¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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domingo, 19 de marzo de 2017

ATRÉVETE AL CAMBIO. RENUÉVATE



Desde hace un tiempo, venimos hablamos mucho de renovación pastoral de nuestras parroquias, de buscar métodos para restablecer la esperanza y el ánimo de una Iglesia diocesana debilitada, de un Pueblo de Dios anestesiado. Hablamos de sanear estructuras y modelos que ya no sirven, de crear comunidades misioneras y bla, bla, bla...

Pero la realidad es que seguimos sin "movernos", seguimos en modo "stand by", esperando que todo se arregle solo.

El P. James Mallonpárroco de Saint Benedict (Halifax-Canadá) y autor del libro de cabecera “Una renovación divina” ha venido a Barcelona, al congreso “Reforma y Reformas de la Iglesia”y ha compartido con sacerdotes y laicos su experiencia de renovación pastoral y nos ha dejado unas cuantas pinceladas interesantes para poner en práctica.

La clave: el Espíritu Santo renovador

En primer lugar, se ha dirigido a sus compañeros, los sacerdotes, animándoles a que confíen en la acción poderosa del Espíritu Santo para renovar todo, a que no se rindan, a que vuelvan a soñar y recuperar la pasión con la que le dieron el sí al mismo Dios. 

Les instó a que abandonen el estado de "funcionariado" al que muchos de ellos se han convertido y a que se animen a transformar estructuras y renovar métodos en sus parroquias, que ya no sirven o que no funcionan. 


Le exhortó a que dejen de estar anestesiados y a volver a respirar el aire puro del Evangelio.

Les invitó a huir del clericalismo y del neopelagianismo, a confiar en que todo depende de Dios y no de nosotros, a fijarse en modelos pastorales puesto en marcha en parroquias donde el milagro se ha producido, y a transformar sus parroquias en comunidades evangelizadoras.

Mallon pide a los sacerdotes que den un mayor protagonismo a los laicos dentro de la Iglesia, a delegar en ellos tareas y servicios, para que, de esa forma, se sientan comprometidos, corresponsables y copartícipes, en lugar de meros colaboradores y ayudantes al servicio de un sacerdote. Es partidario de un sistema que da excelentes resultados, que crea comunidad y compromiso: los grupos pequeños o células de fe. 

Las 4 tareas de todo cristiano

Mallon recordó que todos los bautizados son corresponsables de evangelizar y que Jesús nos encargó a todos los cristianos 4 tareas, en Mateo 28, 19-20:
1) Id
2) Haced discípulos
3) Bautizadlos
4) Enseñadles los mandamientos

"Ir","Bautizar" y"Enseñar" lo hemos hecho siempre y bien, pero "Hacer discípulos", no. Y sin discípulos, la Iglesia colapsa y todo se desmorona.

El ciclo evangelizador

Mallon explicó el "ciclo virtuoso" de la evangelización "discípulo-misionero-apóstol"

Evangelizar consiste en:

1) Hacer discípulos
2) que renuevan la Iglesia
3) que aprenden y sirven
4) que dan dinero y tiempo
5) que evangelizan y hacen discípulos

La renovación empieza evangelizando a adultos y alejados. “Si tienes a los adultos, tendrás a sus niños; si empiezas por los niños, los adultos pueden mantenerse ajenos”, explica Mallon. 

Mallon señala algo que los antiguos cristianos tenían muy claro. “La Eucaristía es para los ya evangelizados, no es para la primera línea de evangelización a alejados. Es la cima, es para los ya crecidos”. La misa no es un método de evangelización


“Lo presentamos como un juego, como algo divertido; invitamos a todos a participar, a integrarse en esto… Si quieres crecer, toma un remo y ponte a remar, decimos a todos. Y si no quieres remar, bueno, te amamos, Dios te bendiga… pero búscate otra parroquia”

La Iglesia, como el padre en la parábola del Hijo pródigo, debe salir al encuentro del hijo alejado y abrazarle, aunque el hijo mayor proteste y refunfuñe. 

Mallon insiste en que no hay que malgastar recursos, tiempo y esfuerzo en gente que no quiere conocer más a Jesús, porque hay personas que sí que quieren –a veces con vidas muy complicadas, divorcios, problemas personales, enfermedades… a las que sí hay que atender.

Hoy lo eficaz incluye crear lazos, expresar la fe poco a poco, crear amistades… Para ello, es preciso separar "evangelización" de "catequesis"

La gente en el pasado se comportaba para pertenecer. Ahora primero hay que pertenecer, sin juicios ni condenas, y poco a poco aprender a comportarse. Cuando empiecen a creer, podrás animarles a comportarse de otra forma. Tenemos que crear comunidades donde los alejados puedan pertenecer y estar mientras aún no se convierten. 

Algunas herramientas útiles de evangelización son las cenas Alpha donde escuchan el kerigma o los retiros de Emaús, donde se encuentran cara a cara con Cristo resucitado y le reconocen. Allí empiezan a ver “testimonio de vida”, "porque la gente escucha más al testigo que al experto”, recuerda Mallon.

"La Iglesia no es un club privado y elistista. No debería funcionar como un club, por y para sus miembros, sino por y para los que están fuera

¿Queremos meros consumidores de sacramentos? o ¿Queremos discípulos comprometidos de Jesucristo que cumplen con lo de id, bautizad, enseñad y haced discípulos como Cristo pide?”

¿En qué gastas el dinero?

"Puedes tener el mejor plan y estrategia, pero has de tener en cuenta la realidad de la cultura de tu comunidad", añade Mallon. La cultura es “lo que ves como normal”, lo que valoras, recompensas, son los valores de tu cultura. Una cosa es decir “valoramos la evangelización”, pero en la práctica nuestro valor número uno es “mantengamos los edificios”. Mira en qué gastas el dinero y verás tus verdaderos valores, también en tus facturas familiares. ¿Cuáles son los valores de tu parroquia? ¿Valoras las necesidades de tu entorno o las tuyas propias? ¿Abres o cierras las puertas de tu parroquia?


Para renovar tu iglesia, debes cambiar toda la cultura parroquial. Es un proceso lento y que requiere mucha oración y trabajo.

Por desgracia, hay gente dentro de la Iglesia que dice “no necesitamos nada de toda esta renovación, tenemos los sacramentos, se puede ser católico sin esos grupos, sin esos cambios”. Gente que dice eso mientras las parroquias se quedan vacías, y a las que el padre Mallon clasifica como víctimas del “esnobismo espiritual”: No les duele ver tantas ovejas fuera del redil y no quieren cambiar nada para ir a por ellas.

10 valores de una parroquia renovada

Hay diez elementos que ya hemos comentado en otras ocasiones, que el padre Mallon vuelve a recalcar y que se deben aplicar para lograr el cambio pastoral:

1) Prioridad al fin de semana: dedicar el fin de semana a Dios y disfrutarlo

2) Hospitalidad y acogida: dar la bienvenida a quienes se asoman por la iglesia.

3) Música que eleve e inspire a todos los presentes

4) Homilías bien preparadas y apasionadas, buena predicación con 3 objetivos a decir: qué quieres que sepa la gente, qué quieres que haga, y por qué es importante.

5) Comunidad significativa: te importa la gente de tu comunidad, te tratas con ellos.

6) Expectativas claras: hacia donde vamos y qué queremos. Qué ofrecemos y qué pedimos.

7) Ministerios basados en los puntos fuertes de la gente: Crear servicios en base a los talentos de la gente de la parroquia y no al contrario.

8) Grupos pequeños de hermanos que se conocen: Alpha, Emaús, Oración, Lectio, etc.

9) Fomentar las experiencias del Espíritu Santo, “sin miedo a lo que Él quiera hacer, experimentar su poder.

10) Cultura del invitar: cada feligrés invita a más y más personas



¡El avión debe volar!

Imaginen un avión que nunca despega: vienen pasajeros, el capitán y la tripulación les dan café, les entretienen un rato, y luego los pasajeron se van a pie. Pero ¡el avión debería volar! Nos entrenaron para servir en una Jerusalén y la realidad es que vivimos en una Babilonia

Podemos vivir autoengañándonos y decir “nuestro método no funciona, pero si lo usamos más y más y más funcionará”; eso es una chaladura, repetir lo mismo y esperar distintos frutos es absurdo”.


Trabajo en equipo

Mallon habló sobre la composición de equipos, para que los curas no trabajen como francotiradores:

“De cura novato me entregaron dos parroquias con una plantilla conjunta de 7 personas y no sabía cómo organizar equipos; los curas no sabemos de liderazgo ni de equipos… En el seminario no me dieron ninguna formación de trabajo en equipos o dirección de equipos. Solo me dieron teología y filosofía. Además, nos formaron para una iglesia de “mantenimiento”, y ahora estamos en declive, lo del “mantenimiento” no funciona… 

El grupo está para ayudar al líder a tomar la decisión, y el líder toma decisiones. El grupo de liderazgo de tener:

-Unanimidad de visión: todos los del equipo han de confiar en la visión, si hay dos visiones habrá división; la visión es una imagen del futuro que produce pasión. ¡No se puede fingir la pasión!

-Equilibrio de fuerzas: tener fuerzas de distintos tipos; el que ejecuta, el que planea estrategia, el que es bueno en relaciones y el que influye; en la Iglesia, liderando suele haber ejecutores y relacionales, y suelen escasear los otros… pero se necesitan. U otro criterio: los orientados a gente, los orientados a tareas, los que piden amablemente, los que dan órdenes. O en otra clasificación: los analíticos, los conductores, los amistosos y los expresivos. “¡No se juntan por casualidad! Has de asegurarte de que tu equipo tenga esta variedad”.

-Conflicto sano y confianza: como todos comparten la visión, todos saben a donde ir, no es malo que haya desacuerdo sobre cómo llegar, y libertad para expresarlo. Evita la negatividad, el resentimiento…

- Vulnerabilidad: nadie es un Superman, en el grupo has de poder decir “lo siento, metí la pata” o “la verdad es que no sé hacia dónde vamos”. Poder reconocer debilidades. Y escuchar las debilidades de tu equipo.

Si un cura organiza un equipo pero los agobia y desprecia lo que dicen, creará al final un equipo de “sí, padre, lo que diga padre” y perderá a los listos y creativos.

El cura típico, por desgracia, dedica un 10% de su tiempo y recursos a predicar, 15% a sacramentos, 6% a liderar y 70% a otras cosas que no son esenciales y puede realizarlas otro.” ¡La gestión y la administración no es liderar: liderar es mover cosas de un sitio a otro! Mantener las cosas no es liderar, otro debería hacerlo”

Mallon señala que Jesús estableció un sistema similar. Jesús tenía un equipo de liderazgo reducido: Pedro, Juan y Santiago. Luego una plantilla de 12. Luego voluntarios: las mujeres que le acompañaban y otros. Luego los 72. Luego los discípulos (parroquianos comprometidos). Después, las multitudes, que estaban por allí y escuchaban algo”.

Atrévete al cambio

Mallon, animó a los que dudan o los que son excépticos y ponen "pegas": “¿Qué estáis dispuestos a hacer para llevar a cabo el cambio?" 

La Iglesia tiene todo lo que necesita para regenerarse:

- Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre
- El Espíritu Santo está vivo
- La Escritura sigue viva
- Los Sacramentos son reales
- El corazón humano tiene sed de Dios

"¡El problema es de organización y estructuras de la Iglesia, no es problema de Dios! Porque estamos más atados a los métodos que a la misión que Cristo nos dio.

¿Prefieres dejarlo todo igual y que muera tu parroquia? 

Si quieres crecimiento, haz equipo. Tu equipo te ayudará a perfilar la visión. Primero definís el punto en el que estáis, y el punto al que queréis ir, la visión. Tienen que compartir tu visión. ¿Cuántos tenéis un párroco vecino que piensa que estáis locos?

Es posible cambiar y ser una comunidad sana que da mucho fruto. 

Miro vuestras caras, veo que venís con esperanza en el corazón, que deseáis algo bueno para la Iglesia: sois lo único necesario para cambiar la Iglesia. 

Creo que las cosas sanas dan fruto. 

Recordemos la promesa: 

Recibiréis poder que viene de lo alto 
y podréis ir hasta los confines de la tierra”. 
Así podréis cumplir la misión, 
por la fuerza del Espíritu Santo”.
(Hechos 1,8)

miércoles, 7 de octubre de 2015

UNA RENOVACIÓN DIVINA: LIMPIANDO BASURA


Dice el padre Mallon que cuando se reconstruye una casa, siempre hay que demoler algunas cosas y limpiar la basura: estructuras, actitudes o perspectivas teológicas, que entorpecen nuestra capacidad de cumplir el mandato misionero.

Entre otras, menciona tres tentaciones, de las que habló el papa Francisco en Aparecida contra el discipulado misionero y que son obra del “mal espíritu” y que propugnan la autorreferencialidad:

1. PELAGIANISMO: Auto-justificación

Pelagio (siglos IV-V) niega el pecado original, que sólo habría afectado sólo a Adán. El ser humano nace libre de culpa y por tanto, limpiar ese pecado, una de las funciones del bautismo, queda así sin sentido.

Afirma que la gracia divina no es necesaria para la salvación, ni gratuita, sino que es merecida por el esfuerzo humano, basta con hacer el bien, siguiendo el ejemplo de Jesús.

Ejercido por quienes “en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas, no necesitan recibir a Dios y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico pasado. 

Se trata de una cierta seguridad doctrinal que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario donde en lugar de evangelizar se analiza, se clasifica y se controla a los demás.

En la Iglesia, se manifiesta  de dos formas:
  • El católico de mentalidad tradicional que basa su vida cristiana en una lista de deberes y obligaciones en la que anotar sus logros y lo que hace por Dios: ir a misa, ser bueno, decir sus oraciones de vez en cuando…y entonces Dios le deja entrar en el cielo. 
  • El católico posmoderno que basa su vida cristiana no en las Escrituras o en las enseñanzas de la Iglesia sino en su propio sentido de autonomía absoluta y buenismo fundamental: Dios es mi colega y sólo le exige “ser sincero consigo mismo” y entonces le deja entrar en el cielo.
Y produce tres consecuencias:
  1. Una cultura de mínimos (minimalismo). No es una fe de alianza, de compromiso y de relación personal con Dios. Es un paganismo disfrazado de cristianismo, donde salvación, vida eterna y la respuesta a las oraciones son favores que buscan algunos católicos tras “cumplir unas mínimas obligaciones”.
  2. Una cultura de buenas acciones (buenismo) La gente que se cree justificada por sus buenas acciones o por su “buenismo” nunca será capaz de conocer la misericordia divina ni de comprender la buena noticia de la salvación y en consecuencia, tener la alegría distintiva de la auténtica vida cristiana o poder transmitirla a los demás. Demasiados católicos no tienen nada que cantar o por lo que reír en misa.
  3. Una cultura anti-evangelizadora (comodidad). Si muchos se mantienen en los mínimos a cumplir, no conocen la buena noticia ni a Cristo realmente, tampoco mostrarán entusiasmo alguno por evangelizar. Sólo los evangelizados pueden evangelizar; sólo los que han recibido la Buena Noticia pueden proclamarla a los cuatro vientos; compartir una buena noticia con otros nunca es una carga sino algo natural y bueno. Se vuelve una carga sólo cuando no podemos compartirla.
2. JANSENISMO:  Auto-santidad 

Cornelio Jansenio (siglo XVII) propugna el rigor, la disciplina y la perfección moral. Pretende mostrar la imagen de un Dios distante, frío e inaccesible y busca la perfección exenta de misericordia en la vida cristianaSe trata también de un rigorismo moral y elitista como prueba necesaria del favor de Dios y la gracia. 

Por ejemplo, para recibir la Sagrada Comunión no sólo es necesario estar exento de pecado mortal y estar  llenos de gracia, sino estar completamente libres de pecado. Esto, lógicamente, evita el acercamiento a la eucaristía de los creyentes en general, puesto que la perfección y el rigor reemplazan la gracia y la misericordia.

Muchos católicos se encuentran en una situación (que ellos mismos desconocen) en la que han perdido o nunca han tenido la ocasión de experimentar a Jesucristo personalmente. Su tendencia se encamina a reducir la fe a un rigorismo moral o a una simple ética. La moral sin la experiencia de Cristo hará que la Iglesia colapse.

¿Cómo demoler estas doctrinas para limpiar la basura? 

Kerigma

Es la proclamación la que abre corazones; es el Primer Anuncio el que debe ser oído y entendido por todos. El primer anuncio no es primero en sentido ordinal, porque esté al principio y luego se sustituye por otros contenidos catequéticos, sino que es primero en sentido cualitativo, porque es el anuncio principal y que siempre hay que volver a escucharlo y a anunciar de diferentes maneras y en diferentes momentos.

Esta proclamación debe estar presente en cada homilía, en cada catequesis, en cada charla. El ciclo es escuchar el kerigma, mantener una relación personal de Cristo y formar una experiencia vital de comunidad cristiana.

La clave de la salvación no estriba en lo que nosotros “hacemos” por Dios, sino lo que Él ha hecho por nosotros a través de su hijo Jesucristo.

3. CLERICALISMO: Auto-complacencia

Quizás esta sea la tentación que más daño produce hoy en la Iglesia. El papa Francisco describió el clericalismo como una manifestación de un complicidad pecadora: el cura clericaliza y el laico pide ser clericalizado.
  • En una cultura de mínimos a cumplir, la percepción del laico clericalizado es de absoluta laxitud y comodidad: él no debe ser demasiado religioso ni hacer demasiado en lo referente a las actividades externas y fuera de la asistencia a misa; para eso está el cura. Es la teología popular, que produce bebes espirituales que nunca maduran ni crecenPara el católico medio, la santidad y la evangelización no son tareas propias, no son las cosas que hacen los católicos ordinarios pero es que además, son incapaces de hacerlas.
  • El clericalismo también es la apropiación de lo que es propio de todos los bautizados por parte de la casta clericalEn virtud del bautismo, todos los católicos están llamados a la santidad y a la misión, a dar testimonio de Cristo, a evangelizar y a la madurez, es decir, a ser discípulos misioneros. 
Sin embargo, el clericalismo suprime esa identidad bautismal y convierte a los sacerdotes y las monjas en super cristianos con superpoderes, para hacer lo que los cristianos ordinarios no pueden y trae dos consecuencias:
  1. Aislamiento del clero, al que se le deja el ser santo, se le carga con todo el trabajo que les corresponde a TODOS los miembros de la Iglesia y con expectativas inhumanas, al no permitírsele ni un solo fallo.
  2. Inmadurez de los bautizados, quienes nunca asumen su responsabilidad ni su papel en la familia de Dios, así como tampoco crecen en la fe.
Así, como dijo el papa, el sistema crea una dependencia mutua. El laico que quiere permanecer inalterado en su inmadurez debe fomentar continuamente el estatus del sacerdote como “un ser aparte” que él nunca podrá llegar a ser. 

Es decir, el laico desea ser “actor pasivo, anhela ser sólo “público”: permanece a una distancia prudencial mientras aplaude al cura. El sacerdote, aislado del mundo, se cree omnipotente, por encima de cualquier pecado humano.

Durante todos estos años y a causa del clericalismo, la vocación bautismal se ha confundido con la vocación sacerdotal: profundizar en la oración y  madurar en la vida espiritual, crecer en conocimiento teológico, evangelizar y llevar a otros a conocer a Jesús y servir a los demás. Este debería ser el deseo de todo cristiano y no sólo del sacerdote.

El ministerio sacerdotal ha adoptado en exclusiva la triple misión de Jesús: profética, sacerdotal y real o lo que es lo mismo, predicar la Palabra de Dios, celebrar y administrar los sacramentos y guiar al pueblo de Dios.

Fuera del sacerdocio, ningún creyente ha sentido ningún deseo de predicar, celebrar la eucaristía o la confesión y mucho menos guiar a la comunidad. Tampoco se le ha dejado (aunque lo deseara) vivir plenamente su vocación bautismal, so pena de ser enviado al seminario.

Entonces ¿Qué es lo que hacen los católicos ordinarios? Pues, rezar, pagar y obedecer, es decir, son sujetos pasivos en la misión de la Iglesia. Como mucho ayudar al cura en las misas, leer, recaudar fondos y escuchar.  Ser lector en la misa o distribuir la comunión se ha considerado como la cumbre del ministerio cristiano de un laico.

La madurez espiritual, el discipulado, el conocimiento y familiaridad con las Escrituras han sido completamente ajenos a la mayor parte de los católicos. El clericalismo ha sumido a la mayor parte de los católicos en una infancia espiritual y ni siquiera los ha preparado para el ministerio.

Tras la llamada universal del Concilio II a la misión, el clericalismo reaccionó sustituyendo enseguida el “apostolado laical” por “ministerio laical”, cuya relevancia es grande en cuestión de referencialidad: “apostolado” es salir afuera, el envío, mientras que su desaparición y sustitución por “ministerio” no hizo más que redefinir la vocación bautismal para ser un ad intra en lugar de un ad extra.

Ahora nadie tiene que salir sino que todo el mundo puede quedarse dentro como espectadores pasivos y los realmente comprometidos, leer las lecturas y administrar la comunión. Esta es la Iglesia auto-referencial, vuelta hacia sí misma en lugar de hacia Cristo, satisfecha con servirse y ciega en la contradicción que vive en lugar de involucrada en la transformación del mundo.

El clericalismo pues, produce lo que el padre Mallon llama, por un lado, el “atrincheramiento y aislamiento del cura”, no exento de una cierta dosis de comodidad, primacía y poder mientras los demás miran y por otro,  “los adormecidos consumidores pasivos de una religión descafeinada”, bebés espirituales, ignorantes de los fundamentos de su fe, incapaces de orientarse en la Biblia y con una madurez orante propia de un niño de cinco años. Y lo grave es que esto no parece preocupar a nadie.

¿Cómo demoler esta doctrina para limpiar la basura?

Cuidado pastoral: madurez y crecimiento

El apóstol San Pablo define su ministerio pastoral en Colosenses 1,38, donde habla, no de la búsqueda de la perfección moral de aquellos a los que sirve sino de cómo hacerlos avanzar por un camino de maduración y crecimiento constante.

Un buen cuidado pastoral no debe aceptar la inmadurez en la fe como algo normal de la misma forma que un padre de familia no admitiría ver a su hijo de veinticinco años tumbado en el sofá y chupándose el dedo. Eso es lo que hace el clericalismo.

Una parroquia de discípulos misioneros siempre debe tener una proporción considerable de miembros que se encuentren en una infancia espiritual. Si no los tiene, significará que no están naciendo bebés espirituales y que esa Iglesia es estéril. Lo que no deben ser es mayoría.

La solución al clericalismo es redefinir el cuidado pastoral, que normalmente se ha referido normalmente al cuidado de los que están enfermos, muriéndose o en duelo.


El término “párroco” se refiere a “pastor” y la tarea principal del pastor no es cuidar de las ovejas débiles, enfermas o moribundas, ni la de ofrecer protección sino llevar a las ovejas hasta la comida y la bebida. Alimentar a las ovejas para que puedan crecer, madurar, dar fruto y reproducirse.

También, salir en busca de las descarriadas, pero la principal es alimentarlas.

Equipar a los santos: Dones y carismas

En la carta a los Efesios 4, 11-13, el apóstol San Pablo nos indica que el objetivo último del cuidado pastoral es llevar a los cristianos a la madurez. También nos habla de los distintos dones y carismas que Dios da a la Iglesia y que son para equipar a los santos para el “trabajo del ministerio”, es decir, que la otra tarea importante del pastor no es hacer él solo todo el trabajo ministerial sino equipar a otros para que lo hagan.

Las parroquias donde virtualmente nada funciona, albergan escasas actividades que tienen que estar supervisadas por el sacerdote, nadie está equipado para el ministerio salvo él y mucho menos para liderar una “salida a las periferias”.

Las parroquias donde hay fruto y crecimiento, requieren que el párroco se centre en sus tres tareas fundamentales: predicar la Palabra de Dios, celebrar y administrar sacramentos y liderar la Iglesia. El resto de los ministerios no sólo pueden ser sostenidos, sino que han de ser realizados por otras personas.

A medida que los miembros de la comunidad parroquial maduran en su vida cristiana son llamados al servicio de acuerdo con sus dones y equipados para servir un ministerio. Así se convierten en discípulos misioneros que han sido equipados y puestos en el ministerio, no para hacer un favor al sacerdote sino interiorizado como ministerio propio en comunión con el cura.

El objetivo de cada ministerio es suscitar y equipar a otros para que hagan el trabajo y así, edificar la Iglesia. Esta multiplicación del ministerio satisface las demandas internas para gestionar una parroquia y permite generar discípulos misioneros maduros en Cristo que salen al exterior, anhelando servir. 

Entonces se establece una estructura de rendición de cuentas para el mantenimiento del modelo sin un control clerical meticuloso.

Sólo una Iglesia llena de discípulos misioneros puede cambiar el mundo.

En la carta a los Efesios citada antes también se establece una diferencia entre oficio y carisma: Los ordenados tienen el oficio de apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Su responsabilidad es que haya fruto en la parroquia pero su oficio no siempre coincide con el carisma.

Los carismas se reparten entre todos los miembros de la Iglesia. Todos están llamados a identificar sus carismas y servir desde ellos.

Tanto los unos como los otros son necesarios en la Iglesia de Cristo y ninguno se excluye o amenaza al otro. Los roles y las responsabilidades son distintos pero todos son necesarios.

Hoy, al igual que la Iglesia del primer siglo, nos encontramos ante la situación de que ser cristiano no es nada popular ni fácil sino más bien algo arriesgado que conlleva burla, persecución, prisión e incluso muerte. Jesús nos dijo que seguirle no era fácil pero si emocionante y gratificante.

Es el momento de redescubrir nuestra identidad y esencia como bautizados que consiste en ser discípulos misioneros, llamados a conocer a Jesús y darlo a conocer. Es hora de que todos los que seguimos a Cristo maduremos y nos equipemos para el servicio.

La identidad más profunda de la Iglesia es ser una Iglesia misionera, llamada a transformar creyentes bautizados en discípulos misioneros que salgan, por la gracia divina, a construir el Reino de Dios.



P. James Mallon
Una renovación divina

viernes, 25 de septiembre de 2015

UNA RENOVACIÓN DIVINA: EXPECTATIVAS ALTAS Y CLARAS


“El que no lleve su cruz y venga en pos de mí,
no puede ser discípulo mío.
Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre,
no se sienta primero a calcular los gastos,
y ver si tiene para acabarla?”
 (Lucas 14, 27-28)

Los católicos que se unen a otra comunidad, por lo general, lo hacen en una iglesia que espera más de ellos que la que han dejado. 


Las iglesias sanas y en crecimiento acogen a todo el que llega y son muy claras en sus expectativas, respecto a sus miembros y no temen comunicarlas.

Hay cuatro maneras en las que una parroquia puede combinar Acogida con Expectativas:


  • Baja acogida/Bajas expectativas. La mayoría de nuestras parroquias de mantenimiento: “No eres bienvenido ni te usaremos”. 
  • Baja acogida/Altas expectativas. Extraño que exista porque no tiene sentido: “No eres bienvenido pero te usaremos”.
  • Alta acogida/Bajas expectativas. Se da en muchas parroquias que intentar acoger correctamente. “Eres bienvenido pero no te usaremos para nada”.
  • Alta acogida/Altas expectativas. “Eres bienvenido, creemos que Dios trabajará en ti y a través de ti; lo esperamos y esperamos que tu también lo esperes”.
Las expectativas divinas

Jesús es el modelo perfecto de interrelación entre la acogida y las expectativas. 

Fue el ejemplo supremo de acogida: marginados, cojos, leprosos, pecadores, recaudadores, prostitutas, endemoniados, ricos, pobres…a la mujer del pozo, a Zaqueo, a los samaritanos, a los romanos y a los gentiles…incluso a los niños.

Sus expectativas son:
  • Claras. “El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío” (Lucas 14, 27). Exhorta a los que se le acercan a “sentarse primero” y a calcular el coste de ser discípulo suyo antes de elegir hacerlo.
  • Directas. “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme.” (Mateo 19,21).
  • Exigentes. Una vez tomada la decisión de ser su discípulo, seguía esperando más: “Al que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y cuanto más se le haya confiado, tanto más se le pedirá cuentas” (Lucas 12,48). No sólo espera que produzcamos fruto sino que aún espera más de los que ya los producen: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto” (Juan 15, 1-2).
  • Individuales y colectivas: La parábola de los talentos (Mateo 25, 14-30) ilustra bien este punto. La primera enseñanza de la parábola es que Dios nos ha dado un gran tesoro para que lo administremos. La segunda es que no espera un interés moderado de su inversión, sino que asumamos riesgos para recibir un fruto grande.
Las expectativas parroquiales

Existen, en toda parroquia, cinco expectativas de vital importancia, que deben cumplir tanto los laicos como los sacerdotes (lo que pedimos):
  • Alabar
  • Crecer
  • Servir
  • Conectar
  • Dar


Por otro lado, la parroquia es un lugar donde (lo que ofrecemos):
  • Escuchar misas dinámicas y enriquecedoras
  • Experimentar una transformación
  • Ser valorado y reconocido
  • Usar los dones y talentos que Dios te ha dado
  • Ser amado y apoyado
  • Ser escuchado y atendido
  • Cada opinión es valorada
  • Cada contribución económica es invertida con transparencia.



"Una renovación divina"
P. James Mallon