¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 8 de abril de 2025

¿ES VERDADERO EL CRISTO DE "THE CHOSEN"?

"Quien vive de leche, desconoce la doctrina de la justicia,
pues es todavía un niño.
El alimento sólido es para perfectos,
que con la práctica y el entrenamiento de los sentidos
saben distinguir el bien del mal"
(Hb 5,13-14)

Muchos católicos que no se han acercado nunca (o quizás, de forma inconstante) a la Sagrada Escritura ven en la serie (y ahora, película) "The Chosen", una forma fácil y cómoda de acercarse a los evangelios. 

Y, aunque no negaré su carácter entretenido, su dosis evangelizadora y una cierta capacidad para acercar a muchas personas a la figura de Jesús (más de 500 millones de visualizaciones), no me parece una manera propia de acercarse al Cristo de nuestra fe católica.

The Chosen muestra una cierta fidelidad bíblica, propia del enfoque ecuménico de los creadores (evangélicos y mormones, aunque con la participación de un cardenal católico) y contiene abundantes símbolos postmodernos, guiños feministas y ejemplos secularizados que presentan a un Jesús cercano, más humano y empático, inclusivo y feminista y, hasta "de izquierdas", es decir, un hombre de hoy, postmoderno y progresista, pero alejado de la imagen tradicional católica, es decir, verdadero hombre pero también verdadero Dios. 

Ya sólo el título ("Los Elegidos"), indica su intención, más antropológica que teológica, más ecuménica que católica, puesto que no profundiza en lo fundamental de la figura de Cristo como Dios, Mesías y Salvador, sino en la historicidad de Jesús de Nazaret y en el contexto sociocultural de un grupo de judíos del s. I.
The Chosen engancha emocionalmente (reconozco que "tiene tirón") pero presenta una imagen errónea de Jesús, aunque nada nueva, pues en los años setenta y ochenta (en pleno auge de la modernidad), ya se nos presentó a un Jesús "superstar y hippie", poco serio, nada exigente y exento de trascendencia, con el propósito de encajarlo en los sistemas "deconstructivos" de la época.

En un mundo antropocentrista que ha eliminado a Dios de la vida pública y sumido en una profunda crisis de fe, The Chosen trata de rehacer (de nuevo) la figura de Jesús de Nazaret y mostrar a un Cristo "a nuestra imagen y semejanza" con una intención oculta: dar culto al hombre y no tanto al Dios.

Se trata de una serie de gran popularidad que se ha infiltrado en conciencia colectiva de muchos católicos, quizás con escasa formación bíblica y teológica, que han asumido esa imagen "progresista" de nuestro Señor esgrimiendo como única razón que "acerca a muchas personas a la fe y a Cristo". 

Sin embargo, la pregunta a plantear es ¿a qué tipo de fe acerca? y ¿a qué tipo de Cristo acerca?

Conozco a muchos católicos que afirman que "este Jesús" es el auténtico, mucho más humano, mucho más "como nosotros", mucho más "colega" que "maestro", mucho más misericordioso que justo o exigente...como si la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia nos hubieran ocultado "maliciosamente" su verdadero rostro durante veinte siglos.
Y esto precisamente es lo que me lleva a afirmar que "este nuevo Cristo no es Cristo", pues se aprecia claramente su tono protestante anti clerical y anti mariano que sigue abriendo un abismo entre Jesús-hombre y Jesús-Dios, entre la Cabeza y el cuerpo místico, entre María y sus "hijos", entre los creyentes de hoy y la tradición apostólica en la que Cristo delegó su mensaje y su misión, antes de su ascensión al cielo.

Para argumentar esta afirmación, basta con observar el gran esfuerzo utilizado en la serie por "humanizar" a Jesús, por hacerle más "terreno", más cotidiano, más trivial y más  intrascendente. Y lo hace esgrimiendo una manera entendible para el neófito, pero impostada para el cristiano adulto, al incluir escenas completamente absurdas y caricaturescas que jamás pudieron suceder pero que ofrecen como ciertas o, cuando menos, como "posibles": 
  • ¿Jesús peleándose con San Juan Bautista? 
  • ¿Jesús haciendo un chiste sarcástico a expensas de Pedro y después poniendo los ojos en blanco, justo antes de hacer un milagro en favor de la suegra de éste? 
  • ¿Aquel que, siendo la misma Palabra de Dios, se encuentra bloqueado y nervioso al "escribir" el Sermón del Monte y necesitado de la ayuda y el consejo de Mateo para redactarlo? 
  • ¿Jesús, sentado solo y haciendo ruidos como de flatulencias para atraer a niños que se escondían tras un arbusto? 
  • ¿Nuestra Madre, la Virgen,  la llena de gracia, la Inmaculada, presentada como la mujer más fea de todo el círculo de Jesús?
  • ¿Tiene María el mal gusto de describir el (supuestamente) ‘pringoso’ nacimiento de Jesús cuando la preguntan por esa santa noche?
  • ¿San Juan Bautista utilizando las palabras de Judas el Traidor?
  • ¿Pedro y su esposa discutiendo cuál sería el ‘momento adecuado’ para tener hijos?

Los mensajes son claramente relativistas e intencionadamente ambiguos y muchas escenas carecen de toda profundidad teológica y espiritual. Los recursos escénicos para captar el interés y la atención son el "emotivismo", el "buenismo", el "voluntarismo", pero esconden una intención oculta: convencer al espectador contemporáneo de que no necesita la Tradición, ni a la Iglesia, ni a los santos, ni a la Virgen María para alcanzar la salvación. Sin duda, deja entrever su contenido sobre la "Sola fidei" y la "Sola gratia" luteranas.

Los personajes están concebidos y estructurados para que el espectador empatice con ellos pero su perspectiva es intencionadamente anacrónica y carente de fiabilidad escriturística, pues muestra actitudes, gestos y aspectos que no se corresponden con la tradición bíblica, exegética o doctrinal, y en ocasiones, llegan a diferir de la mentalidad y costumbres del pueblo judío de la época:
  • Jesús: aparece como un mero hombre de ciertas capacidades, pero carente de trascendencia, de conciencia divina y de carga salvífica. Es un Jesús "histórico", más humano que divino, más hijo de mujer que Hijo de Dios. Quizás un gran maestro, filósofo, profeta o médico que Dios utiliza para que realice una misión concreta. 
  • La Virgen María: tradicionalmente, representada en todo el arte (pintura, escultura, literatura, cine, etc.) como una mujer especial y excelsa, de gran belleza, disposición y humildad y, sobre todo, carente de pecado original. Sin embargo, la perspectiva protestante de la serie muestra una mujer poco agraciada, en cierto modo algo vulgar, o "muy normal" y, desde luego, periféricamente despojada de sus papeles principales como madre, como discípula o como intercesora. 
  • Los evangelistas Mateo y Juan: para justificar su papel de testigos oculares, la serie muestra constantemente a ambos tomando notas de lo que Jesús decía, algo totalmente ilógico y fuera de lugar, pues sabemos que fueron las primeras comunidades cristianas quienes fueron recogiendo y recopilando los dichos y hechos de Jesús según la tradición oral de los apóstoles y dotándoles del correspondiente enfoque pastoral para leerlas públicamente a los creyentes. Bastaría con leer la introducción a los evangelios en cualquiera de nuestras biblias para darnos cuenta de ello.
  
Personalmente, no recomiendo The Chosen, pero no niego que algunos episodios pueden ser adecuados para la reflexión teológica, para la formación catequética o para tomar conciencia de los problemas y sufrimientos de las personas por causa del mal, empatizando con ellas y escuchándolas, como hizo Jesús.

Lo que si creo es que The Chosen nos debiera acercar a los católicos a leer y estudiar en profundidad tanto la Biblia como la Cristología, porque no podemos proclamar a un Jesús desconocido y mucho menos, amar a quien no conocemos. Y si no es así, es que en algo nos equivocamos.

"Ignorar la Escritura es ignorar a Cristo"
(San Jerónimo)