"Eso que hemos visto y oído
os lo anunciamos,
para que estéis en comunión con nosotros
y nuestra comunión es con el Padre
y con su Hijo Jesucristo"
(1 Jn 1,3)
Hoy, escribimos de nuevo sobre los retiros de Emaús desde el testimonio particular y la vivencia personal, conocedor de que recibiré algunas felicitaciones y no menos críticas. No es mi intención ni mi propósito recibir ni lo uno ni lo otro.
No pretendo acusar, aludir o herir a nadie, ni ahondar en juicios de valor negativos. Tampoco pretendo erigirme en un "sabio de Emaús". De hecho, asumo el contenido de este artículo como propio.
El único objetivo de este artículo es profundizar en este maravilloso método evangelizador para ayudar y ser ayudado, iluminar y ser iluminado, apoyar y ser apoyado.
En ocasiones, los servidores somos testigos de la aparición de tres tentaciones muy comunes en Emaús: pensamos que es "nuestro" y nos apropiamos del método, nos consideramos "expertos" y damos órdenes, queremos "perfeccionarlo" e introducimos cambios.
Una actividad parroquial, una obra del Espíritu
Emaús es un retiro organizado por laicos para laicos. Es un método de nueva evangelización inspirado por el Espíritu Santo. Aún así, caemos en la tentación de creer que es "cosa nuestra" y que nos pertenece. O lo que yo llamo el "factor humano en las cosas de Dios".
No debemos olvidar que, ante todo, es una actividad o pastoral evangelizadora parroquial y que, por tanto, todo lo que ocurre en la parroquia es competencia y responsabilidad del párroco.
El párroco es la máxima autoridad de Emaús en la parroquia. Por ello, no puede estar ajeno a lo que es Emaús ni tampoco los laicos pueden mantenerle al margen, y mucho menos, organizar retiros y dinámicas sin contar con él, ya sea en la propia parroquia o en otra.
Es él a quien Cristo deja llevar el timón de la barca, quien supervisa las fechas de los retiros, quien elige a los líderes "entrantes" con el consenso de los "salientes", quien ofrece formación y dirección espiritual, quien propone funciones y delega pastorales, etc.
Pero sobre todo, Emaús es una obra del Espíritu Santo que renueva almas y vivifica parroquias. Él es el verdadero artífice y protagonista, quien marca el rumbo, quien hace soplar el viento, quien controla las olas. Emaús es una barca guiada y gobernada por Jesucristo, supervisada y dirigida por el párroco, y tripulada y manejada por laicos activos y comprometidos con la parroquia, generosos y al servicio del Señor.
El objetivo principal de Emaús no es que "cumplamos faenas", que "hagamos tareas", que "surquemos mares por descubrir" o que nos erijamos en "expertos navegantes" Se trata de dejarnos tocar por Dios, de ser humildes, de servir con obediencia y de hacernos dóciles al Espíritu para testimoniar a Cristo y mostrarles a otros el camino a la casa del Padre.
En definitiva, se trata de edificar parroquias al servicio de sus comunidades, de construir la Iglesia al servicio de las personas, de establecer el Reino de Dios en la tierra, aquí y ahora.
Líderes perpetuos, servidores "expertos"
La segunda tentación en la que a menudo caemos es lo que se denomina la "erótica del poder" o, en este caso, la "gula espiritual". A veces, pretendemos mandar, dominar y consumir espiritualmente, perpetuarnos en el liderazgo, convertirnos en servidores especializados, en expertos evangelizadores, o incluso en apóstoles arrogantes y autosuficientes, "sabedores de todo".
Es entonces, cuando sobrepasamos los límites de actuación que el propio método de Emaús marca, a saber, su carácter de servicio parroquial, y en ocasiones, "sobre-actuamos", nos embarcamos en una aventura que, más que evangelizadora es un activismo autosuficiente, zarpamos hacia otras parroquias y salimos al mar sin más dotación que nuestra mal supuesta capacitación.
Ello no quiere decir que nuestro servicio a Dios no deba ayudar a desarrollar futuros retiros en nuestra parroquia o en otras, e incluso, en otras ciudades o países. De lo que se trata es de ayudar a implantar y desarrollar los retiros en otras comunidades cristianas, no de "llevar" los retiros a otras parroquias, es decir, no implantar o demostrar a otros nuestra "prestancia marinera" y nuestro sabiduría de "lobos de mar".
Servir es "enrolarse", es ser parte de la "dotación", es remar y desplegar las velas. Liderar es dar ejemplo al surcar el mar, es "patronear" la barca, sabiendo que no somos el armador.
Nada que cambiar ni "perfeccionar"
A medida que Emaús va adquiriendo una cierta dimensión, podemos caer en la tentación (seguro que con la mejor de las intenciones) de introducir cambios en las dinámicas, variaciones en las actividades o modificaciones en los procedimientos del retiro.
Nos hacemos con una "brújula" propia, consultamos otras "cartas de navegación", anotamos nuestras propias ideas y conjeturas en el "cuaderno de bitácora" y pretendemos surcar "rutas peligrosas y desconocidas".
Es una reacción "muy humana" querer aportar cosas a Dios, proponer ideas, sugerir consejos, exponer interpretaciones y buscar resultados...pero esa no es nuestra misión en la evangelización. No es nuestra "hoja de ruta".
Dios es el dueño de la viña y es quien cosecha, nosotros sólo sembramos y abonamos. Dios es el dueño de la barca y es quien marca el rumbo, nosotros navegamos y faenamos. Emaús es un torrente de gracia del Espíritu Santo, nosotros sólo nos dejamos "empapar y navegar" por él. Dios no necesita nuestra ayuda ni nuestros consejos...más bien, somos nosotros quienes necesitamos su dirección.
Emaús es un método evangelizador con un diseño meditado, con un esquema iluminado, con un formato probado, con unas dinámicas armónicas, equilibradas e infalibles y con una experiencia fructífera de más de 35 años en muchas parroquias, ciudades, países y culturas...como no puede ser de otra manera, porque es una gracia divina.
Emaús no pertenece a los veteranos ni a los pioneros sino a los necesitados, de la misma forma que la misión que Jesús encomendó a sus discípulos no era exclusiva suya sino que debía transmitirse y difundirse fielmente, sin cambiar nada, sin introducir nada, sin eliminar nada...hasta los confines de la tierra.
En ese mismo sentido, el Papa Francisco, en su encíclica Lumen Fidei, dice que la fe se transmite por contacto, de persona a persona, con el testimonio de un encuentro real con el Resucitado.
Por eso, no podemos apropiarnos del amor de Cristo ni mucho menos transformar su luz, sino que debemos transmitir a otros lo que hemos recibido, como lo hemos recibido, para que ellos, a su vez, lo transmitan a otros.
Modificarlo significa desvirtuar el sentido original del método. Cambiarlo supone tratar de rectificar o de perfeccionar la gracia de Dios. Variarlo, retocarlo o rectificarlo significa acabar con Emaús. Porque entonces, ya no será Emaús...será otra cosa...
"Te doy gracias, Padre,
Señor del cielo y de la tierra,
porque has escondido estas cosas
a los sabios y entendidos,
y las has revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien."
(Lc 10,21)
Qué artículo tan maravilloso. Suscribí cada palabra; gracias, Alberto. Jesucristo ha resucitado!!!
ResponderEliminarGracias Pepe
EliminarTotalmente de acuerdo.Muchas gracias por tan certero artículo . JHR!
ResponderEliminarGracias Miguel
EliminarEstoy de acuerdo en casi todo aunq la verdad q sin ánimo de ser autosuficiente ni vanidosa sino haciendo un juicio sincero hay mucha gente q ha ayudado por la gracia De Dios a implantar el método en otras parroquias no creo que el término sea desacertado , simplemente es tener claro q todo es del Señor y no nuestro , los méritos de El y no nuestro . Q todo es puro don .Creo q en definitiva la caridad obediencia y humildad estos son los pilares q jamás debemos de olvidar . Hacer examen de conciencia y recordar siempre el primer servicio . El q quiera ser el primero entre vosotros sea el último .
ResponderEliminarGracias sbd
EliminarMe gusta tu artículo Alberto, estoy muy de acuerdo en cómo lo explicas.
ResponderEliminarEmaús no es obra nuestra, es obra del ESPÍRITU SANTO.
GLORIA A DIOS 🙏🙏🙏
Gracias Alberto
EliminarMuchas gracias por tu artículo, desde luego creo que das en el clavo, cuando en las Parroquias aparecen las arrogancias y las autosuficiencias, eso ya no es Emaus y corre el peligro de desaparecer, suscribo todo lo dicho, gracias.
ResponderEliminarGracias JJGil
EliminarMaravilloso articulo, esclarecedor y muy real, doy gracias al espiritu por hacer este articulo y servirse de ti para hacernoslo llegar. JHR
ResponderEliminarGracias Joaquín
EliminarGracias, Alberto. El artículo me ayuda mucho, ya que yo con frecuencia caigo en las tentaciones que se mencionan. Sigamos rezando para que el Señor no nos permita olvidar que Emaús no es obra nuestra, y nos ayude a servir con humildad.
ResponderEliminarGracias
EliminarEstoy de acuerdo en líneas generales, también en que muchas veces a los servidores se nos nota nuestra naturaleza pollina, rebuznamos con facilidad. Somos un claro reflejo de la Iglesia, conformada no por cracks sino por vasijas de barro malo. Y pese a ser nosotros servidores tantas veces malos, y tantas comunidades que vernos hoy tan relajadas, pese a eso Dios es grande, y hace su obra.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo que Emaús es de laicos para laicos. Sino de laicos para la iglesia, he visto tantos consagrados tocados y hundidos en Emaús, que si no existiese, tendríamos que intentarlo.
Por último no debemos perder de vista lo que somos, y que el amor solo se encuentra no cogiendo los primeros puestos, sino el último, dándolo todo, sabiendo lo poco, poco que somos y lo grande que es Él.
Muchas gracias Dantes
EliminarEmaus es mucha gloria personal y poca gloria a Dios, pese a que la palabra Dios no se les cae de la boca. Y muchos están totalmente fanatizados
ResponderEliminarBueno...generalizar es siempre arriesgado.
EliminarBuenas noches, el camino esta señalado... Ser el primero es ser el último, ser laico es caminar junto al guía para la gloria del padre. La humildad del resucitado en el corazón y servicio sin más intención qué el amor por Dios es la meta. No dejarse deslumbrar u olvidar lo que el amor de Dios hace en nosotros.
ResponderEliminarAsí es. Gracias
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