¡qué complicado es ser dócil! ¡qué duro es nuestro corazón! 

El hombre, por autosuficienciase cree especialista y entendido en todo, piensa que la docilidad le convierte en una persona débil o pusilánime, y que no tiene necesidad de los consejos de Otro para solucionar, decidir y ejecutar las cosas, y lo hace siempre, según su propio criterio. Por el contrario, la docilidad ofrece obediencia y buena disposición para dejarse modelar.

El hombre, por orgullose considera libre e independiente de todo, cree que la humildad le transforma en una persona dependiente o influenciable, y no permite que Nadie, aunque domine y conozca mejor todas las cosas, tutele sus actos, y mucho menos, que se los corrija. Por el contrario, la humildad asume la debilidad y la fragilidad para dejarse hacer.

El hombre, por vanidad se considera capaz y apto para todo, considera que la sencillez le convierte en una persona sin carácter o inútil, y evita pedir ayuda, consultar o dejarse guiar por Quien conoce mejor el camino para hacerle llegar a su destino. Por el contrario, la sencillez aporta pureza y inocencia para dejarse configurar.

El hombre, por rebeldía, se cree capaz de modelarse, de crearse, de darse forma a sí mismo, y por eso, reclama libertad e independencia. El "barro" quiere negar la capacidad o incluso, la existencia del "Alfarero" para darle forma y propósito. Quiere ser su propio alfarero, quiere hacerse según su propia voluntad.

El proceso

Dios, nuestro Alfarero Creador, utiliza distintas técnicas durante el proceso de nuestra vida para que seamos santos

1-Preparación. Forma una masa con polvo (carne) y agua (espíritu): la arcilla (hombre). Manchando sus manos (Encarnación de Cristo), prepara y amasa la masa (apóstoles) para que sea homogénea (Iglesia), extrayendo las asperezas, impurezas y burbujas de su interior (oración). 

2-Modelado. Mezcla el barro con agua (Gracia) girando continuamente el torno (vida) para mantener la plasticidad (obediencia) y para evitar que aparezcan fisuras (unidad). 

3-Secado. Lo expone al aire (Evangelio) para que alcance dureza y consistencia (fe). 

4-Pulido. Le pasa una lija fina (sacrificios) y una esponja (bendiciones) para limar y pulir la forma (corazón). 

5-Horneado. Finalmente, la somete al fuego (purificación) en el horno a alta temperatura (pruebas)  donde adquiere su forma y valor definitivos

Sin embargo, a veces no dejamos que el Señor trabaje en nuestras vidas y le pedimos libertad e independencia. Él nos las otorga incluso, sabiendo que somos incapaces de gestionar lo que le exigimos... porque el artesano sabe que la arcilla no puede amasarse a sí misma, que en el torno puede deformarse y que en el horno puede romperse. 

Al apartarnos de Dios, nuestra fe se seca, nuestra voluntad se deforma y nuestro corazón se endurece. Para volver a moldearnos es necesario que el Alfarero rompa y quebrante la arcilla de nuevo...y eso es un proceso doloroso. 
Nuestra vida está en las manos de Dios, que quiere hacer de nosotros lo mejor… una vasija única, diferente, extraordinaria...y la quiere para llenarla con un tesoro, esto es, "el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo" (2 Corintios 4,7).

Seamos un buen barro, seamos maleables y dóciles a la Gracia, confiados y obedientes a la Palabra, dejémonos amasar, modelar y purificar por Dios y tengamos en mente la visión del resultado final: una vasija única que glorifique al Señor.