no puede ser
discípulo mío.
Porque
¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre,
no se sienta
primero a calcular los gastos,
y ver si
tiene para acabarla?”
(Lucas 14, 27-28)
Los católicos que se unen a otra comunidad, por lo general, lo hacen en una iglesia que espera más de ellos que la que han dejado.
Hay cuatro maneras en las que una parroquia puede combinar Acogida con Expectativas:
- Baja acogida/Bajas expectativas. La mayoría de nuestras parroquias de mantenimiento: “No eres bienvenido ni te usaremos”.
- Baja acogida/Altas expectativas. Extraño que exista porque no tiene sentido: “No eres bienvenido pero te usaremos”.
- Alta acogida/Bajas expectativas. Se da en muchas parroquias que intentar acoger correctamente. “Eres bienvenido pero no te usaremos para nada”.
- Alta acogida/Altas expectativas. “Eres bienvenido, creemos que Dios trabajará en ti y a través de ti; lo esperamos y esperamos que tu también lo esperes”.
Las expectativas divinas
Jesús es el modelo perfecto de interrelación entre la acogida y las expectativas.
Fue el ejemplo supremo de acogida: marginados, cojos, leprosos, pecadores, recaudadores, prostitutas, endemoniados, ricos, pobres…a la mujer del pozo, a Zaqueo, a los samaritanos, a los romanos y a los gentiles…incluso a los niños.
Sus expectativas son:
- Claras. “El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío” (Lucas 14, 27). Exhorta a los que se le acercan a “sentarse primero” y a calcular el coste de ser discípulo suyo antes de elegir hacerlo.
- Directas. “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme.” (Mateo 19,21).
- Exigentes. Una vez tomada la decisión de ser su discípulo, seguía esperando más: “Al que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y cuanto más se le haya confiado, tanto más se le pedirá cuentas” (Lucas 12,48). No sólo espera que produzcamos fruto sino que aún espera más de los que ya los producen: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto” (Juan 15, 1-2).
- Individuales y colectivas: La parábola de los talentos (Mateo 25, 14-30) ilustra bien este punto. La primera enseñanza de la parábola es que Dios nos ha dado un gran tesoro para que lo administremos. La segunda es que no espera un interés moderado de su inversión, sino que asumamos riesgos para recibir un fruto grande.
Las expectativas parroquiales
Existen, en toda parroquia, cinco expectativas de vital importancia, que deben cumplir tanto los laicos como los sacerdotes (lo que pedimos):
Por otro lado, la parroquia es un lugar donde (lo que ofrecemos):
"Una renovación divina"
P. James Mallon
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