¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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martes, 21 de septiembre de 2021

¿MÁXIMO COMÚN DIVISOR O MÍNIMO COMÚN MÚLTIPLO?

"Os ruego, hermanos, que tengáis cuidado 
con los que crean disensiones y escándalos 
contra la doctrina que vosotros habéis aprendido; 
alejaos de ellos. 
Pues estos tales no sirven a Cristo nuestro Señor 
sino a su vientre, 
y a través de palabras suaves y de lisonjas 
seducen los corazones de los ingenuos" 
(Romanos 16,17-18)

En matemáticas, el máximo común divisor de dos o más números enteros es el mayor número entero que los divide sin dejar residuo (resto) alguno A modo de símil, en la vida real, el Diablo (del griego διάβολος, diábolos, "calumniador") es el "máximo común divisor": el mayor enemigo del hombre que divide a dos o más sin dejar superviviente alguno.

Máximo, porque su figura de Gran Dragón, detallada en Apocalipsis 12,3 describe su colosal poder y  su enorme maldad. Común, porque su corrupción se manifiesta en todos los ámbitos del ser humano (político, económico, social, religioso...). Divisor, porque su principal estrategia para luchar contra Dios y contra el hombre es siempre la discordia, la desunión, la desavenencia, la disgregación.

Desde el principio hasta nuestros días, el Acusador ha estado siempre rondando a los hijos de Dios para dividirlos, acusarlos y destruirlos. Lo consiguió con el Hijo de Dios, Adán... pero fracasó, con el Hijo del Hombre, Jesús. 

Sin embargo y a pesar de haber sido derrotado por Cristo, el Difamador jamás se rinde en su afán destructor. El Divisor nunca descansa de su ansia hostil. Y así, da cumplimiento a la profecía de Génesis 3,15: "Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia", una enemistad documentada a lo largo de más de veinte siglos de vida ecelesial y suscitada por numerosos cismas en su seno, tanto a nivel global como local. 
En el mundo del Rebelde, todo es violencia y enemistad, división y rebeldía, odio y envidia...actitudes que debilitan al hombre, le hacen frágil y fácilmente manipulable. Al conseguir enemistar a dos hombres, los divide y los enemista entre sí...y a la vez, los separa de Dios.  Y sin Dios, no puede haber unidad.

"Divide y vencerás", este es el gran lema del Conspirador, y al que se dedica día y noche. Y lo hace especialmente dentro de la familia de Dios, enfrentando a padres contra hijos, desuniendo a esposos y esposas, enemistando a hermanos contra hermanos...destruyendo familias y comunidades. 

¡Cuántos chismorreos y cotilleos existen en nuestras parroquias! ¡Cuántas murmuraciones y difamaciones se producen en nuestros grupos pastorales! ¡Cuántas hostilidades, cuántas envidias y cuántas disputas aparecen en el pueblo de Dios!

El apóstol Santiago nos advierte: "¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros? ¿No es precisamente de esos deseos de placer que pugnan dentro de vosotros?...Ambicionáis y no tenéis, asesináis y envidiáis y no podéis conseguir nada, lucháis y os hacéis la guerra" (Santiago 4,1-2). 

Las divisiones dentro de las parroquias sólo causan daño, devastación y desaliento entre los hijos de Dios, estragos entre los fieles que desunen la comunidad, disputas y malentendidos que se transforman en heridas profundas y deserciones. 
Ser cristiano no significa ir a la Iglesia cada día o cada domingo, sino "ser" como Cristo. San Pablo, a lo largo de sus cartas a las Iglesias que fundó, dibuja el perfil del cristiano conforme a la unidad y la gracia de Dios: 

"Sobrio, respetable, sensato; sano en la fe, en el amor y en la paciencia; no calumniador sino maestro del bien; inspirador de buenos principios; modelo de buena conducta; íntegro y grave, irreprochable en la sana doctrina; de vida sobria, justa y piadosa; sin menospreciar a nadie ni ser menospreciado; obedediente, dispuesto a hacer el bien; sin hablar mal de nadie ni buscar riñas; condescendiente y amable con todo el mundo; sin envidias ni odios" (Tito 2,1-15 y 3,1-15).

"Unánime y concorde con un mismo amor y un mismo sentir; sin obrar por rivalidad ni por ostentación; considerar con humildad a los demás superiores; buscar el bien de los demás sin interés egoista; tener los sentimientos propios de Cristo Jesús; sin protestas ni discusiones; irreprochables y sencillos; hijos de Dios sin tacha" (Filipenses 2,2-14).

Afirma el apóstol que ser cristiano es tener los sentimientos propios de Cristo. Cristo es nuestro "Mínimo Común Múltiplo"Mínimo, en orgullo, vanidad y envidia. Común, en unidad, comunión y buena disposición. Múltiplo, en generosidad, entrega y amor. 

Así, pues ¿por qué no convertirme yo en un "mínimo común multiplo"? ¿por qué no humillarme para que crezca Cristo en mí? ¿por qué no disponerme a buscar la unidad de todos? ¿por qué no multiplicarme en mi compromiso, mi entrega y mi amor hacia los demás?

"Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, 
que ellos también sean uno en nosotros, 
para que el mundo crea que tú me has enviado" 
(Juan 17,21)

lunes, 21 de septiembre de 2020

EL ESPIRITU DEL MAL: DIVIDE Y VENCERÁS

"Un reino dividido internamente 
no puede subsistir y va a la ruina; 
una familia dividida no puede subsistir, 
toda ciudad o casa dividida internamente 
no se mantiene en pie" 
(Marcos 3,24-25; Mateo 12,25)

El Enemigo de Dios y del Hombre, obsesionado por ganar una guerra que tiene perdida, utiliza constantemente una de las estrategias tentadoras que más fruto destructivo le ha dado a lo largo de la historia del hombre: "Divide y vencerás".

Dios crea y el Diablo destruye; Dios une y el Diablo separa; Dios crea vínculos y el Diablo los deshace; Dios repara y el Diablo quebranta; Dios perdona y el Diablo condena.

De la misma forma que en el mundo antiguo, el Imperio Romano subyugaba y arrodillaba a los pueblos libres con la conocida frase "Divide et Impera" (atribuida a Julio César), el Imperio del Mal, que domina el mundo actual, ejerce su perverso poder enfrentando a colectivos, rompiendo la familia, fracturando la sociedad y también, dividiendo la Iglesia de Cristo.

Satanás tiene como único propósito separarnos del amor de Dios y lo hace atacando su creación: dividiendo y enfrentando a hombres contra mujeres, blancos contra negros, ricos contra pobres, padres contra hijos, jóvenes contra ancianos, empresarios contra trabajadores, liberales contra conservadores, tibios contra creyentes.
Vivimos una continua lucha de clases, de géneros, de ideologías, de creencias...que el Diablo impone en la mente del hombre con el mismo pretexto que utilizó con nuestros primeros padres: la libertad individual. Con ella, pretende alejarnos de Dios suscitando en nuestro corazón una venenosa mentira: "Seréis como Dios"

Y así, lo hace también, utiliza su espíritu impío para luchar contra el Espíritu Santo que actúa en el seno de la Iglesia de Cristo. Infiltrándose en Ella, su espíritu maligno crea división, enfrentamiento y desunión; genera calumnia, difamación y crítica; acusa, propone falsas ideas y genera conflictos; suscita actitudes mundanas, chismes y habladurías.

Pero Cristo que, como verdadero Dios, no quiso utilizar su poder para beneficio propio, y que como verdadero hombre, quiso sufrir y vencer la tentación (Mateo 4,1-11; Marcos 1,12-13; Lucas 4,1-13), nos ofrece "soluciones humanas" para combatirla: 
-Confianza. El Diablo, para dividirnos, siempre empieza sembrando la duda en la divinidad pero Jesús, con su ejemplo, nos invita a confiar incondicionalmente de Dios y de su Palabra: "No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4,4).

-Humildad. El Diablo, para quebrantarnos, recurre a la soberbia y a la vanidad pero Jesús nos enseña que nuestra misión como cristianos es la humildad, la mansedumbre, el amor. Él repetirá: "Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mateo 16,24 y 29).

-DesapegoEl Diablo, para fragmentarnos, recurre a la codicia y la avaricia de las riquezas pero Cristo nos muestra el camino de la integridad, el desapego y la insobornabilidad: "Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás" (Mateo 4,10; Lucas 4,8; Deuteronomio 6,13) y "Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero" (Mateo16,24).

-Firmeza. Los cristianos, como hijos de Dios, nos sabemos débiles y vulnerables ante Su omnipotencia pero estamos llamados, como enemigos de Satanás, a ser fuertes, a mantenernos firmes en la fe y a combatir el mal con todos los medios que el Señor pone a nuestro alcance: "Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa" (Marcos 3, 27). 

-Unidad. Los cristianos estamos llamados a dejar de mirar lo que nos separa para ver lo que nos une, a dejar de observar con recelo, resentimiento y odio la diversidad de los demás, a ser un sólo cuerpo y un sólo Espíritu: "Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu" (Efesios 4,2-4).

-Perseverancia, a ser constantes en la fe, como don gratuito de Dios, a tener paciencia en medio de las pruebas y las tentaciones, a reavivar nuestra esperanza en sus promesas, a ejercitar el amor: "El que persevere hasta el final se salvará" (Mateo 24,13).

domingo, 1 de marzo de 2020

¿DOS IGLESIAS PARALELAS?

Resultado de imagen de la cizaña y el trigo
""El reino de Dios es semejante a un hombre 
que sembró buena semilla en un campo. 
Mientras sus hombres dormían, vino su enemigo, 
esparció cizaña en medio del trigo y se fue. 
Pero cuando creció la hierba y llevó fruto, 
apareció también la cizaña. 
Los criados fueron a decir a su amo: 
¿No sembraste buena semilla en tu campo?
¿Cómo es que tiene cizaña? 
Él les dijo: Un hombre enemigo hizo esto. 
Los criados dijeron: ¿Quieres que vayamos a recogerla? 
Les contestó: ¡No!, no sea que, al recoger la cizaña, 
arranquéis con ella el trigo. 
Dejad crecer juntas las dos cosas hasta la siega; 
en el tiempo de la siega diré a los segadores: 
Recoged primero la cizaña y atadla en haces para quemarla, 
pero el trigo recogedlo en mi granero.
El que siembra la buena semilla es el hijo del hombre. 
El campo es el mundo. 
La buena semilla son los hijos del reino, 
y la cizaña son los hijos del maligno. 
El enemigo que la siembra es el diablo. 
La siega es el fin del mundo, 
y los segadores los ángeles. 
Como se recoge la cizaña y se quema en el fuego, 
así también será al fin del mundo. 
El hijo del hombre enviará a sus ángeles, 
que recogerán de su reino a todos los que son causa de pecado 
y a todos los agentes de injusticias 
y los echarán al horno ardiente: 
allí será el llanto y el crujir de dientes. 
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. 
¡El que tenga oídos que oiga!"
(Mateo 13, 24-43)


Hoy se hace muy patente la parábola del trigo y la cizaña, en la que Jesús nos explica la coexistencia entrelazada del bien y del mal en el mundo, en nuestra vida y en la misma historia de la Iglesia. Y sólo a través de los ojos de la fe, podremos ver su dimensión trascendente y escatológica, y afrontarla con claridad de principios, pero también con prudencia y paciencia.

Y es que no es nada raro encontrar "católicos" que dicen creer en Dios pero no en la Iglesia, en el cielo pero no en el infierno, en los ángeles pero no en los demonios, que van a misa y comulgan en situación irregular o que se casan por la Iglesia pero usan métodos anticonceptivos o incluso interrumpen sus embarazos.

En ocasiones, escuchamos a algunas personas que se consideran católicas hablar sobre la necesidad de cambiar algunas cuestiones fundamentales morales o incluso también, doctrinales de la Iglesia CatólicaIncluso, se atreven a dar opiniones sobre cómo debería ser esto o aquello, sobre que se debería cambiar un poco de aquí y un poco de allí, reformar esto y abolir aquello...y el mundo nos pone (como Pilato) en la tesitura de elegir entre Jesús o Barrabás... 

Son los "católicos liberales" de la "progre-iglesia", la cizaña: una iglesia invertida y disidente que se auto-proclama "verdadera", que tiene como objetivo erosionar y destruir la verdad, que se ha entregado incondicionalmente a la lógica del mundo, que se encuentra en una actitud de ruptura y de rebelión interna con la Iglesia de Cristo al más puro estilo protestante y que señala como "apestados" a quienes siguen la Doctrina, el Magisterio y la Tradición.

Su intención es convertir la fe en un campo de batalla de ideas políticas y de reivindicaciones sociales, transformar el Cuerpo de Cristo en una Iglesia de la "misericorditis", del "buenismo", del "relativismo" acorde con el espíritu predominante y con el pensamiento único, donde todo vale y todo se permite.

Su
 propósito es inmanentizar la fe, vaciarla de su trascendencia, para ocuparse con excesivo interés en causas que, buenas o malas, tienen poco o nada que ver con el ministerio de la Iglesia sino, más bien, con la invención de una fe "light" y de un Dios "a la medida".

Su asp
iración es cambiar el concepto de Iglesia Católica: pasar de una Iglesia garante del mensaje inmutable y eterno de Cristo, para transformarla en un organismo que evolucione, imite y siga las modas ideológicas del mundo.

Su e
strategia es cambiar, desde dentro, poco a poco, con paciencia y sutileza, la liturgia, la pastoral y la enseñanza, pretendiendo realizar "actualizaciones" doctrinales y morales, "modernizar la fe", señalando como "ultraconservadores" a quienes defienden la Iglesia de Cristo que se mantiene fiel al Evangelio y al Magisterio de todos los tiempos, y auto-proclamándose como verdadera Iglesia de Dios.

Frente a los tildados de “tradicionalistas o retrógrados”, que no somos todos personas mayores ni nostálgicos de la misa en latín y de los cantos gregorianos sino fieles a la Iglesia verdadera, están los "innovadores o reformistas", que pretenden reinventar la Iglesia celebrando misas con payasos, marionetas y "shows motivadores"

Estos "católicos liberales" acuden allí donde puedan comulgar los divorciados, donde se defiendan las uniones homosexuales o las prácticas LGTBI, donde se abogue por el sacerdocio femenino o donde los curas, al olvidar la presencia real de Cristo en la Eucaristía, hablan de todo, menos de Dios. 

La pretensión de estos "cristianos renovadores" es la humanización de la divina misericordia de Dios como excusa para reivindicar una libertad moral y religiosa plena, donde el demonio es un "coco" ficticio, donde el pecado no existe, donde el infierno es una invención para atemorizarnos, donde Dios perdona todo y a todos, incluso sin arrepentimiento. 

Estos "disidentes" intrigan para establecerse como los discípulos “verdaderos” de Cristo y como miembros legítimos de la Iglesia Católica (como Judas). "Nosotros somos la iglesia del Dios misericordioso. Ellos son la iglesia del Dios castigador", dicen, cómo si sólo ellos tuvieran los derechos exclusivos del Evangelio, como si sólo ellos los hubieran entendido y como si todos los demás fuéramos hipócritas fariseos y estrictos cumplidores de la Ley.

Satanás no descansa nunca y una de sus trampas es crear división y destruir la unidad de los cristianos. El "cizañador" siempre intenta desunir y enemistar a las personas, a las familias, a las naciones y a los pueblos. Y así, se ha introducido hábilmente en el seno de la Iglesia (de noche, mientras dormía) y ha esparcido cizaña junto al trigo.

Esto no es nada nuevo. A lo largo de toda la historia de la Iglesia, el Enemigo siempre ha intentado crear cismas, como en las primeras Iglesias cristianas fundadas por San Pablo, como en los siglos XI y XVI, o como en los Concilios Vaticanos I y II.

San Pablo ya advirtió de estas divisiones cuando escribe a la Iglesia de Corinto  (1 Corintios 1, 10-13), a la Iglesia de Galacia (Gálatas 1, 6-7 y 9), a la Iglesia de Tesalónica (2 Tesalonicenses 2, 3-5, 7-11) o a la de Filipo (Filipenses 3,18). San Juan también nos alerta sobre los anticristos o enemigos de Cristo en 1 Juan 2, 18-19.

El cardenal Robert Sarah advierte que la Iglesia Católica se enfrenta a un "grave riesgo":"Sin una fe común, la Iglesia es amenazada por la confusión y luego, progresivamente puede deslizarse a la dispersión y la división."

Resultado de imagen de dos papasSin embargo, hay que dejar muy claro que la Iglesia Católica (el campo) es Una, que tiene una sola voz, una sola doctrina, una pastoral y una sola liturgia (la del Sembrador). 

Por tanto, n
o hay dos Iglesias paralelas. No hay una Iglesia de Francisco y otra de Benedicto. Hay una única esposa de Cristo (trigo) que conserva la tradición apostólica y que busca misericordia pero también justicia, y hay otra (cizaña) que busca la división y la confusión. 

El Papa Pío VI, ya en 1791, nos exhortaba a estar alerta y mantenernos fieles a Dios y a su Iglesia en estos tiempos tan confusos y difíciles:
“A todos vosotros católicos… os exhortamos, en la efusión de Nuestro Corazón, a que recordéis el culto y la fe de vuestros padres, a que seáis fieles, puesto que la religión es el mayor de los bienes, porque esta religión, que nos proporciona una eterna felicidad en el Cielo, todavía es en la tierra el único medio de asegurar la salvación de los imperios y la felicidad de la sociedad civil. 
Guardaos de prestar oídos a los engañosos discursos de los filósofos del siglo que os conducirán a la muerte, alejad de vosotros a todos los usurpadores, bajo cualquier título que se presenten, arzobispos, obispos, párrocos; no tengáis nada en común con ellos”.

El Papa Benedicto XVI comenta las palabras de San Agustín y nos exhorta a alimentar nuestra fe para convertirnos en trigo:
"Tenemos que estar preparados para custodiar la gracia recibida desde el día del Bautismo, alimentando la fe en el Señor, que impide que el mal eche raíces. San Agustín, comentando esta parábola del trigo y la cizaña, observa que 'muchos primero son cizaña y luego se convierten en trigo'. Y añade: Si estos, cuando son malos, no fueran tolerados con paciencia, no llegarían al laudable cambio" (Quaest. septend. in Ev. sec. Matth., 12, 4: pl 35, 1371). 
San Juan Crisóstomo nos enseña como el Enemigo mezcla siempre mentira con verdad, cizaña con trigo:
"A la verdad, traza suele ser del diablo mezclar siempre el error a la verdad, coloreándolo muy bien con apariencia de ella a fin de engañar fácilmente a los ingenuos. De ahí que el Señor no habla de otra semilla, sino que la llama cizaña, pues, ésta a primera vista, se asemeja al trigo. Seguidamente explica cómo procede el diablo en su asechanza: 'mientras sus hombres dormían'. No es pequeño el peligro que aquí amenaza a los superiores, a quienes está encomendada la guarda del campo; y no sólo a los superiores, sino también a los súbditos. Y da a entender el Señor que el error viene después de la verdad, cosa que comprueban los hechos mismos. Después de los profetas vinieron los falsos profetas; después de los apóstoles, los falsos apóstoles; después de Cristo, el anticristo. Y es que el diablo, si no ve algo que imitar ni a quienes tender sus lazos, ni lo intenta ni lo sabe...
Así sucedió también en los comienzos de la Iglesia. Porque muchos prelados, introduciendo en las Iglesias hombres perversos, heresiarcas solapados, facilitaron enormemente estas insidias del diablo, pues una vez plantados estos hombres en medio de los fieles, poco trabajo le queda ya al diablo... Mientras los herejes estén junto al trigo hay que perdonarlos, pues cabe aún que se conviertan en trigo, mas una vez que hayan salido de este mundo sin provecho alguno de tal proximidad, entonces necesariamente les alcanzará el castigo inexorable" (Homilía 46, 1-2, sobre San Mateo)

Los cristianos somos conscientes de que en la Iglesia hay cizaña, que en el campo de Dios también brota el mal y las semillas malas crecen a nuestro lado. Sin embargo, eso no debe preocuparnos ni escandalizarnos. 

El amo del sembrado lo sabe, pero lo permite porque quiere que todos nos convirtamos en trigo y por eso, también da tiempo a la cizaña para que cambie a semilla buena, ofreciéndola numerosas oportunidades de salvación. Dios nunca separa Su misericordia de Su justicia, precisamente por eso, espera siempre a que nuestro corazón se convierta. 

En conclusión, aunque la cizaña a veces nos ahogue o trate de impedir nuestro desarrollo, debemos tratar de seguir creciendo y madurando como "trigo". 

Debemos ser pacientes y prudentes hasta el tiempo de la siega (juicio final), momento en el que seremos separados de la cizaña, para ir, unos al fuego (infierno), y otros al granero (cielo).

miércoles, 27 de junio de 2018

CHISMES DE PARROQUIA

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"Una parroquia de chismosos y chismosas
es una comunidad incapaz de dar testimonio"
(Papa Francisco)


Murmurar o chismorrear es hablar mal de una persona ausente de cosas que, tanto el que habla y el que escucha, conocen, pero que no debieran comentar de una manera "envenenada”. Es más, que no debieran comentar de ninguna manera.

El chisme o murmuración entre cristianos es una bomba terrible y un daño gratuito que resquebraja toda la Iglesia, porque envenena y hiere al que habla, al que escucha, y del que se murmura.

El Papa Francisco nos advierte de lo desgraciadamente comunes que son los chismorreos dentro de la Iglesia: "Uno de los pecados más frecuentemente cometidos en parroquias y grupos cristianos son las críticas y el apuñalamiento al prójimo, los cuales no sólo dividen nuestra comunidad, sino que alejan a las personas que vienen en busca de Dios". 

Y explica cómo los chismes son obra del Enemigo: "El demonio disfruta cuando nos lanzamos piedras entre nosotros, unos contra otros. Sabe cómo debilitar los esfuerzos de las personas para servir a Dios y salvaguardar la presencia del Espíritu Santo dentro de ellos. Él hará todo para que no seamos tiernos y respetuosos. Una comunidad cristiana que no protege al Espíritu Santo con ternura y respeto es como la serpiente de lengua larga que es representada en estatuas aplastada bajo el pie de María."(Papa Francisco, Roma 21/5/18).


El chisme destruye

Resultado de imagen de chismososEl chisme se propaga como la pólvora provocando desunión y división, destruyendo todo a su paso, como un fuego voraz. Tergiversa deliberadamente la dignidad y la reputación de una persona, le pone en vergüenza ante los demás, señala sus errores, exagerándolos.

Dañar el buen nombre del prójimo o manifestar sus pecados o defectos, aunque sean verdad no tiene ninguna justificación y además, según el Catecismo de la Iglesia Católica, es un pecado mortal, si con él dañamos gravemente el honor del prójimo, aunque sea en un ámbito local y aunque no se entere del daño que le hemos causado

"El respeto de la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un daño injusto (CIC can. 220). Se hace culpable:
— de juicio temerario el que, incluso tácitamente, admite como verdadero, sin tener para ello fundamento suficiente, un defecto moral en el prójimo;
— de maledicencia el que, sin razón objetivamente válida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran (Si 21, 28);

— de 
calumnia el que, mediante palabras contrarias a la verdad, daña la reputación de otros y da ocasión a juicios falsos respecto a ellos ( CIC 2477).
"Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve" (San Ignacio de Loyola, Exercitia spiritualia, 22). 

La Biblia nos dice: "no habléis mal de nadie, sed pacíficos, comprensivos y sumamente amables con todo el mundo."  (Tito 3,1-2).

¿Qué debemos hacer?

Debemos ser enérgicos ante el chisme. Cuando un hermano cometa una falta, debemos corregirle en privado, con caridad y cara a cara. Por supuesto, no debemos exagerar la falta cometida, ni hablar por detrás en su contra y menos en público. Como hijos de Dios, no debemos atacar a quienes formamos el cuerpo de Cristo, pues Dios mismo saldrá en defensa de los suyos.

Habitualmente, el chismoso utiliza palabras dichas o escritas, haciendo mal uso de las virtudes que Dios le ha concedido, pues ni habla con amor ni para el bien, sino para su propia satisfacción, conveniencia, vanidad, o acaso, manipulado por propósitos perversos.

Imagen relacionadaDebemos hacer ver a otros que Dios odia el chisme y al chismoso y por tanto, rechazarlo de plano. Por ejemplo, si alguien viene a nosotros y nos dice: “Tengo que contarte algo”, deberíamos preguntarle: “¿De algo o de alguien?”. Si dice: “de alguien”, decirle entonces: “¿Has hablado ya con ese 'alguien'?”.

No debem
os permitir que nos hablen mal de alguien si ese alguien no lo ha oído primero, ni permitir que nos metan en un problema de un hermano con otro, enredándonos en una lucha que no tiene vencedores.

Cuando intenten contarnos un chisme, debemos hacerle ver al chismoso que se está dañando a si mismo, a nosotros y a su hermano, un hijo de Dios, y explicarle cómo eso violenta el plan de Dios y perjudica a todo Su pueblo. 

Debemos cuidar, vigilar y controlar las "malas lenguas". Estamos obligados a evitar las conversaciones malintencionadas que solo dañan, haciéndoselo saber a quien "chismorrea", critica o murmura, incluso, reprendiéndole.

Debemos recordar al chismoso que Satanás fue el primer chismoso al hablar mal de Dios, mostrándole que si murmuran o chismorrean en la casa de Dios, están pecando contra Él.

Debemos hacerle ver al chismoso que si tiene un problema con alguien, en lugar de escucharle, debemos instarle a ir y hablarlo con él. Si ha hecho algún daño a la dignidad de esa persona, entonces debe pedirle perdón. Esto cierra el círculo. Asunto terminado.

Conclusión: El chisme es desagradable, destructivo y dañino. Por tanto, obra de Satanás y debe ser despreciado por todos los que aman a Cristo y su Iglesia. En lugar de ser pasivos y tolerantes ante un chisme que se propaga, debemos cortarlo de raíz. Nunca permitir que nos lo cuenten y, mucho menos, propagarlo.

Nosotros podemos y debemos corregirnos entre nosotros pero el único que puede juzgar es Dios. ¡Fuera chismes!

domingo, 31 de diciembre de 2017

HE VENIDO A TRAER DIVISIÓN

"¿Creéis que he venido a traer la paz al mundo? 
Os digo que no, sino división. 
Pues en adelante estarán divididos cinco en una casa, 
tres contra dos y dos contra tres. 
Estará dividido el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, 
la madre contra la hija y la hija contra la madre, 
la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
(Lc 12, 51-53)


Es duro y asombroso leer en las palabras de Jesús que, ofreciendo un mensaje de unidad y  amor a los hombres, pronostique al mismo tiempo que ha venido a traer división y desunión, incluso en la familia.

En pri
mer lugar, Jesús habla de la desunión que se produce dentro de la familia, porque la fe en Cristo requiere total lealtad a Él y en general, los hijos son demasiado egoístas para compartirnos con Dios.

En segundo lugar, nos dice que aquellos que acogen la fe en Dios se unirán formando la verdadera familia de Dios, mientras que aquellos que rechazan a Cristo también encontrarán a sus aliados, para oponerse a Él. 

Al igual que los fariseos y los saduceos se unieron para rechazar Cristo y en última instancia, para promover y llevar a cabo su muerte, muchos hoy pretenden lo mismo.

En tercer lugar, Jesús no es que declare la guerra, sino que su mensaje es signo de contradicción: buena noticia para los pobres y oprimidos, mala para los poderosos y explotadores , que tienen como centro de su vida el dominio, son ellos los que empuñan la espada y provocan la muerte de tantos seres humanos .
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Mateo, en su capítulo 10, reproduce las palabras de Cristo así: 

"El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre a su hijo. Los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos os aborrecerán por causa mía," (v.21-22).

"No penséis que he venido a traer la paz al mundo; no he venido a traer paz, sino espada. Porque he venido a poner al hijo en contra de su padre, a la hija en contra de su madre, a la nuera en contra de su suegra. De suerte que los enemigos del hombre son los de su propia casa". (v. 34-36).

Pero no es que Jesús quiera dividir o traer enemistad a los hombres, ¡al contrario! ¡Jesús es nuestra paz, nuestra reconciliación, nuestra luz! Y a la luz las cosas se ven claras. 

Jesús es "la Verdad", y es que la verdad divide frente a la mentira; "el Camino", pues el amor abnegado de Cristo divide frente el egoísmo del mundo; "la Vida", y es que la misericordia de Dios divide frente al odio del Enemigo…

Una vez que Dios ha venido al mundo, no podemos quedarnos de brazos cruzados; debemos optar, debemos elegir; no se trata de alcanzar una neutralidad, conseguir un consenso o aplicar una abstención. 

Seguir a Jesús requiere involucrarse, implica renunciar al mal, al egoísmo, y elegir el bien, la verdad, la justicia, incluso cuando eso exige sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y eso divide, lo sabemos, divide incluso los vínculos más estrechos, porque no todo el mundo está dispuesto.

"¡No es Jesús quien divide! Cristo pone el criterio: o vivir para uno mismo, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo, u obedecer a Dios. Es en ese sentido en el que Jesús es ´signo de contradicción´ (Lucas 2, 34).

El amor no obliga y por eso, Dios nos ofrece la libertad para elegir (libre albedrío) seguirlo o dejarlo. Si le seguimos, elegimos un camino a la plenitud, donde nuestra voluntad se doblega a la de Dios; si le dejamos, elegimos un camino distinto, nos dividimos y nuestra voluntad se tergiversa por la malicia, la terquedad, el orgullo y el egoísmo humanos.

Seguir a nuestro Señor Jesucristo dividirá muchas familias y su reconciliación no será posible a menos que vengan todos a la fe en Cristo.
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Algunos, en nuestras familias, experimentamos conflictos debidos a nuestro compromiso con Cristo, en oposición a nuestros hijos, quienes viven de espaldas al gran mensaje de la fe y que da plenitud a nuestra existencia. Conflictos y sufrimientos que no somos capaces de gestionar si no es dejándonos llevar por la voluntad Dios.

Nuestras familias entran en "modo conflicto" porque el concepto de unidad gira en torno a la voluntad de Dios y su vínculo es Jesucristo a quien elegimos libremente, mientras que el concepto de unión, gira en torno a una relación no tanto por elección sino por obligación, entre personas y opiniones que chocan entre si y que a la larga, llevan a la indiferencia.
Tratamos de vivir nuestra vida en consonancia con Cristo pero en ocasiones, olvidamos mostrar empatía, comprensión y sensibilidad hacia nuestros hijos. Nos faltamos mutuamente al respeto, entramos en conflicto extremo, afloran los resentimientos y los rencores, los celos y las envidias, o no damos oportunidad al tiempo compartido en familia...

La familia es la Iglesia doméstica donde cada miembro es único e irrepetible, con diferentes necesidades, capacidades y puntos de vista. 

Y a pesar de las inevitables diferencias y ante cualquier conflicto en nuestra familia, el apóstol Pablo en su carta a los Efesios, capítulo 4 nos llama a "esforzarnos por mantener la unidad del espíritu con el vínculo de la paz" (v. 3) y a responder "siendo humildes, amables y pacientes. Soportándonos unos a otros con amor" (v.2). 

miércoles, 30 de noviembre de 2016

CONFLICTOS DENTRO DE UNA COMUNIDAD CRISTIANA


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En el ámbito de las relaciones personales existen, a menudo, gran cantidad de conflictos. Y la Iglesia, que está formada por personas que se relacionan, no es una excepción.

Las causas fundamentales son:

1. No todas las personas pertenecientes a la iglesia, lamentablemente, están capacitadas para el liderazgo o, bien, no tienen las habilidades adecuadas para relacionarse con éxito, es decir, carecen de carisma y/o talento. 

2. Es un hecho cierto que algunos sacerdotes tienen una sólida formación teológica pero carecen de habilidades de liderazgo (coaching), y no son capaces de gestionar grupos, ni de delegar en otros o ni de formar a otros para liderar.

3. A menudo, los sacerdotes, los coordinadores o líderes de las áreas pastorales no eligen su propio equipo sino que o lo heredan o les es impuesto. 

4. No existe química entre las personas que componen el grupo. Ni intención de que la haya.

5. Las prioridades no son comunes, ya sean en sentido vertical (sacerdote-miembros) u horizontal (miembros-miembros). Unos piensan unas cosas y otros, las contrarias.

6. Existen celos y envidias. Para algunas personas no es fácil aceptar que otros estén más capacitados que ellos o sencillamente, albergan celos de otros por creerse más aptos o por llevar más tiempo en la comunidad.

7. Existe una clara insubordinación. Con demasiada frecuencia, muchas personas creen tener una varita mágica que les otorga la capacidad de resolverlo todo y son incapaces de subordinarse o de obedecer.

8. Se establecen grupos estufas, grupos de intereses (lobbies) o alianzas entre algunos sectores de la comunidad (estado civil, pertenencia a grupos o movimientos, etc.) que no son nada saludables porque buscan bien su comodidad o bien su pertenencia a un grupo reducido en el que ansían siempre salirse con la suya, generando malestar y divisiones internas dentro de la comunidad.

9. La comunicación es pobre o inexistente. El sacerdote elige un camino pero no lo transmite o no es entendido. Las personas evitan relacionarse entre sí salvo cuando es inevitable en la misa dominical.

10. Existen diferentes niveles de compromiso o trabajo. Unos están están para casi todo; otros están para casi nada. Todos se consideran imprescindibles y es cuando aparece el resentimiento y las disputas entre ellos.

11. No existe caridad. Las personas se culpan unos a otros. Evidentemente, tales acciones son nefastas para las relaciones dentro del pueblo de Dios, donde debe imperar el amor y la misericordia. Destruyen la comunidad en lugar de construirla.

12. Las ideas o soluciones aportadas por otros se frustran o deniegan. A veces, en los consejos parroquiales se oye pero no se escucha. El consenso brilla por su ausencia.

13. No existe agradecimiento. El aspecto clave en la iglesia es la unidad  y la mejor manera de eliminarla pasa por no ser agradecidos.












lunes, 19 de septiembre de 2016

¿QUÉ LE GUSTA A SATANÁS?

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Los cristianos no debemos mantener nuestra atención constantemente en el hecho de que Satanás esté detrás de todo lo malo, sino concentrar nuestra mirada en Jesús y animar a otros a seguirlo.

Sin embargo, somos conscientes de que Satanás quiere destruir la iglesia de Cristo aunque es un ser limitado y la iglesia de Dios prevalecerá. Las puertas del infierno no pueden superar lo que Dios creó, pero Satanás sin duda pretende entorpecer e interrumpir nuestra labor y el trabajo de los que aman a Dios.

Por ello, debemos tener claras algunas estrategias que Satanás utiliza para destruir una iglesia:

Crear conflictos

Le gusta crear conflictos y luchas dentro y fuera de la iglesia. Él se regocija cuando los cristianos discuten y se enfrentan, sobre cosas triviales o sobre asuntos importantes.

Tirar la toalla

Le gusta desanimar tanto a los laicos como a los sacerdotes. Si es capaz de hacerles sentir que ya no son necesarios, que su trabajo no es apreciado o que ya no tienen nada que ofrecer, les "quema" para ganar la batalla. El se regodea al difundir desánimo y apatía.

Propagar rumores

Le gusta sembrar rumores o críticas sobre alguien en la comunidad, a veces incluso sobre el sacerdote, y ver cómo se propagan rápidamente. Por lo general, el rumor es más grande que la realidad. A Satanás le gusta agitar la discordia

Llenarnos de actividades

Le gusta distraer con una gran cantidad de actividades, que producen pocos resultados, pero que la gente sienta que han hecho algo. Le gustan los programas, las actividades, los calendarios cargados para mantener a la gente ocupada para desviarles de la misión de Cristo.

Esconder mentiras

Le gustan las "medias verdades" para dividir. Por supuesto, todos sabemos que las media s verdades son una versión de la mentira, pero Satanás es lo suficientemente inteligente como para ocultar una mentira de manera que algunos falsos maestros entren y hagan mucho daño, antes de ser descubiertos. 

Montar escándalos

Le gusta cuando la iglesia se convierte en noticia escandalosa. Y ésta consigue dividir o destruir la iglesia, mejor. Quiere destruir su reputación, su buena fe y su verdadera labor.

Dividir familias

Le gusta destruir cualquier relación, pero sobre todo, el matrimonio y la familia. Le gusta animar a los niños a no ir a la iglesia o que la fe sea un motivo de enfrentamiento entre los miembros de una familia. Sabe que si puede destruir la familia, tiene más probabilidades de destruir la iglesia.