¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

domingo, 1 de marzo de 2020

¿DOS IGLESIAS PARALELAS?

Resultado de imagen de la cizaña y el trigo
""El reino de Dios es semejante a un hombre 
que sembró buena semilla en un campo. 
Mientras sus hombres dormían, vino su enemigo, 
esparció cizaña en medio del trigo y se fue. 
Pero cuando creció la hierba y llevó fruto, 
apareció también la cizaña. 
Los criados fueron a decir a su amo: 
¿No sembraste buena semilla en tu campo?
¿Cómo es que tiene cizaña? 
Él les dijo: Un hombre enemigo hizo esto. 
Los criados dijeron: ¿Quieres que vayamos a recogerla? 
Les contestó: ¡No!, no sea que, al recoger la cizaña, 
arranquéis con ella el trigo. 
Dejad crecer juntas las dos cosas hasta la siega; 
en el tiempo de la siega diré a los segadores: 
Recoged primero la cizaña y atadla en haces para quemarla, 
pero el trigo recogedlo en mi granero.
El que siembra la buena semilla es el hijo del hombre. 
El campo es el mundo. 
La buena semilla son los hijos del reino, 
y la cizaña son los hijos del maligno. 
El enemigo que la siembra es el diablo. 
La siega es el fin del mundo, 
y los segadores los ángeles. 
Como se recoge la cizaña y se quema en el fuego, 
así también será al fin del mundo. 
El hijo del hombre enviará a sus ángeles, 
que recogerán de su reino a todos los que son causa de pecado 
y a todos los agentes de injusticias 
y los echarán al horno ardiente: 
allí será el llanto y el crujir de dientes. 
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. 
¡El que tenga oídos que oiga!"
(Mateo 13, 24-43)


Hoy se hace muy patente la parábola del trigo y la cizaña, en la que Jesús nos explica la coexistencia entrelazada del bien y del mal en el mundo, en nuestra vida y en la misma historia de la Iglesia. Y sólo a través de los ojos de la fe, podremos ver su dimensión trascendente y escatológica, y afrontarla con claridad de principios, pero también con prudencia y paciencia.

Y es que no es nada raro encontrar "católicos" que dicen creer en Dios pero no en la Iglesia, en el cielo pero no en el infierno, en los ángeles pero no en los demonios, que van a misa y comulgan en situación irregular o que se casan por la Iglesia pero usan métodos anticonceptivos o incluso interrumpen sus embarazos.

En ocasiones, escuchamos a algunas personas que se consideran católicas hablar sobre la necesidad de cambiar algunas cuestiones fundamentales morales o incluso también, doctrinales de la Iglesia CatólicaIncluso, se atreven a dar opiniones sobre cómo debería ser esto o aquello, sobre que se debería cambiar un poco de aquí y un poco de allí, reformar esto y abolir aquello...y el mundo nos pone (como Pilato) en la tesitura de elegir entre Jesús o Barrabás... 

Son los "católicos liberales" de la "progre-iglesia", la cizaña: una iglesia invertida y disidente que se auto-proclama "verdadera", que tiene como objetivo erosionar y destruir la verdad, que se ha entregado incondicionalmente a la lógica del mundo, que se encuentra en una actitud de ruptura y de rebelión interna con la Iglesia de Cristo al más puro estilo protestante y que señala como "apestados" a quienes siguen la Doctrina, el Magisterio y la Tradición.

Su intención es convertir la fe en un campo de batalla de ideas políticas y de reivindicaciones sociales, transformar el Cuerpo de Cristo en una Iglesia de la "misericorditis", del "buenismo", del "relativismo" acorde con el espíritu predominante y con el pensamiento único, donde todo vale y todo se permite.

Su
 propósito es inmanentizar la fe, vaciarla de su trascendencia, para ocuparse con excesivo interés en causas que, buenas o malas, tienen poco o nada que ver con el ministerio de la Iglesia sino, más bien, con la invención de una fe "light" y de un Dios "a la medida".

Su asp
iración es cambiar el concepto de Iglesia Católica: pasar de una Iglesia garante del mensaje inmutable y eterno de Cristo, para transformarla en un organismo que evolucione, imite y siga las modas ideológicas del mundo.

Su e
strategia es cambiar, desde dentro, poco a poco, con paciencia y sutileza, la liturgia, la pastoral y la enseñanza, pretendiendo realizar "actualizaciones" doctrinales y morales, "modernizar la fe", señalando como "ultraconservadores" a quienes defienden la Iglesia de Cristo que se mantiene fiel al Evangelio y al Magisterio de todos los tiempos, y auto-proclamándose como verdadera Iglesia de Dios.

Frente a los tildados de “tradicionalistas o retrógrados”, que no somos todos personas mayores ni nostálgicos de la misa en latín y de los cantos gregorianos sino fieles a la Iglesia verdadera, están los "innovadores o reformistas", que pretenden reinventar la Iglesia celebrando misas con payasos, marionetas y "shows motivadores"

Estos "católicos liberales" acuden allí donde puedan comulgar los divorciados, donde se defiendan las uniones homosexuales o las prácticas LGTBI, donde se abogue por el sacerdocio femenino o donde los curas, al olvidar la presencia real de Cristo en la Eucaristía, hablan de todo, menos de Dios. 

La pretensión de estos "cristianos renovadores" es la humanización de la divina misericordia de Dios como excusa para reivindicar una libertad moral y religiosa plena, donde el demonio es un "coco" ficticio, donde el pecado no existe, donde el infierno es una invención para atemorizarnos, donde Dios perdona todo y a todos, incluso sin arrepentimiento. 

Estos "disidentes" intrigan para establecerse como los discípulos “verdaderos” de Cristo y como miembros legítimos de la Iglesia Católica (como Judas). "Nosotros somos la iglesia del Dios misericordioso. Ellos son la iglesia del Dios castigador", dicen, cómo si sólo ellos tuvieran los derechos exclusivos del Evangelio, como si sólo ellos los hubieran entendido y como si todos los demás fuéramos hipócritas fariseos y estrictos cumplidores de la Ley.

Satanás no descansa nunca y una de sus trampas es crear división y destruir la unidad de los cristianos. El "cizañador" siempre intenta desunir y enemistar a las personas, a las familias, a las naciones y a los pueblos. Y así, se ha introducido hábilmente en el seno de la Iglesia (de noche, mientras dormía) y ha esparcido cizaña junto al trigo.

Esto no es nada nuevo. A lo largo de toda la historia de la Iglesia, el Enemigo siempre ha intentado crear cismas, como en las primeras Iglesias cristianas fundadas por San Pablo, como en los siglos XI y XVI, o como en los Concilios Vaticanos I y II.

San Pablo ya advirtió de estas divisiones cuando escribe a la Iglesia de Corinto  (1 Corintios 1, 10-13), a la Iglesia de Galacia (Gálatas 1, 6-7 y 9), a la Iglesia de Tesalónica (2 Tesalonicenses 2, 3-5, 7-11) o a la de Filipo (Filipenses 3,18). San Juan también nos alerta sobre los anticristos o enemigos de Cristo en 1 Juan 2, 18-19.

El cardenal Robert Sarah advierte que la Iglesia Católica se enfrenta a un "grave riesgo":"Sin una fe común, la Iglesia es amenazada por la confusión y luego, progresivamente puede deslizarse a la dispersión y la división."

Resultado de imagen de dos papasSin embargo, hay que dejar muy claro que la Iglesia Católica (el campo) es Una, que tiene una sola voz, una sola doctrina, una pastoral y una sola liturgia (la del Sembrador). 

Por tanto, n
o hay dos Iglesias paralelas. No hay una Iglesia de Francisco y otra de Benedicto. Hay una única esposa de Cristo (trigo) que conserva la tradición apostólica y que busca misericordia pero también justicia, y hay otra (cizaña) que busca la división y la confusión. 

El Papa Pío VI, ya en 1791, nos exhortaba a estar alerta y mantenernos fieles a Dios y a su Iglesia en estos tiempos tan confusos y difíciles:
“A todos vosotros católicos… os exhortamos, en la efusión de Nuestro Corazón, a que recordéis el culto y la fe de vuestros padres, a que seáis fieles, puesto que la religión es el mayor de los bienes, porque esta religión, que nos proporciona una eterna felicidad en el Cielo, todavía es en la tierra el único medio de asegurar la salvación de los imperios y la felicidad de la sociedad civil. 
Guardaos de prestar oídos a los engañosos discursos de los filósofos del siglo que os conducirán a la muerte, alejad de vosotros a todos los usurpadores, bajo cualquier título que se presenten, arzobispos, obispos, párrocos; no tengáis nada en común con ellos”.

El Papa Benedicto XVI comenta las palabras de San Agustín y nos exhorta a alimentar nuestra fe para convertirnos en trigo:
"Tenemos que estar preparados para custodiar la gracia recibida desde el día del Bautismo, alimentando la fe en el Señor, que impide que el mal eche raíces. San Agustín, comentando esta parábola del trigo y la cizaña, observa que 'muchos primero son cizaña y luego se convierten en trigo'. Y añade: Si estos, cuando son malos, no fueran tolerados con paciencia, no llegarían al laudable cambio" (Quaest. septend. in Ev. sec. Matth., 12, 4: pl 35, 1371). 
San Juan Crisóstomo nos enseña como el Enemigo mezcla siempre mentira con verdad, cizaña con trigo:
"A la verdad, traza suele ser del diablo mezclar siempre el error a la verdad, coloreándolo muy bien con apariencia de ella a fin de engañar fácilmente a los ingenuos. De ahí que el Señor no habla de otra semilla, sino que la llama cizaña, pues, ésta a primera vista, se asemeja al trigo. Seguidamente explica cómo procede el diablo en su asechanza: 'mientras sus hombres dormían'. No es pequeño el peligro que aquí amenaza a los superiores, a quienes está encomendada la guarda del campo; y no sólo a los superiores, sino también a los súbditos. Y da a entender el Señor que el error viene después de la verdad, cosa que comprueban los hechos mismos. Después de los profetas vinieron los falsos profetas; después de los apóstoles, los falsos apóstoles; después de Cristo, el anticristo. Y es que el diablo, si no ve algo que imitar ni a quienes tender sus lazos, ni lo intenta ni lo sabe...
Así sucedió también en los comienzos de la Iglesia. Porque muchos prelados, introduciendo en las Iglesias hombres perversos, heresiarcas solapados, facilitaron enormemente estas insidias del diablo, pues una vez plantados estos hombres en medio de los fieles, poco trabajo le queda ya al diablo... Mientras los herejes estén junto al trigo hay que perdonarlos, pues cabe aún que se conviertan en trigo, mas una vez que hayan salido de este mundo sin provecho alguno de tal proximidad, entonces necesariamente les alcanzará el castigo inexorable" (Homilía 46, 1-2, sobre San Mateo)

Los cristianos somos conscientes de que en la Iglesia hay cizaña, que en el campo de Dios también brota el mal y las semillas malas crecen a nuestro lado. Sin embargo, eso no debe preocuparnos ni escandalizarnos. 

El amo del sembrado lo sabe, pero lo permite porque quiere que todos nos convirtamos en trigo y por eso, también da tiempo a la cizaña para que cambie a semilla buena, ofreciéndola numerosas oportunidades de salvación. Dios nunca separa Su misericordia de Su justicia, precisamente por eso, espera siempre a que nuestro corazón se convierta. 

En conclusión, aunque la cizaña a veces nos ahogue o trate de impedir nuestro desarrollo, debemos tratar de seguir creciendo y madurando como "trigo". 

Debemos ser pacientes y prudentes hasta el tiempo de la siega (juicio final), momento en el que seremos separados de la cizaña, para ir, unos al fuego (infierno), y otros al granero (cielo).

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