Puede que nuestra parroquia tenga una gran multitud de asistentes a misa cada domingo y, sin embargo no tener una auténtica comunidad cristiana.
Las personas que acuden a una iglesia deben ser asimiladas e integradas por y en la comunidad, es decir, debemos sacarlas del concepto de vernos como “vuestra iglesia” para que la vean como “su iglesia”, y luego sean miembros activos de “nuestra iglesia”.
La sociedad habla de “esa iglesia”, la gente de “esta iglesia” pero una comunidad cristiana habla de “mi iglesia”, de “nuestra iglesia”. Los miembros de hecho y de derecho de una parroquia tienen un gran sentido de propiedad. Contribuyen, no sólo consumen.
No obstante, debemos tener en cuenta que luchamos contra el individualismo al que nos aboca nuestro entorno. Es común encontrar cristianos "llaneros solitarios", quienes guardan y esconden su fe en la intimidad, cristianos “francotiradores”, que hacen la guerra por su cuenta y en soledad o cristianos "creyentes flotantes", es decir, cristianos que saltan de una iglesia a otra sin ninguna identidad ni compromiso. A ninguno se les ha enseñado que la vida cristiana implica algo más que creer, también incluye pertenecer. Crecemos en Cristo en relación, unidad y comunidad con otros cristianos.
Cuando se incorporan nuevos miembros a nuestra parroquia, la plena integración en éstos no se produce de manera espontánea o automáticamente. Es preciso desarrollar un sistema y una estructura para asimilar, acoger, integrar y mantener a las personas que recibimos.
Antes de que las personas se comprometan a unirse a nuestra comunidad parroquial, es necesario dar respuesta a cinco preguntas básicas con cinco cuestiones implícitas:
¿Pertenezco a aquí?
ACEPTACIÓN. Podemos responder a esta pregunta mediante el establecimiento de grupos de afinidad dentro de la iglesia para que las personas con edades, intereses y problemas similares puedan encontrarse y relacionarse entre sí.
Todo el mundo necesita su propio hogar, un espacio íntimo donde sentirse cómodo; es ahí donde los grupos pequeños juegan un papel crucial para satisfacer esta necesidad.
Debemos mostrarles que tenemos un lugar para ellos.
Debemos mostrarles que tenemos un lugar para ellos.
¿Alguien quiere conocerme?
AMISTAD. Podemos responder a esta pregunta mediante la creación de oportunidades para que las personas recién llegadas desarrollen relaciones dentro de nuestra comunidad. Pero se necesita una planificación.
Recordemos, las personas no buscan tanto una iglesia amigable y acogedora como encontrar amigos.
Debemos darles una atención individual.
Debemos darles una atención individual.
¿Soy necesario?
VALOR. Las personas ansían contribuir con sus propias vidas. Quieren que sus vidas cuenten, quieren sentir que son importantes y necesarios. Cuando les mostremos que sus dones y talentos son necesarios, querrán involucrarse.
Posicionemos a nuestra parroquia como un lugar creativo que necesita la expresión de todo tipo de talentos y habilidades, no sólo de cantantes para el coro, lectores o personal de limpieza.
Debemos decirles que les necesitamos.
Debemos decirles que les necesitamos.
¿Qué saco al unirme?
BENEFICIO. Debemos ser capaces de explicar de forma clara y concisa las razones y los beneficios de formar parte de nuestra comunidad parroquial.
Debemos explicar las razones bíblicas, prácticas y personales para su adhesión.
Debemos explicar las razones bíblicas, prácticas y personales para su adhesión.
¿Qué se requiere de los miembros?
EXPECTATIVAS. Debemos ser capaces de explicar las responsabilidades de los miembros de la parroquia tan claramente como indicamos los beneficios. La gente tiene derecho a saber qué se espera de ellos antes de que se integren.
Es necesario elaborar una manera concreta de abordar estas cuestiones tácitas y compartir nuestra visión con ellos.
El tipo de afiliación, la forma de acogida, perseverancia y formación que una comunidad ofrece a sus nuevos miembros son de los asuntos más importantes en una parroquia.
Una comunidad con una fuerte acogida, una clara afiliación y una eficiente perseverancia construirá una parroquia fuerte.
Una con una débil acogida, confusa afiliación e ineficiente perseverancia construirá una parroquia débil.
Una comunidad con una fuerte acogida, una clara afiliación y una eficiente perseverancia construirá una parroquia fuerte.
Una con una débil acogida, confusa afiliación e ineficiente perseverancia construirá una parroquia débil.
Pero "fuerte" no significa necesariamente "pesada” ni “larga”. Significa enseñar con claridad lo que se espera de todos nuestros miembros y así provocar un alto nivel de compromiso. Los que optan por unirse a nuestra iglesia deben saber exactamente lo que se espera de ellos como miembros.
La fuerza de un tipo de comunidad se determina por el contenido de su formación y por una llamada al compromiso, no por la duración de ambos.
Algunas iglesias tienen cursos de formación para sus miembros, pero ofrecen el material incorrecto. Llenan las reuniones con material de crecimiento espiritual o de doctrina básica. Estos temas, siendo de vital importancia, son más apropiados para las catequesis u otras formaciones más concretas (1ª comunión, confirmación, discipulado, etc.).
El contenido de nuestras formaciones y perseverancias (afiliación) debe responder a las siguientes preguntas:
¿Qué es una iglesia?
¿Cuáles son los propósitos de la parroquia?
¿Cuáles son los beneficios de ser miembro?
¿Cuáles son los requisitos para ser miembro?
¿Cuáles son las responsabilidades de los miembros?
¿Cuál es la visión y la estrategia de esta parroquia?
¿Cómo está organizada la parroquia?
¿Cómo puedo participar en el servicio a la iglesia?
¿Qué hago ahora que soy miembro?
Algunas respuestas a estas preguntas y consejos para la afiliación a una comunidad:
- Incluir una explicación clara sobre la fe cristiana, ya que pudiera haber personas que quieran unirse pero que aún no crean. Siempre debemos explicar que confiar en Cristo es el primer requisito para ser miembro.
- Hacer nuestras reuniones interesantes e interactivas: uso de vídeos o presentaciones, un cuaderno-formulario para rellenar, la formación de grupos pequeños, y una buena comida juntos.
- Incluir documentación para explicar la historia, los valores, visión y dirección de nuestra parroquia.
- Ofrecer tres versiones de formación: versión infantil para niños de primaria, una versión juvenil para chicos de secundaria y universitaria, y una versión senior para adultos.
- Aclarar que completar todas las formaciones y/o reuniones son un requisito para ser miembro. Las personas que no están interesados o no quieren aprender los propósitos y estrategias de nuestra iglesia y el sentido de pertenencia, no demuestran comprender el tipo de compromiso que implica ser miembro de nuestra comunidad. Si ni siquiera se preocupan lo suficiente como para entender las responsabilidades de ser miembro, no se puede esperar que cumplan una vez lo sean.
- La afiliación es un acto de compromiso y de motivación para que se involucren y se comprometan, donde mostramos la relación calidad-valor de los beneficios que obtendrán a cambio. Cuando las personas entienden y dan valor a la pertenencia, se entusiasman y se involucran - y lo que antes era sólo una multitud se convertirá en una comunidad cristiana.